Brasil. La amenaza del monocultivo de eucalipto en el norte de Minas Gerais

Por Caroline Oliveira y Vanessa Nicolav. Resumen Latinoamericano, 12 de diciembre de 2020.

La población tradicional geraizeira prueba que hay vida entre el cerrado y la caatinga y se enfrenta a los monocultivos.

Durante casi dos horas en automóvil, sólo se ve eucalipto. Eucalipto hasta el infinito, porque no se ve principio ni fin, haciendo que la gente grande parezca pequeña. Las plantaciones están allí, en Vale das Cancelas, en el Norte de Minas Gerais, desde mediados de la década de 1970, cuando el gobierno federal utilizó programas de estímulo al monocultivo en el lugar.

Sucede que la región también es el territorio de 73 comunidades tradicionales geraizeiras que están allí hace por lo menos 150 años, en los municipios de Grão Mogol, Padre Carvalho y Josenópolis.

José María Gonçalves, de 54 años, uno de los cinco aún vivos de la matriarca Vicença María de Jesús, hoy con 100 años, afirma que su madre ya “armó pelea con todos que se decían jefes de aquí”. “Voy a morir y poner mi nariz en este suelo, esta tierra aquí ustedes no me la quitan”, decía Doña Vicença, de la comunidad geraizeira de Buriti Pequeno.

Gonçalves cuenta que antes de la expansión del eucalipto por la región, la vida era mejor. “Las frutas que teníamos para comer a gusto, y los animales también. Ahí vino esa plantación de eucalipto que no sale nada de dentro de ella, porque el propio eucalipto mata a los frutales, y el agua que se fue secando”, relata.

Había vecinos por todas partes. Cuando llegaba un fin de semana, todos se visitaban, criaban el ganado juntos, sueltos, uno ayudando al otro.  “Era todo suelto, aquella convivencia tan agradable. Ahí yo agarraba el vaso y sacaba la leche directo de la vaca. Piensa en una leche rica. Las frutas eran tan sabrosas”, lamenta José Maria Gonçalves, el hijo más joven de Dona Vicença.

Dona Vicença, geraizeira de 100 años, aún vive en el mismo lugar en que nació: Territorio Tradicional Geraizeiro de Vale das Cancelas. Foto: Vanessa Nicolav

Eucalipto y terratenientes

Desde la década de 1970, por medio de contratos de arrendamiento, se entregaron más de 500 mil hectáreas de tierras devolutas a empresas y tantos otros grileiros [el grilagem es una práctica antigua, que consiste en la utilización de documentos falsos para forjar la titularidad y reivindicar la tenencia de tierras de manera ilícita].

Por otro lado, la población tradicional de los Gerais, los geraizeiros, fueron perdiendo cada vez más el derecho a la tierra.

La expansión del monocultivo ya acabó con cerca del 50% de la vegetación nativa del Cerrado, bioma que está presente en todas las regiones de Brasil, en 24% del territorio nacional, pero también el más amenazado desde la década de 1970.

Entre por lo menos siete empresas que siembran eucalipto y pino en la región, está Rio Rancho Agropecuaria S/A, que pertenece a Newton Cardoso, que fue gobernador de Minas Gerais entre 1987 y 1991, vicegobernador del estado en el gobierno de Itamar Franco y diputado federal en tres ocasiones por el partido de centroderecha MDB, finalizado el último en 2015.

Newton Cardoso y su hijo, Newton Cardoso Júnior, están entre los nombres citados en los documentos de una de las mayores filtraciones sobre corrupción de la historia, conocida como Panama Papers, en 2016, debido a la compra un de helicóptero en 2007, por medio de una empresa offshore en Estados Unidos. El Supremo Tribunal Federal (STF) también investiga supuestos crímenes financieros, como lavado y ocultación de bienes en la empresa Rio Rancho. Además de otros procesos e investigaciones en curso en la Justicia brasileña actualmente. Contactados por Brasil de Fato, no respondieron hasta la publicación de este reportaje.

Irregularidades en el licenciamiento de operación de la empresa Rio Rancho fueron mapeadas a lo largo de los años, en un período en que ocurrían proyectos de producción de carbón. Organismos públicos ya notificaron a la empresa para procesos de corrección y condicionantes para obtener la licencia ambiental, no obstante, según la empresa, la implementación del programa está paralizada debido a la pandemia de covid-19.

Gonçalves cuenta que antes de la expansión del eucalipto por la región, la vida era mejor. Foto: Caroline Oliveira

Los geraizeiros

Los geraizeiros son reconocidos como pueblos tradicionales desde 2018. Con el reconocimiento, fue posible dar inicio al proceso de regularización de tierras, conforme permite la legislación. Hasta el momento, no obstante, el proceso no fue finalizado. Aunque tengan derecho a ser consultados en procesos de licencia ambiental para exploración de empresas en la región, sus derechos no son respetados.

Segundo José Maria Gonçalves, uno de los geraizeiros de la región, cuando las empresas de eucalipto llegaron, prometieron traer escuela y tiendas cerca de la población, pero hasta hoy “sólo se ve destrucción”.

En la misma línea, Sandra Helena Gonçalves Costa afirma que el tan prometido desarrollo de los programas del gobierno federal apareció en forma de “miseria, grilagem, agotamiento de recursos hídricos, deforestación, reducción de la biodiversidad, enfermedades y contaminación por agrotóxicos”.

Hoy, las principales fuentes de ingreso de las 73 comunidades son los beneficios de la Seguridad Social, como jubilación, auxilio de emergencia y Beneficio de Prestación Continuada (BPC), y los programas de transferencia de ingresos, como el Bolsa Familia.

Más allá de eso, los trabajos son generalmente de baja remuneración, las personas ganan entre uno y dos salarios mínimos. Uno de esos trabajadores es Lindomar Siqueira Nunes, de 27 años, que trabaja en un monocultivo de eucalipto sembrando las plántulas, de lunes a sábado, ocho horas al día, por un salario mínimo:  R$ 1.045 mensuales. Con los descuentos, Nunes reciben en promedio R$ 980.

“Acabamos encarando esto por falta de opción. Es lo que hay, entonces tenemos que encararlo a cualquier costo. Pero paga muy poco, nos exige mucho, pero mucho esfuerzo mismo. Inclusive hoy caminé un promedio de unos 15 kilómetros, a pie, sembrando. Estoy molido. Esto aquí [señala su pierna] está todo quebrado.”

Lindomar y José Francisco trabajan juntos en los cultivos cuando el joven no está trabajando en la plantación de eucalipto. Foto: Caroline Oliveira

Con empleo, calificación de mano de obra, tierra y agua en escasez, la vida en los Gerais que acostumbraba a ser buena se ha vuelto cada vez más difícil. Pero, sin este poco que tienen, y con el cual consiguen producir mucho, la situación puede ser aún peor, como defiende el geraizeiro Martim Inácio Ferreira, de 48 años. “Es de aquí que nos quieren sacar, pero no hay manera. Si me sacan de aquí, ¿de qué voy a vivir?”

Los geraizeiros tienen las manos ásperas, trabajadas por la tierra. Los callos no dejan mentir, mucho menos el sembrío. En un espacio pequeño, aplastado por todos lados por el monocultivo, producen mango, maracuyá, naranja, achiote, maní, pimienta, erva doce, cerdos, gallinas, peces, pequi, mangaba, jatobá, calabaza, frijol, maíz, sandía, zucchini, maxixe y todo lo posible, teniendo agua y espacio. Ese es el futuro no distante en el que todos ellos tienen esperanza.

*Este reportaje especial contó con el apoyo de Fian Brasil.

Traducción: Pilar Troya

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