El eterno racismo en los pagos del Tío Sam

Resumen Latinoamericnao/Tomás Eliaschev/Marcha – El funeral de Michael “Mike” Brown recién pudo hacerse el lunes 25 de agosto, más de dos semanas después de que un policía acabara con su vida. En un clima de inmenso dolor, una multitud dio el último adiós al adolescente negro de 18 años cuyo asesinato conmovió a todo Estados Unidos y dejó una nueva evidencia de que el racismo sigue vigente en la principal potencia mundial. Pero también quedó claro que allí hay miles que resisten a la opresión en el marco de un gran descontento social.

El policía Darren Wilson disparó dos tiros en la cabeza del joven afrodescendiente que caminaba por las calles de Ferguson, un suburbio obrero de Saint Lois, ciudad ubicada en Missouri, a las orillas del río Missisipi. En total, el uniformado efectuó 10 disparos. La víctima levantó las manos. Iba desarmado. Su victimario, blanco, seguramente no imaginaba lo que generaría el crimen que estaba cometiendo. Habrá actuado por costumbre. Todavía está libre y cobrando su salario.

En Ferguson se rompió la rutina. Marchas todos los días, toque de queda, represiones, saqueos, barricadas y detenidos. Imágenes de un pueblo en la calle, cantando y levantado los brazos: “Manos arriba, no dispares”, repiten como plegaria. Ni los periodistas se salvaron de los atropellos policiales. Al principio de la crisis, el gobierno federal decidió enviar a la guardia nacional. La población quedó militarizada. Ante la presión social, tuvieron que poner en segunda línea las tanquetas y el armamento pesado que había llevado a este suburbio de 20 mil habitantes, la mayoría afrodescendientes. Una verdadera pueblada en contra del abuso policial y de las injusticias cotidianas.

La bronca acumulada es mucha: los mejores trabajos y la abrumadora mayoría de los cargos municipales y policiales son patrimonio de los blancos. En el medio de la crisis, un nuevo caso de gatillo fácil en la misma ciudad: Kajieme Powell, un joven negro de 25 años, fue asesinado por dos policías a poca distancia de donde había sido ultimado Brown.

Las movilizaciones en solidaridad se produjeron de costa a costa. Los acontecimientos pusieron de relieve que la cuestión de la discriminación sistemática que sufren los negros estadounidenses es algo que está lejos de haber cesado pese al color de la piel de Barack Obama. Y que las fuerzas policiales se militarizaron de tal manera que muchos manifestantes compararon la represión que sufrieron con la presencia armada que Estados Unidos tiene más allá de sus fronteras.

El crimen generó una importante reacción. Otras víctimas del gatillo fácil se contactaron con los familiares de Brown. La madre de Trayvon Martin, el joven asesinado en Florida a principios de 2012, escribió una carta a los familiares de Brown en la que enfatizó que “el dolor y la perdida se complican más por el hecho de que se sabe quién es el asesino de su hijo, que está libre y de licencia administrativa, cobrando su salario”.

También hubo marchas a favor de la policía y quedó en evidencia la acción del tristemente célebre Ku Klux Klan, el grupo segregacionista de las capuchas blancas. Fueron ellos quienes juntaron dinero para la defensa del policía Wilson.

Blanco sobre negro

El racismo se explica en cifras: la tasa de desocupación es del 5,3% entre los blancos y de 11,4% entre los negros. Por cada dos blancos presos hay 11 negros. Las condenas aplicadas a afroestadounidenses son 20% más largas que para blancos acusados de los mismos delitos.

En las marchas, que todavía se siguen realizando, hubo un gran componente espontáneo, pero también se pudo notar la presencia de organizaciones, como la Coalición por Justicia para Mike Brown, quienes elaboraron un pliego de demandas concretas: que echen y procesen al oficial de policía Darren Wilson; que el gobernador de Missouri, Jay Nixon, remueva al fiscal del caso de su cargo; que el procurador general de los Estados Unidos y el procurador general de Missouri investiguen a los policías por racismo y creen políticas para terminar con esas prácticas; que se realice una auditoría sobre las municipalidades con prácticas racistas; y que renuncien el alcalde de Saint Louis y el jefe de Policía local.

Desde la Coalición, aseguraron que hasta no lograr sus objetivos no cesarán con las marchas. La alienza está conformada por numerosos grupos comunitarios y políticos entre los que se encuentran la Liga Urbana, la Asociación Nacional por el Avance de la Gente de Color, Nación del Islám, el Partido Verde de Missouri y el Nuevo Partido de las Panteras Negras. Con mucha firmeza, aseguran que la lucha recién comienza.

You must be logged in to post a comment Login