Brasil. El MST cumple 37 años y muestra la fuerza de la agricultura familiar en la pandemia

Por Mariana Castro. Resumen Latinoamericano, 23 de enero de 2021.

Entre el 20 y el 25 de enero de 1984, tuvo lugar en Cascavel, un municipio brasileño ubicado en la región oeste del estado de Paraná, un encuentro entre ocupantes, afectados por las represas, migrantes, medieros y pequeños agricultores que perdieron su derecho a producir alimentos en Brasil.

En medio de la efervescencia de los levantamientos sindicales en el país, el declive del régimen militar y la fundación del Partido de los Trabajadores (PT) y la Central Única de los Trabajadores (CUT), este encuentro dio lugar al Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra, el MST.

Allí, hombres y mujeres fundaron el movimiento nacional campesino con tres objetivos principales: luchar por la tierra, la reforma agraria y el cambio social en el país. Al año siguiente, en 1985, el primer Congreso del MST afirmó: “Sin tierra no hay democracia”.

I Congreso del MST en 1985

A lo largo de los años, los objetivos se han ampliado en función de las necesidades de cada época y de las condiciones de dignidad de los trabajadores del campo y también de la ciudad, a la que migran los expulsados de sus territorios.

En 2020, si por un lado el movimiento sufrió los ataques del gobierno de Bolsonaro, por otro lado mostró al mundo entero el poder de la agricultura familiar y su organización de base, que permitió la donación de más de 3.000 toneladas de alimentos durante los primeros meses de la pandemia del nuevo coronavirus.

Sobre esto y las expectativas para 2021, hablamos con Maria de Jesus Santos Gomes, figura histórica del movimiento que participó en la primera ocupación de tierras en su estado, Ceará, noreste de Brasil, en 1990.

En la primera ocupación de tierras de Ceará, María fue responsable de la movilización y alimentación de las familias

Nacida en Catolé do Rocha, Maria vive en el Asentamiento Bernardo Marin II, en el municipio de Russas, Ceará. Con 30 años de caminar y resistir junto al MST, hoy es la líder nacional y del sector de educación del movimiento.

En nombre de tantas Marías, a lo largo de la entrevista habla del reto del protagonismo de las mujeres en el movimiento y señala la agroecología como una salida a la crisis alimentaria del país.

“La opción por la producción sana tiende a crecer en Brasil y la única clase que puede ofrecer alimentos sanos es la clase campesina. Somos nosotros, los agricultores de este país”, subraya.

Sobre el desmantelamiento de las políticas públicas profundizado por el gobierno de Bolsonaro, además del apoyo irrestricto a los ruralistas y hasta el incentivo a la violencia en el campo, María de Jesús explica las contradicciones que predica el agronegocio y refuerza que el movimiento se mantendrá firme en la defensa de las banderas populares.

“Nosotros sabemos lo que queremos para el campo brasileño: queremos una reforma agraria popular. Y como este programa no se llevó a cabo, entonces estamos muy firmes en la defensa de este proyecto. El agronegocio no tiene capacidad para proveer de alimentos a la población brasileña, porque ese no es su propósito”, señala.

Lea la entrevista completa, concedida al programa Bem Viver en homenaje a los 37 años del MST:

Brasil de Fato: Casi cuatro décadas desde su creación, el MST sigue siendo el mayor movimiento de masas del país, con una participación fundamental en varias agendas: alimentaria, educativa, política e incluso sanitaria. ¿A qué se debe este perfil tan amplio del movimiento?

María de Jesús: El MST es el fruto, yo diría heredero, de todas las luchas de resistencia popular y del derecho al acceso a la tierra en nuestro país.

Nuestro movimiento está formado por familias, no sólo por hombres, sólo mujeres o niños. Implica a toda la familia, por lo que no luchamos sólo por el acceso a la tierra. No sólo tenemos reivindicaciones económicas, tenemos reivindicaciones sociales, económicas, culturales y políticas.

Nuestro movimiento se caracteriza por eso, es un movimiento que tiene una naturaleza popular, una naturaleza sindical, de masa y política. Defiende un proyecto político para el campo y para la sociedad brasileña. Así que la construcción de esta organización tan importante para los trabajadores es una gran esperanza para el pueblo, para los trabajadores, para los pobres.

La mayor política de lucha contra el hambre en Brasil es la reforma agraria y necesitamos fortalecer esta lucha

Estoy en el movimiento, este año se cumplen 30 años y tiene algo así que marca mucho, que son las ocupaciones de tierras.

Las familias llegan, la mayoría lleva sólo una olla, una bolsa con ropa, una bolsa con alguna cosa, pero luego van a un asentamiento y con cinco años se ve una gran diferencia entre las familias, vemos una mejoría.

Yo diría que la mayor política de lucha contra el hambre en Brasil es la reforma agraria y necesitamos fortalecer esta lucha, especialmente en un momento como este que profundiza las desigualdades sociales en nuestra nación.

En 2020 se produjo un hito para el movimiento, que fue el I Encuentro Nacional de Mujeres. ¿Es esto una consecuencia del fortalecimiento del protagonismo femenino y del sector de género del movimiento que se ha venido desarrollando?

-Yo diría que para mí fue como revivir la memoria de la construcción de la participación de las mujeres, que sigue siendo un reto para nosotras.

En esta pandemia, estamos con la campaña contra el virus, porque tenemos que ser conscientes de que no es sólo el virus del covid-19, sino principalmente este virus llamado Bolsonaro, que tenemos que enfrentar.

Sabemos que cuando la sociedad está en crisis, las mujeres y los niños son los más afectados y con esta pandemia, con el aislamiento social, se intensificó la violencia contra las mujeres, el feminicidio.

Por supuesto, esto no es una realidad en nuestros asentamientos y eso es algo bueno, pero sabemos el reto que todavía tenemos de la violencia doméstica.

Las mujeres del MST hemos conseguido varios logros. Me gustaría destacar algunas.

El de la participación igualitaria en las instancias de hombres y mujeres. En todas las instancias, desde el núcleo base y el campamento, desde el asentamiento, hasta la dirección nacional.

También quiero destacar la importancia de la educación de los niños, de la ciranda infantil, que fue un logro nuestro, de las mujeres.

La masificación del MST será la respuesta a este Estado que ha cerrado las puertas a la reforma agraria

También tenemos el desafío de organizar varios temas y debates en nuestra construcción política y, especialmente, el feminismo campesino y popular nos da mucha esperanza en la construcción de este proyecto histórico de la clase trabajadora, la participación de las mujeres con conciencia, con la defensa del valor de la vida, con la construcción de nuevas relaciones sociales y de género.

Creo que esto es muy importante en la construcción del proyecto histórico de la clase trabajadora y en la construcción de la reforma agraria popular. Tanto las mujeres como los hombres y los niños tienen que defender lo que hemos conquistado.

El propio Fidel Castro tiene una frase suya que me gusta mucho: “Toda conquista sólo vale si la sabemos defender”. Así que tenemos que defender la tierra y los derechos que conquistamos como familias sin tierra.

No podemos desistir. La otra cuestión es que la masificación del MST será la respuesta a este Estado que ha cerrado las puertas a la reforma agraria. Necesitamos hacer grandes luchas en este país y esa es mi gran esperanza para la post-pandemia.

En medio de la pandemia, el MST desempeñó un papel fundamental con donaciones de toneladas de alimentos en todo el país. Los alimentos son fruto de la producción de los propios asentados. ¿Qué legado dejan las acciones al país? ¿Qué tienen que enseñarnos?

-Me gustaría señalar, por ejemplo, cuál fue el estado que más alimentos donó. Fue el estado de Paraná.

En todo Brasil, logramos llevar a cabo este momento de donación de alimentos en los estados, sin embargo, la abundancia de alimentos que tenemos en los asentamientos de reforma agraria del MST en Paraná es el resultado de dos acciones muy importantes del movimiento.

En primer lugar, el trabajo de las Jornadas de Agroecología. El estado de Paraná ya tiene más de 20 años de trabajo con la agroecología, un trabajo intensificado y masificado.

La otra acción importante fue la formación de técnicos. En Paraná se han formado más de 20 grupos de técnicos, hijos de asentados y asentadas de la reforma agraria.

Allí tenemos el IALA [Instituto Latinoamericano de Agroecología]. Entonces esta formación agroecológica, de los campesinos y campesinas ha hecho posible hoy la abundancia de producción de alimentos en nuestros territorios, en nuestros asentamientos y campamentos.

Así que la agroecología, la agricultura basada en la agroecología, es muy importante para nosotros. En este sentido, no se trata simplemente de tener acceso a la tierra y producir sin agrotóxicos.

Estamos construyendo sistemas de producción agroecológicos, donde buscamos la autonomía campesina, la autonomía alimentaria, la autonomía económica, de nuestra soberanía forrajera, de la alimentación de nuestros animales y del agua.

Para nosotros, los del Nordeste, eso es una soberanía fundamental, la soberanía del agua, que ahora en el gobierno de Bolsonaro se han recortado todas las políticas de apoyo al semiárido, pero nosotros, los pueblos del semiárido, seguimos exigiendo esas políticas, y una de ellas es el agua.

La opción por la producción saludable tiende a crecer en Brasil y la única clase que puede ofrecer alimentos saludables es la clase campesina

También consideramos muy importante la soberanía cultural. La defensa de nuestros modos de vida, de nuestra forma de hacer la comida, la cuestión del uso de nuestros alimentos locales.

La importancia de ellos desde el punto de vista nutricional, pero también en la valoración de estos alimentos. Y esa es nuestra gran tarea.

Es producir alimentos sanos, tanto para el abastecimiento de nuestras familias como para el de la sociedad brasileña.

La opción por la producción saludable tiende a crecer en Brasil y la única clase que puede ofrecer alimentos saludables es la clase campesina. Somos nosotros los agricultores de este país.

El gobierno de Bolsonaro ha sido uno de los mayores desafíos que ha enfrentado el movimiento, con el desmantelamiento de programas y políticas públicas, además del apoyo irrestricto a los ruralistas y el fomento de la violencia en el campo, pero el 2021 pareciera llegar con nuevos aires, no los dijo el propio Stedile. La expectativa es un levantamiento de movilización de masas? ¿Se siente el MST fortalecido para este propósito?

-El Movimiento de los Sin Tierra vive una ofensiva del Estado brasileño y del capital en el campo para aplastar al MST, pero su ofensiva tiene contradicciones. La primera contradicción es que es imposible aplastar al MST debido a su forma de funcionamiento.

A lo largo de nuestra trayectoria, el MST se ha adaptado a cada momento de la lucha de clases y esto ha sido una gran sabiduría de todas las instancias colectivas del MST, consiguiendo así, un gran salto de calidad.

Este salto de calidad se debe a algunos elementos. Primero, ser un movimiento nacional. Esto nos da mucha fuerza en nuestra lucha. La segunda, tener un programa.

Nosotros sabemos lo que queremos para el campo brasileño: queremos una reforma agraria popular.

Como este programa no se llevó a cabo, entonces estamos muy firmes en la defensa de este proyecto. Y el agronegocio no es una propuesta que responda a las necesidades del pueblo brasileño.

El agronegocio no tiene capacidad para proveer de alimentos a la población brasileña, porque ese no es su propósito.

Y es eso lo que tenemos que avanzar en la sociedad, es decir, en la comprensión de este problema al que nos enfrentamos, incluida la inseguridad alimentaria.

A mí me indigna mucho saber que Brasil… con tanta tierra fértil, ¿por qué importa arroz? Esto es absurdo. Nuestro país tiene capacidad y autonomía para producir todos los alimentos que suministra a todas las familias de nuestro país.

El movimiento no será destruido, no será aplastado, no será aislado, no será cooptado

En este sentido, el movimiento es también una respuesta al hambre y la miseria de millones de personas, especialmente de las que se encuentran en la periferia de las ciudades. Tenemos que pensar en este sentido, en cómo vamos a unirnos a los desempleados.

Vivimos un momento del capitalismo en el que la cuestión del empleo es estructural. Y la hegemonía del capital en esta coyuntura no es la hegemonía del trabajo, es la hegemonía financiera. Ahora bien, en la agricultura, necesitamos entender que, nosotros no tenemos desempleo.

Los que estamos en los asentamientos no conseguimos necesariamente cumplir con la cantidad de trabajo que tenemos que hacer. O sea, lo que quiero decir es que en la salida de esta crisis del capital, veo también con esperanza la salida de otro tipo de economías y otro tipo de formas de vida. Y la agricultura es una de las posibilidades. Agricultura agroecológica, agroforestal.

El movimiento es una gran esperanza. El movimiento no será destruido, no será aplastado, no será aislado, no será cooptado. El MST es la gran esperanza del pueblo pobre, trabajador y desempleado de Brasil.

Así que, no creo que la cuestión sea hacer una grande lucha de masas. Pero tenemos que continuar cuestionando la problemática de la concentración de la propiedad privada en nuestro país.

Y tenemos que exigir en Brasil un Estado que mire al pueblo. Mira, nosotros todavía no tenemos la seguridad de la vacuna, cuando todo el mundo está siendo vacunado. Así que tenemos que enfrentarnos a todo esto con mucha lucha, mucha esperanza y mucha fe en que venceremos.

Traducción: Roxana Baspineiro

Fuente: Brasil de Fato

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