Pensamiento crítico. Leyes generales, aplicación concreta

Por Gonzalo Abella*, Resumen Latinoamericano, 23 de noviembre 2025.
Desde la más remota Antigüedad, en cada lugar del Planeta donde hubo opresión social, hubo resistencia de los pueblos. Y en el seno de cada imperio colonial, cuando se saqueaban territorios ocupados, la resistencia de los pueblos se volvió lucha anti – colonialista.
En el siglo XX el Capitalismo cambió sus métodos saqueadores y en lugar de impulsar la trata negrera (como lo hizo en su origen) se estableció directamente en los territori

os ricos en materias primas. El capital se hizo un imperio internacional. Por consiguiente, las luchas anticoloniales se volvieron anti – imperialistas.
En los países capitalistas más desarrollados la lucha de clases siguió dándose entre los
dueños del Capital, por un lado, y obreros y campesinos empobrecidos por otro; pero en los territorios periféricos saqueados por el Capital extranjero nacieron, con diferentes nombres, los Frentes de Liberación Nacional.

Los Frentes y Movimientos de Liberación Nacional atravesaron todos los momentos del siglo XX y lo siguen haciendo hoy. Cuando son reprimidos, a veces hasta aplastados
momentáneamente, siempre renacen por todos los intersticios de la resistencia y la
clandestinidad. Mientras haya opresión seguirán existiendo. Su inmensa área de acción se extiende por los territorios directamente ocupados (como Palestina, Panamá o el Sahara Occidental) y por los Estados cuyas riquezas están en manos extranjeras y sus gobiernos sonsimples servidores de las trasnacionales, como es nuestro caso.
Estos FLN que brotan por todo el mundo son aliados del movimiento obrero internacional; pero esta complementación a veces no es evidente porque muchos partidos y sindicatos de los Estados más desarrollados están por ahora controlados por burócratas oportunistas.


De todos modos, los FLN del mundo en su heroísmo, en su lucidez, en su creatividad, nos dan enseñanzas que son de extraordinaria importancia para nuestra tarea histórica como pueblo, para nuestra misión liberadora e internacionalista.
Desde luego, las estrategias para los procesos de liberación son y serán diversas para cada país. En la Franja de Gaza, por ejemplo, después de medio siglo de opresión y lucha heroica, se triunfó electoralmente; pero luego los gazatíes debieron construir los túneles para enfrentar las fases más agudas del genocidio. En Venezuela, hoy amenazada, la movilización del pueblo en tiempos de Chávez impidió (¿o pospuso?) una invasión imperialista. En Bolivia el pueblo organizado llegó a triunfar electoralmente, la movilización ciudadana derrotó al golpe de Estado, pero el proyecto no sobrevivió a la división interna de la herramienta política.
Por lo general, las vías de acción, las formas de lucha, no las elige el pueblo oprimido, que sin duda prefiere la movilización pacífica al sacrificio inmenso de una guerra civil; pero los pueblos deben estar siempre preparados para un cambio brusco de circunstancias.
Más allá de la estrategia (determinada por el contexto, incluyendo los niveles de represión) cada FLN debe permitir y respetar una gran diversidad ideológica en su seno, pero al mismo tiempo debe acordar, sin excepciones, un Programa único. La diversidad de creencias filosóficas en un FLN excluye posiciones racistas o supremacistas; pero la diversidad no es obstáculo sino riqueza, en cuanto refleje la diversidad del pueblo trabajador.

En cuanto al Programa. éste debe apuntar a los objetivos finales, irrenunciables, pero debe considerar al mismo tiempo la coyuntura concreta y la posibilidad de alianzas temporales con sectores sociales y organizaciones políticas, que, aún sin coincidir con los objetivos finales, están dispuestos a luchar consecuentemente por los objetivos inmediatos. En ningún caso los principios del Programa se negocian.


Los FLN deben respetar y valorar todos los rituales y tradiciones que no hayan sido
introducidos desde afuera para el sometimiento, deben conocer y reivindicar las tradiciones de lucha de cada pueblo, deben estar insertos en cada lucha social y reivindicativa. Y deben comprender que la solidaridad con los otros pueblos en lucha, cada cual por caminos propios, es la forma más alta de la reciprocidad que todos necesitamos.

*desde Uruguay

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