Argentina. Memoria: Trelew

Resumen Latinoamericano, 24 de agosto de 2024.

La patria fusilada

La noticia circuló en la mañana de ese mismo día 22 de agosto en las oficinas del edificio del FC Belgrano, sito en Maipú 4, hoy Av. de los Inmigrantes, donde cohabitaban algunas dependencias del Organismo Central, entre ellas la Gerencia de Planeamiento donde yo revistaba. Me enteré a poco de llegar ya sentado en mi escritorio, al escuchar los comentarios se me escapó un grito “No puede ser, no puede ser” y quedé petrificado en el escritorio. Muchos compañeros se voltearon para mirarme y según me enteré después quedó claro que al menos una vinculación emocional, sino algo más, me ligaba con aquellos hechos. Minutos después un ingeniero joven con el que tenía cierta amistad se acercó portando unas planillas y haciendo como que me comentaba algo de las mismas me dijo en voz baja “Flaco tranquilízate. Andate al baño”

La fuga, frustrada en parte, y los fusilamientos posteriores a combatientes presos y desarmados dejaron en claro por un lado la vocación de cambio transformador, la entrega y sacrificio a que estaban dispuestos esos revolucionarios y la esperanza que anidaba en las cabezas y los corazones, no solo de los detenidos en aquel penal sino de toda una generación, a la que la vida nos dio, a mí y a mi compañera, el honor de formar parte. Pero al mismo tiempo fue una cruel muestra de hasta donde estaban dispuestos a llegar los milicos en la defensa del “régimen occidental y cristiano”. Fue un anticipo de lo que vendría con el golpe militar, empresarial, eclesiástico del ’76.

Los pormenores de la fuga y de los fusilamientos son ya ampliamente conocidos. Solamente decir que el Comité de Fuga la planificó con precisión hasta los últimos detalles bajo dos premisas: 1) El penal de Rawson estaba instalado en un páramo alejado de todo pero a no muchos kilómetros de una base naval y su personal estaba preparado para repeler un ataque desde el exterior. Por el contrario lo que se planificó fue el copamiento del penal desde adentro, por los propios presos, lo que tomó totalmente desprevenidos a la dirección del penal y a los guardiacárceles. 2) En la fuga no debía haber pérdida de vidas, ni entre los combatientes que intentarían fugarse ni entre los guardiacárceles. Se cumplió esa premisa con una excepción, hubo un guardiacárcel muerto, que se parapetó en un lugar estratégico y que con su metralleta podía causar numerosas bajas. No dejó opciones.

El día antes a la fuga tres guerrilleros entrevistaron a Agustín Tosco, también detenido en el penal, para informarle del operativo de fuga e invitarlo a participar. Solo contestó “Yo que tengo que hacer” y agregó con mucho sentido político que él era un dirigente social y que tarde o temprano lo tendrían que poner en libertad. Por lo que no participaría pero apoyaba  la fuga.

Una vez conocido que el avión había despegado en tiempo el operativo se puso en marcha, mientras un Ford Falcon y dos camiones emprendían viaje hacia el penal. Solo llegó el automóvil, una señal errónea o bien una errónea interpretación de esa señal hizo que los camiones detuvieran su marcha y ya no llegaran a tiempo. En el automóvil partieron seis miembros de dirección de las tres organizaciones revolucionarias involucradas en el operativo fuga, mientras que otros 19 viajaron en remises, pero llegaron cuando el avión ya estaba carreteando. Ocuparon el aeropuerto y negociaron su entrega a cambio de la presencia de un juez y de sus abogados y pidieron regresar al penal, sin embargo los llevaron detenidos a la base Almte. Zar. Previamente dieron una conferencia de prensa explicando los objetivos de la fuga. En la madrugada del 22 los fusilaron. 13 fallecieron en el momento de la balacera, 6 sobrevivieron muy heridos, los llevaron a la enfermería pero no los atendieron de inmediato, 3 murieron allí y otros 3 sobrevivieron y fueron liberados el 25 de mayo del ’73.

Hoy 50 años después nos preguntamos con mi compañera de siempre si no hubo un análisis errado de la coyuntura política del momento, análisis que llevó a planear y ejecutar aquella fuga a solo 6 meses de las elecciones generales. A partir de 1969 el Cordobazo, el Viborazo, el Rosariazo, múltiples acciones político culturales se sucedían sin solución de continuidad, la protesta ganaba las calles, estimulada también por el clima internacional creado por el “Mayo Francés” y las movilizaciones contra la guerra de Vietnam. Eran tiempos de la Guerra Fría que tuvo su momento más elevado cuando la crisis de los misiles en Cuba en octubre de ese mismo año. Todo obligó a la dictadura, muy debilitada, a restablecer la actividad de los partidos políticos y a anunciar una próxima convocatoria a elecciones sin proscripciones. Quisieron armar un proceso electoral controlado, por eso la propuesta de Lanusse del GAN (Gran Acuerdo Nacional) que fracasó porque Perón no entró en la trampa. Es cierto que el impacto político de los fusilamientos obligó a la dictadura a adelantar las elecciones pero también es cierto que esa era la salida elegida desde tiempo atrás para salir del atolladero en que se encontraba la dictadura que no tenía otra respuesta que la represión. En la conferencia de prensa improvisada en el aeropuerto de Trelew el Indio Bonet señaló algo así como que el pueblo participaría masivamente en las elecciones y nosotros también “porque somos parte del pueblo” (cito de memoria). Esto es tenían en cuenta que un proceso electoral estaba próximo. Aún así se decidió un operativo de fuga, que como todo operativo de esta naturaleza implica riesgos. La voluntad y decisión revolucionaria de aquella generación tal vez pesó más que otras opciones más políticas, en la decisión de la fuga. Es fácil pensarlo y si se quiere cuestionarlo ahora, cinco décadas después  en un contexto, local e internacional, totalmente diferente.

El 25 de mayo de 1973 asumió el nuevo gobierno y todos los presos fueron liberados por la presión social ejercida por las organizaciones y miles y miles de militantes que rodeamos durante horas las cárceles. Las calles, avenidas y plazas fueron copadas por una multitud que avanzaba al ritmo de “Se van, se van y ya no volverán”. Menos de tres años después volvieron y las heridas aún no cicatrizan…

Gloria y honor a los fusilados de Trelew. Nuestro respeto y reconocimiento a los organizadores y ejecutores de la fuga del Penal de Rawson.

Agosto 2022 

Pos scriptum

No acostumbro a comentar episodios o acciones del pasado donde estuviera involucrado, me hace mal, hace más de 20 años que me niego a escribir y a contestar preguntas sobre mi participación personal en  aquel tiempo. Pero la reciente breve nota sobre los 50 años de los fusilamientos de Trelew me trajo el recuerdo de una anécdota que me tuvo como involuntario protagonista  y que tenía totalmente olvidada.

El 25 de mayo del 73 por la tarde/noche participamos del multitudinario  devotazo, rodeamos la cárcel y allí permanecimos hasta que nuestros presos fueron liberados. Pero al mediodía participamos de los festejos por la derrota y retirada de la dictadura. Estábamos en Av. de Mayo, posiblemente a la altura del Tortoni, cuando vimos que avanzaba el destacamento de la Armada con un oficial al frente que, sable en mano indicaba el ritmo del paso y la orientación de la marcha (en ese entonces el traslado del nuevo presidente del Congreso a la Rosada era acompañado por el desfile de destacamentos de la tres fuerzas, creo eso cambió con Kirschner y ahora es solo la escolta de granaderos).

No sé si estuvo preparado o fue espontáneo, pero quienes estábamos en las veredas nos lanzamos al medio de la avenida y le cortamos el paso a la marina al grito de “asesinos, asesinos”. Todo habrá durado unos minutos hasta que el oficial a cargo dio orden de voltearse y con el sable indicó volver sobre sus pasos, el orden se invertía la tropa adelante y el oficial cerrando la marcha. Se retiraban y fue una explosión de alegría y mientras ellos retrocedían nosotros avanzábamos sobre ellos al grito de “Se van, se van y ya no volverán”. De pronto hubo un tumulto y yo que estaba en la primera línea fui empujado y sin querer rocé el cuerpo del oficial, este giró sobre sí mismo y me apuntó con su sable, no sé a qué distancia pero estábamos muy cerca, yo sentí que la punta del sable llegaba a centímetros de mí yugular. Quedé como suspendido en el aire, inmóvil y se hizo un gran silencio, todo habrá durado un par de segundos, el oficial volvió a voltearse y continuó su marcha.

Todavía recuerdo sus ojos azules y su mirada penetrante cargada de odio.

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