Argentina. Aquel 25 de mayo de 1973 cuando asumió la presidencia el “tío” Cámpora y las banderas de las organizaciones revolucionarias ondearon, orgullosas, en Plaza de Mayo
Por Roberto Baschetti, Resumen Latinoamericano, 25 de mayo de 2023.
Eran las 6 de la mañana de un día que iba a ser histórico: el 25 de
mayo de 1973. Con otros compañeros estábamos en el límite de Capital y
Provincia, sobre Avenida Rivadavia esperando a la gente que debía venir del
oeste suburbano para sumarnos a ellos y converger todos juntos hacia la Plaza.
Realmente estaba muy cansado pero feliz a la vez. Cansado por que hacía ya
quince días que estaba durmiendo a un promedio de cuatro horas diarias
debido a la organización de ese acto que nos desvelaba a todos. Feliz porque
no solo iba a ser testigo de un hecho histórico como era la asunción de un
presidente peronista luego de 18 años de Resistencia, sino porque también
podía decirle desde mi corazón a muchos compañeros que ya no estaban
(Valle, Cogorno, Ibazeta,Vallese, Bevilacqua, Abal Medina, Ramus, Pujadas,
entre tantos otros) que sus sacrificios, que sus vidas no habían sido entregadas
en vano y que estábamos todos juntos, nosotros aquí, ellos desde el más
allá, para hacer realidad la Patria Justa, Libre y Soberana de Perón y
Evita.
Ese día más que nunca, confirmé algo que la izquierda dogmática en particular
y el progresismo ilustrado en general oculta: que el peronismo fue la primera
batalla que el pueblo le ganó a la oligarquía en este país en 1946, y ahora
nosotros seguíamos empeñados en coronar con éxito otra batalla trascendental
que ya había sido la consigna central de las elecciones ganadas el último 11 de
marzo: cuando decíamos “Cámpora al Gobierno, Perón al poder”.
Movilizados en camiones, chatas, autos y bicicletas, siempre a puro bocinazo
y con las banderas desplegadas al viento hicimos el camino hacia la Casa
Rosada. Dejamos los vehículos en el Bajo, en la zona portuaria de Retiro y nos
fuimos caminando hacia nuestro objetivo.
La ciudad estaba tomada por el pueblo. En cada esquina el bombo o los
redoblantes agrupaba detrás de alguna bandera a los diversos grupos que se
organizaban. La gente de barrio con sus unidades básicas ya de por sí eran un
espectáculo; allí iban todos juntos: los cuarentones del bar de la esquina que
muchas veces ayudaban con la logística de las pintadas zonales, junto a los
viejos resistentes; las mujeres con sus termos y sanguchitos
(por que la jornada iba a ser larga) se desplazaban orgullosas al lado de sus
hijos y nietos, que con vinchas argentinas hacían con sus manitos pequeñas la
“V” de la victoria; y la murga improvisada (“Lanusse gorilón, rajá de la
Rosada que es la casa de Perón”) daba color y espectáculo, al lado de los
pibes de la J.P. que abrían camino al conjunto, al grito de “Juventud
presente, Perón, Perón o Muerte”.
Los pibes de la Facultad con sus centros de estudiantes mostraban el orgullo
de ser peronistas; venían de la clase media y se estaban proletarizando
quizá sin saberlo; inclusive muchos de ellos luego de marzo del ´76 darían la vida
por la causa nacional y popular. Los villeros de caras aindiadas y curtidas, sumamente
felices, mostraban sus dentaduras desparejas cuando se reían, porque sentían en lo más íntimo de su ser, que ese era el día
tan esperado, ese día tantas veces soñado: volvía el peronismo, volvía la
alegría, volvía la justicia social. Los estudiantes secundarios marchaban
alborotados al lugar de encuentro, también ellos –sobre todo los del turno
noche- habían peleado duro por el retorno de Perón: de día trabajaban, a la
tardecita si quedaba tiempo estudiaban, por la noche iban a clase y a la
madrugada militaban. Los sindicatos obreros también llevaron
disciplinadamente a miles de sus afiliados.
A mediodía la Plaza de Mayo estaba repleta. En el centro de la misma,
inmensos cartelones de las organizaciones armadas peronistas daban su
presente y permitían inferir que eran mayoría. La Juventud Peronista se hizo
cargo del orden. Primero sacó de la zona a la policía que con su sola
presencia irritaba a los presentes. Luego combatió a piedra y puño limpio
contra la Infantería de Marina de Guerra apostada detrás de la Casa de
Gobierno que con bayoneta calada en la boca de sus fusiles pretendía avanzar
sobre el lugar. Los uniformados debieron retirarse vencidos.
Una vez dueños del lugar y la situación, los muchachos peronistas no solo
garantizaron el orden popular sino que se dieron el lujo de determinar
quienes eran dignos de estar presentes en el traspaso de mando
presidencial. Un coche oficial que transportaba a un militar de alto rango fue
abollado a patadas en tanto que su chofer y el transportado huían
despavoridos; otro que llevaba a la jerarquía eclesiástica –cómplice de la
dictadura militar- fue obligado a pegar la vuelta; las delegaciones de Cuba y
Chile encabezadas por Raúl Dorticós y Salvador Allende respectivamente
fueron llevadas casi en andas y entre vítores hasta adentro del recinto.
Estaba previsto un desfile militar. Fue imposible de realizar. Los soldados
fueron inmovilizados por un pueblo activo que se interpuso en su camino.
Muchos perdieron los cascos de guerra que portaban como manera de imponer
respeto. Algún oficial recibió una patada en el culo. Los tanques fueron
tomados por asalto por jóvenes peronistas que escribieron en ellos sus
consignas guerreras en aerosol; desde el mítico “Perón Vuelve” hasta “FAP,
FAR y Montoneros son nuestros compañeros”.
En la Plaza la euforia y la alegría iba en aumento e hizo eclosión cuando el
“Tío” Cámpora, ya presidente de los argentinos hizo uso de la palabra. El
dictador Lanusse, como De la Rúa 28 años después, debió huir en helicóptero
para eludir la repulsa popular. Lo acompañó un grito enorme y unánime del
gentío alborozado: “Se van, se van y nunca volverán”.
Para entonces, sentí una emoción enorme y muy difícil de explicar. Pasaron
por mi mente como un relámpago los 18 años de lucha que el pueblo peronista
y su clase trabajadora llevaron adelante para hacer realidad ese momento e
imaginé todas las que tuvimos que pasar para poder imponer nuestra voluntad
soberana: el robo del cadáver de Evita por la siniestra “Revolución
Libertadora”; el decreto Ley 4.161 que prohibía al peronismo; los
fusilamientos de junio del 56 a obreros y militares peronistas; los caños y
pintadas de la Resistencia al dictador de turno que quería imponer la
recesión y el hambre, es decir, los planes de la oligarquía, el imperialismo
y el F.M.I.; los programas revolucionarios de La Falda y Huerta Grande
hechos por los propios trabajadores; ya en 1959 la huelga activa y toma del
frigorífico Lisandro de la Torre por los obreros para evitar la entrega del
patrimonio nacional, acción que conmociona a una inmensa barriada de
Buenos Aires; la primera y olvidada guerrilla peronista de los Uturuncos en el
norte argentino allá por 1960; las persecuciones y humillaciones a la clase
trabajadora llevadas adelante por el maquiavélico Frondizi a través de su Plan
Conintes; las elecciones a gobernador ganadas por el “Negro” Framini,
peronista de ley en 1962 y que son anuladas de un sablazo; en ese mismo año
el secuestro y desaparición del compañero Felipe Vallese, delegado gremial
metalúrgico y militante de J.P. Dos años más tarde, en 1964, cuando se lleva
adelante una experiencia fundamental de la clase trabajadora: el Plan de
Lucha de la CGT: 3.913.000 trabajadores (el 75,4% del total de los
asalariados) ocupan 11.000 establecimientos fabriles pidiendo mejoras en sus
condiciones económicas y el regreso de Perón a la Patria. Ya en la dictadura
de Onganía, la creación de la combativa C.G.T. de los Argentinos, la
aparición de las Fuerzas Armadas Peronistas en Taco Ralo, el surgimiento
de Montoneros y la muerte del fusilador Aramburu.
Con legítimo orgullo podía decir entonces que el pueblo peronista había
triunfado desde su rebeldía indomable, siguiendo la estrategia de Perón que
era su conductor natural y haciendo realidad esa frase premonitoria de Evita:
“Yo se que ustedes recogerán mi nombre y lo llevarán como bandera a la
victoria”.
Luego de tantas emociones vividas y en tanto me retiraba de la Plaza ya
anocheciendo, pensaba que lindo iba a ser dormir en mi cama unas 12 horas
seguidas para recuperar horas de sueño y volver a estar descansado. El único
sueño fue pensar que podía hacer eso. Gran parte de la muchedumbre se
encolumnó detrás de una gran bandera que decía: “25 de mayo de 1973.
Gobierno Popular. Primera ley vigente, libertad a los combatientes”. Iban
a la cárcel a liberar a los presos políticos. Hacia allí fuimos……
__________
Y un poema del gran escritor uruguayo sobre la jornada de mayo del 73.
Buenos y mejores aires *
Hay que ir acostumbrándose de a poco
la jornada es tan plena tan bien fundada
que nadie se anima a partirla en dos
las cábalas se ocultan tras las columnas y los arbolitos
los pésames se van chapoteando entre las nubes
hasta el hollín se demora en los toldos
pocas veces amaneció tan invencible
el pueblo andrajoso y bienaventurado
regresa con su olor que acalambra al barrio norte
con su miseria que asusta a los miserables
con su hambre que aterra a los dietistas del imperio
el pueblo regresa puteando alegremente
desanda sus lunas de humillación
traga las desventajas y las muertes
rescata consignas de las alcantarillas
y las escribe a lo ancho del cielo
le da al bombo con su más generoso rencor
y despliega la enorme pancarta de los montoneros
desde la casa rosada donde tiene lugar el exorcismo
hasta la verde memoria del queharán
por la perpetua rivadavia
ruedan colmados semiremolques
generaciones casi repletas
frente a los enarbolados rostros de trelew
hombres condecorados por el aguante y la osadía
dejan que en desconsolado desconsuelo
broten por fin los vivas y las lágrimas
es posible que estos resistentes estos fieles
nada sepan de materialismo histórico o de jorge luis borges
pero trelew lo llevan en sí mismo como un coágulo
y el coágulo trelew se vuelve brújula
por eso en este jardín no hay senderos que se bifurquen
el coágulo-brújula apunta sin vacilación hacia devoto
adiós al laberinto adiós al dédalo
adiós al relajo en antiguas lenguas germánicas
este camino es recto
el pueblo avanza puteando alegremente
y las puteadas tampoco se bifurcan
dan en el blanco y al igual
que en el viejo parque japonés de retiro
los quepis van cayendo como patos
entre las verdes olas de madera
por rivadavia pasan generaciones
pasan camiones como tribunas
el lunes abrirán los grandes bancos
sus puertas segurísimas
más no serán los mismos
los consabidos asesores y aún los sinsabidos
leerán making a presidente y la santa biblia
más no serán los mismos
después de todo no está mal
que en su primera faena de poder
el pueblo alias la mersa haya buscado por sí mismo
con más intuición que la computadoras políticas
y más sinceridad que los partidos electrónicos
la libertad para los suyos
la jornada es tan plena
que nadie se anima a concluirla
en devoto las puertas rechinan
los calabozos retumban a vacío
y en las paredes dice patria o muerte.
* Del libro: “Campana de palo. Antología de poemas, relatos y canciones de 35 años de lucha.1955-1990”. Compilación y notas de Roberto Baschetti . La Plata. 2000. Ediciones de la Campana
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