Argentina. Pueblos indígenas: sigue el genocidio, ahora por goteo

Por Juan Guaján, Resumen Latinoamericano, 11 de marzo de 2023.

La dominante cultura occidental no ha cesado la destrucción, hasta el aniquilamiento, de pueblos indígenas.

El pasado fin de semana, más concretamente el sábado 4 y domingo 5 de marzo, unas 200 personas, mayoritariamente integrantes de la población wichi de Misión Nueva Pompeya (Chaco), salieron a la calle y desataron una batalla campal. Reclamaban por la falta de resultados en la investigación sobre la desaparición de Salustiano Giménez de 16 años, quien falta de su hogar desde el 14 de febrero y cuya denuncia se efectivizó el 17 de ese mes.

La Comisaría, símbolo del poder estatal fue ocupada, hubo vidrios y mobiliario rotos a palazos y pedradas. Según el informe oficial, esos enfrentamientos dejaron un saldo de 12 policías heridos, 21 detenidos y otras 40 personas con variadas lesiones.

Luego de la primera jornada de incidentes, desde Resistencia –capital de la Provincia del Chaco- a 480 km del lugar de los tales hechos, fueron ordenados refuerzos de la Gendarmería Nacional. Arribaron para “imponer el orden”: 3 equipos con 4 vehículos y 5 efectivos cada uno.

Estos sucesos, desarrollados en el norte del país, no son muy distintos a los que regularmente ocurren en el sur patagónico, en ese caso con el protagonismo principal de los indios mapuches. Ambos tienen que ver con la crítica situación que atraviesa nuestra sociedad.

Cada situación concreta tiene sus causas locales que los fundamentan, pero ellos deben ser inscriptos en el marco general del actual genocidio por goteo que padece el mundo indígena.  

Desde lo particular, la Misión Nueva Pompeya se encuentra en uno de los puntos de acceso al legendario El Impenetrable. Se trata de una formación boscosa, que abarca unas 6 millones de hectáreas en las provincias del Chaco, Salta y Santiago del Estero, devastada en las últimas décadas por la avaricia de quienes procuran tener rápidas ganancias con los desmontes al servicio de la producción de la soja, que ocupan el lugar del cual van desalojando a los árboles.

La Ley de Bosques n° 26.331, sancionada en el año 2007, reglamentada dos años después, nunca fue realmente aplicada y ello revela la desidia oficial sobre esta cuestión. En estas últimas 3 décadas, un 30% del Impenetrable ha sido devastado. Primero fue la llegada y el ruido de poderosas máquinas, le siguió el cultivo de semillas transgénicas y por último los agrotóxicos, ocuparon el lugar de la vida.

Los indígenas del Chaco iban muriendo junto con los montes arrasados, que les aseguraban el principal aporte para su subsistencia, su lugar en el mundo y su forma de vida.

 Este ejemplo particular, de lo que está pasando en Misión Nueva Pompeya, es solo la punta del iceberg de lo que está pasando con los indígenas, en todo el país, la región y el mundo.

Es cierto que muchas culturas indígenas están cerca de desaparecer, pero también es cierto que otros pueblos están logrando sobrevivir.

Según nuestro Censo de 2010, solo 950 mil personas se autorreconocen como indígenas o descendientes de los mismos. Sin embargo, la realidad genética indica que el 56% de los argentinos (unos 26 millones) tienen antecedentes amerindios.

Otro mecanismo que contribuye al genocidio indígena son las dificultades para que sus lenguas nativas sobrevivan a la dura hegemonía de la conquista española, algunos reconocimientos actuales a las lenguas indígenas no cambian el escenario de fondo.

De un modo semejante se puede concluir que la cultura occidental niega los conocimientos indígenas. Entre otros aspectos éstos alcanzaron un alto desarrollo en materia de atención a la salud y alimentación. Es sabido el modo que los laboratorios suizos se llevaron toneladas de plantas y sus raíces que después nos vuelven, pesadas en miligramos, como remedios concentrados, para distintas dolencias. 

El desprecio del actual poder estatal a los indígenas no es patrimonio de nuestro país, ni siquiera de Nuestra América, es un fenómeno universal, caracterizado por la injusticia histórica, la desposesión de sus tierras, la opresión y discriminación. En función de aquello según lo cual ¡la historia la cuentan los que ganan!, esa historia de invasión y conquista, violencia y saqueo fueron publicitadas como la superioridad de los occidentales respecto a las culturas nativas.

La desigual relación de cada comunidad con el poder estatal los va convirtiendo como los los grupos más empobrecidos de sus respectivos países.

Los pueblos indígenas siguen siendo los más significativos entre los pobres, analfabetos y desempleados. Los pueblos indígenas –que se reconocen como tales- son el 5% de la población mundial. Sin embargo, ellos representan el 15% de los pobres y son la tercera parte de los 900 millones de indigentes de las zonas rurales.

Una consecuencia de lo anterior es que los pueblos indígenas están muy alejados de la situación de quienes forman parte de los indicadores de vida promedio. Así, por ejemplo: Un niño indígena de Australia tiene una expectativa de vida 20 años menor al promedio, de ese país.

Es cierto que esta tendencia, este goteo diario, en algunos países –Argentina entre ellos- está colocando a muchas culturas indígenas al borde de su desaparición.

Dentro de esta situación crítica hay dos temas que no debemos eludir: Uno, aunque nuestra cultura –fuertemente eurocéntrica- está muy sometida por la cultura dominante, hay otros pueblos como Perú, Ecuador y Bolivia, donde esa confrontación es prácticamente abierta y está cerca de ser una lucha por la hegemonía social. Dos, al mismo tiempo que en varios pueblos de Nuestra América crece la voluntad de lucha por recuperar esa memoria histórica, la lejana Europa recorre el camino contrario, avanzando hacia un rumbo, sin rumbo, ni destino.

LA CRISIS EUROPEA ACELERA EL FIN DE NUESTRO EUROCENTRISMO

Hay muchas dudas sobre el nombre del primer extranjero en avistar estas tierras, más tarde bautizadas como “americanas”. Los historiadores discuten si fue Rodrigo de Triana o Juan Fernández Bermejo, marineros de Cristóbal Colón. Eso poco importa. Tampoco interesa mucho si otros, los vikingos entre ellos, lo habían hecho antes. Lo realmente importante es que ese grito de ¡Tierra, tierra! En la noche del 11 de octubre o la madrugada del 12 de octubre de aquel 1492, avisaba que el mundo comenzaba a ser otro. Los pueblos ancestrales se encontraron con visitantes, decididos a quedarse, aunque no fueron invitados.

Desde ese día han pasado más de 5 siglos y aquellos viajeros hubieran querido que ese acontecimiento fuera denominado como “descubrimiento”, pero por estas tierras, fue más conocido como “conquista”.

En ese “choque de culturas”, porque tampoco hubo “encuentro”, triunfó la que veía del otro lado del mar. Occidente ocupaba nuevos territorios a su haber, pero allí había pueblos nativos que, desde hacía miles de años venían desarrollando otro modo de ver el mundo, parados sobre sus pies y mirando con sus propios ojos. Ese mundo, con sus pros y sus contras, era distinto.

No es objetivo de esas reflexiones señalar los duros modos que esas dos diferentes corrientes civilizatorias utilizaron en su confrontación, hasta que quedó consolidado el triunfo europeo.

Justamente esa victoria permitió a Europa, particularmente a España, tener un rol significativo en la expansión de esa cultura de la modernidad. Las riquezas de estas tierras, fundamentalmente su minería, sirvieron de fundamento para que un nuevo modelo cultural, social y económico reemplazara al agotado feudalismo. Estaba naciendo el capitalismo.

Bajo esas condiciones, los pueblos de los países centrales alcanzaron niveles de vida mucho más altos que los de los pueblos residentes en estas saqueadas tierras.

Así se fueron construyendo las actuales diferencias y desigualdades.

El territorio de El Impenetrable, que forma parte del Gran Chaco, es –después del Amazonas- el segundo pulmón de Nuestra América. Ya se dijo que buena parte de esos bosques han perecido frente al avance de la modernidad, de la mano de la soja transgénica, la ganadería intensiva y los “paquetes tecnológicos”, que aseguran las ganancias de los grandes inversores.

Gran parte de nuestra dirigencia y durante la mayor parte del tiempo no comprendió, en toda su profundidad, este conflicto.

Los hijos de la inmigración, que hegemonizaron nuestra cultura, durante y después de la “Generación del 80”, gobernaron admirando la civilización y los avances europeos. Ese es el corazón del pensamiento eurocentrista, que –a partir de gobiernos portuarios- se instaló en nuestra sociedad, a pesar de que en el conjunto de la misma existiera una –numéricamente- importante descendencia indígena.

En las últimas décadas ese modelo comienza a mostrar su agotamiento. El mismo está fundado en dos cuestiones. La descomposición interna que se inicia con el Golpe contra Perón y sus perspectivas de Cambio en 1955. Recordemos que en 1956 Argentina fue incorporada al nefasto FMI. Este proceso se agudizó con el genocidio del golpe de 1976, del cual en estos días se cumple un nuevo aniversario. Más allá de algunos intentos, las instituciones recuperadas (1983) en nombre de la democracia, no fueron capaces de ofrecer soluciones a los problemas colectivos y la decadencia argentina se profundizó.

Por otro lado, la crisis europea siguió creciendo.

Si bien la “grasa acumulada” en esos largos de explotación, de éstos nuestros pueblos sumergidos, hace que Europa todavía tenga “reservas” para soportar las actuales dificultades.

Sin embargo, la actual guerra entre la NATO y Rusia pone el límite sobre la capacidad de Europa. Ella instala grandes problemas aún no resueltos: La cuestión del acceso y los precios de la energía, particularmente el gas ruso, y los alimentos, fundamentalmente el trigo ucraniano. A esos dos grandes problemas se le agrega otro aún más complejo: Su forzada solidaridad con los intereses de los EEUU, tema que puede ser fatal si el conflicto se radicaliza y Europa se constituye en un teatro de operaciones, lugar que los EEUU ya advierten que sus hijos no ocuparán. 

Cada una de estas cuestiones y el todo que ellas representan son indicativos de la crisis que atraviesa Europa.

Esa crisis europea es una gran oportunidad para nuestros pueblos, si logran sacudirse esta concepción equivocada, según la cual queremos ser lo que no somos: Herederos de Europa.

Si, por una vez, miramos hacia adentro y hacia abajo, comprenderemos la gigantesca posibilidad de empezar a pensar y –consecuentemente- actuar por y para nosotros mismos, según nuestros intereses.

EJERCITO SE SUMA A LA LUCHA CONTRA NARCOS: OTRO DESPROPÓSITO

La decisión presidencial de sumar a los militares (sin amas) a la lucha contra el narco tráfico, constituye un despropósito mayor. No es aceptado, por razones lógicas, por los organismos de DDHH. Lo vaivenes de Estela Carlotto es una muestra de esa confusión. Pero tampoco –con la decisión que no vayan armados- ayuda a ser entendido por aquel pensamiento gorila que pide la intervención directa de las FFAA. 

Esta decisión parece la lógica de un gobierno que quiere aparecer como escuchando lo que dice la calle, pero luego lo aplica de un modo que produce el rechazo de todos.

Por donde se lo mire asoman las contradicciones de esta propuesta. Para que vayan con armas se necesita una ley que lo autorice. Si prefiere mantener el Plan como está ahora, desarmados, acarre la dificultad que “alguien”, una fuerza de seguridad, debería defenderlos… algo difícil de entender. Más allá de estas elucubraciones, un atentado a estas fuerzas desplegadas podría desatar una situación inédita de efectos impredecibles. 

Por si el Presidente pide un consejo: ¡Si no sabe cómo hacerlo, mejor no lo haga!

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