Argentina. 2023: Incierto escenario electoral y conflictividad social en alza

Por Jorge Falcone, Resumen Latinoamericano, 1 de enero de 2023.

Lejos de la euforia mundialista, la historia sigue su curso

 “Con los gobiernos progresistas lo fundamental que cambió fue que se profundizó el capitalismo. Es necesario comprender cómo el progresismo en el gobierno ha destruido los movimientos sociales y las comunidades… Por ejemplo, en Argentina los militantes luego de mucho trabajo en las periferias instalan los bachilleratos populares, que son escuelas para adultos que no han terminado de estudiar. Y luego el gobierno, como sabe que allí empieza a organizarse la gente en los barrios y empieza a acudir masivamente al bachillerato, a dos cuadras pone un bachillerato del gobierno, financiado, con maestros que ya no son militantes, mientras el bachillerato popular lo levantaron ladrillo por ladrillo compas, aquí trabajando lo hace una empresa. Pero al bachillerato le ponen ‘Che Guevara’ o ‘Pacha Mama’ y eso confunde. Y la gente, que no sabe, dice ‘bueno, el bachillerato Che Guevara’ y no sabe que es del gobierno. Eso es parte de la acción política de los ‘gobiernos progresistas’. Y eso lo complementan con políticas sociales: la bolsa de alimentos, un pequeño subsidio, etc. Se trata de dos dispositivos juntos. Movimientos que parecen populares, pero son oficialistas y, a la vez, políticas sociales. ¿Qué busca esto? Algo fundamental: desgarrar, destruir el tejido comunitario militante, destruir las comunidades de base, la capacidad de organización y de lucha. Para muchas personas que estuvieron en movimientos, ahora el Estado les resuelve la vida o por lo menos sus mayores urgencias, pero para los cuadros y dirigentes de esos movimientos, ese apoyo del gobierno es una escalera para adquirir bienes personales. Y confunden otra cosa: institución y práctica, la comunidad, el movimiento. Son prácticas… o, dicho de otro modo, las prácticas colectivas, son las que hacen comunidad. La comunidad no es una institución, el movimiento no es un aparato, son las prácticas colectivas las que le dan forma. Sin eso todo lo demás es una cáscara vacía”. 

Raúl Zibechi.

Periodista y activista social uruguayo.

El Gobierno Nacional culmina su mandato en condiciones que – si se analizan sin concesiones desde la renuncia a expropiar al monopolio alimentario Vicentin hasta la aceptación del fallo de la Corte Suprema que impone endeudar al Estado Nacional para privilegiar a la capital – puerto –   propios y ajenos reconocen como un fracaso. De modo tal que, salvo ante un fanatismo ciego, no hay artificio retórico capaz de desvincular de ese desenlace a la gran electora de Alberto Fernández. El sentimiento generalizado de zozobra que eso produce se vio circunstancialmente interrumpido por la masiva irrupción en escena de un pueblo harto de reveses y con ansias de celebración, aunque más no sea ante la victoria de la Selección Nacional de Fútbol. Dicho fenómeno generó un impasse en la grieta de la que hablan los medios hegemónicos, reinstalando un generalizado sentimiento de autoestima nacional, dotado de cierto aire malvinizador allí donde los sectores más plebeyos consiguieron estampar su marca. En tanto, el Ejecutivo continúa apostando a desgastar al movimiento social en lucha incumpliendo los acuerdos, y a maquillar sus desatinos celebrando con toda la pompa el 40° aniversario de una democracia de bajísima intensidad, que de ningún modo constituyó la meta de lxs 30.000 compatriotas que se jugaron el pellejo contra la dictadura oligárquico – militar genocida. 

Paciencia de lo macro y urgencias de lo micro 

Hace poco en la provincia de Salta, a 5.000 metros de altura, se inauguró el telescopio Qubic, que buscará pruebas sobre los primeros instantes del cosmos.

En el proyecto trabajan alrededor de 150 investigadores internacionales que podrán analizar a distancia los datos obtenidos.

Se trata de un aparato de un metro veinte de altura, un diámetro de ochenta centímetros y un peso de 800 kilos, que hoy tiene 256 sensores, pero en un futuro tendrá cerca de mil.

El Qubic es fruto de una colaboración entre seis países: Estados Unidos, Francia, Irlanda, Italia, Reino Unido y Argentina. El lugar elegido para su emplazamiento, cercano a San Antonio de los Cobres, en el mismo predio donde se encuentra el telescopio argentino-brasileño LLAMA, cuenta con un entorno de aire muy limpio, sin polvo y de muy baja humedad, lo que ayuda a evitar interferencias.

Ese telescopio deberá ser capaz de registrar eventos de hasta unos 13.800 millones de años para poder probar la teoría del Big Bang y demostrar que hubo un momento en el que la materia y la energía estaban acopladas, y los fotones no podían viajar libremente. 

En el mundo, hay unos 17 proyectos que buscan detectar este modo de polarización, en una suerte de carrera científica para ver qué grupo de investigación es el primero en lograr un resultado. Uno de ellos es el nuestro. 

¿Aportará ese desarrollo una mayor valoración de lo creado, y saberes capaces de modificar la conducta de esta especie inteligente cuyos mandantes vienen aniquilando al único planeta – hogar con que contamos, en el marco de una nueva era geológica que el pensamiento crítico denomina capitaloceno (el reinado de un sistema enemigo de todo lo que vive)?

Por lo pronto – y como sostiene el sicoanalista argentino Marcelo Percia -, acaso el máximo dislate de nuestra civilización haya sido anhelar con tanta fuerza durante la pandemia recuperar esta “normalidad” atroz. 

Lo cierto es que, en el más inmediato escenario de nuestra cotidianeidad, ya se van asordinando los ecos de las multitudes que de norte a sur del país y sin distinción social se dieron cita en incontables espacios públicos para celebrar otro mérito que también nos atañe: La obtención de la tercera Copa Mundial de Fútbol, al cabo de 36 años de intentar imponernos en la final de ese campeonato. Ante dicho resultado, desaparecieron momentáneamente los tormentos del COVID y la inflación. Porque un grupo de compatriotas que lo dejó todo hasta el último aliento, con inolvidable empeño arrodilló al equipo de un país con vasta tradición colonialista. No obstante, y pese a no haber sido ese el origen del team que mordió el polvo de la derrota, nuestras barriadas populares desplegaron toda su memoria histórica volviendo a corear “el que no salta es un inglés“. Ese gesto merecería no pasar desapercibido ni para una dirigencia política vitalicia ni para una militancia escarmentada, que han dejado de confiar en el potencial de lxs más humildes. 

Haciéndose eco de dicho espíritu, Juan Grabois no vaciló en surfear sobre la oleada nacionalista, tomando la iniciativa de ingresar a la estancia que tiene el empresario británico Joe Lewis a la vera de Lago Escondido, en Río Negro. El dirigente social del Frente Patria Grande y una delegación de militantes – entre ellos, el diputado nacional Federico Fagioli – iniciaron un campamento en señal de protesta para que se garantice el acceso al espejo de agua, con la consigna “Las Malvinas son argentinas, Lago Escondido también”. 

La contracara de lo antedicho aparece al constatar que de un tiempo a esta parte hay un mayor porcentaje de población con trabajo formal que es pobre y hay más gente cubierta por planes sociales; este último dato, que el Gobierno reivindica como un logro, es consecuencia del empeoramiento en las condiciones del mercado laboral, según se desprende de recientes datos suministrados por la UCA. 

Las mediciones de esa universidad fueron particularmente relevantes durante la intervención del Indec, cuando el organismo primero manipuló los índices de la encuesta permanente de hogares y luego directamente dejó de publicarlos, mientras la presidenta y sus ministros decían que medir la pobreza era estigmatizante pero también que había menos pobres que en Alemania. 

Los números que se desprenden del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina indican que en el último año la pobreza aumentó del 42,4 al 43,1 por ciento, pero la indigencia bajó levemente, del 9 al 8,1 por ciento debido al aumento del gasto social. 

De manera que, sin la asistencia del Estado, la indigencia sería del 19,6% y la pobreza del 50 por ciento, según los supuestos de la UCA. 

Los datos, aclararon los investigadores de esa institución, resultan volátiles en el marco de una inflación que crece al 7% mensual y una canasta básica que aumentó más que los precios en el último año. 

En términos de grupos etarios, la indigencia creció del 13,1 al 69,5 entre 2010 y 2022 entre los jóvenes de hasta 17 años y del 0,5 al 1,6 por ciento entre las personas de más de 60 años. En tanto, la pobreza pasó del 49,5% al 61,6% entre los más jóvenes y del 6,5% al 14,1% entre las personas mayores. 

La encuesta de la UCA muestra también que, a grandes rasgos, no variaron las carencias multidimensionales, mientras que la inseguridad alimentaria severa bajó del 8.2 al 7.9 entre el tercer trimestre del 2021 y el mismo período de 2022. 

A la vez, ha crecido el porcentaje de población sin jubilación ni empleo formal. 

Al realizar un cruce de la pobreza por ingresos y multidimensional, se observa que el nivel llega al 39,2%, frente al 37,8% de 2021. De tal modo, solo 27,6% de la población no es pobre bajo ningún formato. 

Como contrapartida, el 51,7% de la población tiene un programa social, sin contar las jubilaciones, y el 40% de los niños recibe ayuda alimentaria. Datos duros que se alejan de la Argentina Peronista a la que prometen retornar algunxs dirigentes de dicho movimiento. 

La pobreza multidimensional experimentó una dinámica ascendente a lo largo del período. De 2010 a 2017 se observa un escenario caracterizado tanto por niveles de pobreza por ingresos más bajos en términos relativos como por el descenso progresivo de carencias no monetarias. La crisis del 2018 da inicio a otra etapa signada por el deterioro de las condiciones de vida”, indicó la UCA. El conurbano bonaerense es el territorio que peores condiciones muestra en términos de pobreza multidimensional: pasó del 39,4 al 46,5 por ciento desde 2010.

El fuerte deterioro social se refleja en otros campos, ya que la capacidad de ahorro viene descendiendo en forma sistemática desde 2011 y por supuesto los sectores marginales pierden más; en paralelo, al menos hasta el triunfo de La Scaloneta, venía en aumento el malestar anímico de la población. 

El derrape socioeconómico de la última década tuvo su correlato en el mercado laboral, ya que el porcentaje de población con empleo pleno cayó del 45,1 al 40,7 por ciento desde 2011 y, aunque también cayó el desempleo abierto, subió el subempleo. Además, el 17,1% de los trabajadores con empleo pleno son pobres. 

Se trata de un problema estructural: no se crean buenos empleos. Pese al temor de varios sindicatos, el final del régimen de doble indemnización no empeoró la situación de los empleados. 

Del total de la población ocupada, el 16% está en el sector público, el 30% en empresas privadas y el 53,6% en microempresas o cuentapropistas; este último rubro saltó desde el 46,9 del 2011.

En términos de remuneración, el promedio actual mensual está en $79.000, pero los empleados del sector público llegan a unos $111.000, los privados formales a $110.000, los informales a $ 62 mil y los de la economía social a 50.000 pesos, según este informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina. 

Más allá de los números, tal como lo describió la UCA, la raíz de esta brecha social es la ausencia de estabilidad macroeconómica y la persistencia de un “modelo fallido de desarrollo”. 

Valdría la pena detenerse a considerar profundamente ese último “detalle”. 

Una clase política que no ofrece soluciones

El nulo liderazgo de Alberto Fernández funciona como un acicate para que los gobernadores peronistas se reúnan con cada vez mayor frecuencia.

Entre ellxs – y también lxs intendentes del GBA – la decisión de la vice causó sorpresa, pero más que nada por la anticipacióncon la que comunicó que no jugará en la elección de 2023. 

En tal circunstancia, el Presidente no se animó a armar el albertismo, y los jefes comunales en actividad y en uso de licencia se juntaron en la Fundación que conducen políticamente Alberto Descalzo y Julio Pereyra – los últimos “barones” que quedaron de la vieja guardia peronista -, y en el Consejo Federal de Inversiones varios gobernadores celebraron una reunión con la Mesa Sindical Nacional Peronista para diseñar una estrategia electoral de cara al año que comienza, sin Cristina y mucho menos con La Cámpora

Sin embargo, a diferencia de algunos jefes provinciales, entre los cuales no está Axel Kicillof, por supuesto, lxs intendentes bonaerenses no quieren saber nada con emanciparse de la vicepresidenta de la Nación. Presumen que no hay margen para una discusión política rupturista con “la jefa” y su hijo. 

Hoy por hoy existe consenso en descartar que el candidato pueda ser el Primer Mandatario. En consecuencia, ni La Cámpora tiene a Cristina ni los intendentes a Sergio MassaDaniel Scioli espera a marzo para salir a la cancha.  

Pero en esas reuniones crece el pleno apoyo a la realización de unas PASO. 

Y, con respecto a la relación con Máximo Kirchner La Cámpora, también coinciden en que “no es momento de hacer nada. Hay que esperar cómo decanta todo”. Lo que también queda claro, aunque no lo formalizan, es que el temor más importante reside en la reedición de Unidad Ciudadana en aquellos lugares donde gobernadores e intendentes no quieran darle lugares a los “pibes que ya dejaron de serlo hace mucho tiempo”. 

El intendente de Ensenada Mario Secco, admitió que si Cristina no revierte su decisión “estamos al horno”. 

En tanto, sus colegas de la Primera y Tercera sección electoral dieron otro paso como bloque político que busca consolidarse hacia la discusión electoral del año que se inicia, compartiendo una reunión con dirigentes de la Confederación General del Trabajo (CGT) en la sede de la Federación de Asociaciones de Trabajadores de la Sanidad Argentina (FATSA), que lidera el cotitular de la CGT Héctor Daer. Si bien no estuvieron todos los intendentes de los municipios que controla el peronismo, el encuentro estuvo representado por la llamada “Liga” de jefes comunales que se presentará oficialmente con un encuentro el próximo 21 de enero en el Partido de la Costa.

A los gobernadores e intendentes que nunca terminaron de aceptar la muerte de Néstor Kirchner – porque eso les cambió las reglas de juego con quien lo sucedió – no les interesa demasiado el futuro del “proyecto nacional y popular” sino que pueda haber un referente que los haga volver con la suma del poder, sea en las próximas elecciones o en el 2027. 

Y el mundo sigue girando. 

Dilemas y horizontes de Nuestra América 

Más allá de la expectable asunción presidencial de Lula Da Silva en Brasil, la región se encuentra frente a un fenómeno semejante al proyecto de la Alianza para el Progreso de los años 60. Cuando el Gobierno de EE.UU., para contrarrestar el avance de las fuerzas revolucionarias en el continente, inspiradas en el reciente triunfo en Cuba, apostó por los partidos de corte demócrata cristiano y de centro, con el objetivo de modernizar el capitalismo, satisfacer algunas demandas sociales que no amenazaran al modelo, llamándolo como en Chile, “revolución en libertad”, y evitando así una verdadera revolución anticapitalista. 

De tal modo, los gobiernos progresistas en su mayoría trataron de encabezar los movimientos sociales y subordinarlos a su institucionalidad, para evitar cualquier crítica popular, en muchos casos acusando a las voces disidentes de “hacerle el juego a la derecha”, disminuyendo así los espacios realmente democráticos y ofreciendo de esta forma una enorme concesión a los sectores conservadores, siempre dispuestos a recuperar el poder. 

Valdría la pena preguntarse, en consecuencia, qué ocurrió con la izquierda que construyó esta trampa para caer en ella. ¿En qué momento la izquierda nostramericana dejó de ser revolucionaria, confundiendo la habilidad política con el oportunismo? Acaso deberíamos buscar alguna respuesta en el plano cultural.

Sabido es que durante todo el siglo XX gran parte de los escritores, intelectuales y artistas latinoamericanos eran de izquierda. Prácticamente cualquier acto creativo humanista partía inevitablemente de la crítica a una sociedad groseramente injusta y aspiraba a un cambio radical del sistema, algo que abonaba toda posición ética. Por eso la lucha de los defensores del sistema se ensañó tanto contra estxs críticxs más agudos de la realidad y a la vez contra el arte y contra la cultura, que fueron percibidos por el poder como algo sospechoso y a todas luces innecesario. 

La cultura de salón para las élites siempre representó una mirada colonial, antagónica al sentir popular y fue confinada en una pequeña capa urbana elitista mayormente avergonzada por su nostramericanidad de origen. Todo el resto fue visto casi como un arte comunista, que representaba al enemigo sistémico del poder. 

En tal sentido, la famosa anécdota sobre los militares quemando libros referidos al cubismo (ya que seguramente tenían que ver con Castro), no es solo una ilustración tragicómica de la brutalidad del fascismo continental, sino también una política cultural constante de las dictaduras y las democracias coloniales. 

Afortunadamente, en el siglo pasado, los líderes políticos de la izquierda regional tuvieron suficiente lucidez para no copiar mecánicamente las políticas culturales soviéticas, o aquella idea del realismo socialista como “la única vía del arte revolucionario”. Hasta la censura política, quizás muy comprensible, como por ejemplo en Cuba, muy pocas veces se convirtió en una censura cultural, un hecho que fortaleció enormemente a los movimientos sociales y dio mucho sentido humanista a sus luchas políticas. Con tanta crítica a la izquierda, hoy tan debilitada y confundida mundialmente, vale la pena recordar y destacar logros y virtudes como esta. 

En la actual búsqueda de bases para la sociedad humana del futuro, cuando entendemos lo irrisorio y relativo del poder político institucional en los países del Sur Global, donde desde las presidencias nacionales, cercadas y presionadas por miles de poderes fácticos locales y globales, no pueden controlar lo que se supone que controlan, deberíamos rescatar la enorme experiencia de la organización territorial de los pueblos autóctonos, dado que por la crónica ausencia del Estado, esas comunidades originarias y campesinas desde hace décadas supieron organizarse para autogobernarse. 

Allí también podemos encontrar las raíces de la democracia real del futuro, donde la consciente participación de todxs es obligatoria. Pensando en el futuro después de esta sangrienta agonía y un posterior colapso del imperio neoliberal mundial, todo indica que nuestra única oportunidad está en retornar del individualismo a los valores comunitarios, los que permitieron sobrevivir y salir de las cuevas a nuestros ancestros de todos los continentes, en su primer ejercicio de humanización. La profunda tradición comunitaria de los pueblos originarios de todo el mundo puede ser la clave y la esperanza para un mañana de todxs.

En este momento histórico, entre otras cosas, se enfrentan dos miradas antagónicas: la individualista del occidente capitalista y la comunitaria de diferentes tradiciones sociales humanas cuya cultura no es la de “tolerar” sino la de tratar de comprender al otro, armonizando y equilibrando los elementos de la vida. Entonces, el conflicto netamente político se trasladará a una lucha entre la construcción mediática y corporativa de las falsas izquierdas europeas, que desde hace décadas son derechas, y las culturas originarias que desde la coherencia de su cosmovisión humanista y comunitaria seguirán defendiendo a la madre tierra y al ser humano. 

¿Y la izquierda nostramericana? En la tormenta que viene, su único salvavidas y la más potente de sus naves para llegar al puerto de sus sueños, hoy, igual que ayer o mañana, es la cultura. Este inexplicable y tan poco práctico absurdo que nos hace humanos. 

Ante semejante desafío, no hay que olvidar que la tierra nos alimenta, ni que el Norte Global viene por ella. Sus semillas forman parte de la historia de nuestra cultura. El desarrollo de los pueblos está, en gran parte, vinculado al camino de las semillas agrícolas, que vienen siendo seleccionadas, mejoradas, conservadas, multiplicadas e intercambiadas. Por eso, ellas constituyen un elemento central en la producción de alimentos, de nuestros saberes, y en la defensa de la Soberanía Alimentaria. 

Ante los intentos de cooptación de la agroecología y de sus conceptos fundamentales, como diversificación, resiliencia o regeneración, debemos ser claros en la defensa de la agroecología de base campesina, que tiene un objetivo muy preciso: alcanzar la Soberanía Alimentaria. Probablemente la Madre de todas las Batallas en el mundo que se avecina. –  

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