Líbano. Frente a la división surgen planes de unidad

Resumen Medio Oriente, 28 de agosto de 2022.

Dos partidos libaneses comenzaron un proceso de fusión para formar una nueva organización que exprese su identidad marxista – leninista.

El Partido Democrático Popular y el de Acción Socialista Árabe en el Líbano anunciaron en una declaración conjunta el inicio de un proceso de fusión e iniciaron una fase de transición que conduciría a la formación de un “nuevo partido revolucionario unificado con un nuevo nombre que exprese su identidad marxista-leninista”.

Este paso se da “en tiempos en el que prevalecen las divisiones y la fragmentación de la labor partidista, y será el preludio para unir las fuerzas de cambio, y contribuir con ello a la creación de una corriente de izquierda revolucionaria”.

Se intensifica una confrontación internacional, en un proceso histórico para producir un nuevo orden mundial multipolar que se erige sobre las ruinas de uno viejo que se desmorona, y colapsa la hegemonía imperialista unipolar y el sistema de control que se extendió durante tres décadas después del desmembramiento de la Unión Soviética.

Un conflicto global se extiende desde Rusia y su medio vital euroasiático, hasta China y su entorno asiático con su dimensión internacional, hasta América Latina, “patio trasero” de Estados Unidos, escenario del ascenso de la izquierda progresista y popular, pasando por África, en la que se rebelan algunos de sus países contra el legado colonial, hasta llegar a nuestra región  del Medio Oriente donde las fuerzas de liberación nacional contribuyen a romper la hegemonía y el control imperialista.

La contribución de las fuerzas de la resistencia árabe y sus aliados en nuestra región a la batalla de la liberación nacional, se refleja en el hecho de que la causa palestina volvió a retomar su posición central, debido a la escalada de la lucha popular y armada en la extensión que ocupa la Palestina histórica.

La acción decidida de las fuerzas de la resistencia árabe que establecieron ecuaciones de disuasión con el enemigo, le impusieron reglas de enfrentamiento que no se atreven a cruzar fácilmente.

Asimismo, la victoria de Siria en la guerra mundial que se libró en su contra, tuvo un fuerte impacto y logró cambiar el equilibrio de las fuerzas geopolíticas en la región, haciéndolas desfavorables para los intereses de las potencias coloniales; estas conquistas se extienden a Yemen y su legendaria resistencia frente a la agresión estadounidense, sionista y del Golfo, y el papel central de Irán en alianza y cooperación con Rusia y China, en el sostén de la resistencia árabe y palestina y en la confrontación con la presencia militar y la influencia política de Estados Unidos y occidente en nuestra región.

En el Líbano, el estado está controlado por un sistema político sectario cuyos cimientos fueron impuestos primero por el colonialismo francés, y luego aseguraron su protección y longevidad en el tiempo con el sistema capitalista mundial. 

En particular Estados Unidos es el régimen de la burguesía parasitaria y de la economía rentista, donde prevalece el clientelismo y el sistema de cuotas, controlado por una clase social, especie de alianza entre la burguesía financiera, comercial e inmobiliaria, junto con los remanentes del feudalismo, los caudillos de la guerra y del sectarismo confesional, imponiendo políticas económicas neoliberales, que fortalecieron el sector bancario y el ⁵de servicios.

Además, protegieron a los monopolios y destruyeron los sectores productivos y las instituciones de protección y de bienestar social, en connivencia y asociación con el bloqueo y las sanciones estadounidenses – occidentales impuestas al Líbano, con el fin de debilitar y asediar a la resistencia, pero que había acelerado el ritmo del colapso económico, social y financiero.

Las políticas económicas y sociales adoptadas por el régimen después de la guerra bajo el pretexto de planes de reconstrucción y recuperación, sentaron las bases para la catastrófica realidad de hoy en El Libano, especialmente desde el  Acuerdo de Taef, el cual estableció un nuevo pacto sectario, que tuvo lugar entre los pilares del “nuevo” régimen, bajo el auspicio árabe e internacional, esto volvió a reproducir el mismo sistema con un renovado equilibrio político, social y sectario.

Cabe destacar que las cláusulas de reforma estaban ausentes en este acuerdo, especialmente en lo que respecta a la abolición del sectarismo político y la ley electoral; además, faltaron planes para un desarrollo integral, especialmente en las periferias, centrando de esta manera la actividad económica en la capital, Beirut.

Todo esto agravó la política clientelista y de cuotas políticas, la negociación de grandes contratos, la especulación inmobiliaria y financiera, y la concentración de la riqueza en manos de una minoría burguesa parasitaria, lo que generalizó  la pobreza, el desempleo y la inmigración entre la gran mayoría de los libaneses.

Con el objetivo de aprobar estos proyectos sin una objeción y resistencia eficaz, la clase dirigente atentó en contra el movimiento sindical, tratando de contenerlo y de crear sindicatos cómplices, que fueron asimilados y domesticados con el consenso de todas las fuerzas en el poder.

Como resultado de esta realidad y en protesta contra las repercusiones, estalló un movimiento popular de gran envergadura a partir del 17 de octubre de 2019, en el que participaron partidos de izquierda, fuerzas de cambio y grupos populares que incluyeron a la mayoría de los sectores laborales y profesionales, un movimiento que superó las barreras sectarias y regionalistas, y atrajo a estratos sociales y jóvenes que estaban excluidos de la acción política y que se encontraban bajo la presión de duras condiciones de vida.

Este movimiento carecía de la conducción política requerida para liderar la lucha popular y desarrollar programas apropiados cuyo fin sería cristalizar un movimiento de oposición política popular, capaz de colocar y ofrecer un programa para el cambio revolucionario.

Sin embargo, la falta de iniciativa de las fuerzas de cambio involucradas en el levantamiento popular, impididieron que desempeñaran su papel histórico, en cuanto a la conducción y la formulación de un programa, así como la ausencia de la dimensión nacionalista dentro del movimiento, debido a su débil papel y “el intento de complacer” a fuerzas de la “sociedad civil” financiada de manera sospechosa.

A todo ello se sumó la posición negativa de Hezbollah hacia el levantamiento y su decisión de retirarse de la calle, debido a sus dudas sobre el levantamiento, adoptando una actitud de defensa del régimen y de sus instituciones, por todo esto, era natural que fuerzas cercanas al régimen y cómplices de la catástrofe económica, se infiltraran, saltando dentro del bote “afiliándose” al levantamiento y lanzando consignas en contra de las fuerzas de la resistencia, responsabilizándola por la crisis.

Por otra parte, la participación de instituciones y grupos financiados por algunas embajadas árabes y extranjeras se involucraron en desviar el movimiento de sus objetivos políticos y sus exigencias de reformas, tratando de implementar agendas internas y externas sospechosas, que incluían cambios de forma en el régimen sin afectar la esencia y la estructura del mismo, y guardando silencio sobre el asedio y las sanciones.

Ignoraron también la hegemonía y el patrocinio de Estados Unidos, el occidente colonial y las instituciones de saqueo internacionales a la clase dominante y al sistema bancario, buscando vincular al Líbano con las coaliciones árabes y occidentales hostiles a la causa palestina y la resistencia en contra de las ambiciones sionistas, con el fin de avanzar hacia la normalización con “Israel”.

El declive del movimiento popular y el estado de frustración vivido, permitieron al régimen una vez más superar sus crisis y reproducir sus instituciones constitucionales y hacer énfasis en sus orientaciones económicas y sociales, avanzando hacia la profundización de la crisis, apoyándose en los programas del Fondo Monetario Internacional y la tendencia hacia la privatización con la venta de los activos del estado y el rechazo de ofertas de algunos países del Este. Esta orientación agudizaría la profundidad de la crisis y sus repercusiones sobre los trabajadores y los sectores populares, y contribuirá aún más al deterioro del nivel de vida de la gran mayoría del pueblo libanés.

En medio de estas circunstancias, surge la gran interrogante sobre el papel de las fuerzas de izquierda y de las fuerzas democráticas que aspiran lograr un cambio real frente a lo que sucedió y sucede en el Líbano.

¿Cuál es su papel y cuáles serían sus iniciativas en el proceso de asumir la responsabilidad?

El estado de debilidad y los vaivenes por los que atraviesan la mayoría de las fuerzas de izquierda y de cambio, impiden la conformación de una alianza nacionalista amplia y progresista, que vincule la cuestión del país con la lucha de clases y que plantee un programa político alternativo, contrario al proyecto de los grupos en el poder, para lograr establecer un régimen democrático laico de resistencia, que se base en una economía productiva, y el desarrollo real, la soberanía nacional y que se dirija hacia oriente, un sistema que proteja sus fronteras, recursos, soberanía y los intereses y derechos de su pueblo.

Como contribución a la conformación de este frente y partiendo de una responsabilidad hacia nuestro pueblo, leales a la memoria de nuestros mártires que soñaron con una patria libre y justa, y ante un clima donde prevalece la división y la fragmentación, las dirigencias del Partido Democrático Popular y el Partido de Acción Socialista Árabe en el Líbano, tomaron la iniciativa de entablar un diálogo profundo y responsable, en el contexto de un proceso constante para lograr la integración entre las dos fuerzas, para lograr la unidad total, y acordaron formar una dirigencia conjunta para alcanzar la unidad intelectual, política y organizativa completa bajo los siguientes títulos:

La lucha por el establecimiento de un régimen nacionalista, democrático y laico de resistencia en el Líbano, basado en un estado justo, igualitario que garantice la paridad de oportunidades, que logre el desarrollo independiente y la distribución equitativa de la riqueza, sobre la base de la abolición del sistema sectario, y con énfasis en la libertad de pensamiento y culto.
El compromiso con los derechos del pueblo libanés a utilizar todos los medios para responder a la agresión y defender sus fronteras, recursos y riquezas tanto en su tierra, aguas territoriales y zona económica, del peligro sionista, y adherirse a la opción de la resistencia para defender la grandes logros que se han obtenido como resultado de los sacrificios de la resistencia nacionalista e islámica y del pueblo libanés.

El compromiso con la causa palestina como causa de liberación nacional, estableciendo una alianza de lucha con el pueblo palestino y su resistencia armada por la liberación de Palestina, toda Palestina, desde el mar hasta el río.

Trabajar para establecer un movimiento de liberación nacionalista árabe con una dirigencia revolucionaria para alcanzar la liberación nacional y social y lograr la integración política, económica y social rumbo a la unidad árabe con una voluntad popular y una dimensión de clase.
Trabajar con las fuerzas progresistas y revolucionarias en el mundo para fundar una nueva internacional, una internacional militante que contribuya a organizar las filas de la clase obrera y la masa trabajadora y dirija la lucha contra el capitalismo brutal en beneficio de los pueblos ansiosos de la liberación en el camino hacia el socialismo.

Por ello, nos esforzaremos por emprender una iniciativa de diálogo profundo y responsable con los partidos, fuerzas y agrupaciones nacionalistas, progresistas y revolucionarias, para establecer una amplia alianza que vincule la lucha nacionalista y la de clases, y que asuma la responsabilidad del rescate, proponiendo alternativas; y que se erija como oposición política al régimen, buscando establecer un bloque popular y abriendo el horizonte para un cambio radical del sistema.

Son grandes tareas encomendadas a las fuerzas revolucionarias y progresistas, buscaremos convertirlas en programas prácticos junto con los que creen en la necesidad de librar al mundo de la brutalidad del capitalismo y de sus crímenes contra la humanidad por la vía del socialismo.

Fuente: Al Mayadeen Español

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