Pensamiento crítico. El progresismo y la izquierda latinoamericana /Entrevista a Jaime Rafael Nieto

Por Andrés Felipe Ríos / Resumen Latinoamericano, 1 de junio de 2022.
El cambio político que se ha operado en los últimos años en América Latina,
acompañado de la crisis multidimensional que ha provocado la pandemia del
coronavirus, ha puesto de manifiesto un descontento social acumulado por
décadas, que en algunos casos ha producido
estallidos sociales, crisis de los gobiernos, emergencia de nuevas
subjetividades políticas y un cuestionamiento de los modelos políticos y
económicos en la región.
En esta entrevista conversamos con el director del Centro de Estudios
Latinoamericanos, doctor en pensamiento político y profesor del departamento
de sociología de la Universidad de Antioquia, Jaime Rafael Nieto López sobre
el papel que han jugado las izquierdas políticas en América Latina, sus apuestas, desafíos y vigencia en el escenario actual.
Andrés Ríos: me gustaría que comenzáramos conversando sobre la
perspectiva que usted tiene respecto a la izquierda en América Latina, ¿cuál es
el papel qué representa hoy ese proyecto político en América Latina, ¿cuáles
son sus principales banderas y apuestas hoy?
Jaime Nieto: considero que conviene en primer lugar puntualizar la pregunta
por la izquierda en América Latina incluso yo diría que, a nivel mundial,
Sociólogo, doctor en Pensamiento polí5co, director del Centro de Estudios1
La5noamericanos y del Caribe (CELyC), y miembro de la línea de inves5gación
Resistencia Ciudadanía y Conflicto. Docente del Departamento de Sociología
de la Universidad de An5oquia.
porque en realidad en vez de una izquierda en singular, en América Latina
hemos contado en realidad con un espectro muy amplio y plural de las
izquierdas. Recuerda que, por ejemplo, desde el triunfo de la Revolución
Cubana la izquierda latinoamericana fue fundamentalmente izquierda armada
y de alguna manera por la novedad del triunfo de la Revolución Cubana y la
imitación de su
modelo, esa era la izquierda de moda, o sea, esa que concebía el cambio y el
triunfo por la vía de la guerra de guerrillas o por la vía revolucionaria.
No obstante, la pluralidad de la izquierda nunca dejó de estar presente, incluso
agotado ese modelo en los años 80 con el advenimiento de la democratización
en América Latina, la caída del muro de Berlín, etc. el espectro plural de la
izquierda siguió existiendo, de hecho algunos
proyectos armados siguieron perviviendo como en el caso de México o en el
caso de Colombia, etc.; al lado de una recomposición muy importante de la
izquierda, esa que va a aparecer definitivamente en los años 90 muy articulada
a los procesos de democratización política, de participación de la ciudadanía,
de los nuevos procesos constituyentes, de vinculación a los nuevos procesos
de carácter territorial como los indígenas, los negros, la población afro, los
jóvenes incluso aquellos asociados a la irrupción de esas nuevas
subjetividades políticas de esos nuevos actores, entonces podríamos decir que
a finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI el espectro de las izquierdas
de América Latina se hace mucho más plural y creo que definitivamente
abandona el modelo de la guerra de guerrillas para, digámoslo así, despegar
una izquierda a las formas legales e institucionales o autónomas de
participación política.
Entonces yo creo que la pregunta por la izquierda así en singular que ha hecho
la experiencia de los gobiernos se refiere a una izquierda en particular, esa
izquierda vinculada a lo que en América Latina conocemos como la del
progresismo, esa izquierda que viene un poco de los proyectos viejos o de la
vieja izquierda vinculada a los partidos comunistas, a los proyectos armados
incluso, a los proyectos nacionalistas, incluso digámoslo así a
desprendimientos de partidos políticos reformistas de las burguesías
latinoamericanas. Esa izquierda progresista tiene una vocación muy definida,
porque irrumpe en un contexto muy particular de América Latina, que es el
contexto de la crisis del modelo neoliberal por un lado, y por otro lado el de la
crisis de la democratización, el proceso de transición democrática se detuvo en
un punto y no fue más allá de una democracia puramente electoral.
Esa izquierda progresista irrumpe en este contexto, en una coyuntura muy
específica y logra capitalizar todo el descontento social y político acumulado
tanto por el modelo neoliberal como por el desgaste de la transición
democrática, eso es lo que explica ese ciclo digámoslo así de gobiernos de
izquierda, de gobiernos progresistas en buena parte de los países
latinoamericanos como Bolivia, Ecuador, Argentina, Uruguay, en parte Chile,
Brasil y ahora un poco más recientemente México, Honduras y probablemente
Colombia si hay un eventual triunfo de Gustavo Petro.
Ese es el marco en el cual triunfa esta izquierda progresista, es una izquierda
que a pesar de las grandes expectativas que generó, no logra romper con el
modelo neoliberal de desarrollo, a pesar de que se introdujeron cambios
importantes sobre todo en lo que tiene que ver con la política pública social,
porque tuvo desarrollos muy importantes, avances muy importantes en lo que
tiene que ver con el combate a la pobreza, la exclusión, el campo de la
educación, etc., pero en el marco mismo del modelo neoliberal y en el marco
mismo de la división internacional del trabajo que hace que el modelo siga,
continue digámoslo así, a pesar de los gobiernos progresistas.
Estos gobiernos tampoco introducen reformas importantes con el modelo de la
democracia liberal representativa que se instauró desde mediados de los años
80 como el modelo de democracia per se en América Latina, a pesar de las
reformas constitucionales o a pesar de las nuevas asambleas constituyentes,
que no podemos decir que han sido hechos efímeros o puramente sin
importancia, no, han sido muy importantes, y en muchas de ellas que se han
producido nuevos ordenes constitucionales, la consagración de nuevos
derechos, hasta derechos de la naturaleza como en el caso de Ecuador y en
parte de Chile, son constituciones que han democratizado el Estado, en parte
la sociedad, etc., a pesar de eso, el modelo de Estado no ha sido
reconfigurado, el modelo de Estado sigue siendo un modelo de estado liberal
representativo democrático, pero hay que destacar a pesar de las limitaciones
del progresismo, que ha sido una izquierda muy audaz porque en medio de
esta crisis de representación, en medio de la gran fragmentación de la
izquierda, en medio del descreimiento frente al comunismo, al socialismo, a la
izquierda, a la autoemancipación, etc., ellos logran introducir una suerte de grieta en el modelo a largo plazo, esa grieta a pesar de que no se ha ensanchado lo suficiente, es una grieta que podría anunciar las posibilidades de una ruptura.
Andrés Ríos: A partir de lo que ha sido la experiencia de los gobiernos
progresistas de inicios del siglo XXI quisiera, profesor Nieto, que nos
ampliara cuáles son esas apuestas para un gobierno de cambio o un gobierno
alternativo desde el progresismo ¿en qué medidas pueden ser alternativos esos
gobiernos? ¿cuáles son los temas, cuáles son los aspectos que pretenden o
buscan transformar? y adicionalmente, ¿Cuáles son los retos que tienen frente
a la experiencia ya vivida de los primeros gobiernos progresistas?
Jaime Nieto: Si, yo creo que hay dos cosas bien importantes profesor Andrés,
una es que la izquierda sea progresista o de cualquier espectro ideológico no
puede renunciar a eso que Ernesto Laclau llama “significante vacío del
cambio” o sea la izquierda no puede dejarse expropiar digámoslo así ese
significado del cambio, la consigna del cambio, además porque ha sido una de
las marcas fundamentales de la izquierda en toda la historia de América
Latina, incluso de Europa desde el siglo XIX y siglo XX, que ella representa y
encarna el cambio, eso es importante porque tú sabes que también en América
Latina y en Europa han surgido fuerzas políticas de derecha incluso
neofascistas que también esgrimen la tesis del cambio, entonces, creo que la
disputa por la idea del cambio es uno de los grandes retos que tiene esta nueva
izquierda, o sea, que esta nueva izquierda no se deje digámoslo así encuadrar
en la idea de que ella representa el atraso, el inmovilismo, etc. Ese es el primer
reto que es mas de orden discursivo.
En términos de la acción política practica en el corto y mediano plazo yo creo
que el principal reto que tiene la izquierda en América Latina en el poder o por
fuera del poder es avanzar realmente en la transformación del modelo
neoliberal de desarrollo y ofertar digámoslo así una alternativa creíble y
posible, pero cuando digo posible, que ese posible no signifique una
adecuación a la hegemonía del modelo neoliberal de desarrollo, porque la
experiencia hasta ahora de estos gobiernos es que no han roto con la lógica
hegemónica dominante del modelo neoliberal de desarrollo, entonces yo creo
que después de una experiencia de diez a casi quince años de gobiernos
progresistas, lo que sigue es avanzar hacia una profundización de las reformas,
ya no tanto en la redistribución sino también en la distribución misma de la
riqueza, en implantar de manera estructural nuevos dispositivos en lo que tiene
que ver con el modelo de desarrollo económico y social, que anuncien la
configuración de una nueva sociedad, de una sociedad ahí si no solo
posneoliberal sino también de una sociedad poscapitalista, yo creo que ese es
el segundo reto más importante que tiene la izquierda, y un tercero y último,
aparte de muchos que tiene, transformar el modelo de gestión política de los
estados después de los triunfos electorales, un modelo que rompa con la
tendencia al burocratismo y al parasitismo creciente, eso implica un modelo
que salvaguardando la autonomía de la sociedad civil popular, de las
organizaciones sociales, de la resistencia popular, estimule y de garantías para
el ejercicio y la organización de esta sociedad civil popular que a la postre es
el respaldo en una guerra de posiciones para utilizar la expresión de Antonio
Gramsci, en una guerra de posiciones contra las clases dominantes en América
Latina es la garantía en última instancia no solo de un triunfo sino de una
continuidad en el mediano o largo plazo de las transformaciones en curso.
Andrés Ríos: Hay un punto muy interesante que usted plantea profesor Nieto,
y es el tema de las subjetividades políticas, de cómo están anudándose unos
sujetos políticos, quizá unos nuevos sujetos políticos, con demandas frente a
los gobiernos. Pensando en estas organizaciones sociales y movimientos que
usted menciona, hay una tesis del profesor Massimo Modonesi que plantea
“las revoluciones pasivas” como diagnóstico del fracaso de esa primera ola de
gobiernos progresistas, es decir, la incapacidad de movilizar a la sociedad civil
de forma sostenida y su caída en la burocratización y en la pasividad política
de sectores que abanderaron en cierta medida estos cambios de gobierno,
entonces, quisiera que nos contara cuál es su perspectiva del papel que
deberían jugar dichos movimientos para, como lo mencionaba usted,
ensanchar esa grieta, hacer que esa grieta se profundice.
Jaime Nieto: Yo creo que en la experiencia por ejemplo de Nicaragua, de
Venezuela, de Ecuador e incluso de Bolivia, lo que muestra esta referencia del
profesor Modonesi, que me parece muy acertada en la caracterización de estos
gobiernos de izquierda, es que son gobiernos que se han limitado a hacer
reformas desde arriba, no ha habido una interacción muy activa, valga la
redundancia, o un juego de relaciones en términos de la construcción de
nuevas formas de poder que vayan más allá del Estado, o sea la transición que
ellos llaman posneoliberal de esta nueva izquierda progresista, es una
transición marcada muy desde arriba en términos de concentrarlas en la toma
de decisiones y en la conducción del proceso desde el Estado, ha sido muy
estadocéntrica, y no es que el Estado no deba jugar un papel activo importante
sino que genera una suerte de nuevos clientelismos y nuevos paternalismos en
la relación con la sociedad civil que lleva a la postre como en efecto ha
ocurrido en estos países mencionados a una inacción de la sociedad civil, a
una postración de la sociedad civil.
No es casual, por ejemplo, que todas estas grandes organizaciones sociales,
movimientos sociales de resistencia que irrumpieron y precedieron el triunfo
de la izquierda en Bolivia, Ecuador, Venezuela, incluso en Nicaragua hayan
prácticamente desaparecido de la escena, es producto precisamente de este
modelo perverso de revolución pasiva tal como la concibió Antonio Gramsci.
Entonces yo creo que ese es el punto que hay que romper, necesitamos es
concebir un nuevo proceso de transformación revolucionaria política no
estadocéntrica, o sea, no confiando en que el centro de todo esto está en el
Estado, y que todo depende de los dispositivos que se desplieguen del Estado.
Yo lo que creo es que hay que aprovechar este nuevo marco no solo para -por
decir un término convencional- “empoderar” a los movimientos, al pueblo, a
los sujetos populares, sino también para crear, construir -esto es algo inédito
porque ninguna sociedad ha hecho la experiencia de una manera definitiva-
nuevas formas de poder popular que se articulen de alguna manera con las
formas convencionales del modelo de Estado representativo democrático, etc.,
donde estas nuevas formas de organización y de poder popular se vayan
convirtiendo progresivamente en el centro gravitacional, en la toma de
decisiones políticas sociales y económicas de los procesos. Yo creo que eso es
lo que le ha faltado desde el punto de vista político a la izquierda progresista,
darle un mayor contenido en la gestión social, pero no en una operación de
captura de lo social que está movilizándose sino en una operación de
concederle más poder y autonomía en la toma de decisiones estratégicas.
Andrés Ríos: profesor Nieto, continuando con el tema de estas nuevas
subjetividades políticas en el marco de los proyectos de la izquierda
progresista en América Latina, ha sido destacado el papel que han jugado las
juventudes, las mujeres, los movimientos ambientales, etc. en los recientes
estallidos sociales en la región ¿qué papel juegan y cuál es la novedad de este
sujeto versus el sujeto revolucionario que tradicionalmente ha construido la
izquierda?
Jaime Nieto: yo creo que lo novedoso no solo para América Latina sino para
la izquierda a nivel mundial es que la coyuntura de finales del siglo XX y
comienzos del siglo XXI lo que hizo fue mostrar la irrupción en la superficie
de lo social y lo político esas múltiples subjetividades que han estado
configurando las realidades latinoamericanas desde los últimos 50 años por lo
menos, y para los cuales ni los partidos tradicionales, tanto de la derecha como
de la izquierda, estaban preparados para darle la suficiente representación a
esa multiplicidad de subjetividades sociales, políticas, culturales, morales, etc., presentes en la sociedad; pero, nos encontramos que esas subjetividades tratan de expresarse digámoslo así de manera auto representadas, autárquicamente, sin entablar
todavía formas políticas de articulación en un proyecto hegemónico. Yo creo
que eso le tiene que decir a la izquierda que tiene que reinventarse,
reconfigurarse, en parte es lo que ha hecho el progresismo, por ejemplo, si uno
ve la experiencia, aunque algo discutible de Gustavo Petro en Colombia ha
sido eso, que le está diciendo a la izquierda vanguardista tradicional de
América Latina hay que reinventarse, reinventarse en qué sentido, en un
sentido de proponer, de construir un discurso articulador de lo nacional
popular, de lo social popular, que hoy constituye de manera diferenciada al
sujeto de la transformación revolucionaria de América Latina, porque hoy por
hoy no podemos seguir pensando con el marco de análisis político de la
Europa del siglo XIX que hablaba de un solo sujeto tal como lo planteó Marx,
que era consecuente para su época, el sujeto proletariado.
Ese sujeto proletariado hoy tiene una traducción histórico política concreta en
América Latina que es el sujeto plural de lo popular, entendiendo ese sujeto
plural de lo popular a todos aquellos actores o subjetividades que han
irrumpido justamente porque la pervivencia del régimen capitalista de
producción ha exacerbado sus formas de opresión, sus formas de explotación,
sus formas de exclusión; por eso ha irrumpido lo indígena, lo negro, lo de
género con las mujeres, los jóvenes, sin dejar de persistir las contradicciones
clásicas relacionadas con el capital y el trabajo, relacionadas con el problema de la tierra y los campesinos, etc. Entonces se necesita mucha inventiva y mucha capacidad
política para producir esta articulación hegemónica de este sujeto popular
plural, plural no quiere decir que todo vale, porque también ese es el riesgo
que le vemos a la propuesta de Gustavo Petro hoy en Colombia, que para
decirlo en términos de Ernesto Laclau, la cadena de equivalencia se ha
ampliado tanto, se han incluido tantos actores, que tiende a diluirse el
referente de antagonismo frente al poder tradicional, entonces es un riesgo
bastante alto, bueno, que habría que esperar un poco a las elecciones del 29 de
mayo, pero creo que ese es un reto en términos de lo que has planteado desde
el comienzo, Andrés, la capacidad de la izquierda de refundarse, de
reinventarse para articular y dotar de representación política a esta
multiplicidad de nuevas subjetividades.
Andrés Ríos: Nos gustaría concluir preguntándole por su perspectiva respecto
a lo que algunos analistas señalan como una segunda ola o un segundo
momento de la izquierda progresista en la región que estaríamos viviendo con
la llegada al gobierno de Boric en Chile, la propuesta de cambio con la que
llegó López Obrador en México, y otros opciones de gobierno en candidatos
de la izquierda progresista en América Latina como Lula en Brasil o el caso
que ya usted mencionaba de Gustavo Petro aquí en Colombia. Usted considera
que podríamos estar hablando de esa segunda ola del progresismo en la
región.
Jaime Nieto: Hay analistas que piensan que, con el triunfo reciente en
Honduras, de Manuel López Obrador en México, la continuidad de Ortega en
Nicaragua, de Maduro en Venezuela, etc., estaríamos ante la instauración de
un nuevo ciclo progresista. Aquí hay que destacar también la continuación del
Movimiento al Socialismo en Bolivia, y también el caso de Perú, ha llevado a
hablar de un nuevo ciclo progresista en América Latina, podría verse así.
Para otros analistas no se trataría de un nuevo ciclo sino de la continuidad del
ciclo que se abrió con el triunfo de Chávez en 1998, sería un mismo ciclo
brevemente interrumpido por gobiernos conservadores como el caso de
Argentina, Brasil Honduras, casos muy puntuales que significarían
simplemente una interrupción de este ciclo largo progresista, son maneras de
mirar el proceso. Yo pienso que más allá de si hay un nuevo ciclo o una
continuidad del ciclo progresista es de pronto discernir un poco en la
coyuntura para donde va América Latina, sobre todo con la expectativa de que
se consoliden estos gobiernos progresistas que, o bien perviven desde el
primer ciclo, o bien retoman el poder en este llamado segundo ciclo, y creo
que eso tiene que ver un poco con lo que planteábamos en términos de retos,
porque hoy por hoy, creo que en América Latina después de la crisis de 2008
hacia acá, después de la crisis de los commodities, después de la crisis de la
pandemia, yo creo que en América latina la expectativa más importante que
tienen los ciudadanos tanto los de abajo propiamente dicho como los de clase
media es un cambio, independientemente de quien esté en el poder, un cambio
en el modelo de conducción social, de conducción económica, o sea América
Latina ya no aguanta más la pervivencia de un modelo que simplemente frente
a la pobreza, la exclusión, etc., provee para decirlo así pañitos de agua tibia;
aquí un neoliberalismo con rostro social definitivamente no funciona.
fuente: La Pluma
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