Paraguay. El racismo y la limpieza étnica quedan impunes

Resumen Latinoamericano*, 31 de mayo de 2022.

La circulación de un video del presentador de televisión paraguayo blanco, Leo Rivas, burlándose de un joven indígena en situación de calle, y un escueto comunicado del Instituto Paraguayo del Indígena (INDI) en donde se limita a repudiar el deleznable hecho sin tomar acciones concretas al respecto, resaltan cuán naturalizada e impune está en las instituciones y sociedad paraguayas el racismo.

En todo el territorio paraguayo, los pueblos indígenas padecen la usurpación de sus tierras por el agronegocio, la especulación inmobiliaria, la minería, obras de infraestructura y el crimen organizado. La situación se ha agravado en pandemia y con la implementación de la Ley Zavala-Riera, que tiene como consecuencia la represión de indígenas. Lo que acontece en Paraguay tiene un nombre y se llama limpieza étnica.

Ante la violencia de grupos armados y la persecución judicial de poderosos individuos y empresas, los grupos indígenas no tienen más opción que dirigirse a las ciudades, para intentar subsistir en situación de calle y reclamar los territorios que les fueron arrebatados. 

Las personas pertenecientes a pueblos originarios, tras huir expulsados de sus hogares, encuentran en las ciudades paraguayas el odio de una sociedad blanca que los discrimina, marginaliza y violenta. 

El crimen por odio del joven indígena Lorenzo Silva es un ejemplo, así como los de numerosos casos, difundidos por los medios de comunicación, de niñas indígenas forzadas a la prostitución y asesinadas. Los delitos y crímenes racistas quedan impunes.

La indiferencia y complicidad del Estado paraguayo revelan su naturaleza racista, excluyente y discriminatoria 

Como consecuencia, la pobreza y la miseria afectan de manera desproporcionada a las personas indígenas. En las calles deben padecer diferentes situaciones de abusos e improperios por parte de la sociedad blanca, tal como lo hizo el repudiable conductor de televisión y como lo hacen a diario otras personas blancas que no son noticia, porque es una situación naturalizada por la sociedad paraguaya, y alentada por el Estado con su indiferencia e impunidad.

Los pueblos originarios son así victimizados a diario. Y los delitos y crímenes impunes se reflejan en esta terrible estadística: La esperanza de vida de las personas indígenas en Paraguay es de solo 37 años. Esto es porque están expuestas a diferentes formas de violencias estructurales racistas, que atentan contra sus vidas y derechos humanos. 

Desde Iniciativa Amotocodie exigimos al Estado paraguayo la implementación efectiva del artículo 46 de la Constitución Nacional, que garantiza la igualdad de las personas, la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial y el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre pueblos indígenas y tribales, ambas firmadas y ratificadas por el Estado paraguayo.

Reclamamos el desarme y la desparamilitarización de personas y grupos armados blancos que usurpan territorios indígenas. Esta violencia armada obedece a poderosos intereses económicos, políticos y criminales, en muchos casos extranjeros, como es el caso de nacionales brasileños que buscan ocupar ilegalmente zonas de seguridad fronteriza.

Instamos al Estado paraguayo el cumplimiento de los instrumentos legales nacionales e internacionales vigentes para detener la catástrofe humanitaria aconteciendo ahora mismo en Paraguay. 

Denunciamos la limpieza étnica en todo el territorio paraguayo, en una alarmante situación que puede considerarse como genocidio, y que amenaza a los 19 pueblos originarios, cuyas presencias y existencias son anteriores a la formación del Estado y la sociedad paraguaya.

El Estado paraguayo y el INDI están obligados a la implementación de instrumentos jurídicos para el cese de la impunidad de la violencia y discriminación racistas y para lograr la igualdad efectiva entre las personas, con igual acceso a derechos humanos y oportunidades. 

Por último, pero no menos importante, instamos a la condena del racismo, así como de actitudes, comportamientos y discursos racistas naturalizados por parte de la sociedad paraguaya blanca. 

Los paraguayos debemos asumir un firme compromiso antirracista para contribuir de manera activa en la erradicación de las diferentes formas de violencia hacia los diferentes pueblos, grupos y personas indígenas en Paraguay.

*Fuente: Adelante!

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