Argentina. El acuerdo con el Fondo y la crisis política

Por Fernando Rosso, Resumen Latinoamericano, 18 de marzo de 2022.

Más allá de la apariencia del amplio apoyo logrado para el acuerdo con el Fondo, lo que prima es la debilidad política.

 Una de las causas del rotundo fracaso del Gobierno de Mauricio Macri fue la imposibilidad de reunir las condiciones políticas que le permitieran llevar hasta el final su programa de ajuste. Cuando co-gobernaba prácticamente con un sector del peronismo, había optado por la vía “gradualista” porque creía que tenía todo el tiempo del mundo y que se iba a quedar por muchos años. Y cuando dio el golpe de timón hacia el “reformismo permanente” (reforma laboral, fiscal y previsional), perdió la musculatura política, el aval social y empezó su deriva hacia el abismo.

Esto viene a cuento de que los gobiernos débiles, en general, tienen muchas limitaciones para aplicar ajustes profundos. Precisamente como el que impuso el FMI en el papel y quiere llevarlo a la realidad. No solo porque es un ajuste, sino porque es un ajuste sobre el ajuste. En ese marco, la aprobación del acuerdo con el Fondo por más de 200 votos en Diputados (y lo que probablemente se alcance en el Senado) aparenta un aval muy amplio y mayoritario. Sin embargo, no es un dato menor que tan solo 76 diputados del Frente de Todos votaran afirmativamente, mientras que 28 votaron en contra 13 de abstuvieron. O sea más de 40 que se opusieron y ahora hay que ver el resultado final del Senado.

La mayor cantidad de votos la puso la oposición del macrismo y el radicalismo (además de los bloques “federales”). Ya sabemos y lo hemos planteado en este espacio que quienes votaron en contra o se abstuvieron en el oficialismo, lo hicieron teniendo mucho cuidado para no afectar el trámite final, o sea la aprobación. Pero, sin embargo, eso no niega el dato político de que una fracción considerable de la coalición oficial se opuso al pacto. Es más, La Cámpora emitió un documento con un cuestionamiento muy duro denuncias graves para que sean realizadas contra su propio Gobierno. Dice es un plan típico del FMI, que plantea un ajuste clásico, que cede soberanía, que es mentira que no propone reformas estructurales porque se plantea la revisión del Sistema Previsional, que el plan no tiene sostenibilidad y que le pone tope al crecimiento.

Además, sobre las formas dice que el equipo negociador del Gobierno desarrolló una estrategia de “amabilidad”, “secretismo”, “hermetismo”, “confusión” y “desinformación”. A ver, ¿fueron funcionales para la aprobación del acuerdo?, claramente sí; pero, un documento de estas características también habla de la fragilidad (y casi ruptura) de la coalición oficial. Los dos hechos forman parte de una realidad que, en general, es más compleja de lo que pensamos. En términos institucionales, es una discusión cielo abierto entre quien preside el Partido Justicialista a nivel nacional (Alberto Fernández), y quien está a la cabeza del partido en lo que es el centro de gravedad del PJ: la provincia de Buenos Aires (Máximo Kirchner). Junto con la socia mayoritaria (y si es que sigue siendo mayoritaria) y diseñadora de la coalición, es decir, Cristina Kirchner. 

Ojo que Juntos por el Cambio, más allá de que festeje la votación como un triunfo propio (y algunas razones tiene) tampoco resolvió su crisis de liderazgo entre Macri y Patricia Bullrich que querían patear el tablero u otros como Horacio Rodríguez Larreta o Gerardo Morales que militaron y garantizaron los votos para el pacto. Es decir, hasta cierto punto es un hecho que el acuerdo se alcanza no por una determinada relación de fuerzas, sino por una “relación de debilidades”. Otra señal de esta debilidad se manifiesta en la tendencia del Presidente recluirse sobre sus referentes más cercanos íntimos, un círculo cada vez más cerrado. Un fenómeno muy típico de administraciones en crisis: le pasó a la última Cristina, al último Macri. O la aparición “estelar” de Sergio Massa (el presidente de la Cámara de Diputados y el jefe del “tercer sector” que conforma la coalición oficial).

Massa dice que logró sumar muchos votos para el acuerdo entre el peronismo federal y Juntos por el Cambio gracias a sus “vínculos personales”. Y, bueno, ya se anota en la carrera presidencial e inició un raid mediático pensando en las elecciones del año que viene. Esto no aporta ninguna novedad con respecto a Sergio Massa, que siempre se anota en todas, pero sí habla de la situación de Alberto Fernández. Todo esto tiene lugar cuando el país está a punto de sellar su subordinación al FMI, con una inflación incontenible, con una hoja de ruta muy ortodoxa y a tiro de default cada tres meses cuando tengan lugar las revisiones del Fondo. Una situación así, medida con su propia vara, reclama “volumen político” y decisionismo, todo lo contrario del panorama que vengo describiendo. ¿Para qué sirve todo esto? Bueno, será tema de ellos ver cómo arreglan (si arreglan) sus internas, sus divisionesproblema de ellos.

El punto es que para quienes nos oponemos a este acuerdo y sobre todo a las consecuencias que ya tiene este acuerdo, es importe saber la situación en la que están quienes tienen que llevar adelante el plan, un sistema político que tiene estas características y que la posibilidad de firmarlo en el papel, no necesariamente se traduce en la capacidad para llevarlo a la realidadLejos de cerrar una crisis política, la firma del acuerdo y el trámite parlamentario, apenas la están abriendo.

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