Honduras. Kamala Harris fue a la asunción de Xiomara Castro a frenar la penetración china y la migración a EEUU

Por Alfredo Jalife-Rahme, Resumen Latinoamericano, 30 de enero de 2022.

Resultó sorprendente la asistencia de la vicepresidenta de EEUU, Kamala Harris, al juramento en un estadio repleto de la primera mujer presidenta de Honduras, Xiomara Castro de Zelaya. Sus dos principales motivaciones serían resucitar su alicaído plan migratorio y posponer la ruptura del nuevo régimen con Taiwán y así reconocer a China comunista.
Existen cuatro consideraciones por su espectacular presencia:
1.
Apuntalar la agenda feminista que le conviene para sus aspiraciones presidenciales en 2024.
2.
Apoyar la agenda de una izquierda moderada que cunde en Latinoamérica.
3.
Detener la imparable migración a México y EEUU de la que es corresponsable EEUU.
4.
Posponer la penetración de China después de que Nicaragua fue incorporada a la Ruta de la Seda.
Tanto Kamala Harris como su aliada Hillary Clinton promueven la agenda feminista global y buscan descolgar la candidatura presidencial del Partido Demócrata cuando la dupla Biden/Kamala Harris se ha desfondado en las encuestas —al corte de caja de hoy con pocas probabilidades debido a los graves errores de la dupla Biden/Kamala Harris—, lo cual vaticina un tsunami electoral en la Cámara de Representantes y del Senado a favor del Partido Republicano con su relativo retorno del trumpismo, con o sin Trump.

Por la dinámica misma de los eventos, Latinoamérica ha movido mucho más en los hechos la agenda feminista, como se nota en los resultados de las recientes elecciones.
La semiótica geopolítica de EEUU, con el Partido Demócrata —una coalición que comporta la agenda de una izquierda progresista donde son aliados Bernie Sanders y el SQUAD que encabeza la milenial Alexandria Ocasio-Cortez, no se diga el sector afroestadounidense del wokenismo que colisiona contra el supremacismo de los Blancos Protestantes Anglosajones (WASP, por sus siglas en inglés) que hoy enarbola el redivivo trumpismo— opera su muy cuestionable taxonomía interesada de corte maniqueo entre una izquierda moderada, aceptable a los intereses neomonroístas de EEUU, y una izquierda radical pro-Rusia y pro-China, inaceptable para sus intereses hegemónicos, y que son representados por tres países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA): Nicaragua, Venezuela y Cuba.

Curiosamente, existiría una acrobática izquierda híbrida, de corte intermedio que oscila entre la políticamente correcta izquierda moderada y la supuestamente repelente izquierda radical: tal sería el caso de Bolivia en su fase del post-golpe del litio y el retorno aceptado hasta por el FMI del derrocado grupo del expresidente Evo Morales.
En este ranking sui generis, Honduras, que viene también de un posgolpe hace 12 años, propinado en contra del expresidente Zelaya (esposo de la hoy presidenta Xiomara Castro), es aceptable para Washington, lo cual se notó en forma conspicua con la presencia de la vicepresidenta Kamala Harris y su nutrida delegación, entre ellos Brian Nichols, subsecretario de Estado, quien estuvo en Tegucigalpa una semana antes de las históricas elecciones de noviembre del 2021 que puso fin al Gobierno paramilitar de Juan Orlando Hernández, entronizado dos veces como presidente con la bendición de los golpistas de 2009.

Otro punto trascendental, consustancial a la visita de Kamala Harris, es el consabido tema migratorio a su cargo que no ha dado los resultados proyectados cuando Honduras puede representar su laboratorio nada halagüeño de experimentación para combatir las raíces de su etiología que es muy compleja porque la flamante presidenta Xiomara Castro heredó un país literalmente quebrado en sus finanzas públicas —la presidenta reclamó y exclamó en forma lúgubre que había heredado una “catástrofe económica”—, altamente endeudado (se incrementó siete veces durante los dos periodos de Juan Orlando para alcanzar casi 16.000 millones: 60% del PIB) y en plena delicuescencia delincuencial donde brillan intensamente el narcotráfico, las pandillas de los Mara Salvatrucha, la miseria extrema, la corrupción y el desempleo que se retroalimentan circular y multivectorialmente.

Después del asombroso reconocimiento de Nicaragua a China, vecino sureño de Honduras (con una frontera de 940 km, la mayor de sus tres fronteras; Guatemala con 244 km y El Salvador con 391 km), y el cese de las relaciones de Managua con la isla renegada de Taiwán, un sensible temor geopolítico de la Administración Biden/Kamala Harris radica en impedir que suceda lo mismo en Tegucigalpa.
Según Time, la visita de Kamala Harris a Honduras “es realmente sobre la frontera de EEUU y México”.
También su visita versa sobre su propia salvación, ya que un fracaso es muy probable que aniquile su odisea presidencial.
Cabe recordar que en términos pecuniarios la raquítica ayuda de EEUU al triángulo norte conformado por Guatemala/El Salvador/Honduras por 1.200 millones de dólares no serían nada (literalmente) ante la proyectada penetración de China, que hoy ostenta las mayores reservas de divisas del mundo: 3,2 billones de dólares, según la CIA.
Ni tarda ni perezosa, China incorporó a Nicaragua a su esquema geoeconómico de la Ruta de la Seda, lo que de facto saca de su asfixiante aislamiento a Nicaragua que sueña ahora con el ingreso de pletóricos capitales de China comunista, quien, a su vez, anhela construir un canal bioceánico en complementariedad al estratégico canal de Panamá, además de erosionar la geoeconomía desfalleciente de EEUU.
Durante la campaña presidencial, la hoy presidenta Xiomara Castro de Zelaya prometió romper relaciones con Taiwán y establecer vínculos diplomáticos con China comunista. Ulteriormente, la presidenta hondureña retrocedió un tanto cuanto y todavía mantiene relaciones con Taiwán, cuyo representante se hizo notar conspicuamente en los pasillos de la Casa Presidencial en Tegucigalpa. Cabe señalar que Taiwán fue representado por su vicepresidente William Lai a la toma de posesión de la presidenta hondureña.
Este punto no es menor, ya que hoy solo quedan tres países de toda Centroamérica que reconocen a Taiwán: Honduras, Guatemala y la antigua colonia británica y paraíso fiscal de Belice.

¿Qué tanto podrá detener Kamala Harris al Gobierno de Xiomara Castro para reconocer a China comunista?
¿A cambio de qué tipo de quid pro quo esta(rá) dispuesto el Gobierno de Xiomara Castro a mantener paralizada su promesa de reconocer a China, lo cual puede representar un gran maná financiero que tanto necesita?
De las tres fronteras de Honduras —donde EEUU ostenta una importante base militar en Palmerola—, dos ya colaboran abiertamente con China comunista: Nicaragua, con Daniel Ortega, y El Salvador, con Nayib Bukele.
La presidenta Xiomara detenta un invaluable as bajo su manga en el juego de póker geopolítico que se desarrolla entre EEUU y China en Latinoamérica, en general, y en Centroamérica, en particular.
Será relevante la dinámica electoral en los próximos meses en dos sobresalientes países de Sudamérica: Colombia y Brasil.
En Colombia, donde EEUU ostenta nueve bases y cuasibases militares, el candidato de izquierda Gustavo Petro (a ver cómo lo definirá la taxonomía del Departamento de Estado…), y exalcalde de Bogotá, corre como puntero.
En Brasil, Lula Da Silva, quien sufrió un golpe de Estado con disfraz jurídico, parece encaminado a reelegirse.

Así las cosas, los resultados de Colombia y Brasil impregnarán y/o impondrán su ritmo, no se diga, un mayor margen de maniobra al Gobierno de Xiomara Castro.
Más que un triunfo de Gustavo Petro en Colombia —donde todo puede suceder, en el Israel de Latinoamérica—, un triunfo de Lula fortalecería el margen de maniobra y la toma de decisiones de la presidenta Xiomara Castro.
Asimismo, toda Latinoamérica, en general, y Centroamérica, en particular, estarán pendientes del resultado de las próximas elecciones de noviembre en EEUU donde un retorno del trumpismo derrumbaría los recientes castillos de arena que ha edificado en arenas movedizas la dupla Biden/Kamala Harris.

fuente: Sputniki

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