Venezuela. Cómo liberar las fuerzas productivas en un esquema de economía de guerra

Por Geraldina Colotti, Resumen Latinoamericano, 19 de enero de 2022. 

Es sabido que, en lo que respecta a la Venezuela bolivariana, es tarea de la guerra mediática, que acompaña a la guerra económico-financiera decidida por el imperialismo, desvirtuar u ocultar los resultados positivos. Esto lo hemos visto con respecto a la lucha contra el covid-19: para no admitir el éxito de las políticas de salud en un país que siempre se hubo que definir como “fracasado”, Venezuela desapareció de las estadisticas internacionales, o siempre llevó la advertencia de que los números proporcionados habían sido endulzados. Así, quienes regresan a Italia desde Argentina, solo tienen que permanecer 5 días en cuarentena. Si regresa de Venezuela, que ha logrado conseguir una de las tasas más bajas de contagios y muertes de la región, deberá someterse a 10 días de cuarentena.

Sin embargo, hasta los peores detractores han tenido que registrar datos positivos relacionados con la recuperación de la economía, la contención de la hiperinflación y los indicadores de producción nacional. Por supuesto, si antes atribuían la crisis económica a la “incapacidad de Maduro” y al “fracaso” del socialismo, ahora no llegan hasta admitir que los resultados positivos sean producto de las opciones de política económica del presidente y su gobierno. Aún así, es claro que, sin estrangular la actividad productiva interna, ni aplicar la receta del Fondo Monetario Internacional, el gobierno bolivariano logró bajar el índice inflacionario por cuarto mes consecutivo al cierre de 2021. Y por el segundo trimestre del año 2022, se espera un crecimiento económico del 7,5%.

Según el Banco Central (BCV), la inflación de 2021 se ubicó en 686%, con registros mensuales por debajo del 50%, el umbral tradicional establecido para que un país supere la hiperinflación. Un resultado puesto de relieve por el presidente Nicolás Maduro en el marco de su mensaje anual ante la Asamblea Nacional, el pasado 15 de enero. “En los últimos cuatro meses – explicó Maduro -, hemos tenido una inflación de un solo dígito. En diciembre de 2021 fue la más baja desde 2015”. Un resultado, agregó, “que nos hace ser optimistas en la superación de los lastres de la hiperinflación y emprender el camino para ira planando y derrotando la inflación alta en el 2022”.

El primer indicador se refiere a la situación económica de las clases populares. “Logramos – dijo el mandatario – disminuir del 18,4 al 17,7 por ciento la pobreza, y la pobreza extrema se mantuvo al mismo nivel de 4,1 por ciento. Para 2025, nos proponemos cero pobreza extrema”. El gobierno bolivariano sigue destinando el 76 por ciento del prepuesto nacional a programas sociales. Para compensar el salario que, sobre todo en la administración pública, le cuesta mantenerse al día con la especulación y la inflación, se dan bonos a través del Carnet de la Patria. Una metodología – indicó el presidente – que se aprendió de China “para determinar los puntos con mayor necesidad y llegar ahí con alientos y ayuda para el que necesita”.

Tras cinco años de una feroz guerra económica, Venezuela ha logrado por el tercer trimestre un crecimiento de 7,6 por ciento. Que la economía crezca – dijo Maduro – “le conviene al empresario, a la clase obrera, al maestro, al médico, al emprendedor, a las familias…”. El primer indicador lo da la industria petrolera. A pesar de las medidas coercitivas unilaterales impuestas por el gobierno estadounidense, que sancionó a 192 personas, 150 empresas, 69 cargueros, 30 petroleros y 58 aeronaves. A pesar de los 7 decretos ejecutivos emitidos para bloquear la industria petrolera, el país ha vuelto a producir más de un millón de barriles diarios. Un récord, dado que duplicó los 500.000 barriles diarios extraídos a finales de 2020 y superó además la producción media de finales de noviembre pasado que se situó en 876.100 barriles diarios. Para 2022, el presidente expuso la meta de 2 millones de barriles diarios.

Un resultado posible – dijo también el ministro Tareck El Aissami-, gracias al esfuerzo de los trabajadores del sector y de la empresa estatal Pdvsa, en particular del personal de prospección y producción, así como de ese de la empresa mixta: es decir por esa clase obrera petrolera, que está a la vanguardia en el proceso de recuperación económica, basado en el desarrollo de la industria nacional, en su modernización. Con la industrialización -recordaba Jesús Faría en un balance de fin de año – crece el proletariado, la clase social que tiene la tarea de construir una sociedad libre de la explotación capitalista.

Para liberar las fuerzas productivas en un esquema de economía de guerra, Maduro ha establecido un plan basado en 17 motores. En la perspectiva de desarrollar una nueva economía post rentista, en el marco del programa de sustitución de importaciones, la producción agrícola ha sido determinante en 2021. Maduro ha explicado que “El 96% de los CLAP (los Comités Locales de Abastecimiento y Producción) que llegan a los hogares venezolanos, son producidos por la agroindustria del país”.

Uno de los principales motores es el turístico, que muestra una recuperación esperanzadora, a pesar de la crisis mundial provocada por la pandemia. Venezuela figura entre los 10 primeros países del mundo, de los 17 que tienen mayor diversidad paisajística. Pese al bloqueo, más de 522.000 venezolanos se capacitaron en el sector turístico en 2021. En algunos estados, como en Carabobo, la actividad ha crecido de 12 a 15% con respecto a 2020. “El turismo, nos dijo el ministro Ali Padrón, es el petróleo que nunca se agota”.

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