Uruguay. Polarización y referéndum

Resumen Latinoamericano, 19 de enero de 2022.

Vivimos un período caracterizado por el fuerte predominio de la polarización entre los partidos que hoy integran el oficialismo y el Frente Amplio (FA), con muy escasos intentos de construir entendimientos de largo alcance por encima de esa división, que han dado, además, pocos resultados.

Esta situación no comenzó en el actual período de gobierno y desde ambas partes se contribuyó a instalarla durante décadas, pero es notorio que se ha agudizado en los últimos años.

El presidente Luis Lacalle Pou no quiso convocar a diálogos partidarios, y mucho menos ampliarlos con la incorporación de organizaciones sociales, para explorar la posibilidad de establecer políticas de Estado en asuntos de enorme importancia para el país. No lo hizo ante grandes crisis coyunturales, como la vinculada con la pandemia de covid-19, ni en cuestiones estratégicas de largo aliento, como las referidas a la inserción internacional de Uruguay, las relaciones con el Mercosur y el intento de llegar a un tratado de libre comercio bilateral con China. Tampoco en áreas que requieren medidas consistentes a corto, mediano y largo plazo, como la de la educación.

En estas materias y en muchas otras, el oficialismo alega que la ciudadanía lo eligió para cambiar de rumbo, aplicando sus ideas y no las del FA, y se niega a “compartir la autoridad”, aunque nadie le pida que lo haga, sino solamente que admita la posibilidad de que su visión sea enriquecida, o por lo menos que intente sumar respaldo a las políticas que considera inmejorables.

Con una mirada superficial, puede parecer que sí se buscaron acuerdos amplios para la reforma de la seguridad social, pero el oficialismo no sólo se aseguró de antemano la mayoría en el comité de expertos formado para plantearle meras sugerencias al Poder Ejecutivo, sino que además interrumpió durante meses el funcionamiento de ese comité, a fin de que sus representantes negociaran entre sí antes de presentarles a los demás una propuesta, y utilizó luego su mayoría para aprobarla.

En el caso de la ley de urgente consideración, la coalición de gobierno se apresuró a aprobar todos los acuerdos internos que fue capaz de lograr con el mismo alegato sobre un presunto mandato popular de cambios sin concesiones. Así estableció un escenario que condujo al referéndum contra 135 artículos de esa norma, profundizando la polarización. Vamos hacia una opción ciudadana por Sí o No, y hasta el 27 de marzo, cuando se realizará la consulta popular, el clima político será muy poco propicio para la búsqueda de grandes acuerdos.

¿Y después? En grandes líneas, es probable que si gana el No y los 135 artículos quedan vigentes, el oficialismo considere ratificado también su estilo polarizador de gobierno e intente aprobar todas las iniciativas sobre las que logre ponerse de acuerdo antes de que la cercanía de las próximas elecciones nacionales aumente la expresión de discrepancias internas. Si gana el Sí, en cambio, se instalará una nueva situación política y será indispensable aumentar el diálogo y la cooperación, para evitar un largo período de fricciones y bloqueos.

Ilustración: Ramiro Alonso

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