Uruguay. Un sindicalismo diferente

Por Federico Kreimerman . Resumen Latinoamericano, 26 de diciembre de 2021.

¿Por qué avanza la ofensiva del gobierno contra los sindicatos? La respuesta es sencilla, porque puede.

Porque la clase trabajadora está debilitada y fragmentada, y porque el Movimiento Sindical está muy débil, aunque quienes lo conducen quieran mostrar otra cosa.

Para entender esta incapacidad de organización y lucha que tenemos al presente los trabajadores, creemos que hay que llamar por su nombre a algunas cosas. Las direcciones mayoritarias de los sindicatos y del PIT CNT son los principales responsables de la entrega, y los acuerdos a espaldas de los trabajadores. Todo esto sustentado en un desmantelamiento de los mecanismos de decisión máximos como son las asambleas generales, así como el ninguneo de las bases como expresión directa de los problemas de los trabajadores, aplicando el burocratismo y verticalismo en cuanto se presenta cualquier conflicto.

Durante los años de gobierno del progresismo se ha visto en reiteradas oportunidades la actitud conciliatoria de parte de las corrientes mayoritarias del movimiento sindical: en cuanto estallaba un conflicto, allí acudía la dirigencia del PIT CNT para apagar el incendio o, lo que es peor, para ponerse del lado del patrón o del Estado, y haciendo que los trabajadores abandonaran la lucha, poniendo conquistas parciales como la única salida posible, en definitiva, espejitos de colores.

Pero, sorprendentemente, y ante la expectativa de cómo se iba a posicionar el PIT CNT ante el gobierno multicolor, adjetivado por algunos dirigentes como la “derecha” o “ultraderecha”,, estos dirigentes han demostrado que pretenden seguir vendiéndole  pescado podrido a los trabajadores: transar con el gobierno la rebaja salarial y poner sobre el salario todo el peso de la crisis como la variable de ajuste, y por otro lado, aparentando ser parte de la oposición política con declaraciones grandilocuentes en los actos, así como pretender encolumnar la lucha en cuestiones accesorias, con el objetivo de sacar de foco las verdaderas reivindicaciones que generan unidad, como es la lucha por el salario, sólo para acumular rumbo a las elecciones de 2024, mientras, a ajustarse el cinturón. La cuestión de fondo es más que una mera claudicación ante los intereses de las patronales y, gobierne quien gobierne, “la crisis la sigamos pagando los trabajadores”.

Se trata, en definitiva, de la línea ideológica de la conciliación de clases que sustentan la mayoría de los dirigentes sindicales, que garantizan el pacto social decidiendo a espaldas de los trabajadores. Muchos creemos que es posible un sindicalismo diferente, que ponga ante que nada los intereses de los trabajadores, y por supuesto, que use el poder que tiene nuestra clase.

¿En que se sustenta el poder de la clase obrera? En su número, los trabajadores constituyen la inmensa mayoría de la población del planeta, aunque dependan circunstancialmente de una minoría para sobrevivir. Al número hay que agregarle la importancia económica, por su papel insustituible en la producción social. Pero el número y su importancia económica no dan en sí mismo poder a una clase si esta no es consciente de lo uno ni de lo otro, debe tener además conocimiento y conciencia. Lo que transforma un conjunto numeroso de personas en una organización es la claridad de sus objetivos y la disciplina. El sindicato constituye la forma natural y primaria de la organización de los trabajadores. Cuanto más débil sea la organización de los trabajadores más duras serán las condiciones impuestas por el capital. Los sindicatos no se proponen el derrocamiento del sistema. Pero es en la lucha sindical donde los trabajadores elevan su conciencia y su capacidad de comprender que sólo la superación del capitalismo podrá ofrecer resolución definitiva a sus problemas cardinales.

Si bien la lucha sindical ayuda a la comprensión de la naturaleza explotadora del capitalismo, esa comprensión es aún insuficiente puesto que en la acción sindical el trabajador solo ve al empresario o a las patronales, pero no a toda la clase burguesa ni al Estado como garante de los intereses de la misma. El trabajador en lucha debe conocer también la realidad más general, adquirir una comprensión política. Entender que detrás de los patrones y de él mismo hay clases enteras que luchan entre sí por el poder político. La práctica de la organización sindical y la lucha cotidiana enseña a los trabajadores a subordinar su interés inmediato y personal al interés general de la clase, a sacrificar su ventaja personal por la victoria del colectivo. Cada huelga ganada, cada reivindicación obtenida por la acción común y unitaria o cada derrota sufrida educan y nos pone frente a frente con la realidad que debemos transformar. Que un sindicato contribuya a elevar la conciencia de sus afiliados, que se proponga objetivos superiores, o por el contrario que contribuya a la domesticación de los trabajadores, a la paz social y a la resignación reformista, depende en gran medida del carácter de su dirección. Por eso quienes así vemos el mundo, nos proponemos disputar la dirección de los sindicatos cada vez que esto sea posible.

Fuente: Semanario Voces.

You must be logged in to post a comment Login