Palestina. 73 años sin derechos

Por Raquel Martí*, 1 de diciembre de 2021-.

29 de noviembre, Día de Internacional de Solidaridad con el pueblo palestino.
En el Día de Internacional de Solidaridad con la Población Refugiada de Palestina, ponemos el foco sobre los 5,7 millones de personas que corren el riesgo de ser olvidadas y reivindicamos sus derechos y cultura. La dignidad es un derecho y la humanidad una necesidad.

Mientras el mundo está recobrando la normalidad lentamente, en Palestina llevan 73 años sin ni siquiera rozarla.

El 29 de noviembre, Día de Internacional de Solidaridad con la Población Refugiada de Palestina, ponemos el foco sobre los 5,7 millones de personas que corren el riesgo de ser olvidadas y reivindicamos sus derechos y cultura.

Sus historias habitan en 58 campamentos de refugiados y refugiadas distribuidos entre Gaza, Cisjordania, Siria, Jordania y Líbano. El éxodo tras la guerra Árabe-Israelí de 1948 se llevó por delante la posibilidad de los hijos, hijas, nietos y nietas de la Nakba de conocer sus orígenes, los pueblos de sus abuelos, sus tierras y, por supuesto, sus propiedades.

Los 2 millones de habitantes de Gaza siguen sufriendo las consecuencias de un bloqueo por tierra, mar y aire que les ahoga sin dar tregua. La infancia en Gaza está marcada por brutales ofensivas que se han llevado por delante su futuro y sueños. La última acabó con la vida de 70 niños y niñas en mayo de este año.

En Cisjordania, la población palestina sufre más que nunca la violencia de los colonos y de las fuerzas israelíes que intentan por todos los medios y, a pesar del Derecho Internacional, hacerse con sus propiedades y territorios. Sin escrúpulos. Dejándoles sin sus hogares ni medios de vida. Según datos de OCHA el número de estructuras de propiedad palestina demolidas o incautadas por autoridades israelíes en 2021, representa un aumento del 21% en comparación con 2020. El número de personas desplazadas ha crecido también un 28% con respecto al año anterior.

Por otro lado, Líbano atraviesa una de las peores crisis económicas y financieras de su historia. El 70% de la población refugiada de Palestina en el país depende de la ayuda de la Agencia de Naciones Unidas para la Población refugiada de Palestina (UNRWA) para sobrevivir. Y se enfrentan a una absoluta falta de oportunidades. Al no ser formalmente ciudadanos de otro estado, no pueden reclamar los mismos derechos que otros extranjeros que viven y trabajan en el Líbano. No se les permite tener propiedades y la ley prohíbe su acceso a servicios y empleos del sector público y a 39 profesiones más.

Mientras, en Siria, se enfrentan al décimo año de guerra, muerte y pobreza y el 95% de la población refugiada de Palestina necesita ayuda humanitaria para sobrevivir.

Distribuidos por Oriente Próximo y algunos de ellos, los menos, fuera de sus fronteras, todos reivindican lo mismo: su identidad y una vuelta a su normalidad. “Ahora vivo en España con mi marido y mis hijos, y jamás olvidaré mi primer viaje por Europa. En una carretera en medio de una montaña alguien dijo ‘ya estamos en Francia’, y yo dije ‘¿Esto es una frontera? ¿Sin soldados, sin barreras, sin controles?’. Entonces descubrí lo que es una vida normal, la que había en Palestina antes de 1948 y que aún no hemos podido recuperar”, comenta Nisreen, refugiada de Palestina actualmente residente en España.

La búsqueda de una solución a la situación de los refugiados de Palestina ha sido olvidada por la comunidad internacional, lamentablemente, una campaña deliberada de desinformación que busca desmantelar la agencia ponen en peligro la misión crítica de UNRWA, la única Agencia dedicada en exclusiva a prestar asistencia a los refugiados de Palestina.

En UNRWA seguiremos siempre junto a las personas refugiadas de Palestina. Pase lo que pase. Digan lo que digan. Hagan lo que hagan. Porque nuestra misión es insoslayable. Somos trabajadoras humanitarias. Nuestro compromiso y lucha junto con la población refugiada de Palestina por su derecho a una vida digna sigue y seguirá más fuerte que nunca. Continuaremos a su lado porque la dignidad es un derecho y la humanidad una necesidad.

Por Raquel Martí*, Directora UNRWA España.

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