Migrantes. Represión, sumisión e hipocresía: la política migratoria del gobierno mexicano

Por Abelardo Gutiérrez R., Resumen Latinoamericano, 14 de octubre de 2021.

Muy diferente al discurso repetido a la saciedad por López Obrador, la política migratoria de su gobierno se caracteriza por la represión brutal hacia los migrantes, la sumisión a los intereses del gobierno norteamericano y la hipocresía en el discurso sobre la migración.

Contexto

México, a diferencia de otros países como EUA, no es un receptor de migrantes. Se calcula que actualmente residen permanentemente en el país un millón de extranjeros. En cambio sí es un país expulsor y de paso; unos 15 millones de mexicanos residen legal o ilegalmente en el extranjero sobre todo en Norteamérica. Por el país además transitan hacia los EUA migrantes, sobre todo de Centroamérica y el Caribe forzados por la crisis económica y social provocada por la “política exterior de Estados Unidos que ha contribuido a la desestabilización de estas regiones” según la representante demócrata Alexandria Ocasio-Cortez.

Sin embargo, la política migratoria de los gobiernos mexicanos, incluido el actual, se caracteriza por la persecución y la deportación de los migrantes pobres. Esta política de contención se alinea totalmente a la política migratoria del gobierno de los EEUU. Por ejemplo, durante el sexenio de Peña Nieto se calcula que fueron deportados unos 724,000 migrantes, cantidad inmensa si comparamos, por ejemplo, con los 2.8 millones de deportados durante la administración de Obama “El deportador en jefe”.

De la esperanza a la decepción

En un principio el gobierno de López Obrador pareció cambiar la política migratoria restrictiva hacia una política más abierta; por ejemplo, colocó al frente del Instituto Nacional de Migración a Tonatihu Guillén, reconocido académico y especialista en el tema migratorio. La misma secretaria de gobernación Olga Sánchez Cordero se jactaba de ese cambio: ““Nosotros queremos que México no sea solo un país de tránsito, sino que la gente que llega a nuestro país se sienta acogida en nuestro país”.

Poco duró el gusto: a una amenaza y un chasquido de dedos de Donald Trump, el gobierno mexicano fue obligado a regresar a la política anterior esta vez potenciada por la utilización de la recién creada Guardia Nacional y a otros cuerpos represivos. Por más que Obrador trató de disfrazar la situación, fue evidente que cedió a la presión del gobierno de Trump. A partir de ese momento la política represiva y de violación de los derechos humanos se ha elevado a niveles inimaginables al grado de que varias oficinas de la ONU han exigido al gobierno mexicano respetar dichos derechos.

Las ciudades fronterizas: “cárceles” para los migrantes

Las ciudades fronterizas mexicanas, tanto del norte como del sur, se han convertido en cárceles para los migrantes varados en espera de alguna solución.

El caso más grave sin lugar a dudas es Tapachula Chiapas: esta ciudad de unos 350 mil habitantes se encuentra colapsada. Aunque nadie sabe con certeza la cantidad de migrantes en esta ciudad, se calculan unos 80 mil, muchos de ellos niños y mujeres que deambulan por la ciudad buscando sobrevivir y escapar de las autoridades que los detienen para deportarlos. En el momento en que tratan de salir de la ciudad son inmediatamente reprimidos sin ningún miramiento.  Los mismos habitantes de Tapachula tienen que demostrar su residencia para no ser molestados por la Guardia Nacional y otros cuerpos policíacos.

Hasta la fecha el gobierno federal no ha proporcionado recursos extraordinarios a la ciudad para afrontar la situación, muy acorde a la “austeridad republicana” de la que Obrador hace alarde. El Covid también ha hecho mella en la población migrante debido sobre todo al hacinamiento en que sobreviven. Para rematar, el crimen organizado, en contubernio con las autoridades, se dedica a extorsionar, asaltar e incluso asesinar a miembros de esta población vulnerable. Resulta además deleznable el racismo con el que las autoridades migratorias tratan a los migrantes haitianos, a quienes se les rechaza por el simple hecho de serlo. Es de reconocerse, por otra parte, la solidaridad demostrada del pueblo tapachulteco en contraste con la actitud negligente y represiva del estado mexicano.

En la frontera norte de México la situación no es distinta: a donde vayamos encontraremos migrantes buscando- la mayoría de veces en vano- ser recibidos por las autoridades de migración americana. Si intentan ingresar a los EUA, son brutalmente reprimidos como se vio recientemente en Del Río Texas. Sobra decir que el gobierno americano no tiene ninguna intención de recibir a estos migrantes. Ante esta imposibilidad muchos migrantes deciden establecerse finalmente en México; sin embargo las autoridades migratorias mexicanas, actúan de manera negligente al procesar las solicitudes, por lo que los migrantes no pueden acceder a trabajos legales y tienen que hacerlo en, el mejor de los casos, de manera informal. Al igual que en la frontera sur la solidaridad local con los migrantes ha sido fundamental, sobre todo de organizaciones comunitarias y religiosas de ambos lados de la frontera. Aunque se presentan casos aislados de rechazo estos son generalmente aceptados, quizá porque las ciudades fronterizas norteñas fueron formadas por migrantes y porque la población interactúa cotidianamente con extranjeros, lo que los hace más cosmopolitas y tolerantes que en otras regiones del país.

La hipocresía en el trato a los migrantes

Resultan grotescas las declaraciones de López Obrador y su gobierno con respecto a la migración. Las declaraciones al respecto abundan y van desde expresiones grandilocuentes hasta amenazas veladas incluyendo la justificación a los actos represivos.

De acuerdo a López Obrador existen diferentes tipos de migrantes a los que por su condición se les trata de modo distinto:

  • Tenemos en primer lugar a los “héroes”: migrantes mexicanos que envían unos 40,000 millones de dólares al año; dinero con lo que se sostienen millones de familias en el país y qué sin el menor recato, López Obrador celebra como acto de su gobierno. Si estos migrantes han logrado legalizar su situación les trata con deferencia, pero si son ilegales y por alguna razón son deportados no hay recibimiento fastuoso ni consideración alguna.
  • Están también a aquellos migrantes que, por conveniencia política son recibidos pomposamente como ha sido el caso de los asilados afganos. Esto le permite al gobierno mexicano hacer alarde de política de asilo o refugio, que no aplica para los migrantes pobres.
  • Tenemos finalmente a los migrantes pobres, que son la inmensa mayoría: aquellos que dejan sus países por motivos económicos, de violencia, de represión política, o simplemente porque desean migrar. Para ellos no hay miramiento alguno: se les reprime, se les deporta, o se les permite su estadía en condiciones deplorables en ciudades como Tapachula. Es el caso de miles de migrantes centroamericanos, cubanos, venezolanos y sobre todos haitianos que huyen desesperadamente de sus países.

Es falsa entonces la retórica de que México es un país de puertas abiertas donde los migrantes pueden encontrar refugio y ser tratados de manera digna. Todo lo contrario: la política migratoria del gobierno de la 4T ha superado con creces los aspectos más negativos de los gobiernos anteriores. Es tan poca la importancia que el gobierno mexicano (y los de Latinoamérica) dan al fenómeno migratorio que en la reunión del CELAC, donde López Obrador intentó fallidamente convertirse en el líder regional, apenas fue abordado el tema.

Ante esto, hacemos un llamado al pueblo para que apoye a los migrantes y rechace el deplorable papel de títere que el gobierno mexicano juega en estos momentos.

  • Rechazo a cualquier expresión racista y patriotera hacia los migrantes.
  • Abandono inmediato la política de contención y de contubernio con el gobierno norteamericano.
  • Regularización de su estadía en el país y facilitación de trámites a quienes deseen establecerse definitivamente en México
  • Libre tránsito y terminar con la política de confinamiento en ciudades cárceles.
  • Apoyo inmediato a las ciudades convertidas en centros de reclusión por el gobierno federal, particularmente Tapachula, para que puedan hacer frente a la emergencia.
  • Promoción y apoyo a las organizaciones comunitarias dedicadas a auxiliar a los migrantes.

Finalmente hacemos un llamado al pueblo mexicano a abandonar cualquier actitud no incluyente hacia los migrantes. El fenómeno de la migración llegó para quedarse y paulatinamente empezaremos a ver gente de otros países en nuestras comunidades. Debemos entonces demostrar en los hechos la generosidad y la tolerancia que preciamos.

Abelardo Gutiérrez R. Militante de la Liga de Unidad Socialista (LUS) y editor del sitio Unidad Socialista. Reside en Nogales, ciudad fronteriza con Arizona.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Fuente: Rebelión.

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