Brasil. La derecha no sabe qué quiere

Por Emir Sader. Resumen Latinoamericano, 21 de septiembre de 2021.

En este artículo el autor sostiene que la derecha en estos momentos está dividida, lo que es una oportunidad objetiva para la victoria de la izquierda, incluso en primera vuelta si se presenta unida bajo la candidatura de Lula,

Directamente responsable de la trágica situación que atravesó Brasil, la derecha ya no sabe exactamente lo qué quiere.

La derecha se unió para imponer la dictadura militar en 1964. Al final de la dictadura, se dividió, un sector se mantuvo firme junto a los militares, con la candidatura de Paulo Maluf; mientras, otro sector se alió con la oposición para imponer un camino moderado en la transición, con Tancredo Neves y, más tarde, José Sarney.

Tras el fracaso del gobierno de Sarney, la derecha se recicló para apoyar a Fernando Collor y, más tarde, a FHC, para implementar el modelo neoliberal. La derecha siguió unida con las candidaturas tucanas (el partido de centroderecha de FHC), en contra del PT, durante los gobiernos de éste.

La derecha mantuvo su unidad en el golpe contra Dilma, en el apoyo al gobierno de Temer y a Bolsonaro.

Los objetivos de la derecha son claros: mantener al gobierno bajo su control, mantener y profundizar el modelo neoliberal y consolidar una alianza internacional con Estados Unidos; no obstante, para eso necesita, sobre todo, derrotar al PT, sea como sea, para evitar que este partido vuelva a gobernar.

Pero ya no sabe cómo llevar a cabo ese objetivo, puesto que haber puesto el bloqueo del PT como prioridad, supuso llevar al gobierno a un personaje que no solo no controla, sino con quien probablemente sufriría una derrota que supondría el retorno del PT al gobierno.

La derecha brasileña ahora está dividida: una parte mantiene su apoyo a Bolsonaro, al valorar sobre todo la política económica de Paulo Guedes, con la que gana mucho; en este sentido, tolera todo lo que hace y dice Bolsonaro en función de sus intereses.

Otra parte ya no apoya políticamente a Bolsonaro, aunque sigue apoyando su política económica, si bien sabe que mantener esas políticas económicas le llevará a la derrota en 2022. Esa es la razón por la que están buscando alternativas: algún candidato de tercera vía, como Mourão u otro cualquiera, pero vacilan entre tratar de derrocar a Bolsonaro o no apoyarlo para 2022.

Otro sector está frontalmente en su contra. Ya ni siquiera apoya a Paulo Guedes. Considera a Bolsonaro un riesgo para la democracia. Busca otro candidato en la primera vuelta, incluso Temer. En la segunda, incluso prefiere a Lula. Están en esa situación los tucanos, al menos una parte liderada por FHC, y otros partidos del centrão que en su momento ya habían apoyado el gobierno de Lula.

La división de la derecha es siempre un signo de la posibilidad de victoria de la izquierda, que se une en torno a Lula: PT, PC do B, PSB, PSOL, incluso algunos sectores del PDT. Otras candidaturas, como la de Ciro Gomes, no pueden despegar y aparecer como alternativa.

Si hay una segunda vuelta, Lula podrá contar con un apoyo aún mayor para lograr una victoria demoledora.

Pero, para evitar cualquier aventura golpista, Lula tendría que ganar en la primera vuelta, ganando sectores que hoy apoyan a Ciro Gomes y otros candidatos más pequeños, pidiendo un voto útil contra Bolsonaro: Lula es el único que puede derrotar a Bolsonaro.

La derecha está desconcertada por el hecho de haber elegido a Bolsonaro en 2018. En ese momento todo valía la pena para derrotar al PT. Sabía quién era Bolsonaro, pero eso no importaba, cualquier cosa sería mejor que otro gobierno del PT.

No obstante, eso supuso que Brasil acabase pagando un precio altísimo por las posturas aventureras de la derecha brasileña, incluso desde la extrema derecha, pasando por los partidos tradicionales de la derecha, hasta llegar a los tucanos.

La trágica actuación de Bolsonaro ha afectado a la unidad de derecha, que, desconcertada, no sabe muy bien a dónde ir; pero no tienen la honestidad necesaria para hacer autocrítica.

Los tucanos y sus medios, como Folha de São Paulo, siguen encontrando al PT culpable de todo lo que está pasando en el país. Sostienen que el PT tenía que haber renunciado a competir contra Bolsonaro en 2018 y tenía que haber apoyado a un candidato de derecha alternativo, como Alckmin, el candidato tucano que en el año 2018 obtuvo alrededor del 5% de los votos.

El problema de fondo es que lo que une a la derecha y a la extrema derecha es el modelo neoliberal. Por lo tanto, se oponen frontalmente al PT, porque los gobiernos del PT han implementado políticas económicas antineoliberales.

Hoy, la derecha está dividida y realmente no sabe a dónde ir. Parece impotente y dispuesta a ser víctima de otra gran derrota. Desearía que no tuvieran que seguir apoyando a Bolsonaro, pero tal vez no tengan otra alternativa.

Fuente: Rebelión

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