Cuba. Fidel hace 60 años: Puede reunir al pueblo una revolución. ¡Y aquí está el pueblo!

Por Fidel Castro Ruz, Resumen Latinoamericano, 26 de julio de 2021.

Discurso pronunciado en la conmemoración del VIII Aniversario del ataque al Cuartel Moncada, en la Plaza de la Revolución José Martí, en La Habana, el 26 de Julio de 1961.

Ha sido un gran honor para todos nosotros que la Unión Soviética haya enviado, para acompañarnos en la tarde de hoy, al hombre que acaba de realizar el primer vuelo al espacio cósmico, condecorado por eso, en su país, con la Medalla de Héroe de la Unión Soviética. Y esto prueba la gran amistad de ese pueblo hacia nosotros.

Bien recordamos que fue por aquellos mismos días, cuando la Unión Soviética se cubría de gloria y de prestigio lanzando el primer hombre al espacio, cuando el gobierno de Estados Unidos lanzaba contra nuestro pueblo su criminal invasión.  Tuvimos oportunidad de contrastar aquellos dos hechos:  el hecho en favor de la ciencia, en favor del progreso de la humanidad y de la paz; y el hecho cobarde e inescrupuloso de la invasión mercenaria, que inspirada en el propósito de recuperar sus privilegios y sus monopolios, lanzaron los imperialitas contra nuestro país.

Por eso, porque en nuestro recuerdo están bien presentes aquellos dos hechos, y por cuanto en aquellos mismos días nuestro pueblo, en un acto de gran heroísmo derrotó a los mercenarios invasores, y habiendo el Gobierno Revolucionario creado la Orden Nacional de Playa Girón para premiar a todos aquellos hombres que hayan realizado hechos extraordinarios en favor de la paz, y en favor de la ciencia, y en favor del progreso de la humanidad, o bien en la lucha contra el colonialismo y contra el imperialismo, nada más justo que condecorar con la primera Orden de Playa Girón al primer cosmonauta del mundo, al comandante Yuri Gagarin, para que así vaya siempre unido el recuerdo de esos dos hechos, que ocurrieron casi simultáneamente; para que así vaya siempre unido el recuerdo de esos dos actos heroicos; para que así vaya siempre unido el recuerdo de esas dos grandes victorias por la paz mundial.

Mas, no solo nos visita hoy un héroe de la Unión Soviética, sino que nos visita en compañía del comandante Gagarin otro gran hombre del mundo soviético, que ha recibido dos veces la Medalla de Héroe de la Unión, por sus hazañas en el Polo Norte, y por lo cual ha alcanzado también el grado de General de la Fuerza Aérea Soviética, el general Kamnin.

Otros países como la República Democrática Popular de Corea, la República Árabe Unida, y la República de Guinea, nos han enviado misiones especiales en conmemoración del 26 de Julio. Y otros países, como la India, Finlandia, Ghana y el Líbano, nos han enviado embajadores especiales. Y un gran número de otros países han acreditado a sus embajadores como representantes oficiales para los actos del 26 de Julio. También un gran número de hermanos de Latinoamérica, los siempre entusiastas dirigentes campesinos, obreros y estudiantiles de América Latina, que vienen a ver por sus propios ojos si es verdad o es mentira lo que se dice de nuestra Revolución; si es verdad lo que dicen los que la defienden, y si es o no mentira lo que dicen los que la combaten.

Porque claro que de nuestra Revolución se habla mucho, bien y mal.  Todos sabemos quienes hablan bien, y todos sabemos quienes hablan mal; todos sabemos quienes la defienden y quienes la combaten.  Y no son, precisamente, latifundistas, o presidentes de monopolios, o directores de prensa mercenaria y amarilla, los que integran las legiones de los defensores de la Revolución Cubana.

Es posible que la mentira y la calumnia sistemática encuentren entre los hombres del pueblo alguien que pueda ser víctima de la confusión; es posible que entre los hombres del pueblo puedan reclutar alguno que otro cerebro extraviado para hostilizar a nuestra Revolución.

¡Lo que es seguro es que jamás conquistarán el corazón de ningún verdadero obrero, de ningún verdadero campesino, de ningún verdadero intelectual, de ningún verdadero revolucionario! Y que lo mejor y lo más honesto de cada pueblo hermano de América Latina defiende a nuestra Revolución; que los hombres y las mujeres que son capaces de tener un pensamiento propio, y que tienen una idea cierta, una idea real y una idea clara de los problemas de nuestro continente, defienden a la Revolución.

Y esos no le harán jamás el juego, ni se harán eco jamás de las calumnias que contra nosotros se escriben, de las mentiras que contra nosotros repiten las agencias imperialistas y sus cómplices, los reaccionarios de todo el continente.  Porque las cosas que se dicen contra nuestra Revolución se desmienten por sí mismas; basta pensar solamente que los que escriben contra nosotros, y los que mienten contra nosotros son los explotadores del continente americano; que los que escriben y mienten contra nosotros son los filibusteros y los piratas que hay en este continente; que los que escriben y mienten contra nosotros son los que se han apoderado de los recursos naturales y de las riquezas de nuestros pueblos, y han estado lucrando y enriqueciéndose a costa del sudor y de la sangre de decenas y decenas de millones de hermanos de Latinoamérica.

Y si los que escriben y mienten y actúan contra la Revolución Cubana son esos, ello no quiere decir más que le duele en lo más profundo al imperialismo y a sus servidores lacayunos lo que la Revolución Cubana ha hecho en favor de la justicia, lo que la Revolución Cubana ha hecho a favor de los pobres, y de los explotados, y de los discriminados.

Si los explotadores nos atacan, si los filibusteros nos combaten, si los ladrones nos calumnian, si los discriminadores nos odian, es, sencillamente, porque somos amigos de los explotados y de los discriminados. Y eso define a nuestra Revolución, porque tenemos como un verdadero honor los ataques que nos han hecho los imperialistas; tenemos como un verdadero galardón el odio de los discriminadores y de los explotadores.

Porque los imperialistas han defendido y defienden a cuanto bandido hay en el mundo, los imperialistas han defendido y defienden a cuanto explotador y a cuanto criminal hay en el mundo; los imperialistas han defendido y defienden a cuanto reaccionario y a cuanto miserable déspota hay en el mundo.

Los imperialistas son defensores y son protectores y son generosos amigos de cuanto traidor, de cuanto mercenario y de cuanto enemigo de los pueblos hay en el mundo, de cuanto discriminador, de cuanto colonialista, y son amigos de toda la política de opresión y de explotación que haya en cualquier continente del mundo.

Y esos que defienden a los explotadores, esos que defienden a los déspotas, esos que defienden la discriminación, que defienden el colonialismo, que defienden todo lo malo que hay en el mundo, son los que nos combaten a nosotros.

Por eso, esa política se cae, es decir, esa campaña de mentiras y de calumnias contra la Revolución, se destruye por sí misma, porque el apoyo y la simpatía de los pueblos de América Latina hacia nuestra Revolución, por encima de todas las campañas que han hecho, por encima de la sistemática y diaria mentira que escriben contra nuestra Revolución, por encima de los intereses creados y los aliados del imperialismo en este continente, ese apoyo y esa simpatía espontánea hacia nuestra Revolución, que no ha podido ahogar la calumnia ni la mentira, es la prueba de que la Revolución Cubana se defiende por sí sola.

Por eso, nuestras primeras palabras de hoy, de agradecimiento por los honores que hemos recibido en este 26 de Julio, por el honor que nos hacen los visitantes que han venido por sí mismos a ver qué es lo que está ocurriendo en Cuba.

Como ustedes saben, el gobierno de Estados Unidos, de ese país que se llama “líder del mundo libre”, y país que se llama a sí mismo “país archidemocrático”…  si no que lo digan los negros del sur de Estados Unidos, ha prohibido a los ciudadanos de ese país visitar a Cuba, y un número considerable de estudiantes norteamericanos que se proponía visitar a nuestro país fue advertido de que serían condenados a 5 000 pesos de multa y a cinco años de cárcel.

Es decir que el “gran país líder del mundo libre y archidemocrático” no quiere permitir que sus estudiantes visiten a Cuba.  No quieren permitir que los ciudadanos norteamericanos vengan por sí mismos para ver qué es lo que está ocurriendo en Cuba, y prohíben visitar a nuestro país.

Esos no le harán jamás el juego

Nuestra actitud no es esa actitud.  Nuestra actitud es realmente la actitud de los gobiernos y de los pueblos que realmente creen en su causa, que realmente creen en lo que defienden.  Y por eso nosotros no les hemos prohibido a los ciudadanos norteamericanos que visiten a Cuba; por eso nosotros queremos que visiten a Cuba y que vengan muchos visitantes de América Latina y de todo el mundo, porque nosotros no tenemos nada que ocultar al mundo y sí, modestamente, podemos mostrar al mundo lo que hemos hecho en dos años y medio de revolución, y además, podemos explicarle también, por qué no hemos podido hacer más.  Y porque podemos explicarle al mundo, cómo hemos hecho lo que hemos hecho, en medio de cuantas agresiones, en medio de cuantos actos hostiles, y en medio de cuantas amenazas por parte del imperialismo.

Nosotros tampoco les prohibimos a los cubanos que vayan a Estados Unidos.  Nosotros no le prohibimos a nadie que pueda conocer esas “maravillas” de Estados Unidos. Las líneas aéreas se mantienen funcionando entre Cuba y Estados Unidos y el Gobierno Revolucionario autoriza a los que deseen ir a Estados Unidos y a los que deseen quedarse incluso en Estados Unidos. No les crea obstáculos de ninguna índole.

Es decir que al revés de lo que ellos hacen, que prohíben salir de Estados Unidos hacia Cuba, que prohíben visitar de Estados Unidos a Cuba, nosotros ni prohibimos visitar, ni prohibimos salir y quedarse en Estados Unidos ni pensamos hacerlo.

Bueno es aclarar estos puntos de vista de la Revolución en estos días precisamente; en este 26 de Julio, sobre el cual las agencias imperialistas, la prensa imperialista y reaccionaria y los enemigos de la Revolución, han estado haciendo circular toda clase de rumores:  “prepárense para el 26 de Julio”; “saquen pasajes antes del 26 de Julio”; “el 26 de Julio se acaba todo”.  “¿Qué es lo que van a aprobar el 26 de Julio?”  “¿Qué es lo que van a decidir el 26 de Julio?”

Desde luego, ¿a quiénes son a los que preocupan esos rumores?  ¿Quiénes son los que originan esos rumores?  Y, ¿quiénes son los que se hacen eco de esos rumores?

Y eso que la movilización no ha sido de carácter nacional como fue la primera movilización el 26 de Julio de 1959, porque en aquella ocasión se movilizó a los campesinos de todos los rincones del país y en esta ocasión no ha sucedido tal cosa.  Y que simultáneamente en Santiago de Cuba y en Camagüey se han estado registrando en el día de hoy dos otras grandes concentraciones.

El pueblo ha venido a darles respuesta a los intrigantes, el pueblo ha venido a darles respuesta a los reaccionarios, y ha venido a darles respuesta a los imperialistas; el pueblo ha venido a decirles:   ¡Estamos aquí, no se olviden de nosotros, estamos aquí presentes, no se olviden de que nosotros existimos!

Y los hombres y las mujeres del pueblo no han venido hoy aquí a tomar fresco, no han venido hoy aquí a pasear, no han venido hoy a divertirse, como vienen otras veces a las fiestas, no.  El pueblo ha venido hoy aquí a decir, como siempre, ¡presente!; el pueblo ha venido hoy aquí a demostrar que su espíritu revolucionario ha crecido, a demostrar que su convicción revolucionaria es más sólida que nunca; el pueblo ha venido aquí a decir que después de dos años y medio de revolución, quiere seguir haciendo revolución y quiere seguir con la Revolución.

Claro que los reaccionarios son incapaces de reunir jamás ni la quinta parte de los hombres y las mujeres que se reúnen aquí, y es lógico, porque los explotadores en ninguna parte pueden reunir al pueblo; los explotadores pueden reunir a las camarillas explotadoras, los defensores de la explotación no pueden reunir nunca a los explotados, no pueden reunir nunca a los discriminados, no pueden reunir nunca al pueblo verdaderamente.

El Comandante Fidel Castro junto al cosmonauta soviético Yuri Gagarin, durante su visita a Cuba, en el acto con motivo del 26 de Julio, celebrado en la Plaza de la Revolución.

Puede reunir al pueblo una revolución.  ¡Y aquí está el pueblo, aquí no están los grandes latifundistas, aquí no están los explotadores, aquí no están los representantes de los monopolios, aquí no están los esbirros, aquí no están los especuladores, aquí no están los ladrones, aquí está el pueblo!, porque solo una revolución justa y solo un gobierno justo pueden reunir al pueblo.  Solo cuando el pueblo cuenta, cuando el pueblo vale, cuando el pueblo decide, se puede reunir al pueblo.

Claro que los reaccionarios, que los imperialistas, dicen que ellos son los grandes demócratas.  Y nosotros, que podemos contar uno a uno aquí, y demostrar el extraordinario apoyo que tiene la Revolución en el pueblo; nosotros, que podemos contar uno a uno los corazones, y las almas, y las cabezas que apoyan y marchan junto a la Revolución.

Para los oligarcas, para los explotadores, esto no es democracia. Democracia es, para ellos, la politiquería; democracia es antifaz con que quieren encubrir la más inicua explotación del hombre por el hombre.  Para ellos, democracia es ese sistema en que cuentan solamente las minorías privilegiadas, en que cuentan solamente las pandillas monopolizadoras de los recursos y de las riquezas de la nación; para ellos, esto, esto para ellos no es democracia.

Claro que para ellos no es democracia, porque ellos no saben lo que es la democracia. Para ellos, lo de antes sí era democracia. ¿Y quién no se acuerda de lo de antes?, ¿quién se ha olvidado de lo de antes? Ningún gobierno podía reunir la décima parte del pueblo que aquí se reúne. Y para reunir al pueblo tenían que obligar al empleado público, tenían que pagar dinero, tenían que reclutar gente hambrienta, y ni a pesar de esas movilizaciones, ni a pesar del ron que repartían en los actos públicos, podían reunir al pueblo.

Decidían los problemas del país los políticos corrompidos, los malversadores, los explotadores. El pueblo no contaba para nada. Eso del pasado es lo que llama el imperialismo “democracia”; esa politiquería que sirve para encubrir la explotación, que sirve para burlar la voluntad y los intereses del pueblo, es lo que ellos llamaban “democracia”.

los explotadores eran los que gobernaban a nuestro país. Y ya hoy los explotadores no gobiernan en nuestro país. Los grandes privilegios, como dice el pueblo, “se llamaban”. Los supuestos derechos de los explotadores han desaparecido en nuestro país. Por eso esta no es una democracia de explotadores, de terratenientes y de monopolios.

Puede reunir al pueblo una revolución

La democracia que concibe el imperialismo es la democracia donde el pueblo no tiene ningún derecho, donde al pueblo le toman el pelo miserablemente, y donde gobiernan y deciden todos los problemas los explotadores y los privilegiados.  Esa democracia de los monopolios, esa democracia de los discriminadores, esa democracia de los explotadores, es la democracia de que habla el imperialismo.

Ahora nosotros hablamos de otra democracia:  la democracia del pueblo, la democracia de los trabajadores, la democracia de los campesinos, la democracia de los hombres y las mujeres humildes, la democracia de la mayoría de la nación, la democracia de los que antes eran explotados, la democracia de los que antes no tenían derechos. Y esta es la democracia verdadera, la democracia revolucionaria del pueblo, la democracia de los humildes, por los humildes y para los humildes.

Por eso el pueblo no se preocupa de rumores.  ¿Quiénes son los que se preocupan de rumores?  Nosotros nos imaginamos que el primero que se debe preocupar por la fecha del 26 de Julio, el primero de todos, es el señor Fulgencio Batista, que creo que está por Lisboa, o por un lugar de esos.  Los primeros que se preocupan de la fecha del 26 de Julio son los grandes esbirros y los grandes asesinos; los que se pueden preocupar por el 26 de Julio son los grandes explotadores, y los grandes privilegiados.  ¡Claro, esos sí se acuerdan y se preocupan, y se preocupan siempre, por el 26 de Julio!

La fecha del 26 de Julio es una fecha triste para el imperialismo, es una fecha dolorosa para los imperialistas yankis, para los monopolios extranjeros, para los grandes terratenientes, para los grandes magnates de la industria y de las finanzas, para los grandes especuladores, para los grandes jugadores, para los grandes contrabandistas; es una fecha dolorosa y triste para aquellos generalotes que se enseñoreaban en nuestro país; es una fecha dolorosa y triste para los politiqueros; es una fecha dolorosa y triste para los grandes criminales; es una fecha dolorosa y triste para todos los enemigos del pueblo.  Y, claro, la Revolución es dolorosa y es triste para quienes han visto desaparecer sus privilegios con las leyes de la Revolución; esos son los que se preocupan del 26 de Julio.

El pueblo, el pueblo no se preocupa por esos rumores; por más que a veces los contrarrevolucionarios inventen las cosas más absurdas, como aquellas cosas de que se les iba a quitar la patria potestad a las familias; por más que inventen las cosas mas absurdas, para tratar de desorientar y de confundir al pueblo, la realidad es que la experiencia ha demostrado que el pueblo no se preocupa por esos rumores.  Se preocupan, y se hacen eco, y lanzan rumores, sencillamente aquellos para quienes la Revolución es desagradable.  ¡Claro está que el propietario de un latifundio de 1 000 caballerías de tierra, o el propietario de 100 apartamentos, o el propietario de un banco, o el propietario de un monopolio, es lógico que todo lo que le huela a revolución y todo lo que le huela a la fecha del 26 de Julio le produzca miedo, porque ellos actúan de acuerdo con sus reflejos condicionados!  La fecha del 26 de Julio les es dolorosa, de la misma manera que la fecha del 10 de marzo les es grata.

Pero el 26 de Julio, el 26 de Julio, no iba a pasar nada.  ¿Qué es lo que tenía que pasar aquí que no haya pasado?  ¿Es que son tantos los privilegios que les quedan a los reaccionarios en nuestro país, es que son tantos los intereses que les quedan, que están preocupados por nuevas leyes de la Revolución?  Las leyes fundamentales de la Revolución ya están hechas, las leyes fundamentales de la Revolución hace rato que están aprobadas; las leyes que cambiaron radicalmente el régimen económico y social de nuestro país, ya hace rato que tienen vigencia en nuestro país.

La fecha del 26 de Julio era sencillamente, y es, una fecha de júbilo para todo el pueblo.  No había para esta fecha ninguna ley especial, no había para esta fecha ninguna ley extraordinaria.  Las grandes leyes de la Revolución, como la Reforma Agraria, la Reforma Urbana, la nacionalización de los monopolios extranjeros (Aplausos), la nacionalización de las grandes industrias, la nacionalización de la enseñanza, esas leyes fundamentales y extraordinarias, que cambiaron el curso de la historia de nuestro país, son leyes que han sido aprobadas desde hace rato.

Si la reacción, si a las clases explotadoras, les quedaran grandes privilegios, o les hubiesen quedado grandes privilegios, con seguridad que hace mucho rato que ya esos privilegios habrían desaparecido, ¡porque la Revolución no iba a esperar a este 26 de Julio, casi tres años, para erradicar esos privilegios! La Revolución habría hecho mucho antes lo que hubiese sido necesario hacer contra los grandes privilegios.

Por eso, ni en esta fecha ni en ninguna otra fecha, caben los rumores sobre medidas del Gobierno Revolucionario, porque todas las grandes leyes de la Revolución han sido aprobadas ya y, sencillamente, lo que la Revolución tiene por delante es la tarea de sacar el máximo provecho de todas sus leyes, y de todas las instituciones, y de todos los pasos que ha dado.

El 26 no se acaba nada, el 26 empieza todo; el 26 empezó la Revolución.  ¿Tenían miedo acaso los contrarrevolucionarios de que prohibiéramos salir de Cuba?  Pues que no tengan ningún miedo, que aquí no se le prohibirá a nadie que quiera marcharse a disfrutar de las “maravillas” del imperialismo yanki.  Nosotros sabemos que hay personas que no se pueden adaptar a una revolución, nosotros sabemos que los parásitos no se pueden adaptar a una revolución; es muy difícil que los explotadores se puedan adaptar a una revolución.

El imperialismo trata de hacer propaganda con los que se van; eso es, sencillamente, para sorprender a los incautos fuera de Cuba.  Los que se van de Cuba son, sencillamente, los que no se pueden adaptar a una revolución que ha acabado con el parasitismo.  ¿A dónde van los mosquitos?  ¡A donde hay pantano!  ¿A dónde van las larvas y los gusanos?  ¡A donde hay pudrición! Los parásitos, las larvas, los que no se pueden resignar al trabajo, se van a donde creen que todavía pueden seguir explotando a otros trabajadores, se van a donde creen que pueden seguir explotando al hombre; los gusanos y los mosquitos, se van al pantano, se van a la pudrición, igual que los contrarrevolucionarios, los reaccionarios, los parásitos, se van de un país donde desapareció la explotación para un país donde sigue la explotación del hombre por el hombre.  Porque aquí, el discriminador no se puede resignar a que ya no existan las llamadas “sociedades exclusivas”, no resiste que hayan sociedades donde vaya el pueblo, y entonces se va a la Florida, se va a la Louisiana, se va a Nueva Orleans, se va a Estados Unidos, donde se encuentra infinidad de clubes aristocráticos donde existe la discriminación y donde ellos pueden seguir aspirando a ir, con carácter exclusivo.

Desde luego, no han tenido presente que allí lo van a discriminar también, pero no lo van a discriminar a título de negro, lo van a discriminar a título de latino, y le van a decir:  “¡Este es cubano, este es latino, este no debe entrar en nuestra sociedad de raza superior yanki!”. Es claro que ellos van allá con la esperanza de seguir en su sistema de explotación del hombre, seguir en su sistema de privilegios.

Es lógico que una revolución traiga como consecuencia que los parásitos se quieran marchar, y entonces el imperialismo hace campaña con eso y dice:  “Tantos cubanos se han ido de Cuba; vienen huyendo de aquel régimen asfixiante y vienen a respirar el aire libre de Estados Unidos”.  Es decir que todos los parásitos se van huyendo de aquí, sí, este es un régimen asfixiante para los parásitos, y entonces los parásitos se van a vivir allí donde pueden respirar la atmósfera de los privilegios y el aire de la explotación.

El 26 de Julio es una fecha de júbilo para todo el pueblo

Ellos hacen propaganda con eso, pero a nosotros no nos importa, nosotros entendemos el problema perfectamente bien:  ¿Que se quieren ir unos cuantos parásitos todos los meses?, pues ¡que se vayan unos cuantos parásitos todos los meses!

Por otro lado, mientras los parásitos se van, hay muchos cubanos, obreros en Estados Unidos, que los hacían trabajar 10 y 12 horas, y los maltrataban, y los despreciaban, que están regresando a Cuba por miles también.  Los explotadores se van, y los explotados vienen; los cubanos explotadores se van, y los cubanos explotados regresan a su país, donde son recibidos con los brazos abiertos.

No tema nadie que se le vaya a prohibir marcharse a Estados Unidos; todos los parásitos que quieran marcharse ¡que les vaya bien!, que ya tendrán tiempo de sobra para recapacitar, ya tendrán tiempo de sobra para echarle de menos a esta isla bella y maravillosa, ya tendrán tiempo para echarle de menos a nuestro sol, a nuestro aire, a nuestras playas y, sobre todo, ¡ya tendrán tiempo para echarle de menos al calor de una patria soberana y de una patria justa!, ¡ya tendrán tiempo de echarle de menos al orgullo y a la satisfacción de vivir con dignidad, en su propia patria!, ¡ya tendrán tiempo de echarle de menos al respeto que todo hombre y mujer goza en nuestro país, al lugar que cada hombre y mujer, por humilde que sea, goza hoy en nuestro país!

Las agencias cablegráficas yankis venían realizando una serie de especulaciones sobre este 26 de Julio desde hace muchos días:  que si hoy se iba a declarar tal cosa, que si hoy se iba a declarar la integración de la fuerza revolucionaria, que si hoy se iban a hacer tales pronunciamientos.  Es natural que las especulaciones de las agencias del imperialismo obedecen a ciertas maniobras y a ciertos planes de tipo político.

La integración revolucionaria es un proceso que viene produciéndose desde hace mucho rato, en la base, en el pueblo.  Desde los primeros meses de la Revolución, en que las fuerzas revolucionarias estaban integradas por un conjunto heterogéneo, de múltiples organizaciones, a un proceso, a una etapa en que el pueblo, unido cada vez más, marcha cada vez más hacia una integración homogénea en una sola organización revolucionaria.  Porque, claro, eso es la consecuencia de la unión cada vez mayor del pueblo en la Revolución; es que la Revolución ha tenido la virtud de unir a todo el pueblo, ha tenido la virtud de unir a todo el pueblo con ella, ha tenido la virtud de unir a todo el pueblo en sus aspiraciones de justicia y en los éxitos alcanzados hasta hoy.

Es claro que el enemigo mayor de toda revolución es la división, que el aliado mejor de los enemigos de los pueblos es el divisionismo.  Un pueblo debe marchar unido, un pueblo que quiera establecer un verdadero régimen de justicia debe marchar unido, como un solo pueblo.  En la unión de ese pueblo está la fuerza, en la unión de ese pueblo está su invencibilidad, y la historia de esta Revolución prueba que un pueblo unido es invencible, ¡la historia de esta Revolución prueba que en la unión está la fuerza!, la historia de esta Revolución demuestra que el peor enemigo del éxito de una revolución y de un pueblo es el divisionismo.

Foto: Prensa Latina

Eso es lo que significa la integración de las organizaciones revolucionarias.  Pero ¿es que hoy se iba a declarar esa integración?  No, esa integración se viene produciendo, por la base, desde hace meses; el proceso de integración todavía no se ha concluido, se está llevando a vías de hecho, y en un momento determinado ya estará culminado ese proceso de unión de todos los revolucionarios en una organización revolucionaria, y que será la organización representativa del pueblo revolucionario de Cuba, esa organización producto de la unión de todas las organizaciones revolucionarias.

¿Qué quiere decir que la Revolución es socialista?

Es claro que al imperialismo le preocupa eso.  ¿Qué quiere el imperialismo?  Que haya varias organizaciones revolucionarias, pero, además, que se fajen entre sí; que existan pugnas entre esas organizaciones revolucionarias, para debilitar la Revolución.  Pero ¿qué es lo que quiere el pueblo?  El pueblo quiere fortalecer la Revolución, el pueblo quiere que su Revolución sea fuerte y que la Revolución pueda defenderse de los ataques de sus enemigos.  El pueblo quiere, por eso, que los revolucionarios se unan; el pueblo quiere, por eso, que una organización revolucionaria sea la organización de todos los revolucionarios.

Desde luego que nada de lo que la Revolución hace le conviene al imperialismo, al imperialismo no le conviene nada de lo que la Revolución hace, el imperialismo tiene que combatir lo que la Revolución hace.  ¿Qué es lo que le conviene al imperialismo?  Que la Revolución haga las cosas mal hechas, que la Revolución se divida, que la Revolución se debilite, que la Revolución carezca de disciplina, que la Revolución carezca de organización, y eso es precisamente lo que no vamos a hacer los revolucionarios.  Nosotros queremos fortalecer la Revolución en su ideología, en su organización y en su disciplina, porque sabemos que eso hará a la Revolución cada vez más invencible y cada vez hará más impotentes a los imperialistas y a los reaccionarios frente a la Revolución; pero para declarar unidas las fuerzas revolucionarias no hay que esperar una fecha, cuando ese proceso de integración haya concluido, cuando ese momento llegue, sencillamente se irá explicando y se declarará al pueblo ese momento en que se haya terminado el proceso de unificación.

Se hablaba de que si el 26 de Julio se iba a declarar tal o más cual cosa.  Son simples tonterías.  La Revolución no tiene que esperar una fecha, la Revolución debe hacer cada cosa en el momento oportuno que le corresponda.

Nosotros hemos declarado que la Revolución es socialista. ¿Qué quiere decir que la Revolución es socialista?, ¿quiere decir que aquí todo está socializado?  No.  ¿Quiere decir que aquí todo se va a socializar en el acto?  No.  Es que la Revolución es un proceso, y es que el socialismo tampoco se logra por decreto.  El socialismo es un régimen económico y social que se alcanza a través de un proceso; no se logra por decreto.  Por decreto se pueden nacionalizar los centrales azucareros, por decreto se pueden nacionalizar los bancos, por decreto se pueden nacionalizar las grandes industrias, por decreto se pueden ir adoptando una serie de medidas, pero por decretó no se logra un régimen económico-social acabado.  Entre otras cosas, la Revolución es un proceso de educación del pueblo, es un proceso de formación de conciencia revolucionaria.

Declarar que la Revolución es socialista significa que la Revolución avanza hacia un régimen económico y social socialista, sin explotación del hombre por el hombre.  Pero es que cuando en Asamblea General Nacional, en una concentración de esta magnitud, se acordó la Declaración de La Habana, el pueblo de Cuba acordó una Declaración de La Habana, en la cual todos sus puntos esenciales son los puntos esenciales del socialismo.

Y, entre otras cosas, cuando la Declaración de La Habana condenaba la explotación del hombre por el hombre, y condenaba el colonialismo, y condenaba el imperialismo, y condenaba la explotación de un pueblo por las empresas monopolistas de otro país; cuando condenaba el latifundismo, cuando declaraba el derecho del hombre al fruto de su trabajo; cuando declaraba el derecho de los jóvenes a la educación; cuando declaraba el derecho de los campesinos a la tierra, sencillamente estaba convirtiendo en una declaración de principios muchas de las cosas que la Revolución había hecho, y al mismo tiempo estaba concretando en fórmulas las aspiraciones de la Revolución Cubana.

Pero es preciso entender esto bien, es preciso no solo que lo entiendan los dirigentes revolucionarios, es preciso que lo entienda el pueblo, porque lo más importante de todo es que el pueblo comprenda; lo más importante de todo es que el pueblo sepa.  Una empresa  revolucionaria no es obra de dirigentes revolucionarios, es obra de todo un pueblo, es obra y es tarea de las masas del pueblo.  Es preciso que el pueblo comprenda que la Revolución es un proceso que se propone alcanzar determinadas metas, y que esas metas no se logran por decreto, y que esas metas no se logran en 24 horas.

Es preciso que el pueblo comprenda el socialismo, que el pueblo sepa qué es el socialismo, y que el pueblo sepa cómo se llega al socialismo, sociedad en que la explotación del hombre habrá desaparecido por completo, y que al desaparecer la explotación de una clase por otra clase, entonces sí llegaremos a un régimen de verdadera justicia y de verdadera igualdad entre los hombres, sin clases explotadoras y sin clases explotadas.

Pero es necesario, es imprescindible que el pueblo conozca qué es el socialismo, en qué consiste el socialismo y cómo se llega a esa sociedad, y que a esa sociedad no se llega en 24 horas, ni en un mes, ni en dos años, y que a esa sociedad más justa no se llega si no es también sobre la base del trabajo y sobre la base del desarrollo económico de la nación, y sobre la base del desarrollo de nuestras riquezas, porque es imposible establecer esa sociedad más justa sin un aumento extraordinario en la producción de bienes, que permitan a todos los ciudadanos de un país la satisfacción de todas sus necesidades.

Con grandes sueños, con grandes ideas, y con grandes intenciones, y con grandes deseos, no llegamos a esa sociedad más justa.  Hay que llegar a ella a través de un proceso y a través de un gran esfuerzo.  ¿Quiere decir esto que hay que imponer el socialismo por la fuerza?  No.  ¿Ha impuesto el Gobierno Revolucionario el socialismo por la fuerza, o es el socialismo una consecuencia de la revolución de un pueblo que aspira a la justicia?

Es decir que es la consecuencia del convencimiento de un pueblo, es la consecuencia de la persuasión del pueblo, es la consecuencia de la educación del pueblo.  Eso quiere decir que nosotros tampoco debemos imponerles a los demás nuestras ideas por la fuerza, sino que nosotros debemos conquistar a los que no comprendan nuestras ideas, conquistarlos por la persuasión y por la razón.  Eso quiere decir que en ese proceso nosotros debemos aspirar a que el pueblo se eduque, y nosotros tenemos que aspirar a que todo hombre humilde, todo hombre explotado, todo hombre honrado, comprenda nuestras ideas y apoye nuestras ideas.

Es preciso, además, que el pueblo comprenda que esa no es una tarea fácil.  ¿Por qué la contrarrevolución lanza a rodar bolas, con fines interesados?, ¿por qué la contrarrevolución se esfuerza en lanzar tantas bolas?  La contrarrevolución trata de lanzar bolas para sumarse a ella ciertas capas de la población que son susceptibles de ser soliviantadas mediante el temor, mediante el miedo y mediante el rumor.  La contrarrevolución no lanza bolas para conquistar al obrero, no lanza bolas para conquistar a los antiguos explotados; la contrarrevolución lanza bolas para conquistar a determinadas clases sociales, determinadas capas sociales de la clase media y de la pequeña burguesía para lanzarlas a combatir contra los obreros y contra los campesinos.

La contrarrevolución trata de aislar a la clase obrera y a la clase campesina; la contrarrevolución trata de dejar solos a los obreros, solos a los campesinos, si es posible dividir a los obreros y a los campesinos y, además, lanzar contra esa clase obrera y campesina a todas las capas medias de la población, a fin de que sirvan los intereses de los grandes explotadores que quieren regresar al gobierno de la nación.

Esto significa que la Revolución, representativa de los intereses fundamentalmente de la clase obrera y de la clase campesina, tiene que comprender perfectamente que la Revolución es un proceso, que en ese proceso debe tratar de sumarse la mayor parte posible de los elementos medios de la población.  Es decir, no arrojar esas capas en brazos de la contrarrevolución y de la reacción, sino sumarse esas capas y asimilar esas capas a la Revolución.

Esa es la única estrategia inteligente y correcta de la clase obrera y de la clase campesina, es la única estrategia correcta e inteligente de la Revolución.

Eso quiere decir que la Revolución debe tener un tratamiento especial para esas capas, que no debe ser igual al tratamiento para con los grandes monopolios, es decir, para los grandes terratenientes, los grandes industriales y la gran burguesía comercial y financiera.  El tratamiento con esas capas debe ser un tratamiento correcto, un tratamiento político y un tratamiento inteligente para asimilarlas a la Revolución.

Debe tenerse en cuenta que hay una gran capa de la población que vive del pequeño comercio, de la pequeña industria, del trabajo por cuenta propia, de talleres propios, y que esa es una capa numerosa.  Es decir que queda el pequeño industrial, queda el pequeño comerciante.  Y la Revolución debe tener con esas capas de la población una política inteligente y una política correcta.

Pronuncia discurso en el acto central por el VIII Aniversario del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos M. de Céspedes, celebrado en la Plaza de la Revolución, en La Habana. Foto: Prensa Latina

Nosotros nos hemos encontrado alguna gente que nos han preguntado:  “¿Qué?, ¿cuándo les vamos a meter mano a todos los pequeños comercios?”  Y entonces nosotros nos damos cuenta de que esa persona posiblemente esté hablando de buena fe, posiblemente crea que eso es lo más revolucionario, y no comprenda que eso sería, precisamente, lo más contrarrevolucionario, que eso sería lo más negativo. ¿Por qué?:  porque convierte en enemigos de la Revolución a sectores que la Revolución debe asimilar, que la Revolución debe tener y mantener al lado suyo, hasta que hayan sido asimilados por la Revolución.

¿Por qué es contrarrevolucionaria esa política?  Porque le crea a la Revolución más enemigos, porque divide el frente interno, porque desconoce que nuestra batalla fundamental es contra los grandes intereses imperialistas, los grandes intereses monopolistas que quieren aplastar a la Revolución y que frente a esos intereses la Revolución debe ofrecerles un sólido frente interno de lucha.

¿Por qué nosotros hablamos de este problema?  Porque este es un problema que no basta que lo conozcan los dirigentes, sino que lo conozcan las masas; debe ser también una política de masas, puesto que nada pueden hacer los dirigentes de una revolución si las ideas de la revolución no se convierten en conciencia de las grandes masas revolucionarias y porque las masas revolucionarias en todas partes deben ir cumpliendo las consignas de la revolución.

Hay infinidad de pequeños negocios, hay infinidad de “timbiriches”, hay infinidad de pequeños talleres, hay infinidad de gente que trabaja por su propia cuenta, y la contrarrevolución trata de asustar a esas capas de la población.  Claro está que la Revolución no tiene desarrollo suficiente, ni tiene cuadros suficientes para prestar todos esos servicios que en muchas ocasiones prestan pequeños negocios y pequeñas industrias, pero los contrarrevolucionarios quieren asustar a esas familias y, desde luego, como la Revolución aplicó medidas confiscatorias contra los grandes propietarios, contra los grandes negociantes, la contrarrevolución trata de hacerles ver a esas capas de la población que las van a confiscar también y que las van a dejar también sin bienes ni recursos.

Es imprescindible que el pueblo comprenda, que todas esas capas de la Revolución comprendan que el socialismo es la aspiración de una sociedad mas justa, sin explotadores y sin explotados, pero que el socialismo no es una sociedad exclusivista, que el socialismo no pretende que vivan unos y otros no vivan, que el socialismo es la aspiración a que todo hombre y mujer tenga la oportunidad de vivir decorosamente y que, por tanto, todos los hombres y todas las mujeres honrados de un país caben dentro del socialismo, y todos los hombres y todas las mujeres honrados del país pueden ayudar a hacer el socialismo.

Es lógico que si a cualquier familia que tiene un pequeño negocio como medio de vida se le amenaza con quitarle lo que tiene y dejarlo en la calle pasando hambre, es lógico que a cualquier padre de familia a quien le pinten el cuadro de su mujer y sus hijos sin el pan que él les pueda llevar, ese hombre se llene de terror frente a la Revolución, ese hombre se llene de miedo frente a la Revolución, y ese hombre pueda ser conquistado por los contrarrevolucionarios.  Porque ningún hombre puede alegar derechos a explotar a otros hombres, pero sí cualquier hombre puede decir:  “yo lo que quiero es tener también una oportunidad de vivir; yo vivía dentro de un régimen capitalista, dentro de ese régimen capitalista me adapté a tales condiciones, yo lo que quiero es también adaptarme a las condiciones del socialismo y vivir honradamente dentro del socialismo”.  Hay que evitar que le puedan presentar a ningún ciudadano el cuadro de quedarse en la calle sin sustento, hay que evitar que ninguna familia pueda decir o pueda albergar el temor de que la dejen, de la noche a la mañana, sin sus medios de vida.

El capitalismo se caracterizaba por su crueldad, al capitalismo no le importaba la suerte de ningún hombre o mujer del pueblo, que estuviera en la calle sin trabajo, sin medios de vida, sin hogar y con hambre; el capitalismo era cruel con los ciudadanos del país y se desinteresaba de la suerte de cualquier ciudadano del país.  El socialismo no puede jamás actuar con los métodos característicos del capitalismo, ¡al socialismo le interesa la suerte de cualquier hombre o mujer del país, le interesa el pan y el trabajo de cualquier hombre o mujer del país!

Y por eso, por eso, nosotros podemos tranquilamente decir que el que quiera marcharse se marche, pero nosotros podemos hacer eso si nosotros realmente establecemos en nuestro país condiciones absolutamente justas, de manera que el que se marche es porque quiere, que el que se marche no sea porque no le den oportunidad de vivir aquí y de trabajar, sino que se marche porque no quiera vivir honradamente, que se marche porque no quiera ganarse el pan trabajando honradamente, que el que se marche sea, sencillamente, porque no le da la gana de aprovechar la oportunidad que la patria le brinda.  Y ese, si se quiere marchar, ¡que se marche!

Naturalmente que la Revolución no transcurre de una manera fácil, la Revolución no es algo que se desenvuelva de manera sencilla y sin problemas.  Hay casos en que las leyes de la Revolución son muy duras para algunas personas, hay casos; incluso debemos decir más, debemos decir que a veces nosotros, enfrascados en la batalla revolucionaria, no hemos tenido tiempo de contemplar esos casos.

Cuando se hicieron las leyes de nacionalización, desde luego, de todos los monopolios norteamericanos, ¡perfecto!, todos esos monopolios son multimillonarios, todos esos monopolios tienen inversiones y grandes capitales en Estados Unidos, a nosotros no tenía que preocuparnos absolutamente para nada la nacionalización de los grandes monopolios.  Cuando la Revolución hizo otra ley, como fue la Ley de Reforma Urbana, esa ley afectaba decenas de miles de personas; sin embargo, la ley fue muy bien hecha, porque tuvo en cuenta el caso de todas aquellas familias que vivían de la renta de una casa, y entonces la tuvo en cuenta y esas familias han seguido cobrando, que la Reforma Urbana les continúe pasando lo que ellos devengaban, es decir que fue una ley que no dejó pasando hambre a ninguna familia, a ninguna anciana que estuviera dependiendo de una renta de sesenta o setenta pesos, de una casa.

Cuando hicimos la Reforma Agraria, sin embargo, nuestra ley fue deficiente en cuanto no contemplamos el caso ese, de familias muy humildes, que los había, que vivían de la renta de la tierra; es decir, de los que no eran grandes latifundistas.  En ese sentido, la ley agraria no fue una ley tan justa y tan perfecta, es decir, justa en sus propósitos, pero en su mecanismo y en su regulación no fue tan justa como la Ley de la Reforma Urbana, porque no contempló esos casos.

Por ejemplo, con la Ley de Reforma Agraria, a los grandes latifundistas les quedó una parte de la tierra; con la ley de nacionalización de las industrias nacionales, ocurrió que no les quedó nada a algunos de esos dueños de grandes industrias.  Naturalmente que la reacción de todos los grandes industriales frente a una ley como esa es irse del país, aunque les den oportunidad de trabajar; aunque el gobierno les dé oportunidad de ganarse la vida honradamente, se van, y eso es lo que ha ocurrido.  Pero se ha dado, por excepción, algún caso de familias que al perder esa industria se quedaron “en la calle y sin llavín”, sin un centavo.  Naturalmente que eso no es lo ideal.  Nosotros recordamos que una vez dijimos que si alguna de esas familias se quedaba sin un solo centavo, nosotros estábamos dispuestos a pasarle una pensión o pasarle alguna ayuda.

Entendemos que sería justo, aun esos casos de todas aquellas familias, ya de cierta edad, que no puedan trabajar en otra cosa, que les hayan sido nacionalizados todos sus bienes, que ya no pueden vivir como millonarios, que ya no pueden explotar a nadie, si esos quieren quedarse aquí, que el Gobierno Revolucionario esté dispuesto a darles una pensión, si su edad y sus condiciones lo exigen, es decir, si ya no se pueden adaptar, por la edad, no están en condiciones de realizar otro trabajo.

¿Qué quiere decir eso?  Que la Revolución debe tratar de actuar de manera que sus actos no los pueda impugnar nadie, de manera que sus actos no los puedan presentar como actos de crueldad, y que nadie pueda sacar el caso del infeliz “don fulano”, que se quedó pasando hambre, sin un solo centavo.  Sencillamente, que la Revolución diga:  “no, hasta tú que fuiste gran explotador, hasta tú, que fuiste gran magnate de industrias, ahora, tú no puedes explotar a nadie; ahora tú no puedes explotar el trabajo de cientos de trabajadores; ahora, tú no puedes explotar a nadie, pero el Gobierno Revolucionario no puede dejarte a ti y a tu familia pasando hambre en la calle; el Gobierno Revolucionario tiene incluso una solución para ti si eres demasiado viejo y ya no puedes trabajar, pero no le tengas miedo a la Revolución”.

Naturalmente que ese caso es por excepción con los grandes magnates de la industria.  Por excepción.  La mayor parte se marchó.  La mayor parte no se resignó.  Ahora bien:  queda una capa numerosa que no es la capa de los grandes magnates, que tampoco es una capa tan reducida como la de los grandes magnates.  Respecto a esta capa de la población es que la Revolución debe esforzarse en tener una política correcta; una política acertada.

¿Quiere decir que el comercio vivirá eternamente?  No, el comercio no vivirá eternamente.  El comercio desaparecerá con la Revolución. ¿Los negocios que emplean obreros continuarán eternamente?  No.  Nosotros debemos empezar por decir que ni el comercio ni esos negocios van a durar eternamente, y que al final del proceso revolucionario esos tipos de negocios habrán desaparecido.

Junto al primer cosmonauta del mundo el soviético Yuri Gagarin en la conmemoración del VIII Aniversario del ataque a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, celebrado en la Plaza de la Revolución. Foto: Prensa Latina

Eso es algo que deben saber los propios interesados.  Lo que queremos decir es que esos negocios no se pueden desaparecer ni se deben desaparecer de la noche a la mañana.  Lo que quiero decir es que a la capa de la población que vive de esos pequeños negocios hay que quitarle el miedo al hambre.  Hay que quitarle el miedo de verse despojados de sus medios de vida repentinamente, sin compensación, y sin oportunidad de poderse ganar la vida en el país.  Porque hay muchos pequeños comerciantes que lo que les preocupa no es que desaparezca el comercio dentro de cinco, dentro de diez o dentro de quince años; eso no les preocupa.  Ni de pequeños industriales, les preocupa que vaya a desaparecer ese negocio.  Lo que les preocupa es la idea de que de la noche a la mañana va a llegar un interventor, lo va a dejar en la calle, y se va a quedar en la calle y sin llavín.  Es decir, sin trabajo, sin negocio, sin dinero, sin comida.

Y los contrarrevolucionarios tratan de explotar eso.  ¿Cuál es la idea que el Gobierno Revolucionario debe llevar al ánimo de todas esas capas?  Pues lo siguiente:  Tu comercio no será eterno.  Tu industria no será eterna.  Todo eso desaparecerá en la misma medida en que se desarrolle la Revolución, porque el mismo desarrollo de la Revolución exigirá tal número de brazos en empleos más remunerativos que nadie podrá encontrar individuos dispuestos a estar trabajando en un sistema de empresa artesanal que de ninguna manera podrá pagarle los ingresos que le pague una gran empresa industrial o comercial.

Es decir que todo ese sistema de negocios, paulatinamente irá desapareciendo como consecuencia del proceso revolucionario.  Pero lo que hay que darles a esas capas de la población con la misma seguridad de que van a desaparecer en el transcurso de los años —no en el transcurso de los meses, sino en el transcurso de varios años— este tipo de negocio y ese modo de vida, darles también la seguridad de que no se quedarán en la calle sin ingresos, sin trabajo, sin medios de ganarse la vida decorosamente, y sin compensación.

La Revolución es un proceso muy difícil

Esa es la idea que los revolucionarios, los obreros, los campesinos, los estudiantes, debemos llevar a esas capas, porque nosotros no somos un pueblo inmaduro; nosotros no debemos actuar como revolucionarios inmaduros.  Debemos actuar como revolucionarios que saben lo que están haciendo, como revolucionarios que saben analizar las distintas clases sociales y que saben aplicar la política que corresponda a las distintas capas sociales en este proceso hacia la desaparición de la explotación del hombre por el hombre y hacia la desaparición de las clases explotadoras y de las clases explotadas.

En eso consiste el problema:  en que nosotros no debemos permitir que la contrarrevolución atraiga a sus filas capas de la población que pueden ser atraídas a las filas de la Revolución.

Entendemos que es muy importante aprovechar esta oportunidad para exponer estas ideas y definir estos criterios ante el pueblo de Cuba, porque esta no es tarea solo de los cuadros dirigentes de la Revolución, sino que es también tarea de las masas de la Revolución, y es necesario que las masas de la Revolución comprendan y apliquen estas ideas, y ninguna oportunidad mejor que esta en una concentración tan formidable y tan revolucionaria como esta.

Con esa política la Revolución será cada día más fuerte y será cada día más invencible.  La Revolución, desde luego que no es un proceso sencillo, que no es un proceso fácil.  La Revolución es un proceso muy difícil, porque la Revolución surge de un régimen social explotador, surge de un régimen social caótico, donde mil intereses se entrelazan y se unen, y donde el sistema de privilegios luego alcanza incluso a sectores que no son reducidos, donde los privilegios y los beneficios de aquel régimen alcanzan incluso a sectores amplios de la población; y por eso no es fácil hacer una revolución.  Si hacer revoluciones fuera fácil ya se habría producido una revolución y se habrían resuelto todos los problemas en todas partes del mundo.  Pero hacer una revolución es una tarea difícil, una tarea que requiere mucha paciencia y una tarea que requiere actuar con mucha certeza y que requiere actuar correctamente.

Hemos querido aprovechar esta oportunidad para tratar estos temas. Nada se va a acabar el 26 de Julio.  Me imagino que los contrarrevolucionarios se habrán llevado un gran chasco, porque se demostró aquí una vez más que son unos farsantes y sembradores de rumores falsos.  Se van a llevar el chasco de esta gigantesca concentración del día de hoy.

Parece que la garganta no me quiere acompañar mucho.  Yo le había dicho al comandante Gagarin que mientras yo pronunciara mi discurso él le podía dar dos veces la vuelta a la Tierra.  El dice que hasta ahora nada más habría podido darle una vuelta y media a la Tierra.  Es decir que me queda media vuelta para cumplir mi palabra, pero la garganta no me quiere acompañar mucho en el día de hoy.

Sin embargo, nosotros sin esforzarnos mucho vamos a tratar algunas cosas que es necesario tratar en el día de hoy.

Bueno, ustedes van a dejarme terminar.  No vayan a creer que es que no puedo hablar, es que parece que me he estado esforzando, hacía tiempo que no hablaba, había perdido un poco la costumbre.

En este 26 de Julio, nosotros tenemos que saber en qué momento nos hallamos.  En resumen, pudiera decirse que la Revolución en estos dos años y siete meses ha logrado éxitos extraordinarios, verdaderamente impresionantes, en casi todos los campos.

Los contrarrevolucionarios se han estado haciendo ilusiones.  ¿Saben con qué se han estado haciendo ilusiones los contrarrevolucionarios, saben con qué?  Pues dicen que va a haber hambre…  ¿Por qué nos reímos nosotros de lo que dicen los contrarrevolucionarios?  Claro está que toda la política de la contrarrevolución y del imperialismo —se me ha puesto bien la voz— consistía en tratar de crearnos a nosotros dificultades de tipo económico, para ver cómo se producía el descontento en el pueblo.  Es decir que ellos creían que este era un pueblo masoquista o algo; es decir que lo iban a estar maltratando, agrediendo por todos los medios, y cuando tuviera que sufrir las consecuencias de esas agresiones iba a implorarle el perdón al imperialismo, e iba a arrodillarse delante del imperialismo.

Nosotros, desde el primer momento sabíamos que estaban equivocados y que el resultado que ellos iban a lograr con todas sus agresiones era precisamente todo lo contrario.  Cuando trataron de dejarnos sin petróleo, cuando nos arrebataron nuestra cuota azucarera, después que habían creado en nuestro país una economía basada en el monocultivo azucarero, después que establecieron el embargo de las piezas de repuesto y de las materias primas, tanto para la industria como para la maquinaria agrícola, y después que se cansaron de realizar contra nosotros todas esas agresiones, y de preparar el sabotaje, de preparar el terrorismo, de amenazar, de obligarnos a gastar grandes energías en la defensa militar, y de agredir a nuestro país, ellos, después que hicieron todo eso, al cabo de dos años y medio se encuentran con que los resultados esperados no se observan por ninguna parte.

Lo último que hicieron fue, precisamente, embargar las grasas que venían para nuestro país.  Además, hay el hecho de que después del triunfo de la Revolución, el pueblo tiene anualmente en sus bolsillos para gastar más de 500 millones sobre lo que tenía en el momento en que triunfó la Revolución.  Es decir que nuestro pueblo cuenta con 500 millones más para gastar; muchas familias, numerosas, donde había uno trabajando, hoy hay cinco, seis, y a veces hasta más; los ingresos de la familia se han aumentado extraordinariamente como consecuencia del aumento de empleo, como consecuencia de la rebaja de alquileres, y como consecuencia del aumento de salarios en muchos casos.

Y esto, sobre todo en el campo, que es donde vivía la mitad de nuestra población, donde era mayor el desempleo y donde es mayor hoy el empleo.  Ustedes, durante la última zafra, tuvieron oportunidad de comprobar esto en el hecho de que por primera vez en la historia de nuestro país faltaban brazos para realizar las tareas de la caña, y es que una gran parte de la población campesina estaba trabajando en otras tareas de tipo agrícola, y fue necesario movilizar a decenas de miles de hombres y mujeres de la ciudad para cumplir las tareas de la zafra.

Pronuncia discurso en el acto central por el VIII Aniversario del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos M. de Céspedes, celebrado en la Plaza de la Revolución, en La Habana. Foto: Prensa Latina

Es que toda la inmensa masa juvenil se ha unido a las tareas de la Revolución, es que toda la inmensa masa juvenil, aquí en nuestro país, no tiene problemas con el gobierno, no tiene problemas con el poder político, sino que sabiéndose esa masa juvenil hereditaria de los beneficios y de las tareas de la Revolución, hereditaria del trabajo que la Revolución le dejará, esa masa juvenil se ha incorporado desde ahora a llenar su rol.  Y es realmente impresionante el solo hecho de que nuestro país, en este momento, cuente con más de 100 000 jóvenes que están ya en sexto grado o han pasado el sexto grado y que están adquiriendo toda la experiencia que significa ese trabajo de alfabetización.  Un pueblo que puede lograr esa meta en un año, puede resolver cualquier problema que se le presente.

Hoy, en el día de hoy precisamente, ustedes habrán podido presenciar el stadium, es decir, las gradas que se han construido al fondo de esta Plaza de la Revolución.  Pues bien, esas gradas se han llenado solamente con los jóvenes obreros y campesinos que, procedentes de distintos lugares de la isla, han sido becados por el Gobierno Revolucionario.

¡Ah!, hemos avanzado, hemos avanzado.  El primer 26 de Julio ni el segundo 26 de Julio pudimos erigir unas gradas gigantescas como esas, que, sin embargo, ¡no alcanzaban a sentar en ellas a todos los muchachos y muchachas humildes de nuestro pueblo que hoy gracias a la Revolución están estudiando en las distintas escuelas!

Por eso la Revolución puede reunir hoy los frutos de su obra, por eso se pueden reunir aquí los batallones de milicias, aquellos batallones que quisieron hacer objeto de su mofa los pepillos reaccionarios y que después tuvieron oportunidad de probar su valor y su heroísmo en los combates de la Ciénaga de Zapata.

La Revolución puede reunir hoy a sus batallones de veteranos; la Revolución puede reunir hoy a las decenas y decenas de miles de hijos y de hijas de obreros y campesinos que están estudiando en la capital de la república; la Revolución puede reunir hoy a sus Comités de Defensa Revolucionarios; la Revolución puede reunir hoy a sus cuadros de revolucionarios integrados; la Revolución puede reunir hoy a sus sindicatos obreros; la Revolución puede reunir hoy a sus asociaciones de jóvenes, a sus asociaciones de mujeres.  Es decir que la Revolución puede reunir hoy a su pueblo organizado, porque cuando la Revolución llegó al poder el pueblo no estaba organizado, la organización social del pueblo correspondía por entero a las circunstancias de la vida pasada de nuestro país.

La Revolución ha organizado al pueblo; el imperialismo tuvo delante de sí, en el primer año, y aun en el segundo año, a un pueblo que no estaba organizado, a un pueblo que no estaba preparado.  Mas, este pueblo de ahora, después de dos años y siete meses de Revolución, es un pueblo que tiene un grado de conciencia revolucionaria incomparablemente más alto que el que tenía entonces, un grado de educación política extraordinariamente más elevada que la que tenía entonces.

El imperialismo y la reacción no se enfrentan ahora a un pueblo desorganizado, a un pueblo sin organización.  El imperialismo y la contrarrevolución, los saboteadores y los terroristas, no se enfrentan ahora a un pueblo sin organización.  La Revolución no solo ha mantenido y ha aumentado su extraordinario calor popular, sino que ha organizado a sus fuerzas revolucionarias.  Terroristas, contrarrevolucionarios, saboteadores, reaccionarios e imperialistas tienen que enfrentarse ahora a un pueblo organizado.

Y a la reacción, la contrarrevolución y al imperialismo no le quedan en Cuba los recursos que tenían en otros tiempos, porque ya aquellos barrios aristocráticos donde conspiraban, donde se escondían los contrarrevolucionarios y los terroristas, de donde se ha marchado la flor y nata de la clase explotadora, los que viven ahora allí son esas decenas de miles de estudiantes becados.  Y los que estarán al comenzar el próximo curso, los que estarán son los becados de la preuniversitaria, de las secundarias básicas, de las escuelas tecnológicas, de las escuelas de instrucción revolucionaria, y de las escuelas universitarias.  Y lo que ayer estaba invadido por la reacción, hoy está invadido y ocupado por los hijos y las hijas de los obreros y de los campesinos.

Por tanto, el cerco se le hace cada vez más estrecho a la reacción; el camino se le hace cada día más difícil a la reacción.  La reacción y la contrarrevolución no levantarán cabeza, no, como dicen ellos, porque haya muchos Comités de Defensa de la Revolución, porque haya muchos batallones de milicia, porque haya muchos sindicatos, porque haya muchas asociaciones de jóvenes, y de mujeres, o de estudiantes, o de deportistas, o de cuadros revolucionarios, ¡no!   Hay muchos batallones de milicia, y muchos Comités de Defensa, y muchas asociaciones de mujeres, y muchas escuelas revolucionarias, y muchos centros de estudiantes becados, y muchas cooperativas, y muchas granjas del pueblo, y muchas asociaciones de pioneros, y muchos cuadros revolucionarios, sencillamente porque el pueblo está con la Revolución (APLAUSOS), y la contrarrevolución no levantará cabeza porque el pueblo está contra ella, porque no tiene pueblo, porque son capillitas de privilegiados, capillitas de explotadores, capillitas de gusanos, capillitas de parásitos, capillitas de traidores, capillitas de confusos, capillitas de vendepatrias, capillitas de lamebotas del imperialismo, capillitas de enemigos del obrero, de enemigos del campesino, de enemigos del estudiante, de enemigos de nuestra juventud, de enemigos de nuestra sociedad, de enemigos de nuestra nacionalidad, de enemigos de nuestro porvenir, de enemigos de nuestro progreso.

Porque quieren volver aquí a traer de nuevo la miserable explotación; porque quieren volver aquí a entregarles de nuevo nuestras industrias a los monopolios extranjeros; porque quieren venir a entregarles de nuevo las tierras que les dimos a los campesinos y las tierras que les dimos a los cooperativistas, a las compañías extranjeras; porque quieren volver a recibir órdenes del amo extranjero; porque quieren volver a uncir nuestra república al carro de la explotación, de la corrupción, del abuso, de la injusticia, de la incultura y del saqueo; porque quieren volver a traer el pasado, porque quieren intentar cortar la luz del porvenir que ya alumbra en el horizonte de la patria, por eso el pueblo está contra ellos.

Y contra ellos estarán nuestros obreros, contra ellos estarán nuestros campesinos, nuestros estudiantes en legiones, nuestros jóvenes, nuestras mujeres, nuestros deportistas, nuestros milicianos, nuestros soldados, nuestro pueblo.  Contra ellos, contra los explotadores, contra los parásitos, estará eternamente nuestro pueblo entero.  Y contra ellos no estarán solamente los cientos de miles de milicianos, estarán también los cientos de miles de maestros del ejército alfabetizador, de las brigadas juveniles, y de los alfabetizadores populares.  ¡Y contra ellos estará el millón y cuarto de cubanos que estamos enseñando a leer y a escribir en este año!

Porque ha sido la Revolución quien se acordó de ellos, fue la Revolución quien les llevó sus títulos de propiedad de la tierra, fue la Revolución la que los liberó de las rentas, donde a veces pagaban más que en la edad feudal —el 50% de sus productos—, fue la Revolución la que les llevó los caminos, la que les llevó médicos, la que les llevó maestros, la que les llevó el sentido de la dignidad, la que les llevó, además, un fusil y se los entregó para que defendieran su tierra, su Revolución y su patria.

Y por eso el pueblo estará siempre contra ellos, la inmensa mayoría del pueblo, el ciento por ciento del pueblo, porque quien sea un parásito, quien sea un explotador, quien sea un mercenario al servicio del extranjero, no se podrá llamar hijo ni ciudadano de este pueblo.

Por eso, todos los hombres y todas las mujeres honrados, estarán contra ellos, que son los explotadores, que son los gangsters, que son los politiqueros, que son los traidores, que son los vendepatrias, que son los enemigos del progreso de nuestro país.  Los esbirros de ayer, los “chivatos” de ayer, los politiqueros de ayer, los “botelleros” de ayer, las camarillas explotadoras de ayer, tendrán siempre contra ellos el pueblo, porque el pueblo no está aquí al calor de un entusiasmo pasajero, el pueblo no está aquí por embullo.  Hace dos años y siete meses que, día a día, ha estado el pueblo diciendo presente, y cada vez con mayor firmeza, y cada vez con mayor fervor, y cada vez con mayor entusiasmo y mayor fe, en las filas de la Revolución.

Y ese mismo pueblo que desfiló el 1ro de Mayo, como soldado o como trabajador, desfiló ayer en impresionante desfile deportivo por esta misma plaza.  Y será inolvidable para nosotros este espectáculo de miles y miles de jóvenes aquí, demostrando todas las posibilidades que tiene nuestro país, toda la capacidad que tiene nuestro pueblo, aprendiendo a obtener esos triunfos colectivos, el triunfo colectivo de 5 000 atletas cuando hacen una tabla gimnástica, el triunfo colectivo de cientos de parejas cuando interpretaban una danza nacional o extranjera, el triunfo colectivo de los 70 000 atletas que desfilaron ayer por aquí.

El Comandante Fidel Castro junto al cosmonauta soviético Yuri Gagarin, durante su visita a Cuba, en el acto con motivo del 26 de Julio, celebrado en la Plaza de la Revolución. Foto: Prensa Latina

Y hace apenas tres o cuatro meses que se organizó el INDER, y que si eso ha podido lograr en tan poco tiempo, ya el acto del año que viene, en atletismo, no será como el de la primera vez, ni como el de ayer, será incomparablemente mayor, y cubrirá toda la plaza, y se celebrarán todos los años los 25 de julio, y será la fecha de los desfiles deportivos. Y así, el 2 de enero, desfile militar; el 1ro de Mayo, desfile obrero; vi el 25 de julio, desfile deportivo; el 26 de Julio, concentración como esta de hoy.

Y así avanza el pueblo, y así, próximo a cumplirse los tres años, todo marcha mucho mejor que al principio, y la organización del pueblo, junto con la organización de la dirección revolucionaria y del Gobierno Revolucionario, se les ve marchar bien, incomparablemente superior la organización del Estado, la organización de la administración pública, la organización de nuestra agricultura y la organización de nuestra industria.

Ya se iniciará el primer plan cuatrienal, con una inversión de 1 000 millones de pesos, en solo cuatro años, en el desarrollo industrial, parejamente con el desarrollo de nuestra agricultura.

Cerca de 40 000 becados por el Gobierno Revolucionario, comenzarán a estudiar en el próximo curso.  Regresarán los 104 000 brigadistas, y volverán a sus aulas, y volverán a sus centros de enseñanza, y a sus escuelas superiores y tecnológicas.  La reforma universitaria se ha llevado adelante, y miles de estudiantes de las carreras técnicas ya se están formando en nuestro país, y miles de estudiantes técnicos también estarán formándose ya, en este mismo año, en las universidades de los países amigos socialistas.

Una industria pesada se desarrollará, y sobre la base de esa industria pesada podremos desarrollar todas las demás industrias para la satisfacción de todas nuestras necesidades.  Por muchas que hayan sido las agresiones del imperialismo contra nosotros, ni siquiera ha logrado imponernos grandes privaciones, ni siquiera ha logrado imponernos grandes sacrificios.  Han fracasado y continuarán fracasando en sus planes de hostigamiento por hambre, en sus planes de destruir la Revolución por la agresión económica, como fracasarán también siempre en sus planes de destruiría militarmente.

¡Y qué porvenir tan formidable se presenta al futuro de la patria!  ¡Ya no será el pueblo de los explotados, ya no será el pueblo de las grandes mayorías explotadas por una minoría egoísta e insaciable, ya no será el pueblo de las grandes mayorías hambrientas, de las grandes mayorías discriminadas, de las grandes mayorías humilladas, de las grandes mayorías incultas, de las grandes mayorías descalzas, de las grandes mayorías sin tierras, de las grandes mayorías sin trabajo. Ya será el pueblo unido, ya será el pueblo de una sola y única mayoría, la mayoría de todo el pueblo.  Todo el pueblo con pan, todo el pueblo con trabajo, todo el pueblo con educación, todo el pueblo con cultura, todo el pueblo con el acceso a los institutos, todo el pueblo con el acceso a las universidades, todo el pueblo dueño de sus fábricas, todo el pueblo dueño de sus tierras, todo el pueblo dueño de sus círculos sociales, todos los niños organizados, todos los jóvenes organizados, todas las mujeres organizadas, todos los trabajadores organizados, y todo el pueblo miliciano, todo el pueblo soldado, todo el pueblo combatiente, todo el pueblo defensor de la patria!

Porque esta es ahora la patria de todos, porque la tierra es ahora la tierra de la patria, porque las industrias son ahora las industrias de la patria, y porque el fruto del trabajo del pueblo es ahora fruto para el pueblo, fruto para sus hijos, fruto para sus niños, fruto para sus esposas.

Y ese es el porvenir que tenemos delante, porvenir prometedor, porvenir brillante, porvenir feliz; triunfos para todo el pueblo, oportunidades para todos los hombres y mujeres del pueblo; triunfos en el orden de la cultura, en el orden de la economía, en el orden del deporte.  Triunfos colectivos, no triunfos de individuos, sino triunfos de la colectividad.  Triunfos del pueblo entero; y no hay verdaderos triunfos si no son triunfos colectivos.  Y la victoria de un batallón no es la victoria del comandante que lo manda, sino la victoria de todos los soldados que lo integran.

El espectáculo impresionante que ayer vimos de miles de atletas formando un nombre; escribiendo un pensamiento sobre el pavimento cálido de nuestra plaza revolucionaria.  Las danzas nacionales y extranjeras no las podía hacer un hombre.  Son espectáculos que señalan de manera elocuente los grandes triunfos colectivos, los grandes triunfos en que intervienen cientos de hombres; miles de hombres o un pueblo entero.

Y eso tiene de maravilloso y de aleccionador ese desfile de ayer, porque nos enseña lo que las colectividades pueden hacer, y solo las colectividades, las sociedades y los pueblos organizados pueden alcanzar tan grandes éxitos en el campo del deporte o del arte, o de la educación, de la cultura, de la economía, y en cualquier campo, porque solo el pueblo organizado puede alcanzar tan grandes éxitos.  Y como necesitamos triunfos en el deporte, en la cultura, en la economía, en el arte, en la defensa de la Revolución, serán los triunfos de una colectividad, para la colectividad.

Porque antes las clases reaccionarias organizaban la colectividad en la medida de sus intereses y para la defensa de sus intereses.  Organizaban un ejército profesional; lo entrenaban bien, sus oficiales los educaban en escuelas reaccionarias, a los soldados los volvían “casquitos” enemigos del pueblo; los convertían en mercenarios, y ahí teníamos una fuerza armada defensora de sus privilegios contra el pueblo.

La Revolución no, la Revolución convierte a todo el pueblo en ejército; le da la mentalidad al miliciano y al soldado de un verdadero revolucionario, servidor de una causa, servidor de la nación, servidor de su pueblo, y arma a todo ese pueblo para que todo ese pueblo sea una sola fuerza.  Porque debe haber un solo interés, no interés de grupos, no interés de clases, no interés de particulares.  Debe haber un interés por encima de todo lo demás, y ese es el interés colectivo, el interés de todos, el interés que encierra el derecho y la aspiración de cada uno de nosotros.

Y solo esa fuerza es la que podrá proporcionarles pan a todos, educación a todos, trabajo a todos, casa a todos, libros a todos, vestidos a todos, zapatos a todos, medicinas a todos, felicidad a todos, alegría a todos, bienestar a todos.

Proclamamos por eso el derecho de todos al trabajo, el derecho de todos a la educación; sí, apoyamos en esa cifra de 1 250 000 analfabetos, cuando menos, cifra que es más que suficiente para justificar por sí sola a la Revolución.  Entre 6 millones de cubanos, un millón y cuarto de cubanos que nunca tuvo un maestro, que nunca tuvo un lápiz entre sus manos, que nunca tuvo un libro, y a los cuales la Revolución está enseñando.

Porque la Revolución entiende que eso era un crimen, que era un crimen cada hombre que se quedaba sin aprender a escribir siquiera su propio nombre; como era un crimen cada niño que moría sin un médico, sin una medicina; como era un crimen cada niño, cada hombre o cada mujer descalzos; como era un crimen cada hogar sin pan; como era un crimen cada joven sin educación; cada padre de familia sin trabajo, cada negro sin derechos, y la Revolución entendía que eso era un crimen.  Y la gran justificación de la Revolución es la lucha contra esas injusticias, contra esos crímenes, y darle al hombre que no tenía nada, darle todo, y todo para el hombre es el pan; todo para el hombre es el pan con que tiene que alimentarse, y el pan con que va a nutrir su inteligencia de conocimientos.

El todo para el hombre es su derecho a la salud, su derecho a la cultura, su derecho al trabajo, su derecho al techo, su derecho al respeto, su oportunidad para crecer, para educarse, para ser útil, para ayudar a los demás con su trabajo y recibir también la ayuda del trabajo de los demás.

El todo para el hombre es el pan, es la cultura, es el hogar, es el trabajo, es la alegría, es el respeto; y es de todo, que antes tenían unos cuantos y que faltaba en forma de pan, o en forma de libros, o en forma de zapatos, o en forma de salud, o en forma de trabajo, o en forma de techo, a la gran mayoría de nuestro pueblo.

Eso es lo que la Revolución se esfuerza por dar y dará a cada cubano, en la misma medida en que el pueblo nuestro es dueño de su destino; en la misma medida en que el pueblo nuestro es dueño de su riqueza, dueño de sus recursos naturales, dueño de sus tierras, dueño de sus fábricas.  Y puede decir con razón, por primera vez en su historia:  “el porvenir está en mis manos, porque mía es la tierra, mías son las minas, mías son las escuelas, mías son las fábricas, mías son las universidades, mío es el poder, mías son las armas, mía es la patria”; lo que no podía decir antes.  “y mis enemigos serán los que no quieren que las fábricas sean mías, que las minas sean mías, que la tierra sea mía, que los hospitales sean míos, que los balnearios y los centros de recreo sean míos, que las escuelas sean mías, que las industrias sean mías, que las finanzas sean mías, que los techos sean míos, que el pedazo de tierra en que trabajo como obrero independiente, como campesino independiente o como cooperativista, sea mío.  Y mío es el fusil, mío es cada fusil y cada tanque, y cada avión, y cada arma, no para agredir a nadie, no para quitarle nada a nadie, sino para defender lo mío, para defender lo que es mío, para defenderlo contra los que me lo quieran arrebatar.  Para defender la Revolución contra el mercenario traidor, para defender la Revolución contra el mercenario invasor, para defender la Revolución frente al imperialismo guerrerista, para defender la Revolución frente a los monopolios explotadores.”

¡Ah!, y siempre presente la idea de que esa esperanza que tenemos delante, esa luz que ya se vislumbra, nos la quieren cortar, ese porvenir nos lo quieren destruir.  ¿Quiénes?  Los bandidos, los filibusteros, los asaltadores de pueblos, los que comercian y lucran con el sudor y con la sangre del indio americano, del negro africano, del nativo asiático, del latinoamericano, del español, del africano.

Quienes lucran y comercian con el sudor y con la sangre, es decir, con el trabajo del obrero en todos los continentes del mundo; los que comercian con la sangre, los que trafican con los millones de cadáveres que ocasionan las guerras, los negociantes de la destrucción y de la muerte.  Esos, esos son los que no quieren que los pueblos tengan todo.  Es decir que los pueblos tengan cultura, tengan pan, tengan trabajo, tengan techo, tengan hospitales, tengan derechos, tengan oportunidad, tengan felicidad.

Esos que quieren destruir el fruto del trabajo del pueblo soviético, del pueblo chino, del pueblo coreano, de todos los pueblos socialistas.  Esos que quieren impedir que el colonialismo desaparezca de la faz de la Tierra, que quieren impedir que el imperialismo desaparezca, que quieren impedir que la explotación desaparezca, son los que no quieren que nuestro pueblo tenga pan, tenga techo, tenga salud, tenga trabajo y tenga felicidad.

El Comandante Fidel Castro junto al cosmonauta soviético Yuri Gagarin, durante su visita a Cuba, en el acto con motivo del 26 de Julio, celebrado en la Plaza de la Revolución. Foto: Prensa Latina

Y por eso hemos tenido que estar tantas veces con las armas en la mano.  Y por eso tenemos que estar siempre alertas.  Porque no nos perdonan, no nos quieren perdonar los imperialistas nuestros éxitos.  Y mientras más ven al pueblo unido, mientras más ven al pueblo organizado, mientras más ven a la Revolución marchar hacia adelante, más se llenan de ira ante la alegría y ante la esperanza del pueblo, más se llenan de rabia ante la fuerza creciente de la Revolución, más se llenan de furia ante las simpatías con que cuenta la Revolución en América Latina, ante la resistencia que le han ofrecido, no ya solo los pueblos, sino también los gobiernos, pues exceptuando a los gobiernos que rompieron relaciones con nosotros, plegándose de manera cobarde y servil al imperialismo que mata de hambre a sus pueblos, muchos gobiernos de América han resistido las presiones imperialistas, han resistido a los planes de extorsión, han resistido las presiones, han mantenido sus relaciones diplomáticas con la Revolución Cubana.  Pero, además, no solo muchos gobiernos, sino que todos los pueblos, sin excepción por encima de todas las campañas y de todos los intentos imperialistas, se han mantenido fieles a la Revolución, y lo comprobó Stevenson, lo comprobó sobradamente, y se lo fue a comunicar a Kennedy, y lo ha comprobado el imperialismo.

Y a medida que esto se hace realidad, crece el odio de los imperialistas, y no pasa un día en que un senador embrutecido y alcoholizado del Senado de Estados Unidos, no pasa un día en que un director mercenario y vendido al imperialismo no lance contra nuestra Revolución las peores amenazas y no pida que se nos invada; no pasa un día sin que pida alguien una intervención militar, y cada día están desatando más la histeria contra nosotros.  Y a medida que los guerreristas ganan terreno en Estados Unidos, a medida que la crisis internacional se agudiza, como consecuencia de esos planes belicistas y guerreristas, como consecuencia de las negativas del gobierno de Estados Unidos a propiciar fórmulas de solución en los distintos puntos de crisis en el mundo, el peligro se cernirá más y más contra nosotros, con cualquier pretexto.

Ustedes saben, por ejemplo, que en innumerables ocasiones aviones cubanos han sido secuestrados en pleno vuelo por traidores y han aterrizado en Estados Unidos, con riesgo de la vida de nuestros pasajeros; ustedes saben que últimamente numerosos aviones cubanos, 10 aviones en total, secuestrados en pleno vuelo, han sido confiscados en Estados Unidos.  Pues bien, el día 1ro de Mayo, un avión norteamericano había sido secuestrado por uno de los pasajeros, y aterrizó en Rancho Boyeros.  El Gobierno Revolucionario, en su disposición de dar pruebas de su espíritu de paz, en su deseo de evitarles pretextos y excusas para los actos contra nosotros, procedió a devolver aquel avión con todos sus pasajeros, el 1ro de Mayo.

No había transcurrido una semana, cuando se llevaron un avión nuestro, e inmediatamente fue confiscado en Estados Unidos.  Numerosos aviones más, confiscados.  Pues bien, el día 24, un pasajero secuestra también un avión en el aire, de una línea norteamericana, y aterriza aquí.  Pues bien, ¿está el Gobierno Revolucionario en la obligación de devolver ese avión? Diez aviones cubanos han sido confiscados; sin embargo, nosotros habíamos devuelto un avión.  ¡Ah!, ¿en virtud de qué principio nosotros estamos obligados a devolverles los aviones y ellos van a tener el derecho a confiscarnos los aviones que secuestran en el aire los traidores a nuestra patria?  ¿En virtud de qué principio de equidad?  ¿En virtud de qué principio de igualdad?  ¿Por qué vamos a estar nosotros obligados a soportar que ellos confisquen nuestros aviones cuando alguien los secuestra en el aire y en cambio, tranquilamente y cortésmente, devolverles los aviones de ellos cuando ellos tienen un problema similar?

Pues bien, el Gobierno Revolucionario no había decidido nada sobre el avión, había devuelto a los aviadores.  ¡Ah!, inmediatamente comenzaron las amenazas, inmediatamente los alcohólicos y los energúmenos reaccionarios del Senado —¡sí, alcohólicos, sí, embrutecidos imperialistas, sí, bestias embrutecidas, porque no se merecen otro nombre—, los Smathers y compañía, posiblemente con todo el vaho del whisky que habían estado bebiéndose hasta el momento de sentarse en el Senado, se levantaron para pedir el rescate por la fuerza del avión, la invasión de nuestro país por los “marines”, una expedición militar contra nosotros, más sangría contra Cuba, el ataque militar contra Cuba.  Inmediatamente surgieron los directores mercenarios a hacer parecidas exhortaciones, que se nos dé un ultimátum para que devolvamos el avión.

Es decir que nosotros tenemos que soportar que nuestros aviones nos los lleven, quedarnos callados cuando se los confiscan y se los roban, en complicidad con las autoridades americanas; y cuando ellos tienen un problema, y nosotros le devolvemos un avión, en reciprocidad ellos confiscar el nuestro.  Y cuando viene otro avión, y se lo llevan, avión que no mandamos a llevarlo nosotros, porque nosotros no acostumbramos a realizar esos hechos de piratería, que son solo propios de los imperialistas, que son solo propios de los filibusteros; nosotros no tenemos necesidad de mandar a robar aviones.  Se había robado uno un pasajero, por su cuenta; devolvimos el avión, y ¿qué mejor prueba que esa?  Se llevan otro avión de Estados Unidos, aterriza aquí, les devolvimos los pasajeros, pero como ellos nos han confiscado 10 aviones, ¡que no esperen que nos apuremos en devolverles los aviones!

Entonces, nosotros no nos los llevamos, nosotros no ordenamos esa operación, y nosotros jamás ordenaremos secuestros de naves o secuestros de aviones; primero, porque eso está contra nuestros principios; segundo, porque eso serviría solo para darles pretextos a los imperialistas, pretextos de agresión y de propaganda contra nosotros.  ¡Ah!, pero si uno se roba el avión allí y viene aquí, ¿qué quieren?  Ellos aquí han asesinado cubanos; tiroteos en medio de los aviones, han llevado a los escoltas muriéndose a los hospitales; han asesinado aquí soldados antes de robarse una lancha.  Ellos reciben como héroes a los asesinos, los arman y los envían en sus expediciones mercenarias.  ¡Ah!, si le secuestran allí alguien, violando la ley, y viene aquí después de haber cometido el delito, sí que no esperen que nosotros también les reintegremos al que cometió el delito, porque ellos se han cansado de amparar a los criminales allí.

Y, por lo tanto, las circunstancias tienen que ser iguales.  El hecho de que el imperio yanki sea grande y nosotros seamos un país pequeño no le da ningún derecho a esa “ley del embudo”, en virtud de la cual nosotros tengamos que soportar todas sus fechorías, y encima de eso, devolverles a los delincuentes y devolverles los aviones.

La postura del gobierno cubano es esta:  el gobierno cubano está dispuesto a devolver el avión si a su vez el gobierno norteamericano se compromete a que todo avión que en lo adelante secuestren y lleven a territorio norteamericano lo devuelvan.  Es decir que a la disposición nuestra de devolverles el avión debe corresponder la disposición de ellos de devolvernos los aviones de nosotros que secuestren y lleven allí.

El Estado cubano no tiene culpa de que se roben un avión yanki; ahora, el Estado cubano no está en la obligación de devolver esos aviones si el Estado norteamericano no devuelve los aviones que le llevaron a Cuba.

Nosotros no robaremos nunca aviones, nosotros no secuestraremos nunca aviones, el gobierno cubano jamás pagará a nadie ni sobornará a nadie, ni inducirá a nadie a robarse aviones, pero mientras ellos mantengan una política de piratería contra nosotros no pueden exigirnos a nosotros que devolvamos los aviones.  ¿Nos amenazan los senadores?, ¿nos amenazan los guerreristas?, ¿nos amenazan los alcohólicos senadores y directores de periódicos?  Pues bien, nosotros frente a sus amenazas, nos quedamos tan tranquilos y tan ecuánimes como frente a todos sus gritos histéricos y cobardes de amenaza contra nuestro país.

Que se lleve el problema a cualquier organismo internacional, que se lleve el problema a las Naciones Unidas, y que se discuta la situación en derecho, el de ellos y el de nosotros; y si nosotros hemos tenido que soportar en silencio todas sus agresiones, y más que robarse aviones, los aviones que les dieron a los mercenarios para bombardear, para matar aquí mujeres y niños, para matar aquí hijos de nuestra patria; han hecho cosas mucho peores que esa, y el pueblo cubano ha tenido que soportarlas.  ¡Ah!, cuando cualquiera violando sus leyes, comete un delito y les lleva un avión, entonces no pueden pedir que nosotros actuemos de distinta manera que actúan ellos.  ¡Con la misma vara con que nos midan los mediremos!

Y si quieren agredirnos e invadirnos, no necesitan tantos pretextos, que nos ataquen cuando quieran, que nos invadan cuando quieran.  Si nuestro destino es tener que soportar un zarpazo, ¿qué se va a hacer?; si nuestro destino es tener que sufrir una sangría aquí de manos del imperialismo, lo único que podemos hacer es tratar de que la sangría que ellos sufran sea más grande que la nuestra y que la paguen bien cara; si nuestro destino es la agresión imperialista, nosotros afrontaremos serenamente nuestro destino, porque no es nuestra la culpa.

El Comandante Fidel Castro junto al cosmonauta soviético Yuri Gagarin, durante su visita a Cuba, en el acto con motivo del 26 de Julio, celebrado en la Plaza de la Revolución. Foto: Prensa Latina

Y como la rendición no cabe, como el retroceso no cabe, como frente al imperialismo no cabe ponerse de rodillas, solo cabe ponerse de pie, solo cabe permanecer firmes.  Los imperialistas han acostumbrado ya al mundo a tener que resignarse a vivir en medio de los riesgos que ellos significan para el mundo y todos los riesgos para la paz que ellos significan.  Es la desgracia de la humanidad su sistema, los histéricos, y los energúmenos, y los alcohólicos que hoy dirigen ese sistema, sus fechorías, sus amenazas contra el mundo, y a algunos pueblos les han hecho pagar caro, les han hecho pagar caro, en sangre y en sacrificio, por sus agresiones.

Si ese fuera el destino nuestro, nosotros nos resignamos a ese destino, nosotros nos conformamos a ese destino, y nosotros, sencillamente, vamos a seguir trabajando y a seguir creando, y a seguir luchando, sin importarnos lo que pueda pasar y cuándo pueda pasar.  Lo que sí tenemos es que cada uno de nosotros, prepararnos cada día más, para hacer pagar bien caro al agresor, hacerle pagar mil veces caro al agresor cualquier ataque, y a cualquier hora, con cualquier pretexto, que en cualquier momento lancen contra nuestro país.  ¡Es una desgracia que tengamos el imperialismo a noventa millas de nuestras costas!

Y esa debe ser siempre nuestra posición:  sin inmutarnos por los gritos histéricos de los guerreristas, sin amedrentarnos por las amenazas de los senadores alcohólicos, sin preocuparnos y sin perder nuestra calma, seguir nuestro trabajo.  Y digo alcohólico no con ánimo de ofender, pero es que quien lea las cosas que dicen esos señores se da cuenta de que están probablemente borrachos cuando están hablando y esa es la situación.

No van a tener solo un problema con Cuba; van a tener un problema también con la opinión y con los pueblos, y con la dignidad de los pueblos y de los gobiernos de América Latina que han defendido el principio de autodeterminación, y que lo han defendido como un derecho muy importante para ellos, ¿por qué?  ¡Ah!, porque si la autodeterminación de Cuba no es preservada, ningún gobierno de América Latina podría después mantener una política independiente, ningún gobierno de América Latina tendría derecho a comerciar con todos los países del mundo, ningún gobierno de América Latina tendría derecho y podría después aspirar a una política propia, porque la destrucción del derecho de autodeterminación cubano significaría la desaparición de ese derecho para todos los pueblos y para todos los gobiernos de América Latina.

Así que, pues, tenemos que acostumbrarnos a escuchar las amenazas, y a vivir siempre en medio de ese riesgo.  De todas formas, no es el único riesgo en que está viviendo el mundo; hay problemas serios, hay tensiones serias, ocasionadas por los guerreristas que constantemente están poniendo al mundo al borde de la catástrofe de la guerra universal.  El mundo tiene que templar sus nervios; los pueblos tienen que templar sus nervios, de modo que los nervios de los pueblos sean de acero y poder resistir con nervios de acero todas las contingencias y todos los riesgos que las fuerzas retrógradas, reaccionarias, explotadoras y guerreristas del mundo implican para la humanidad.

Hay que, por eso, seguir despertando la conciencia de los pueblos en favor de la paz; la conciencia universal en favor de la paz.  Los pueblos tienen mucho que perder en las guerras; los imperialistas tienen el todo que perder, pero los pueblos tienen mucho que perder, y por eso los pueblos deben interesarse por la paz, los pueblos deben movilizar la conciencia universal en favor de la paz, para pararles la maniobra a los imperialistas, para que los imperialistas no puedan seguir avanzando por el camino de la guerra y que no obliguen a la humanidad a pagar el precio que tendría que pagar por el exterminio de los imperialistas.

Nosotros estamos seguros de que si los imperialistas desencadenan una guerra, serían derrotados; nosotros estamos seguros de que los imperialistas se verán exterminados.  Pero lo cruel, lo duro, lo terrible, es pensar el precio que los pueblos tendrían que pagar.  Por eso la conciencia universal debe movilizarse para contrarrestar de manera eficaz los riesgos de la guerra y las amenazas que los imperialistas significan para nosotros y para el mundo.

Los cubanos, desde luego, estamos expuestos a los problemas que significan las crisis mundiales, pero además estamos expuestos a las agresiones directas e indirectas que por su cuenta organiza contra nosotros el gobierno imperialista de Estados Unidos.  Por eso nosotros, los cubanos, tenemos que tener los nervios de acero, más que nadie, y los cubanos tendremos esos nervios de acero que se necesitan en esta hora.

Hace ocho años, un día como hoy tuvo lugar aquel episodio que estamos conmemorando del ataque al cuartel Moncada.  Aquel combate significó un revés para nosotros; no fue una victoria de las armas, pero fue una victoria de la moral y de la dignidad.  El revés no importó, no fue solo un revés el que hubo de soportar la Revolución en su larga marcha.  La Revolución libertadora había sufrido otros reveses en el siglo pasado; había sufrido un gran revés al final de su lucha heroica por la independencia, con la intervención norteamericana; la Revolución venía sufriendo reveses, la liberación venía sufriendo reveses.  Y aquel del 26 de Julio fue una escaramuza más de la lucha larga que nuestra nación por su liberación tenía que sufrir.

Pero los reveses no importaban.  Aquel revés, que hizo creer a la camarilla militar y a sus amos imperialistas que había garantizado para siempre la permanencia de sus privilegios y de sus intereses, fue, sin embargo, el comienzo de aquella lucha.  Ocho años no es mucho.  Sin embargo, desde aquella chispa hasta hoy, al cumplirse ocho años, se ha hecho algo; el pueblo conquistó el poder político, el pueblo destruyó la camarilla militar, el pueblo se libró de los monopolios imperialistas, el pueblo, con el poder en la mano, comenzó a resolver los problemas más urgentes e inmediatos, y ha creado las condiciones para nuevos pasos de avance y está dando esos pasos de avance.

Los reaccionarios, los contrarrevolucionarios y los imperialistas deben tener presente la historia de nuestra Revolución, deben tener presente la historia de los combatientes revolucionarios.  Y vale la pena que recuerden que la Revolución empezó sin armas, que la Revolución empezó sin recursos, que la Revolución surgió de la nada, y que aquella Revolución se fue imponiendo a cada revés, y que aquella Revolución, es decir, aquella idea revolucionaria, aquel propósito revolucionario, fue desarrollándose, fue creciendo, fue conquistando el apoyo de las masas, y llegó a ser lo que es hoy.

Luego, el poder revolucionario no es producto de una imposición, el poder revolucionario no es producto de un golpe aventurero, el poder revolucionario no es producto de un cuartelazo; el poder revolucionario es producto de un largo proceso de lucha, el poder revolucionario es la culminación de un anhelo grande de todo nuestro pueblo, que comenzó a luchar desde el siglo pasado sin haber logrado alcanzar nunca verdaderamente ese poder revolucionario.

Y las últimas batallas de esta larga lucha la libró esta generación, las últimas batallas las libró esta generación, y comenzaron hace ocho años un 26 de julio; y luchando, y sangreando, y peleando y sacrificándose llegó el pueblo al poder, después de pagar un altísimo precio de sus mejores hijos.  Y el pueblo revolucionario en el poder, se ha organizado; el pueblo revolucionario en el poder ha cumplido con las esperanzas de la nación.

Ha cumplido el pueblo revolucionario sus propósitos y avanza hacia nuevas etapas de progreso y de justicia.  Por eso, el poder revolucionario es sólido; por eso, los reaccionarios, y los aventureros, y los terroristas, y los saboteadores al servicio del enemigo jamás podrán arrancarle el poder al pueblo revolucionario; por eso, la contrarrevolución fue derrotada en el Escambray, y fue derrotada en Playa Girón, ¡y la contrarrevolución será derrotada dondequiera que levante cabeza!

La Revolución ha sido magnánima, la Revolución ha sido todo lo magnánima que podía esperarse de ella; ha sido quizás más magnánima de lo que sus propios enemigos esperaron de ella.  La Revolución sabe que tiene el derecho a defenderse, la Revolución sabe que esta es una lucha a vida o muerte, y una vez más repetimos que una lucha a vida o muerte que solo puede concluir con la muerte y destrucción de la Revolución o la muerte y destrucción total de la contrarrevolución.

Pero esta magnanimidad que ha tenido la Revolución nos da a nosotros más derecho y más moral todavía para combatir a los contrarrevolucionarios, para combatir a los traidores y, sobre todo, toda la magnanimidad y la generosidad que ha tenido la Revolución y de lo cual no se arrepiente, le da derecho a la Revolución a ser más dura y le da derecho a la Revolución a ser más inflexible, si los contrarrevolucionarios agentes mercenarios vendidos al imperialismo, y sus terroristas, y sus saboteadores, y sus mercenarios, no escarmientan.  Si los mercenarios, y los saboteadores, y terroristas, y contrarrevolucionarios vendidos al imperialismo no escarmientan, que no esperen que la magnanimidad y la generosidad de la Revolución sea eterna; que la Revolución, con todo el derecho que le da el haber sido magnánima y el haber sido generosa, se sabrá enfrentar con mano firme y con mano cada vez más generosa, se sabrá enfrentar con mano firme y con mano cada vez más firme al enemigo, porque en la misma medida en que el pueblo tiene más conciencia revolucionaria, en la misma medida en que el pueblo tiene una idea más precisa de la justicia de la causa que defiende, es más grande la repugnancia, es mayor el odio y la repulsa hacia los contrarrevolucionarios.

Y así los traidores, a medida que la Revolución avance, que no esperen magnanimidad de la Revolución, los saboteadores y los terroristas.  La Revolución, incluso en la aplicación de sus leyes que ordenan sanciones severas para una serie de hechos, ha sido benigna.  Mas, no ha sido benigna por el grito hipócrita y desvergonzado de los amos imperialistas y de los que pagan a los terroristas y a los saboteadores, que organizan campañas de piedad, que organizan campañas de conmiseración para los que no tienen piedad ni conmiseración a la hora de cometer el peor de los crímenes contra la patria, y contra el pueblo; no por eso, sino en virtud de una cuestión de principios, de una cuestión de magnanimidad y generosidad nacidas de sus deseos de marchar adelante, sin tener que ser drástica.  Y la Revolución no ha querido ser drástica, y cuando aun sus enemigos han tratado de llevar a la Revolución al campo de lo drástico, aun en medio de la agresión, aun en medio de las olas de sabotajes organizados por la Agencia Central de Inteligencia, la Revolución no ha sido drástica.  Pero queremos, una vez más, declarar aquí que la Revolución —y advertírselo a los gusanos, advertírselo a los parásitos—, que la Revolución no será tolerante con los traidores, que la Revolución no será tolerante con los agentes al servicio del imperialismo, que la Revolución no será tolerante con los que quieran destruir las vidas de los revolucionarios o las riquezas de nuestro pueblo.  Es bueno que lo advirtamos, para que los contrarrevolucionarios no se embullen, para que los contrarrevolucionarios sepan a qué atenerse, para que sepan a qué atenerse cuando, como consecuencia de la continuidad de los planes del imperialismo y de la Agencia Central de Inteligencia en nuestro país, tratando de promover el terrorismo, y tratando de promover el sabotaje, y tratando de organizar bandas contrarrevolucionarias, se encuentren con la más severa, se encuentren con la severísima aplicación de las leyes ante los tribunales revolucionarios cuando más embullados se encuentren en sus campañas antipatrióticas.

Es decir que la Revolución ha sido magnánima, que la Revolución ha sido magnánima, pero que no ha renunciado ni renunciará al castigo, y que la Revolución tiene la obligación de ser mucho más severa con sus enemigos cuando sus enemigos reinciden.

Elevamos nuestros recuerdos a todos los que han hecho posible estas victorias del pueblo; elevamos nuestros recuerdos a los compañeros que cayeron aquel día, y junto con el recuerdo de aquellos compañeros heroicos, el recuerdo de todos los que han caído a lo largo de esta larga lucha antes de la conquista del poder, y aun después de la conquista del poder; elevemos nuestro recuerdo a los heroicos combatientes caídos en Playa Girón; elevemos nuestro recuerdo hacia los mártires de la patria, juntos en el sacrificio, juntos también en el triunfo, juntos también en el recuerdo, y juntos también en los frutos que han logrado, y juntos también en la gloria.

¡Gloria eterna a todos los caídos de la Revolución!

¡Gloria eterna a los que hicieron posible esta Revolución justa, esta patria libre y este pueblo heroico, entusiasta y feliz!

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

El Comandante Fidel Castro junto al cosmonauta soviético Yuri Gagarin, durante su visita a Cuba, en el acto con motivo del 26 de Julio, celebrado en la Plaza de la Revolución. Foto: Prensa Latina

En video, Fidel Castro junto Yuri Gagarin en Cuba

Foto portada: El Comandante Fidel Castro junto al cosmonauta soviético Yuri Gagarin, durante su visita a Cuba, en el acto con motivo del 26 de Julio, celebrado en la Plaza de la Revolución. Prensa Latina

Fuente: www.cubadebate.cu

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