Argentina. Conjurar el Agua y la Memoria para una vida digna (audio)

Por Nicolas Falcoff, Debora Cerutti y Natalia Roca, Resumen Latinoamericano, 14 de junio de 2021. 

Aldo está sentado en una silla en la cocina de su casa, siempre abierta. La mano se mueve impaciente sobre la mesa. Espera solo. Sólo espera. Un golpe en la puerta. Se escucha que salta el picaporte y cruje la madera. Cuerpo al piso. Boca abajo. Precintos en sus manos. Tiene derecho a guardar silencio.

Agua Rica no va a entrar, dice Aldo bajito y ya con las manos atadas. Un golpe lo sacude.

Llegamos a Andalgalá de tardecita y lo primero que hicimos fue dar unas vueltas por la zona céntrica. En una de las esquinas de la plaza principal del pueblo se lee un cartel. Enorme. 

“Más letal que el COVID19, es la corrupción de los gobiernos y de las mineras” 

La plaza está siendo remodelada desde hace meses. Una mediasombra verde la viste y es tela y es pared del pueblo. Muchos grafitis y consignas quedan plasmadas a lo largo de cada sábado de caminata. Van 587 veces y más de diez años de resistencia y digna rebeldía del pueblo. También están allí  los nombres de los responsables políticos directos del avasallamiento. Desde Carlos Menem a Alberto Fernández. Desde Alberto Castillo a Raúl Jalil. Los gobiernos pasan, las políticas mineras quedan. 

12 detenciones entre el lunes 12 y el miércoles 14 de abril de 2021 en Andalgalá, cuando luego de la caminata 584 se incendiaron las oficinas de Agua Rica y un local del Partido Justicialista. Las judicializaciones que continúan. Una tensa calma. Y las máquinas en el cerro que ya comenzaron a levantar polvo cerca del nevado, donde pretenden llevar adelante el proyecto MARA, Minera Alumbrera- Agua Rica. 

La fiscal a cargo: Soledad Rodríguez

El jefe de la Policía de Catamarca: Ángel Agüero

Urbano vive a escasas dos cuadras de la plaza. Tocamos las manos. Nos abre la puerta de su casa. Lo primero que hace es llevarnos hasta el patio, mostrarnos el Citroen 3CV que está preparando para salir a hacer un nuevo viaje por la ruta 40.  Cuando se pueda, aclara.

Un cuerpo moreno con ocho décadas encima, las manos ajadas y pliegues de lucha en la piel de su rostro. Pone una escalera bajo la parra, se sube, y nos dice Estas se las guardé para ustedes. Corta un gajo suculento de uvas negras y nos los ofrece, en un gesto de amor y amistad añeja. Nos cuenta que se está cuidando, por los años que tiene encima,  pero que va en su camioneta a las caminatas y que no ha faltado nunca.

…..

A Aldo le gusta el tinto, a nosotrxs compartirlo con él. No cualquiera, sino el vino que riega lucha y que de a poquito e intencionalmente se quedó sin asidero local cuando se fue descartando como opción productiva en la zona.  Después del primer abrazo con Aldo, su hija Isadora pone unos vasos en la mesa.  Convida el primer tinto que nos acompaña en la charla.  Agua para el vino y no para las mineras, se convirtió en consigna en estas tierras de parrales y altura.

Lo que me mantiene erguida es la energía conjunta, dice Isadora, quien llegó desde Rosario, donde vive, para acompañar a su padre en estos días difíciles de atropellos y detenciones. Hay bajones. Hay momentos de esperanza. De no poder pensar con lucidez. Pero nos vamos levantando entre todes, afirma Isadora. Darse afecto y cuidado. Luego Roxana, una vecina que también está en la lucha, nos diría con su hija Naomi en brazos que sabe que hay que moverse en conjunto, porque es lo que les hace más fuertes: Sé que muchos de los compañeros han quedado con miedo, yo creo que el miedo me surgió el día sábado y el domingo ya se me fue y quería seguir haciendo otras cosas.

Para llegar a la casa de Aldo en Chaquiago, pasamos primero por el corte que sostienen vecinos para que no pasen los camiones de las mineras. Luego por El Algarrobo, en donde funciona la radio comunitaria. Un recorrido por calles de tierra, lugares emblemáticos de la lucha, acompañantes por una noche llena de estrellas titilantes. 

El domicilio de Aldo ya no es prisión, y su edad cambió mientras estaba con la domiciliaria:  Aldo Flores cumplió 73 años en su casa. Dos veces cumple años, porque dice que su padre llegó machado a anotarlo al registro: así festeja el 25 de abril y el 2 de mayo. Ese último día, agarró el diario y se puso a hacer un crucigrama. La primera palabra que escribió fue CONDENADO. Ese día salió con su caja a cantarle coplas al cerro y a quienes se acercaron a la vereda a saludarlo. Ese día, algunxs recordaron al Aldo en su bicicleta frente a un enorme camión y su mano en alto, poniendo un freno a su avance.

(Foto archivo Asamblea El Algarrobo)

Me mantiene erguido la utopía. Y qué es la utopía, me dirás, como decía Galeano, es tener localizado el horizonte y caminar hacia él y ver que cada vez se aleja más pero en definitiva es caminar, caminar la vida. Creo que el ideal ese jamás lo voy a conseguir pero me entusiasma el intento, dice Aldo. 

Caminar, siempre caminar con entusiasmo. En su origen etimológico, entusiasmo es tener un dios dentro de sí. 

Aldo está sólo en una celda en la comisaría. Tiene una silla y un colchón. El resto de lxs detenidxs, están todxs juntxs en otro cubículo, tratando de entender por qué están ahí. 

Pero Aldo, sólo, se mueve de un lado a otro. Su guardiacárcel, lo sigue sin quitarle la vista de encima. Aldo le arroja su pregunta:  “¿Que se siente haberse preparado para vigilar a un viejo boludo que defiende el agua?”.

El guardiacárcel lo mira. Aldo se aburre. No tiene ganas de acostarse. Piensa. Mueve la silla de lugar. La acerca a la reja. Y se sienta. Se sienta frente a su carcelario. Lo mira. Lo mira constantemente. Lo sigue con la mirada. 

La dignidad, eso es lo que llevo dentro, en mi mochila, dice Aldo. Y lo espiritual, el amorcosas que no se muestran, que uno las tiene ahí y las reparte por todos lados, agrega. Amor a la tierra, amor al semejante. Esas, son para Aldo las cosas que lo hacen peligroso. 

 Poder ver, y no mirar. Y es que para que el que mira sin ver, la tierra es tierra nomás, decía Atahualpa. Aldo lo cita y agrega: y uno la ve a la tierra y se empapa de la tierra. Me enamora la tierra, las plantas, las frutas, por eso hago dulces, hago cajitas bagualeras, tengo un taller de música con los chicos para que suene la música, con la vida, entonces está todo emparentado, amo

Amar y conmover-se. Llevar eso en la mochila tan pegado a las espaldas, que es imposible que nos lo quiten. 

…..

Miércoles 14 de abril, 17 horas. Jorge escucha las frenadas intensas de unos vehículos afuera. Despide a sus estudiantes que lo saludan de manera virtual. Vienen por mí, piensa. Mira por la ventana. Identifica al grupo Kuntur, y a la infantería. Van por la entrada principal de su casa. Rompen la reja. Un grupo salta por la tapia.

Quisiéramos tener alternativas laborales de verdad y dignas, pero acá se ha descuidado el trabajo de la tierra, antes tuvo muy buenos vinos, muy buenas cosechas y en el día de hoy nos están ahogando cada vez más para que solamente dependamos de la minería a cielo abierto, sentencia. 

Jorge pertenece a la asamblea El Algarrobo, en esta lucha tan poderosa y desigual. Es músico y docente. Lo apuntaron con un arma. Lo pusieron de rodillas. Lo inmovilizaron. Mientras, allanaron también la casa de su mamá que vive en la planta baja. Tomaron su teléfono, le sacaron algunas pertenencias, lo llevaron a revisión médica y lo metieron al calabozo.

Jorge compartió la celda con algunos vecinos y compañeros de lucha. Conversaron mucho. Intentaron entender por qué estaban allí. Cada uno fue dando su punto de vista: Yo sentí que por ahí mi delito entre comillas había sido durante todos estos años saberme informar, y haber encontrado la forma de poder difundir lo que yo estaba adquiriendo de conocimientos en cuanto a la megaminería

La libertad que le permite ver los colores, la gente, la fisionomía de Andalgalá. Sus atardeceres, sus noches, sus lunas: siempre he disfrutado de eso y de pronto tenía reducida mi vida a un calabozo. Me dolió muchísimo haber estado preso por casi dos semanas privado de mi libertad. Me daba mucho miedo perder la libertad. Y me pasó, dice Jorge. 

Una lucha: contra el modelo extractivista

Un momento de quiebre: cuando la conciencia despierta y entendemos que tenemos una razón por la cual estar en las calles, en las asambleas

El sostén de todo lo que existe: el agua

Un ejercicio: la memoria
Un atropello: lo que está pasando en Andalgalá

¿Sabés qué significa esto? En este vaso está todo. Está todo escrito ahí, en ese pedazo de arcilla, dice Onésimo. Sostiene entre sus manos una taza moldeada y nos responde que allí hay agua, allí hay memoria. 

Somos originarios, comparamos la arcilla con nuestra piel. Cada sudor, sometimiento para poder dejar un formulario en este pedazo de cerámica. Podemos leer en esa pieza, aunque hayan pasado por encima de lugares sagrados, aunque hayan intentando destruir el pasado.

En el agua está la memoria del tiempo

Todo lo que va transcurriendo desde que baja del cerro, de las vertientes hasta lo que nos alimenta, nuestro cuerpo, dice Víctor. Agua y memoria, alimento y conciencia. 

Víctor corta cebolla. De fondo, la cumbre nevada del Aconquija resalta en el azul despejado del mediodía. Vive en Belén. Pica ajo. Hace 25 años eligió Catamarca para vivir. Aviva el fuego. A lo largo de los años fue construyendo un vínculo con Andalgalá. Hoy  se siente parte de una gran familia, una gran comunidad: 

Yo lo siento como un tejido, como un poncho, como el entramado que existe en los valles y que en este caso es el Aconquija, pero hay muchos lugares donde los pueblos luchan para que se sepa la verdad de lo que está pasando y cómo nos están atacando por querer defender el agua, afirma Víctor.  

Solidaridad. Empatía. Reciprocidad. Cariño. Amor. Coherencia. Respeto por la tierra. Unidad. A comer.

Aylén, estuvo presa. Sentadas en la plaza de Chaquiago, conversamos con el cerro Aconquija presente ahí, guardián y vigilia. Mientras, Aldo prende el fuego para el asado de despedida. Está erguida. Y nos dice que lo que la yergue, es lo mismo que lo que la destruye:  Si no hago algo, si no lucho no tendré qué desearle a la vida. Salir y ver que nos están destruyendo la tierra, el agua, me da más fuerza para luchar, de que no puede ser así. Me moviliza el pensar que si no hago nada me tendré que ir de acá, pensar que si yo no lucho por lo mío, no tengo más nada.

Aldo agarra el megáfono. Después de casi dos semanas preso, habla en la caminata del sábado: 

El algarrobo como todas las plantas de nuestros pueblos crecen, se vuelven fuertes y parece que tenemos que ser fuertes entre todos. Seguimos con las caminatas y decimos no a la megaminería, no a Agua rica, no a los corruptos de los políticos, jamás nos meterán presos. Podrán meter a algunos pero siempre renacerán algunos y seguirán, seguirá la caminata. Los quiero a todos. Fuera las mineras. 

Yo me irgo

Vos te erguís

Él, ella, elle se irgue

Nosotras, nosotres, nosotros nos erguimos. Como el algarrobo.

Fuente: www.medionegro.org

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