Nación Mapuche. Arturo Philip, el hospital bizarro de Patagones y la machi Dominga Ñancufil

Por Vero Azpiroz Cleñan* / Resumen Latinoamericano, 24 de mayo de 2021

El psiquiatra argentino Arturo Philip vive actualmente en un pequeño pueblo de la Bretaña. En 2008 publicó en Editorial De los Cuatro vientos “El hospital bizarro”, donde cuenta su historia con la machi mapuche Dominga Ñancufil, cuando él dirigía el Hospital neuro psiquiátrico de Carmen de Patagones.

El título del libro es idéntico al del compendio de trabajos que en 1986 dicho hospital presentó en el congreso argentino de psiquiatría el mismo año y por el que se obtuvo el primer premio a la mejor labor psiquiátrica del país en hospitales psiquiátricos. Arturo Philip había implementado un sistema que se conoce como ‘comunidad terapéutica’, en el que no hay lugares de privilegio entre pacientes, enfermeros, profesionales y vecinos. Cualquiera de ellos podía manifestar su opinión en las reuniones semanales que se llevaban a cabo . A pesar de la innovación, en la población mapuche, mayoría del lugar, las técnicas terapéuticas resultaban poco eficaces. Muchos de ellos sostenían que ningún médico podía curarlos. Muchos como César afirmaban:

-Yo estoy enfermo porque me hicieron un daño, me metieron algo en la sangre para que me vuelva loco. Creo que ningún médico podrá curarme”. En él todas las técnicas terapéuticas habían fracasado. No ingería alimentos, sólo sobrevivía gracias al suero. Ante el peligro de vida. Arturo Philip recordó que en los alrededores de la ciudad, vivía una machi, una curandera mapuche, Doña Dominga Ñancufil, a quien fue a visitar para contarle el caso. Dominga aceptó ver al paciente en su casa y sin nadie presente.

En el libro consta el relato del paciente:

“Cuando el doctor me dejó solo con doña Dominga, ella se me vino encima y me dio un empujón que me tiró al piso. Yo no me asusté ni nada, pero estaba tan débil que no podía moverme, así que me quedé tirado mientras la machi empezó a dar vueltas alrededor. Daba vueltas y vueltas, y cantaba bajito. Yo empecé a marearme, a ver todo nublado, y entonces ella se me acercó y me metió la mano en el estómago. Me metió la mano y todo el brazo adentro. Yo sentía como me revolvía las tripas. Sentí un gran dolor, creí que me iba a desmayar. Entonces ella agarró algo que estaba muy prendido en todo mi cuerpo y empezó a tirar para afuera. Hasta que sacó una serpiente, estaba viva dentro de mi cuerpo. Después la machi me mostró cómo le aplastaba la cabeza con una piedra contra el piso”

Al salir exclamó:

‘Bueno, doctor, ya estoy mejor. Voy a comenzar a comer y a tomar los remedios que usted me quiere dar porque estoy muy débil. Qué malos momentos les hice pasar, deben disculparme’ “.

Arturo Philip agregó:

“Mi curiosidad médica me llevó a acercarme a Dominga y pedirle permiso para aprender de ella”. Pero la machi pensaba más en un intercambio que en tener un aprendiz, así que finalmente “hicimos una alianza, no hubo un maestro y un discípulo. Entonces nos pusimos a trabajar juntos en resolver patologías, sobre todo de gente de su raza. Dominga nos estaba abriendo la puerta al mundo oculto de América, de la América profunda,

Así fue que para 1983, el psiquiatra decide incorporar a Dominga Ñancufil a la plantilla del Hospital Neuropsiquiátrico de Carmen de Patagones en calidad de asistente terapéutica.

El resultado fue tan novedoso y propicio que el equipo del hospital comenzó a concentrarse en la salud mental de la comunidad. Se organizaron cursos , obras de teatro con participación de los enfermos y un gran número de actividades que involucraban cada vez más a la gente de la pequeña ciudad, lo que contribuyó también a despertar las resistencias de los sectores más conservadores.

Hacia 1987, la psicopedagoga Irene Roldán se prestó a denunciar a sus colegas, a pesar de que todo el trabajo que se estaba haciendo era legal. De modo abrupto y sin sumario, el municipio despidió a todo el equipo médico .En 1992, después de un largo proceso, la Corte Suprema de Justicia de la provincia de Buenos Aires le dio la razón a Arturo Philip.en el juicio que éste inició contra la Municipalidad por la forma arbitraria de acabar con el programa de salud que se estaba llevando a cabo. El hospital no volvería a abrir sus puertas, ya que el Municipio decidió quitarle su independencia y lo puso bajo la jurisdicción del Hospital Municipal como simple Área de Salud Mental. Las puertas se cerraron y los pacientes volvieron a ser tratados de modo convencional.

*En su muro de Facebook.

FUENTE: El Extremo Sur

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