Bahréin. Estados Unidos debe apoyar respeto a derechos humanos

Resumen Medio Oriente, 28 de marzo de 2021-.

Esa nación fue vista como un modelo prometedor de reforma política y transición democrática, pero se ha convertido en uno de los Estados más represivos de Oriente Medio.

Una década después de la llamada Primavera Árabe, Estados Unidos ignora los abusos contra los derechos humanos en Bahréin, denuncia theamericanconservative.com. 

Doug Bandow, miembro del Instituto Cato y ex asistente especial del ex presidente Ronald Reagan, dijo que Washington habla mucho de Arabia Saudí, la brutal dictadura que disfrutó del cálido abrazo del presidente Donald Trump.  

A diferencia de su predecesor, el presidente Joe Biden criticó a la que es una de las naciones más represivas del mundo, entre las diez últimas del planeta, aunque abandonó su promesa de tratar al reino como un “paria”.   

Sin embargo, indicó Bandow, olvidado está el satélite saudí Bahrein, un principado de mayoría chií gobernado por una dura monarquía suní con apoyo de Estados Unidos. Manama está calificada como “no libre” por Freedom House.    

Lo mejor que puede decirse de ella es que la familia gobernante al-Khalifa no es tan pródiga en la difusión de la tiranía como los al-Saud, que hace una década apoyaron la monarquía de Bahrein contra su pueblo.  

Freedom House, citada por el analista, señala que Bahréin fue visto en su día como un modelo prometedor de reforma política y transición democrática, pero se ha convertido en uno de los Estados más represivos de Oriente Medio.

Desde que aplastó violentamente un movimiento popular de protesta prodemocrática en 2011, la monarquía dirigida por suníes eliminó sistemáticamente una amplia gama de derechos políticos y libertades civiles, desmanteló la oposición política y reprimió con dureza la disidencia persistente en la población chiíta.   

Otra organización como Human Rights Watch (HRW) al enjuiciar la situación en esa pequeña nación árabe apuntó que la situación de los derechos humanos es nefasta.    

Los tribunales condenan y encarcelan a destacados defensores de los derechos humanos y líderes de la oposición por su activismo pacífico. Las fuerzas de seguridad maltratan, amenazan y coaccionan a los presuntos sospechosos para que firmen confesiones. 

Las autoridades han reanudado las ejecuciones, muchas de ellas tras juicios injustos empañados por acusaciones de tortura, y no hacen rendir cuentas a los funcionarios por las torturas.  

Cientos de personas han sido despojadas de la ciudadanía y han quedado como apátridas, y decenas de disidentes, periodistas y abogados fueron deportados como castigo por delitos que incluyen la crítica pacífica al gobierno. 

En 2017, las autoridades cerraron el único periódico independiente del país, así como los partidos de la oposición. A los miembros de los partidos de la oposición disueltos se les prohibió presentarse a las elecciones parlamentarias de noviembre de 2018, precisó HRW.   

Como era de esperar, la administración de Donald Trump ofreció un apoyo incuestionable: con Arabia Saudí e “Israel” dirigiendo la política estadounidense, Washington se fijó en el apoyo de Irán a los defensores de la democracia y no en la violenta supresión de Bahréin de cualquiera que criticara a la realeza dictatorial. 

Sin embargo, el Departamento de Estado confirmó los crímenes del régimen, señaló Bandow. El mayor interés de EE.UU.  en Manama es el papel de esta como sede de la Quinta Flota americana, subrayó.  Los al-Khalifas imitaron a los regímenes vecinos y nunca toleraron mucha disidencia, apuntó.      

El New York Times observó simplemente “La familia real de Bahrein ha utilizado tanques, policías antidisturbios, detenciones generalizadas y una estricta censura para frustrar las demandas de democracia entre la mayoría musulmana chií”. Inseguro de su propia capacidad para aplastar a toda la oposición, se apoyó en los militares saudíes y emiratíes para respaldar a sus pequeñas fuerzas armadas y dotó de personal a sus organismos de seguridad con pakistaníes y sirios, que sabían cómo tratar a la oposición.    

Según Sayed Ahmed Alwadei, del Instituto de Derechos y Democracia de Bahrein, desde el levantamiento, cualquier vestigio de sentimiento prodemocrático en esa nación ha sido reprimido sin piedad.     

Sin embargo, los gobernantes de Bahréin siguen quejándose cuando alguien cita su horrible historial. Recientemente, Manama reprendió a Qatar por un informe de Aljazeera sobre el uso de la tortura en ese país. Sin embargo, algunos bahreiníes esperan un cambio.

El otoño pasado murió el primer ministro y arquitecto de la represión, que llevaba mucho tiempo en el cargo. Fue sustituido por el príncipe heredero Salman bin Hamad al-Khalifa, quien se dice que está a favor de una política más liberal. Un impulso del presidente Joe Biden podría ayudar, sugirió Emile Nakhleh, de la Universidad de Nuevo México, citado por Boandow.    

Washington podría utilizar el nombramiento de Salman como una oportunidad para animarle a él y a su padre, el rey Hamad, a permitir la reapertura de la prohibida al-Wefaq y de otras instituciones de la sociedad civil. Salman podría permitir a los clubes políticos reanudar sus actividades legales, pacíficas, políticas y culturales. La apertura allanaría en última instancia el camino hacia la creación de un país más educado, tecnológicamente avanzado y económicamente vibrante. 

A principios de marzo, 15 grupos de derechos humanos escribió al Secretario de Estado Antony Blinken sobre Manama: “El gobierno de Biden debe instar a Bahrein a que anule las restricciones impuestas a la sociedad civil, a que dé verdaderos pasos hacia la reforma de la justicia y el restablecimiento de los derechos civiles y a que restablezca las restricciones a la venta de armas a Bahrein hasta que mejore el historial de derechos del país”.

Subraya el analista de Cato que la hipocresía y la santurronería en materia de derechos humanos en Oriente Medio socava la política de Estados Unidos: nadie puede tomarse en serio las quejas de EE.UU. sobre Irán cuando Washington arma a los violadores de derechos humanos en serie, Bahréin, Egipto, Arabia Saudí, Turquía y Emiratos Árabes Unidos.

Y si estos últimos regímenes caen alguna vez, sus pueblos recordarán a quién apoyó Washington cuando se encarcelaba y mataba a personas por buscar las libertades que ellos dan por sentadas.

Fuente: Al Mayadeen

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