Uruguay. 8M.“Ningún tapabocas logró callar el grito”: mujeres y disidencias marcharon por el Centro de Montevideo

Resumen Latinoamericano, 9 de marzo de 2021.

Colectivos y feministas autoconvocadas denunciaron una profundización de las desigualdades y las distintas formas de violencia machista.

“Feliz será el día que no falte ninguna”. La frase se repite en varios carteles a lo largo de la avenida 18 de Julio, que este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, amaneció con telas, globos y pañuelos violetas en las columnas, los balcones y las ventanas. Los sostienen chiquilinas con los párpados llenos de glitter que se empiezan a encontrar con otras en las plazas. El texto es una advertencia para quienes todavía piensan que la fecha es motivo de celebración –y no de lucha– pero adquiere un significado especial cuando la noche anterior una mujer de 43 años fue asesinada por su expareja en Sauce, Canelones. Otra mujer. Una más, y ya son cuatro femicidios confirmados en lo que va del año.

La marcha convocada por el Tejido Feminista 8M este año reúne a las mujeres y disidencias en tres puntos diferentes de la principal avenida de Montevideo para evitar aglomeraciones. Hay otras medidas para evitar contagios de covid-19, como exhortar al uso de tapabocas y pedir que se mantenga la distancia física. Para lograr esto último, las manifestantes armaron con telas violetas un “entramado feminista” que las une a todas al tiempo que permite marcar distancias. Es también un guiño a la consigna que las convocó este año: “Rebelión y trama feminista contra la precarización y el control de la vida”.

Cerca de las 17.00 en la Plaza de los Bomberos hay dispersos distintos grupos de mujeres. Colectivos transfeministas, grupos de docentes y trabajadoras de la educación, sindicalistas, artistas, estudiantes. Todas se preparan para caminar: escriben carteles, arman cordones con telas violetas, se sacan fotos, se pintan la cara. Uno de los centros de atracción en este punto es el Encuentro de Murguistas Feministas, que está concentrado con bombos y cánticos alrededor de un cartel que dice: “Contra la precarización de la vida, carnaval feminista”. El colectivo decidió sumarse a esta convocatoria porque “es una manera de poder visibilizar nuestros reclamos, mirarnos a los ojos, decirnos lo que sentimos, cómo estamos, qué queremos construir, y hermanarnos entre todes”, dice Giovanna, una de sus integrantes, a la diaria.

Otro de los puntos de salida es la intersección entre Santiago de Chile y San José, a pocos metros de la Intendencia de Montevideo. En este espacio, todas las manifestantes parecen moverse casi por inercia al ritmo de los grupos de tamborileras que están al frente de la columna, junto con el colectivo de mujeres afro Mizangas. Más atrás están mezcladas algunas integrantes de Las Tribaleras y otras de Cuerpos que Hablan, un colectivo de mujeres y disidencias que se dedican al bodypainting. La idea de manifestarse el 8M surge “del deseo de amigas de salir a la calle a utilizar la herramienta del cuerpo, del alma y de la pintura para decir algo importante”, cuenta Andrea, que tiene todo su cuerpo pintado de negro, con pequeños destellos blancos. “Que sea el arte la herramienta que hable por nosotras”, agrega mientras baila.

La tercera columna de la movilización se concentró en la plaza Independencia y tiene al frente al Bloque Antirracista, que este año protesta con consigna propia: “Afro, indígenas y migrantes contra el racismo y la represión”. El colectivo, que este 8M cumplió un año de existencia, lleva el ritmo de la cadena humana con la batucada que las caracteriza.

A la diversidad de barrios, profesiones, orígenes étnico-raciales, orientaciones sexuales y organizaciones que hay en los tres puntos, se le suma el factor intergeneracional, que queda en evidencia cada año. Está lleno de gurisas que fueron a reivindicar sus derechos con amigas o familiares. Es el caso de Fiorella, de 16 años, que en el medio de la Plaza de los Bomberos sostiene un cartel con la leyenda “Ni soy histérica ni estoy menstruando; grito porque nos están asesinando”. “Desde chica me trajeron y fui creciendo viendo las cosas que nos pasaban, entonces todos los años vengo y acompaño”, dice la adolescente, que vive en el Prado y vino con su mamá, su hermana y una amiga. “Salimos a la calle para mostrar que queremos que nos escuchen y que paren de matarnos y violarnos”, asegura, tímida, detrás de su tapabocas que tiene escrito girl power; “queremos poder salir solas a la calle sin pensar que no llegamos a casa”.

Pero también están las “históricas”, mujeres mayores que acompañan la lucha por los derechos de las mujeres desde hace décadas y que ahora ven la efervescencia feminista con orgullo y emoción. Así lo vive Beatriz, de 69 años, que vino a apoyar los reclamos de las mujeres “en una sociedad absolutamente patriarcal, discriminatoria, opresiva e injusta”. “Siento la alegría más enorme porque con mi generación, que es la del 70, hemos sufrido muchas derrotas y hemos tenido costos muy altos de muerte, de cárcel y de todo lo que nos quedó después. Entonces ver a la gurisada manifestarse así me hace decir: “Todavía hay esperanza, aunque a veces parezca que no”, reflexiona. “Nosotras no pudimos. Las nuevas generaciones buscarán sus instrumentos y, a su manera, lo irán haciendo”.

Todas juntas y encendidas

Las tres marchas se unieron cerca de las 19.00 en los alrededores de la plaza Libertad. Allí, las manifestantes hicieron una “sentada” y entonaron al unísono la canción “Sin miedo” de la cantautora mexicana Vivir Quintana, que se ha convertido en un himno del 8M en varios países de América Latina.

“Que tiemble el Estado, los cielos, las calles. / Que tiemblen los jueces y los judiciales. / Hoy a las mujeres nos quitan la calma, / nos sembraron cielo, nos crecieron alas”, retumbó en el Centro de Montevideo. “A cada minuto de cada semana, / nos roban amigas, nos matan hermanas. / Destrozan sus cuerpos, los desaparecen. / No olvides sus nombres, por favor, / cuando te manifiestes”.

Después de la canción, las manifestantes leyeron de manera colectiva la proclama de este año, que fue redactada en verso, como un poema. En el texto, el Tejido Feminista 8M denunció los femicidios y otras formas de violencia machista, rechazó las maternidades forzadas, reivindicó los derechos de las identidades de género no hegemónicas y recordó a las mujeres y disidencias afro, indígenas y migrantes. Las manifestantes también condenaron el impacto de la pandemia en estas poblaciones, y en ese sentido se proclamaron a favor de “un mundo en que no recaigan / como eslabones de metal / las tareas de cuidado”.

“Ningún tapabocas logró callar el grito / de las marchas que en marcha llevamos, / y sembramos el fuego una vez más / contra la precarización y el control de la vida”, aseguraron. “Tejer rebelión y un millón de tramas feministas”, agregaron, “para que luego de barrida la violencia / en el mundo encontrarnos gritando: / ¡que viva la lucha feminista!”.

Todas las mujeres en todas las calles: Las Pioneras recibió a la marea violeta

Una marea violeta inundó el Espacio Feminista Las Pioneras en la tarde de este lunes, cuando centenares de mujeres se congregaron en uno de los puntos de encuentro convocados por la Intersocial Feminista para conmemorar el 8 de marzo. La convocatoria estaba prevista para las 17.00, pero el grueso de las asistentes llegó sobre las 18.00 y se distribuyó a lo largo y ancho del predio, en rondas o hileras orientadas al escenario, donde una hora más tarde se presentó la murga Perlita Cucú y la Intersocial Feminista leyó su proclama.

El violeta estaba en los labios, los párpados, los pañuelos, las prendas de ropa o las pulseras, y teñía el ambiente. También predominaba en los carteles que llevaban las mujeres, en los que se podían leer consignas como “La violencia machista es epidemia y no hay barbijo que nos proteja”, “feliz va a ser el día que no falte ninguna” y “las vulvas no piden permiso”.

A las reivindicaciones de todos los años se sumaron este año las vinculadas a la pandemia, no sólo por el impacto en el mundo laboral, que golpeó fuertemente al trabajo informal –una realidad que afecta especialmente a las mujeres–, sino también por el recrudecimiento de las tareas de cuidados en el ámbito doméstico, que siguen siendo una mochila que cargan sobre todo las mujeres.

Lilián Celiberti es maestra y coordinadora de Cotidiano Mujer, una de las organizaciones sociales que gestionan el Espacio Feminista Las Pioneras. En diálogo con la diaria, Celiberti destacó que la emergencia sanitaria afectó “de una forma muy particular a las mujeres porque quienes sostienen la vida cotidiana somos, en general, las mujeres”, que además se ven afectadas por “niveles de precarización muy grandes”: “Las que primero pierden su trabajo somos las mujeres, porque estamos más en el mercado informal. Entonces, es un círculo vicioso, y en los momentos de crisis el mayor sufrimiento es siempre para las mujeres”, afirmó Celiberti.

Pero, además, la consigna “quedate en casa”, que se promovió durante los primeros meses de la pandemia como forma de evitar la circulación para reducir los contagios de coronavirus, fue un arma de doble filo para las mujeres víctimas de violencia: “El lugar más peligroso para las mujeres es la casa, porque es en las relaciones interpersonales donde las mujeres sufrimos violencia, donde las niñas y los niños son abusados. Entonces, para nosotras el peligro no es el coronavirus, el peligro es el patriarcado de todos los días, que cuando no había coronavirus también nos mataba”, apuntó Celiberti. Por eso, señaló, era importante “salir a la calle y estar juntas” este 8M.

Celiberti destacó el rol de las mujeres que “sostuvieron la olla” a lo largo de la pandemia, en las ollas solidarias y en los merenderos que se propagaron en distintos barrios. “No es verdad que todo el mundo se quedó en la casa. Determinados sectores pudieron quedarse en su casa, pero también hubo mucha gente solidaria, mujeres y varones, que juntaron alimentos, que hicieron la olla todas las veces que pudieron, y eso merece ser reconocido, porque eso es sostener la vida frente a la precariedad, con una ausencia total del Estado”, señaló.

El domingo, una mujer de 43 años fue asesinada por su expareja, en la calle. Ocurrió en la localidad de Sauce, en Canelones. Se trata del cuarto femicidio en lo que va del año. “Esto nos muestra hasta qué punto tenemos que cambiar y derrotar al patriarcado, que no es una acción exclusivamente legal”, sostuvo Celiberti, y señaló que si bien una reivindicación del feminismo es que haya más recursos para el sistema judicial, “también necesitamos desmontar el patriarcado en nuestras casas, en nuestras camas, en nuestros trabajos, en todos los lugares”, porque “la expresión de la violencia es el último paso de las relaciones cotidianas que consideran a las mujeres como objetos”.

El elefante en la habitación

“Me violaron en 2010. No pude denunciar por miedo. Él lo hizo con otras, y sigue impune”, rezaba uno de los mensajes escritos en un lienzo que colgaron integrantes de Colectiva Elefante en uno de los rincones de Las Pioneras, con el objetivo de visibilizar el abuso sexual que sufren mujeres, niñas y niños a diario. El elefante violeta en el medio de la tela simbolizaba el tabú en torno al abuso sexual y el elefante en la habitación es aquello que la sociedad sabe que existe pero se niega a ver. “Animate a escribir, ¿qué no callás más?”, invitaba la propuesta.

La respuesta era lenta; muchas curiosas se acercaban a leer los mensajes, pero pocas escribían. Y “era lo esperable”, tal como señalaron integrantes del colectivo, aunque destacaron que cada vez más mujeres se animan a relatar los abusos que vivieron. “A nuestro colectivo se ha acercado mucha gente a hablar, porque saben que nosotras las vamos a entender y no las vamos a juzgar. La idea es poner el tema en la sociedad y que se pueda hablar del abuso, de quién es el culpable, de la poca respuesta que se tiene del Estado y de la Policía también cuando vas a denunciar”, dijo a la diaria Stefani Fiori, integrante de Colectiva Elefante.

No sólo mujeres se animaron a expresarse en el lienzo. Guillermo, de 11 años, plasmó su mensaje en marcador violeta: “No me das miedo, me das lástima. Y deje de satisfacerse traumando”, escribió. “Ese, por ejemplo, lo escribió una señora mayor”, dijo Fiori, y señaló una escritura que estaba un poco más arriba: “¡La culpa a los culpables! Él me lo hizo, yo fui la víctima en mi infancia, de mi padre, ¡No me callo más!”. Fiori apuntó que el abuso intrafamiliar “pasa muchísimo” y “muchas veces la gente se calla o la propia familia lo oculta”.

Por otra parte, Fiori se refirió a las dificultades asociadas a las denuncias. “Ya decirlo es muy difícil, pero es importante que sea en un lugar cuidado, con gente que te entiende y no te juzga. Porque si vos hablás y te juzgan o te intentan hacer creer que es tu culpa, es muy difícil que la víctima pueda volver a hablar y a confiar”, señaló la activista.

Hasta que aparezca Amparo

Un grupo de mujeres y varones llevaba una remera con la imagen de Amparo Fernández, una mujer de 36 años oriunda de Paysandú que fue asesinada en Sarandí Grande, Florida, en junio de 2019. La remera rezaba “Hasta que aparezca Amparo”, y la lucían trabajadoras y trabajadores de la Federación de Funcionarios de la Salud Pública que pertenecen a la comisión interna del Hospital Piñeyro del Campo, que si bien no la conocían personalmente, habían interactuado con ella porque también integraba la federación.

“Venimos porque queremos decir ‘basta ya, ni una menos’. Que no hayan más Amparos”, dijo una de las trabajadoras a la diaria, y recordó que hasta ahora no ha aparecido su cuerpo, dado que el femicida, que está privado de libertad, no ha aportado datos verídicos de su paradero. “Sigue desaparecida, con todo lo que eso conlleva para su familia y, sobre todo, para sus tres hijitos chicos. Hasta que no aparezca vamos a seguir, y les pedimos a todos que no bajen los brazos, que Amparo aparezca”, agregó.

Nuestra vida es revolución

Pasadas las 19.00, la murga feminista Perlita Cucú se subió al escenario para musicalizar la antesala de la lectura de la proclama de este año, para dejar en claro que la lucha feminista no está exenta de celebración y alegría. “Feministas para la calle, somos pulso, fuerza y canción. / Si paramos se para el mundo, / nuestra vida es revolución”, rezaba el estribillo, que replicaron cientos de voces de mujeres e hicieron retumbar en las paredes del espacio feminista.

Luego de la presentación artística, que terminó con abrazos y baile, representantes de la Intersocial Feminista leyeron la proclama. “Porque no nos callamos más las desigualdades con las que vivimos día a día, y de ninguna manera permitiremos que la pandemia sirva de escudo para invisibilizarlas, mantenerlas y reafirmarlas”, señala el documento, en el que se destaca que en las “circunstancias tan excepcionales” que se vivieron en 2020 muchas mujeres “debimos quedarnos en nuestras casas aunque esta no representara un lugar seguro”.

“En medio de una pandemia mundial sin precedentes, asistimos a una reformulación y ajuste del Estado que orienta su acción, a partir de un Presupuesto nacional reduciendo la matriz social de protección en momentos de emergencia sanitaria, alimentaria, social y económica”, cuestiona la Intersocial Feminista, y advierte que “aún hoy no se vislumbran perspectivas de reactivación en vastos sectores de la economía en los que participamos mayoritariamente”.

La Intersocial Feminista criticó la “indiferencia e impunidad” del Estado ante las expresiones de violencia de género más extremas, como las redes de trata y explotación sexual y los femicidios, que “se materializa en la escasa asignación de recursos a servicios especializados que aborden esta emergencia de violencia de género, y en el intento de desarticulación de la Ley Integral de Violencia Basada en Género contra las mujeres, propuesta por la Suprema Corte de Justicia, en su intento de derogación de los Juzgados Multimateria”.

También hizo mención a la muerte de una adolescente de 14 años en nuestro país, a fines del año pasado, por una septicemia tras una interrupción voluntaria del embarazo en el marco de la ley vigente, la cual “visibiliza de forma muy lamentable la inadecuación de cualquier marco normativo cuando no existe un compromiso social y político real con las leyes que nos rigen”.

“Un nuevo 8 de Marzo nos encuentra movilizadas, en múltiples manifestaciones virtuales y presenciales, seguras y cuidadas, en nuestros barrios y pueblos, pero articuladas más allá de fronteras. Porque las mujeres sabemos de alianzas: nos reconocemos, apoyamos y cuidamos. Porque somos resistencia y transformamos la vida allí donde nos encontramos. De eso habla nuestra historia, este presente y hablará nuestro futuro”, finaliza la proclama.

fuente. La Diaria

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