Nación Mapuche. Héctor Llaitul: “Aún estamos disponibles para conversar, pero con ciertas garantías para el movimiento autonomista”

Víctor Herrero A / Resumen Latinoamericano, 28 de febrero de 2021

El vocero de la CAM dice que valora la reciente propuesta de Francisco Huenchumilla, en especial la idea de que observadores internacionales sean garantes de una mesa de diálogo. Las propuestas actuales emanadas desde el gobierno, en cambio, sólo generarán un conflicto “más profundo, más encarnizado, más agudizado”.*

Héctor Llaitul es co-fundador de la Coordinadora de Comunidades en Conflicto Arauco-Malleco (CAM). Fundada en 1998, la CAM sacudió las reivindicaciones históricas de los mapuche al incorporar métodos más violentos de lucha como la quema de camiones e infraestructura, en especial de la industria forestal, y la toma de terrenos que reclaman como ancestrales.

Llaitul ha enfrentado condenas menores y varios juicios en el marco de la Ley de Seguridad Interior del Estado, siendo absuelto de los cargos más grandes. Fue víctima de la Operación Huracán, una operación de inteligencia policial que acusó falsamente e implantó pruebas falsas a un conjunto de activistas mapuche.

En esta entrevista, realizada vía teléfono, Llaitul habla de la propuesta del senador Francisco Huenchumilla (DC) de una suerte de mesa de diálogo bajo observadores internacionales, del llamado del Presidente Sebastián Piñera de buscar un acuerdo nacional para una solución al conflicto en la Araucanía y de las revindicaciones del movimiento mapuche a ojos de la propia CAM.

“Hay un aspecto que es interesante en la propuesta, que tiene que ver con internacionalizar la causa mapuche. A nosotros nos parece procedente”.

Hace unos días el senador Francisco Huenchumilla propuso sentar en una misma mesa a representantes del Estado, agricultores, empresas forestales y distintas comunidades mapuche. Su idea es iniciar un diálogo entre las partes supervisado tal vez por la ONU. ¿Qué piensa la CAM respecto de una iniciativa como ésta?

– De partida, hay un aspecto que es interesante en la propuesta, que tiene que ver con internacionalizar la causa mapuche. A nosotros nos parece procedente, porque las razones por las cuales nosotros estamos luchando hoy día tienen que ver con la recuperación del territorio, la recuperación de la autonomía, que son nuestras demandas fundamentales. 

Ahora, este enfoque no tiene tanta cabida en la sociedad chilena, debido al manejo que hacen los medios y la clase política del tema, va en contra de su discurso oficial. Sin embargo, a nivel internacional, tenemos más acompañamiento, se entiende mucho mejor la causa mapuche y que tenemos la razón, que estamos por justicia para nuestro pueblo. Ese aspecto nos parece interesante.

“No se puede decir que nuestros enemigos sean los camioneros, los gremios o pequeños agricultores, eso no es así. Nuestros enemigos son las forestales”.

No sé si la ONU sea la instancia correspondiente, pero sí [debería contar] con observadores o garantes en esta búsqueda de una solución. Habría que explorar eso un poco más. Si bien Huenchumilla tiene buenas intenciones, no olvidemos que él es un político, representa el establishment político en Chile. Es militante de la Democracia Cristiana, fue intendente por lo mismo, y también maneja el tema mapuche. Pero nosotros le hicimos la crítica en su momento de que él no ve el fondo del problema, o sea, no analiza las razones de fondo de este conflicto, que tiene que ver con que acá ha habido una arremetida del capitalismo en el Wallmapu. Esta arremetida, a través de políticas extractivistas, de la apropiación de nuestros recursos, ha golpeado fuertemente lo que es el territorio ancestral mapuche. Por eso ha habido una agudización de este conflicto histórico. Él propone medidas cortoplacistas, medidas dentro de la institucionalidad y no necesariamente medidas que tengan que ver con los estructural, que ataquen el fondo del problema, que se relaciona con la restitución del territorio para la nación mapuche y con la posibilidad concreta de construirnos desde la autonomía, la soberanía para nuestro pueblo-nación. 

Entonces, hay un aspecto que podemos aceptar dentro de esta propuesta, que es la posibilidad de ser interlocutores válidos, porque nosotros estamos en la resistencia, en la contraparte y, por lo tanto, debemos tener una voz. En un sentido estamos de acuerdo, cuando él dice que no se debe conversar con aquellos que tranquilamente están tomando mate o los que son amigos de los partidos políticos, sino que si el Estado quiere encontrar una solución tiene que conversar con quienes estamos representando la resistencia mapuche. 

Ahora bien, un acuerdo como lo está planteando la derecha o este gobierno, ahí nosotros tenemos nuestros reparos, porque no nos vamos a sentar [en una mesa de diálogo] con una pistola en la mesa, no nos vamos a sentar si tienen desplegados a los militares en puntos neurálgicos del territorio mapuche. Eso nos ofende, nos agrede y violenta como pueblo-nación. Porque nosotros tenemos la razón y siempre hemos tenido la razón respecto de nuestras demandas territoriales y políticas.

Lo que se ha visto en los últimos meses, incluso en los últimos años, es un mayor nivel de violencia en la Araucanía. Desde la derecha y sectores más duros dicen que no se pueden sentar a conversar con personas involucradas en acciones violentas. Por lo tanto, parece haber aquí una suerte de diálogo de sordos, ¿no le parece?

Claro, eso tiene que ver con que nuestras reivindicaciones de tipo territorial y política chocan de frente con los intereses del gran capital. El problema está ahí y por eso la derecha toma una posición tan cerrada en defensa de los poderosos. Esto no es como se presenta mediáticamente, como lo quiere presentar el gobierno o los medios, de que nosotros tendríamos conflictos con la sociedad chilena o con los agricultores. No, no es así el asunto. El problema que nosotros tenemos es que la restitución territorial y política choca de frente con los intereses de los capitalistas, en este caso, con las forestales, que son las que tienen las propiedades usurpadas en el territorio mapuche. Tiene que ver con las grandes inversiones capitalistas, es ahí donde está la matriz de este problema, no hay otra situación. 

Por lo tanto, se entiende que este gobierno haya profundizado la política represiva.

Nosotros aún estamos disponibles para conversar y por eso valoramos la propuesta de Huenchumilla. Pero nosotros no vamos a conversar para dar continuidad a las políticas de integración o políticas sociales, que a nuestro juicio son puras migajas, y que en el fondo no resuelven en ningún sentido lo que son las demandas de nuestra gente por territorio y autonomía. Y esto quedó en evidencia con el fracaso de la política indígenas y el fracaso de la política de entrega de tierras. El fracaso de la política indígena es que al final cientos o tal vez miles de demandas que han sido canalizadas a través de la institucionalidad, ninguna ha sido resuelta. Y es porque toca los intereses de los ricos.

“Hoy, solo dos grupos empresariales, la forestal Mininco y la forestal Arauco, tienen más territorio que todo el pueblo nación mapuche junto”..

Esas, creemos, son las razones por las cuales hay una agudización del conflicto, es decir, hay una nula voluntad de querer resolver los temas de fondo respecto de nuestras demandas.  

La postura de la CAM es bastante conocida [reivindican acciones en contra de infraestructura de grandes empresas forestales]. Pero esa no es la única postura en el mundo mapuche. Acá en Santiago, cuando uno ve acciones como la quema de una casa, ya no se entiende el discurso en contra de las grandes forestales, porque lo que se ve son acciones en contra de personas comunes y corrientes. ¿Cómo ve usted eso?

Lo que pasa es que aquí ha habido una estrategia comunicacional muy fuerte. Los medios están al servicio de las grandes empresas y del poder político. Lo que nosotros observamos es una campaña de demonización de la causa mapuche. Así ocurrió en el pasado con el caso Luchsinger, que es un caso excepcional, que claro que es una situación compleja. Pero si analizamos el momento mismo en que surge la causa mapuche, aquí hay una crisis que se agrava porque los gobiernos decidieron salvaguardar los intereses de los poderosos, en este caso de las forestales, grandes latifundios y de grupos económicos que arremeten con fuerza en nuestro territorio. Esa ha sido la constante.

Y si hoy día existe militarización, drones, helicópteros, blindados, tanquetas, fuerzas especiales, que reprimen a las comunidades, es porque se protegen las inversiones capitalistas. Nosotros hemos denunciado todo este escenario, prácticamente de guerra en contra del pueblo-nación mapuche, pero tenemos muy pocas salidas.

Lo que sí existe es un proceso, en marcha, de deslegitimar la causa mapuche. Y siempre ha sido así. Antaño se nos mostraba como salvajes, en situación de barbarismo, después como alcohólicos, en fin, siempre ha habido una estigmatización de nuestra gente y de nuestros procesos. En el último tiempo se nos presentan como delincuentes, terroristas, y la última campaña en nuestra contra da a entender que seríamos narco-terroristas mapuche. Han sido parámetros con los que se han manejado los medios también.

Nosotros como organización – y por eso damos esta entrevista- tenemos muy claro que la lucha es en contra del capital, de las forestales, en contra del latifundio, de un sistema de propiedad usurpada. Y aquí el país está al debe, en el sentido de la restitución de los territorios y de la autonomía. Eso no quiere decir que no haya incidentes aislados [en contra de particulares], pero no se puede generalizar la lucha mapuche. No se puede decir que nuestros enemigos sean los camioneros, los gremios o pequeños agricultores, eso no es así. Nuestros enemigos son las forestales. Hay cientos de recuperaciones en contra de las forestales. Nadie habla de esos procesos, que existe esa disputa territorial, que la mayoría de los enfrentamientos y de los hechos de violencia giran en torno a las forestales. 

Eso podemos decir al respecto [de su pregunta]. No se puede caer en el juego de la manipulación, en estas teorías tipo goebbelianas de mentir y mentir porque algo queda, de las verdades producidas. El “conflicto mapuche” es contra un sistema de propiedad, porque las empresas forestales hoy día tienen entre cinco y ocho veces más territorio que los mapuche. Solo dos grupos empresariales, sólo dos forestales, tienen más territorio que todo el pueblo nación mapuche.Hoy el pueblo-nación mapuche tiene entre 500 mil y 800 mil hectáreas; la forestal Mininco y la Forestal Arauco tienen más de 3,5 millones de hectáreas. Imagínese la desproporción e injusticia que existe.

“En la práctica el Estado pone la pistola sobre la mesa para negociar. Nosotros no podemos conversar con amenazas permanentes de Estado de Sitio”.

Y no estamos hablando de que esa propiedad usurpada esté al servicio de los sectores sociales, no; están al servicio de la acumulación del capital, por no hablar de la depredación de los suelos, del ecocidio que están generando estos monocultivos. Todos estos procesos han golpeado fuertemente a las comunidades mapuche. 

Entonces, ¿en qué condiciones estarían dispuestos sentarse en una mesa como la que propuso el senador Huenchumilla? ¿Y bajo qué circunstancias no lo harían de ningún modo?

Hoy día existe un escenario más bélico en contra de la causa mapuche. Esta agudización de contradicciones que ha traído hechos de violencia política no es responsabilidad del mundo mapuche, que quede claro: es responsabilidad del Estado. Este no sólo ha desoído nuestras demandas, sino que ha arremetido en contra de los mapuche para defender los intereses de los poderosos y de los ricos. 

La confrontación la ha puesto el Estado, los gobierno de turno, hasta llegar a instalar una verdadera guerra en contra de los mapuche por sus demandas. Hoy se ha instalado un verdadero escenario para la guerra, con lógicas del enemigo interno, lo que se conoce como conflicto de baja intensidad, aún no de guerra. Ese conflicto lo ha instalado el Estado, hace tiempo que ellos vienen militarizando el territorio mapuche. De hecho, el asesinato de Camilo Catrillanca por parte del Comando Jungla es evidencia de la lógica de guerra que ha instalado Piñera.

El gobierno hizo un llamado a un acuerdo nacional, pero siempre bajo la lógica de la seguridad, de la militarización y del Estado policial. En ese plano es difícil poder conversar. En la práctica el Estado pone la pistola sobre la mesa para negociar. Nosotros no podemos conversar con amenazas permanentes de Estado de Sitio. Nosotros vivimos eso hace casi dos décadas: tenemos comunidades sitiadas, tenemos asesinados políticos, hay prisión política, persecución indiscriminada y también selectiva en contra de los principales representantes de nuestro pueblo; el caso huracán, la ley antiterrorista, la ley de seguridad interior del Estado.

Usted fue víctima en el caso Huracán, ocurrido en el segundo gobierno de Michelle Bachelet. Parece no haber tantas diferencias entre la centro izquierda y la derecha en las dinámicas que usa el gobierno central en la Araucanía.

Claro, y por eso no nos plegamos plenamente a la propuesta de Huenchumilla, porque él fue un representante del gobierno de Bachelet. Y en su gobierno se dio continuidad a las políticas en contra de nuestro pueblo.

Pero todavía no me responde la pregunta. ¿En qué condiciones la CAM estaría dispuesta a sentarse en una mesa de diálogo?

Primero, tendrían que ofrecernos garantías para que podamos llegar a esa instancia. Garantías básicas, porque ha habido varias iniciativas en el pasado llamando al diálogo, al acuerdo, pero nos han dejado marginados. Esto parece el cuento del tío; siempre están diciendo que van a conversar con los sectores que están en la resistencia, pero terminan hablando con su propia institucionalidad, y terminan desarrollando políticas en función de salvaguardar los intereses de los ricos y de las forestales en este caso.

Cuando dice que terminan hablando con los mismos, en el caso del mundo mapuche, ¿se refiere a ENAMA, por ejemplo? 

Va más allá de ENAMA, me refiero a todos los representantes de los partidos de la institucionalidad. Los representantes de la derecha y de la Nueva Mayoría conversan entre ellos y dejan de lado al mundo autónomo mapuche, eso siempre es así. Si conversan con representantes de la resistencia, eso podría ser un avance. También lo sería contar con un garante u observadores internacionales.

Antes se recurría a la Iglesia Católica o a una mediación papal. ¿Lo descartan?

Lo descartamos por los compromisos que existen entre la oligarquía, los ricos y la Iglesia.  Yo creo que es mejor la participación de estamentos internacionales, que tengan como norte la paz, la justicia social. Y ahí estaremos disponibles a conversar, pero para tratar temas de fondo.

“Este llamado a unidad que hace Piñera, de querer buscar una supuesta solución, siempre es con la mirada de que hay que profundizar la represión. Eso llevará a que el conflicto sea más profundo, más encarnizado, más agudizado”.

Hay que hablar sobre los temas de fondo, que tienen que ver con la territorialidad. Actualmente, existen casi mil recuperaciones de tierra. Algunas provienen de la vía institucional y otras del control prácticamente armado, eso lo debemos reconocer. Porque aquí hay una confrontación con fuerzas de ocupación, eso es real. Aquí no estamos diciendo que el pueblo nación mapuche es un grupo violentista en sí, lo que nosotros hacemos es autodefensa, porque no queremos que las fuerzas de ocupación nos asesinen o maten.

Las fuerzas de ocupación están ahí para cualquiera que quiera verlas: los blindados, las Fuerzas Especiales, no solo Carabineros, hoy en día también hay militares. Ellos están con armamento para la guerra. Y ahí nuestra reflexión es que no podemos tener una movilización pacífica, cuando el bando opuesto está dispuesto a asesinarnos, a masacrarnos.

Estamos disponibles para conversar, pero temas de fondo. Y no sé si Huenchumilla lo habrá presentado en esos términos. Porque, claro, él se basa en la tesis de que estén los representantes del Estado, los representantes de las forestales, de los agricultores, y nosotros vamos a quedar en minoría, tres contra uno, contra toda la institucionalidad y ordenamiento jurídico del Estado, que para nosotros es de opresión, ligado a un razonamiento colonial. 

¿Decretar estado de sitio es echarle bencina al fuego?

Por supuesto. Ha sido una medida histórica en contra del pueblo nación mapuche. Este llamado a unidad que hace Piñera, de querer buscar una supuesta solución, siempre es con la mirada de que hay que profundizar la represión. Pero no están diciendo nada respecto de justicia para el pueblo mapuche. Esa es una solución que llevará a que el conflicto sea más profundo, más encarnizado, más agudizado.

Si nos vienen a agredir, tendremos que defendernos y resistir de alguna manera. Esa ha sido una característica de nuestro pueblo. Es una situación que analizamos entre las comunidades, estamos juntándonos, haciendo mucho trawün, articulando a las fuerzas, llamando a la unidad para la resistencia, en eso estamos nosotros.

¿Dan por cerrado cualquier tipo de avance en lo que resta de este gobierno?

Es que es iluso pensar que va a haber un avance para el pueblo mapuche con un gobierno de derecha. De hecho, es más una ultraderecha, que está en sintonía con esta casta de poder que existe acá en el Wallmapu, lo que algunos denominan la Araucanía. Es una casta de una derecha fanática, anti mapuche, muy racista, de tipo colonial, que creen tener un poder que ni siquiera se puede cuestionar.

Estamos en una desventaja en ese sentido, pero la fuerza para que esto tenga otro camino tiene que ver con la sociedad civil, con otros estamentos de la sociedad, no necesariamente un acuerdo nacional con los representantes de la institucionalidad.

¿Cuáles son las garantías para nosotros en un acuerdo nacional como el que propone Piñera? Lo único que ahí se va a lograr es que se profundicen las políticas represivas. Ahora el Congreso discute la modificación de la ley antiterrorista, cuando los organismos internacionales han dicho una y otra vez que no procede aplicar la ley antiterrorista a un pueblo originario. Sin embargo, ahí están queriendo modernizarla, queriendo hacerla más efectiva (…) para penalizar y aumentar las penas en contra del pueblo mapuche. Eso significa cárcel, significa muerte.

¿Cómo explica la sólida representación de la derecha política que ha tenido la Araucanía hace décadas? 

Nosotros convivimos con esta casta de poder que ocupó La Araucanía hace ya 140 años a sangre y fuego, de una ocupación militar en la que el Estado está involucrado totalmente. Se financió y se dio rienda suelta a un ejército que masacró nuestro pueblo para someter y exterminar a comunidades mapuche y hacerse del territorio, por eso se perdió más del 95% del territorio ancestral.

“Los que han participado de las vías institucionales no han logrado prácticamente ningún derecho fundamental para nuestro pueblo; simplemente son políticas de subordinación”.

Los que recibieron el botín de esa guerra fueron la burguesía, los militares, el inquilinaje que viene detrás, y se vienen reproduciendo hace casi un siglo con una mentalidad y cultura anti mapuche. Se instaló una cultura de derecha y, además, con el paso de las décadas los mapuche ya no son la mayoría demográfica en la región. 

Creer que el pueblo mapuche vota por la derecha es una irresponsabilidad, es un contrasentido. El pueblo mapuche prácticamente no vota. Aquí los que están votando son los lacayos, los serviles, los inquilinos, el peonaje que tiene el latifundio y que tienen los colonos, y las forestales que tienen comprado prácticamente a todo el mundo acá. Eso explica un poco la fuerza que tiene la derecha en materia electoral.

Si hasta la supuestamente “nueva” derecha acá es recalcitrante. Basta con ver a Evópoli, cuyos representantes defienden a brazo partido a las forestales y son los que más piden el Estado de Sitio ahora.

El proceso constituyente tiene cupos reservados para pueblos indígenas. ¿Puede venir de ahí un avance? 

Es más de lo mismo, en el sentido de reproducir la forma de hacer política para abordar las demandas de nuestro pueblo. Los partidos políticos, que ya están subordinados al poder político y económico que están acá en la zona, hacen un llamado a participar bajo un ordenamiento jurídico e institucional que no ha cambiado sustancialmente. 

Nosotros no participamos por esa vía, porque estamos en la idea de reconstruir nuestro pueblo con nuestras propias formas culturales, ideológicas, espirituales. Es un poco la unión de hacer el weichan, con el kimun con el rakiduam mapuche. No podríamos participar en la institucionalidad opresora. Esa es nuestra posición desde la CAM y desde el movimiento autonomista. 

Los que han participado de las vías institucionales no han logrado prácticamente ningún derecho fundamental para nuestro pueblo; simplemente son políticas de integración, de subordinación. A nosotros no nos parece que a través de esa vía consigamos mucho. Estamos por la vía del control territorial y la autonomía de facto. De hecho, vamos recuperando metro a metro y desde ahí vamos transformando una realidad que nos golpea a diario a través del latifundio y de las forestales. 

Nosotros estamos desarrollando un proceso para sentar las bases para la liberación del pueblo-nación mapuche, y eso pasa por una estrategia de resistencia, por un lado, y de reconstrucción, por otro lado. Luchamos muy concretamente en terreno, para desalojar esas estructuras y cambiarlas por nuestro mundo mapuche, desde el ámbito social, valórico, espiritual de nuestra gente, que pensamos que es absolutamente mejor que estas políticas destructivas, extractivas y ultra capitalistas.

Las prácticas económicas en la Araucanía, como el extractivismo y el daño medioambiental que menciona, no son muy distintas a las del norte del país. Es un tema que va más allá de la causa mapuche, ¿no cree?

Más allá de los efectos ecológicos que han producido las políticas extractivistas, la ocupación por desposesión de territorios ancestrales mapuche ha producido lo que hoy día se está viendo, una respuesta organizada por parte de nuestro pueblo. Se trata de una respuesta social, política y también material y militar, ¿y por qué no? Si nosotros estamos siendo violentados, arrasado en nuestras formas de vida.

“Nosotros estamos peleando aquí con la familias Matte, Angelini y Luksic. Ellos son los verdaderos enemigos de la causa mapuche”.

Aquí la gente debe tener claro que las forestales han devastado este territorio, lo tienen sin agua, territorios que los tiene convertidos prácticamente en desiertos, cuando antes había una biodiversidad increíble. Las inversiones capitalistas nos han transformado. Estas políticas de monocultivo, políticas energéticas, y ahora vienen por el agua, aquí ha habido una profundización del modelo de desarrollo en el marco de un capitalismo a ultranza, salvaje, por eso la lucha se ha tornado tan fuerte.

Mirando hacia el futuro, cuando habla de autonomía, autodeterminación, soberanía, ¿a qué se refiere? ¿A otro país dentro de Chile? ¿A una confederación? Porque la idea del Estado nacional unitario es una idea fundacional muy arraigada en el país ¿Tiene en mente algún ejemplo internacional?

No tenemos una referencia internacional, pero miramos con mucho respeto varios casos, sobre todo los que dicen relación con procesos de liberación de los pueblos.

 ¿Palestina podría ser un símil?

Nosotros compartimos muchos elementos con la lucha palestina y la de pueblos originarios que reivindican la reconstrucción de sus naciones originarias. Pero el trasfondo nuestro, la matriz ideológica y cultural de nuestra propuesta, tiene que ver con lo que se vivió antaño, lo que desarrolló nuestro pueblo, lo que nos permitió ser una nación. 

Si nosotros estamos reivindicando este concepto, tiene que ver con esos elementos que tenían nuestros antepasados, que dieron cuenta de que sí era posible una nación mapuche. Luchamos por ese legado, en el sentido de que debemos dejar de ser estas comunidades reduccionadas, cárceles al aire libre. 

Queremos reconstruir comunidad, donde el sentido sea lo colectivo, lo comunitario y de ahí a construir el valor del lof, que son centros neurálgicos para articular estamentos mayores, que son los rewe, los aylla rewe y posteriormente los butalmapu que son estas grandes regiones mapuche para finalmente reconstruir la nación mapuche, esa es nuestra propuesta política. 

Entonces nuestros referentes son lo que nos legaron nuestros antepasados. Por eso no participamos en la institucionalidad opresora, tenemos nuestras propias expresiones, con nuestros lonkos, machi, werken, weichafe, ahí vamos a reconstruir ese tejido social.

Nosotros tenemos un norte estratégico, que es la liberación de nuestro pueblo, sobre la base de un proyecto de autonomía, que hoy la entendemos como una independencia ideológica, política, de reafirmación de lo propio, una autonomía que implica también mucho trabajo con reconstruir nuestro pueblo desde abajo, desde la base.

Ahí viene una propuesta de autonomía que es más amplia, y eso lo tiene que ir discutiendo cada comunidad, cada estamento. Qué tipo de autonomía, zonas demográficas y geográficas tendremos, lo iremos resolviendo en su momento con la capacidad que tengamos. Por ahora estamos en los procesos de reconstrucción de los lof y de la resistencia a través del control territorial.

“Suponer que se trata de un conflicto con los agricultores o los camioneros sólo redime de responsabilidad a las grandes empresas forestales”.

Para lograr la liberación de nuestro pueblo, necesitamos el territorio, el que hoy en día está principalmente en manos de las inversiones capitalistas. Ese el punto que ha generado el conflicto en sí y eso nos tiene que hacer reflexionar de por qué un gobierno empresarial, de derecha, le pone tanto afán en defender a los grupos económicos. Nosotros estamos peleando aquí con la familias Matte, Angelini y Luksic. Ellos son los verdaderos enemigos de la causa mapuche.

 ¿Qué pasa con los agricultores que ya llevan generaciones en el territorio?

Hay que hacer diferenciaciones. Hay agricultores que no tienen grandes problemas con la causa mapuche, porque no están vinculados a la usurpación. Pero otros están en territorios usurpados, y han hecho uso y abuso de los territorios en contra de los mapuche. Que no se vengan a hacer las víctimas ahora, cuando estuvieron prácticamente un siglo abusando de los mapuche.

Aquí lo que se está haciendo es justicia, pero principalmente contra las estructuras de poder. Hay agricultores que han respetado al mundo mapuche y esos agricultores no han tenido conflictos con la causa mapuche. Hay agricultores de derecha, fascistas, anti mapuche; ellos tienen que cosechar lo que han sembrado no más.

 ¿Se refiere a la gente agrupada en APRA?

No, ellos son un grupo muy selecto, muy manipulado, no están ahí todos los sectores organizados de los agricultores. Nosotros nunca hemos hecho una declaración en contra de todos los agricultores, y eso lo saben. Hemos conversados con algunos de ellos, que han tomado la decisión de no meterse y algunos también están en contra las forestales, porque no pueden producir, algunos por falta de agua. Imagínese cuando ven que la mayoría de las fuerzas de Carabineros están concentrados en defender forestales y no agricultores, que ven cómo defienden a los poderosos y no a la gente trabajadora. 

En esto también hay un artificio construido, de que nuestra lucha es en contra de la sociedad chilena, en contra de los agricultores o los camioneros. Nosotros respetamos a los camioneros, si son personas que se ganan su vida trabajando, no podríamos ir en contra del mundo pobre.

En el último tiempo el empresariado, en especial las forestales, se hace el desentendido, cuando los grandes empresarios tienen una participación y responsabilidad directa en este conflicto. Hacer suponer que se trata de un conflicto con los agricultores o los camioneros sólo redime de responsabilidad a las grandes empresas.

*El título y la bajada originales de este artículo se modificaron levemente sin afectar el sentido de lo expresado.

FUENTE: Interferencia

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