Cuba. Las otras caras de la moneda

Por Ania Terrero y Cristina Escobar, Resumen Latinoamericano, 5 de febrero de 2021. 

La electricidad, el gas, el helado en Coppelia, el Servicio de Atención a la Familia, los almuerzos en los centros laborales, los parques de diversiones… Los salarios que aumentan y los precios que, a veces, crecen de más. En días de ordenamiento económico, de unificación monetaria y cambiaria, llegan también, por suerte, las dudas, críticas y debates para encaminar el proceso hacia un rumbo mejor. Las redes sociales vuelven a ser espacio para que las personas cuenten sus preocupaciones y se quejen, por qué no, en función de rectificar errores más pronto que tarde.  

Otros asuntos, quizás no tan visibles, pero también importantes, encuentran lugar  allí. En medio de una unificación monetaria que implica un incremento del uso del peso cubano, algunos se preguntan si la impresión de nuevas denominaciones de billetes no entraña oportunidad para que en ellos también se rinda homenaje a las mujeres destacadas de nuestra historia.  

Sin embargo, quienes diseñan nuestros billetes solo tuvieron en cuenta, en una pálida transparencia y como confirmación de legitimidad, a Celia Sánchez, heroína de la Sierra Maestra que dedicó los primeros años de la Revolución a la lucha por sacar a miles de la pobreza y ofrecer a más personas de este terruño una vida digna.  

Tal contexto definitivamente amerita la pregunta que por estos días se ha movido en las redes, ¿dónde están las mujeres en los billetes cubanos? Pero también levanta interrogantes más complejas. Para la máster en Ciencias Yamilet Hernández Galano, profesora auxiliar del Departamento de Historia de Cuba de la Universidad de La Habana (UH), el desarrollo de la Tarea Ordenamiento es propicio para destacar ciertos temas sensibles como el de la identidad.  

“El debate suscitado a raíz de la emisión de nuevos billetes levantó criterios acerca de por qué no aparecían en el papel impreso las imágenes de mujeres de nuestra historia nacional. Alguien con curiosidad preguntaba: ¿Es que acaso no había mujeres en la historia de Cuba?  ¿A qué se debe tal omisión?”, insiste la también especialista en estudios sobre la República, historia de Mujeres y patrimonio histórico cultural.  Y bien vale la pena buscar algunas respuestas. 

Mujeres en la historia: ¿No están o no se les cuenta?

Varios estudios en el mundo han confirmado cierta invisibilización de las figuras femeninas en libros de historia, documentos de consulta y otros espacios, lo que  supone menos paradigmas para niñas y mujeres de hoy.

Un análisis de las psicólogas norteamericanas Lin Bian, Sarah-Jane Leslie y Andrei Cimpia, publicado por la revista Science, refleja que las niñas, a partir de los seis años, son menos propensas a relacionar la genialidad con su propio sexo, porque apenas tienen referentes. La investigación, que indaga sobre la influencia de los estereotipos de género en la capacidad intelectual y los intereses durante la primera infancia, confirma que dichos prejuicios y el modo en que se educa a las pequeñas, las empujan a limitar sus aspiraciones, a construir muros en sus propias cabezas.  

En tanto, el Global Early Adolescent Study, de la Organización Mundial de la Salud (OMS), asegura que sobre los diez años las niñas pueden empezar a dudar si podrán llegar a ser científicas o políticas, sobre todo porque apenas conocen a ese tipo de mujeres. Es la etapa de la vida en que las expectativas de género quedan firmemente arraigadas, aunque la presión social comienza antes, apunta.  

En el manual Educar para la  Igualdad, realizado como parte de la Campaña ÚNETE, Yoanka Rodney, Kenia Lorenzo, Yuliet Cruz y Jesús Muñoz analizan los diversos aspectos que limitan la igualdad de género en los centros educativos de la Isla. Confirman que en las escuelas se propicia más la participación de niñas en las actividades socio-culturales, se exaltan los personajes masculinos en las clases de Historia y otras asignaturas y hay diferencias sexistas en el lenguaje utilizado.  

Todas estas investigaciones confirman las consecuencias de la escasez de referentes femeninos en los libros de Historia, una situación que parece repetirse en nuestros billetes. Pero otra vez urge ir más allá: ¿Dónde radican las causas de estas ausencias? ¿Acaso hay menos mujeres protagonistas de la historia porque contextos económicos y sociales as relegaron? ¿O lo que existe realmente es una invisibilización simbólica añadida?  

Según el doctor Fabio Fernández, también profesor del departamento de Historia de Cuba de la UH, es necesario tener claridad “de que, lamentablemente, nuestro devenir como nación se caracterizó, al menos hasta 1959, por la hegemonía patriarcal y ‘blanca’”. Esto implica, añade el historiador, que los “protagonistas de nuestra historia” -en el sentido de extrema personalización del decurso con el funcionan las representaciones al uso en billetes y monedas- son casi en exclusiva hombres de tez clara. 

Desde su perspectiva, “la sobrerrepresentación de hombres blancos en nuestros billetes no es hija de una conspiración”. Aunque no niega que también expresa la falta de pluralidad que aún lastra nuestra representación de la historia nacional y cree que es pertinente dar espacio a los históricamente olvidados, considera que “es -ante todo- manifestación objetiva de cuál ha sido el camino de esta Isla en los mares del tiempo”.  

La profesora Yamilet Hernández Galano añade otras variables al asunto. Recuerda las alertas de la historiadora Nataly Zamon Davis sobre la existencia de mujeres alejadas de los centros de poder y confirma la necesidad de una readecuación en la manera de ver el poder femenino. Al fin y al cabo, las mujeres suelen estar ausentes de las narraciones históricas porque muchas veces fueron consideradas irrelevantes.  

Tal análisis conduce, además, a redefinir qué es lo relevante en la historia. “Si nuestra definición fuese la de una sucesión de hechos y procesos, ligados a la economía y a la política, inevitablemente las mujeres estarían ausentes de los relatos. De ahí que sean las grandes olvidadas de la historia”, comenta Hernández Galano.  

Esta manera de entender la historia y su uso público descansa en el hecho de que el hombre ha sido tomado como factor de cambio. “En esto ha influido, sobre todo en la modernidad, la división de la vida en esferas: la privada y la pública. Según esta división las mujeres debían asumir las responsabilidades propias del hogar, mientras el hombre se ocupaba de lo ‘trascendente’: las leyes, la política, las relaciones comerciales, la diplomacia, entre otras. Eso explica por qué la experiencia de los hombres ha sido más visibilizada. Apenas hacían aparición las reinas, monjas o brujas, consideradas grandes excepciones”, amplía la historiadora de la UH.  

Sin embargo, para suerte de quienes nos interesamos en estos temas, desde hace unos años la historiografía ha sido renovada. Explica Hernández Galano que han surgido nuevos paradigmas, enfoques y teorías que proponen girar la mirada hacia aquellos individuos silenciados a lo largo de la historia de la humanidad, cuyas experiencias no eran conocidas: los campesinos, los obreros, los locos, los homosexuales y las mujeres.  

“Los estudios sobre la vida cotidiana, la microhistoria, la historia social y fundamentalmente la historia de mujeres, han hecho emerger del ostracismo a mujeres que han sobresalido en el campo de las letras, en el arte, en la educación. Incluso, si seguimos el criterio de la historia tradicional, también podríamos aportar nombres femeninos vinculados a los movimientos sociales, la política, los procesos independentistas, la ciencia”, indica. 

No obstante, necesitamos ir más allá. No basta con rescatar nombres olvidados y añadir historias de mujeres excepcionales a los libros. Solo con ello no se soluciona la invisibilidad de siglos. “Se trata de utilizar modelos interpretativos inclusivos, pues ¿dónde quedarían las mujeres desconocidas? Me refiero concretamente a superar los esquemas eurocentristas que solo mencionan a mujeres blancas, empoderadas, educadas, que constituyen una excepción”, precisa la investigadora.  

En el caso particular de Cuba, alerta, la historiografía ha destacado el paradigma de la madre sacrificada, cuya total entrega fue definitoria en las gestas independentistas. “Mariana Grajales, Lucía Íñiguez, Leonor Pérez, entre muchas, han sido visibilizadas por su condición de madres de hombres relevantes de la historia nacional.  En cuanto a su dimensión simbólica, el imaginario social reconoce, en particular, el mito de ‘La Milagrosa’, a la que, hasta nuestros días, miles de cubanos rinden culto en la necrópolis de Colón”, relata.  

Queda claro más que nunca la necesidad de contar otras historias, de desempolvar el pasado y mirar, también hacia allí, con lentes de género. Para superar ese denominador común, descrito por Hernández Galano, según el cual “las mujeres que aparecen en los libros de historia de Cuba han estado emparentadas con figuras masculinas de relieve. Han sido madres de, hijas de, esposas de y no parecen haber asombrado sus logros personales”.  

En su opinión, hay que mencionar también las excepciones, mujeres como Marta Abreu, la Avellaneda, María Dolz, Aurelia Castillo que tienen sus propios logros para sobresaltar. Y, además, no deben ser los únicos referentes femeninos que los infantes conozcan. Urge visibilizar también a deportistas, científicas, artistas, periodistas.  

Mujeres en los billetes, ¿cómo funciona en el mundo?  

El debate sobre la representación de las figuras femeninas en billetes y monedas no es, en ningún caso, exclusivo de Cuba. Sin embargo, muchos países del mundo ya las han incluido. Y desde hace mucho tiempo. 

Refiere Hernández Galano que, aunque en Roma no gobernó ninguna mujer, en el anverso de la moneda aparecía la figura de alguna madre, como Agripina; en España, Isabel la Católica; en Alemania, la pianista Clara Schumann; en Italia, María Montessori, la gran pedagoga y en Chile, la premio Nobel Gabriela Mistral.  

Un sondeo realizado por estas periodistas en torno al tratamiento del tema en varios países en la actualidad, encontró una de las decisiones más salomónicas en  Australia. Allí la moneda impresa tiene un rostro femenino y otro masculino, e incluye a mujeres activistas, pero también empresarias.  

Mientras, en Suecia incluyeron a grandes de la cultura nacional y mundial. En el billete de 20 se ve a la escritora de niños Astrid Lingren, y en el de 100, a Greta Garbo. En tanto, Nueva Zelanda ubica en el billete de 10 a Kate Sheppard, una valiente luchadora por el derecho al sufragio femenino que empujó, en 1893, la aprobación de la primera ley electoral universal que permitió a las mujeres votar. A ella, sin dudas, le debemos mucho de lo que podemos ser y hacer hoy.  

En nuestra región también varios países tienen a mujeres ilustres en sus billetes. En México, la iconoclasta pintora y activista Frida Kahlo comparte con su esposo, el muralista Diego Rivera, el billete de 500. Mientras, el de 200 conmemora la vida de Sor Juana Inés de la Cruz, esa erudita cuya obra ha de ser obligatoriamente estudiada.  

En el caso de Argentina, la presencia de Evita Perón en los billetes de 100 fue promovida por la ex presidenta, ahora vice presidenta, Cristina Fernández. Pero la presencia de la esposa de Juan Domingo Perón en la moneda impresa ha sido motivo de enfrentamientos políticos.   

Cristina Fernández, la primera mujer presidenta en la historia de ese país, quiso rendir tributo a la considerada “madre de los pobres” por sus simpatizantes, pero severamente criticada por sus detractores. Sin embargo, Mauricio Macri sustituyó a la defensora del voto femenino por un ciervo andino a punto de desaparecer. Si bien ambos billetes coexisten, dejar de imprimir el rostro de Evita en el billete fue para la administración Macri una forma de expresar su agenda antiperonista, y también machista. 

Por suerte, el nuevo gobierno de Alberto Fernández, que asumió en diciembre de 2019, anunció que un nuevo grupo de billetes serían impresos con figuras relevantes para la historia argentina, incluyendo Evita y otras mujeres ilustres del país andino. El país que recién aprobó la legalización del aborto confirma sus aires de equidad.  

En Estados Unidos, después de años de debate, discusión, consenso logrado y diseño, todos esperaban ver en el billete de 20 dólares a Harriet Tubman, una valiente mujer nacida esclava, que se liberó a sí misma y ayudaba a otros esclavos a cruzar a salvo miles de kilómetros hacia el norte no esclavista. Sin embargo, la administración de Donald Trump, en la voz de su secretario del tesoro Steven Mnuchin, afirmó que no tenían apuro y que, si acaso, el rostro de la abolicionista en los billetes quedaría para el 2028.  

Con la llegada de Biden a la Casa Blanca la historia del billete dio otro vuelco. La secretaria de Prensa de la nueva administración, Jen Psaki, afirmó el pasado enero que el plan de sustituir al esclavista de marca mayor, Andrew Jackson, por Harriet Tubman sigue en pie.  

¿Y en Cuba…? Una oportunidad  

El debate sobre el reconocimiento de las mujeres cubanas en nuestros nuevos billetes, a raíz del actual proceso de ordenamiento monetario, tuvo uno de sus orígenes en un post publicado por el doctor Alberto Roque Guerra en su perfil de Facebook. En él sugirió que “sería una excelente oportunidad para imprimir algún billete nuevo con rostro femenino. La historia nacional los tiene en abundancia”. 

Efectivamente, Cuba tiene una larga lista de mujeres que pudieran honrar nuestro papel moneda, más ahora, cuando el peso cubano recobra su protagonismo. ¿Pero, quiénes encabezarían la lista? Preguntamos en otro post que, compartido varias veces, tiene más de una decena de propuestas.  

Mariana Grajales y Celia Sánchez fueron las más mencionadas por la mayoría de quienes nos dejaron su opinión. Para el historiador Fabio Fernández, podríamos tener ahora una moneda/billete de 2 pesos con el rostro de Mariana. “Sería de utilidad, sobre todo en La Habana, en el contexto del nuevo precio de las guaguas”, comentó.  

También sobresalieron Vilma Espín, Melba Hernández, Ana Betancourt, Tamara Bunke, Haydée Santamaría, Lidia Doce y Clodomira Acosta. Otras personas incluyeron a Alicia Alonso y a Laura Martínez de Carvajal, la primera mujer médica de Cuba y también la primera oftalmóloga. En esa línea, habría que mencionar también a científicas contemporáneas como Rosa Elena Simeón, gracias a quien Cuba enfrentó efectivamente la fiebre porcina, o a Concepción Campa.  

Para la historiadora Yamilet Hernández, “nuestra historia nacional está llena de ejemplos femeninos de todas las épocas y cualquiera que fuese seleccionada para representarnos en el papel moneda, prestigiaría a la mujer cubana”.  

Mientras, Fernando Martínez Martí, que se describe así mismo en su perfil como narrador y comentarista deportivo en Radio Rebelde, pone el dedo en varios temas controvertidos: “Me gustaría Celia, para que no sea una sombra de seguridad, sino una presencia firme, como lo es en nuestra historia”.  Y agrega, “el tema de los billetes es interesantísimo, porque tenemos más historia que dinero, haya la inflación que haya”.  

Y nuestra breve investigación lo confirma: las opciones abundan.  Porque las mujeres, que nadie lo dude, están en la historia. Y también deberían mostrar sus caras en nuestras monedas. ¿Cuál pondrías tú?

Fuente: Cuba Debate

You must be logged in to post a comment Login