Rusia. Volvieron a repetirse las manifestaciones por líder opositor: graves incidentes y alrededor de 5 mil detenidos // El gobierno repudia injerencia de EE.UU y la Unión Europea

Resumen Latinoamericano, 1 de febrero de 2021.

Las protestas de este domingo para exigir la liberación del líder opositor Alexei Navalny en Rusia, dejaron un nuevo récord de detenidos, al menos 4 mil 710.

foto: Las protestas de este domingo para exigir la liberación del líder opositor Alexei Navalny en Rusia, dejaron un nuevo récord de detenidos, al menos 5mil en todo el país.

Todo indica que alrededor de las acciones callejeras (muchas de ellas violentas) en solidaridad con el opositor Alexei Navalny, el país se encuentra metido en un espiral desestabilizador al estilo de las muy conocidas “revoluciones de colores” acicateadas por Estados Unidos y sus aliados europeos. Por un lado, la excusa es la adhesión a Navalny (quien en agosto pasado sufrió un proceso de envenenamiento que quienes hoy se movilizan atribuyen al gobierno de Putin, aunque nunca pudo comprobarse) y por otro, hay graves acusaciones de corrupción en el que estarían implicado altos cargos del gobierno Putin.

Ni las numerosas detenciones previas ni el desmesurado despliegue policial impidieron que este domingo decenas de miles de personas salieran a la calle a protestar en al menos 85 ciudades de Rusia.

La convocatoria, como suele ocurrir en estos casos, fue hecha por las redes sociales aunque detrás de las mismas se encuentran numerosas ONGs ligadas a otras similares que los alimentan con fondos provenientes de Estados Unidos.

Moscú.

Tan sólo en Moscú la organización no gubernamental OVD-info reportó mil 653 detenidos a las 23:45, hora local, de ellos 82 periodistas que cubrían las marchas de inconformes con la política del Kremlin, la mayoría estudiantes universitarios, conscientes de que podían sufrir detenciones al azar, golpizas, multas elevadas e incluso condenas a varios años de prisión.

Las protestas, por segunda semana consecutiva, dejaron de ser un fenómeno exclusivo de la capital de Rusia y las muestras de rechazo al presidente Vladimir Putin comienzan a cobrar fuerza en el interior del país, en unos lugares más que en otros.

Para el Kremlin las manifestaciones que piden la libertad del líder opositor Aleksei Navalny –quien se encuentra en prisión preventiva desde el mismo día de su regreso de Berlín, el 17 de enero, y en espera de un juicio, el martes siguiente, que puede condenarlo a años de cárcel–, son impulsadas desde el exterior, en particular por Estados Unidos al que atribuye una “grosera injerencia” en sus asuntos internos, al tiempo que justifica el uso desproporcionado de la fuerza por ser protestas ilegales, al no contar con el permiso de las autoridades debido a la “situación epidemiológica”, razón por la cual hace días condenaron a arresto domiciliario a los principales colaboradores de Navalny.

Difícil saber si las protestas de este domingo se pueden equiparar en número a las del sábado anterior, pero –a juzgar por lo que pasó en Moscú, San Petersburgo y Yekaterimburgo, las ciudades más pobladas del país– es obvio que durante al menos seis horas los manifestantes no pudieron ser frenados y pusieron de cabeza a la policía, unidades antidisturbios y guardia nacional, que desde temprana hora bloquearon por completo el centro de estas urbes, cerraron decenas de estaciones del Metro, modificaron las rutas del transporte público de superficie, instalaron vallas en las calles y estacionaron decenas de camiones para trasladar a los eventuales detenidos.

Rusia – Navalny 1 (AP) San Petersburgo. Miles de rusos protestaron contra el encarcelamiento del líder de la oposición Alexei Navalny.

En Moscú –con una sorprendente organización horizontal sin líderes visibles, mediante breves mensajes en redes sociales –, las columnas de protestantes no buscaron concentrarse en un solo sitio, sino se convirtieron en un auténtico dolor de cabeza para las fuerzas del orden al separarse en numerosos grupos para avanzar por otras zonas de la capital y más adelante volverse a juntar, y así varias veces, provocando el desplazamiento de un lugar a otro de los uniformados.

Varios centenares de manifestantes lograron romper el cerco policial y se aproximaron a la prisión de Matrosskaya Tishina, donde se halla recluido Navalny, para lanzar consignas en su apoyo. El martes próximo, a convocatoria de los colaboradores de Navalny que están en la clandestinidad o lograron refugiarse en otro país, como Iván Zhdanov y Leonid Volkov, mucha gente tratará de acercarse a la corte que juzgará al opositor para exigir su libertad.

Las actuales protestas obedecen también a la indignación que causó en muchos rusos, los jóvenes sobre todo, el supuesto palacio que atribuye Navalny a Putin, un video disponible en YouTube que a la fecha está por llegar ya a los 106 millones de vistas.

Los desmentidos del Kremlin no han sido convincentes y el más reciente intento parece más bien la enésima confirmación de que a veces es peor el remedio que la enfermedad: el magnate de la construcción y banquero Arkadi Rotenberg, amigo de la infancia de Putin desde que ambos se aficionaron al yudo, dijo el sábado anterior ser el dueño del polémico palacio.

San Petersburgo. Una protesta en apoyo a Alexei Navalny, quien fue detenido el 17 de enero al regresar a Moscú después de cinco meses en Alemania, donde se recuperó de un envenenamiento casi fatal.

Rotenberg concedió sólo una breve entrevista a un medio electrónico y se limitó a afirmar que el palacio es suyo y que no hay nada de ilegal en eso, sin mostrar ningún documento que lo demuestre ni precisar cuándo lo compró, cuánto le costó, quién se lo vendió, qué relación tiene él con las empresas en paraísos fiscales que figuran como propietarias, por qué varias empresas del sector público financiaron su construcción o cómo es que otros potentados y amigos de Putin hicieron generosas donaciones.

San Petersburgo. Policías antimotines rodean a cientos de ciudadanos que protestan contra la aprehensión de Navalny.


San Petersburgo.
San Petersburgo. Manifestantes lanzan nieve a los elementos policiacos durante la protesta en esta ciudad rusa.
Moscú. Una pareja joven se besa mientras sostiene un letrero que dice “Haz el amor, no la guerra”, durante la manifestación contra el encarcelamiento del opositor Navalny.
Moscú.

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