Colombia. ¿Hasta dónde son los uribistas parecidos a los seguidores de Trump?

Por Juan Manuel López. Resumen Latinoamericano, 16 de enero de 2021.

El uribismo se acerca cada vez más a la extrema derecha norteamericana: aquí como allá niegan tanto la realidad política como la validez de las normas constitucionales.

Ya el presidente Duque decidió establecer distancias con los uribistas. Presionado por los medios, periodistas y políticos ha aclarado repetidas veces que admira y respeta al expresidente Uribe, pero que no es su títere; que tiene su propio programa y su independencia ideológica, y que él derrotó a los radicales furibistas -los llama ‘la extrema derecha’-, lo cual dice no se lo perdonan.

Ojalá sea verdad tanta belleza, porque lo que es propiamente el uribismo se acerca cada vez más al mal ejemplo de la extrema derecha norteamericana.

Ojalá entiendan que con lo que se vivió en Estados Unidos esta primera semana del año tuvimos suficiente como mal precedente.

Pero si la inmensa mayoría de los estadounidenses están preocupados por las locuras que puede hacer Trump en el campo internacional (ya que internamente perdió casi todo poder) mala señal es lo que respecto a nosotros pasa.

La Unión Europea decidió ya no considerar a Guaidó como presidente Interino, quedando reconocido por los Estados Unidos y Colombia. Más inquietante es la decisión del gobierno norteamericano de volver a declarar a Cuba como país terrorista por no extraditar a los negociadores de ELN a Colombia. Pareciera que ante el rechazo de casi todos los países a través de sus mandatarios, lo poco cercano que le queda Trump es nuestro gobierno.

Porque tan obstinados y tan ‘insurrectos’ han sido los que atacan y pretenden desconocer la vigencia y la integralidad del Acuerdo de Paz y en particular la JEP, como lo han sido quienes allá buscaron y buscan negar el triunfo de Biden y la derrota de Trump. Y si tanto apoyo internacional tiene el proceso colombiano como respaldo de todos los países el resultado en cabeza de Biden, otra descalificación y rechazo tienen en el mundo quienes se dedican a sabotear u obstaculizar lo que conseguimos con las negociaciones de paz.

Si allá el negacionismo comienza por rechazar la validez de los resultados electorales, aquí se comienza por olvidar que el Acuerdo de Paz -y sus instituciones como la JEP- son parte de nuestra Constitución

Porque aquí como allá tienen estos en común el propósito de negar tanto la realidad política como la validez de las normas constitucionales. Si allá el negacionismo comienza por rechazar la validez de los resultados electorales y se manifiestó en toda clase de triquiñuelas y demandas jurídicas que pretendían reinterpretar su Constitución, aquí se comienza por olvidar que el Acuerdo de Paz -y en consecuencia sus instituciones como la JEP- son parte de nuestra Constitución, y que el entrabar y cuestionar su funcionamiento es incitar al levantamiento contra nuestra Carta Fundamental.

Hace rato que lo que está mal no es lo que llaman la ‘polarizacion’, puesto que es normal y conveniente que existan posiciones ideológicas y propuestas políticas diferentes. Lo grave es cuando se convierten en fanatismo y se llevan al extremo de rechazar la realidad externa e inventar una realidad propia, la cual se pretende imponer sin consideración diferente de las convicciones personales.

Y no solo es grave porque se pierde la racionalidad y el respeto por la institucionalidad, sino porque se sustituye por una entrega a un líder o führer que simultáneamente encarna y determina esas convicciones y esa visión de una falsa realidad. Esto se presta o es alimento para el populismo y este a su turno tiende a generar violencia, bien sea como camino para perseguir el objetivo buscado, o bien sea por la frustración que se expresa en protestas violentas

Deseemos todos que ni Duque sea hoy el mismo uribista que subió al poder, ni a Trump le dé por contar con él para despedirse de su presidencia.

Fuente: Las 2 orilllas

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