Cultura. Una invitación a descubrir Latinoamérica a través del Frente Cumbiero

Por Joan Escutia. Resumen Latinoamericano, 23 de diciembre de 2020.

Al escribir sobre la voz de Andrés Landero, el legendario músico colombiano que hizo historia por su aproximación y deformación a la cumbia, la investigadora Adelaida Barrera la describe como “un timbre que desestabiliza, que interrumpe y que resiste a la absorción del sentido de la ‘cumbia nacional’”.

Asegura que su voz y su manera de tocar el acordeón crean “un sonido inusual y desviado de los estándares de la época que no se asocia con lo ‘limpio’ o lo ‘puro’”. En las manos de Landero, la cumbia se convertía en otra cosa que podía desmenuzarse en muchas otras más y, aunque hayan pasado décadas, su legado puede rastrearse hasta el día de hoy.

Al leer esas líneas uno no puede evitar de inmediato pensar en alguien como Mario Galeano. Su labor a lo largo de los últimos veinte años no ha sido tan distinta y ciertamente ha transformado por completo el sonido nacional de Colombia en varias ocasiones. Basta con recordar algunos de sus proyectos para caer en cuenta: desde la locura del Ensamble Polifónico Vallenato (al lado de Eblis Álvarez y Pedro Ojeda, el otro par que conforman la trinidad de la nueva música colombiana) hasta el frenesí de Los Pirañas, pasando por el corazón de Ondatrópica y su proyecto más personal (Frente Cumbiero), Galeano se ha convertido en un creador y un preservador que entiende perfecto una labor tan compleja como la de hacer música.

“Es muy interesante el hecho de que seguimos haciendo música y sacando cosas año tras año, eso es una muestra muy fiel de nuestro compromiso con la música, con el sonido, con la cumbia y con Latinoamérica. Estos veinte años han tenido muchos sabores y colores diferentes y me gustaría poder pensar que en los próximos veinte años seguiremos sacando sabores y colores diferentes en los discos que grabemos”, asegura sobre su historia, una que está llena de tesoros valiosos para la música latinoamericana y el mundo. Con Frente Cumbiero no solo se ha encargado de llevar la historia sonora de la región a lugares insospechados, sino que también le ha dado vida a nuevas mutaciones que sacuden por completo su entendimiento.

Sin embargo, el Frente Cumbiero ha tenido diferentes transformaciones. Pasó de ser un proyecto enteramente electrónico a convertirse en un ensamble de vientos y percusiones que bebe de su tradición para crear. “Este disco es una muestra de la llegada de este nuevo ensamble al mundo del Frente Cumbiero. El cuarteto se reformó hace tres años y desde entonces hemos venido trabajando esto. Este disco es la muestra madura de lo que ha sido el movernos durante los últimos años trabajando el sonido. Tengo muchas ganas de explorar más y más temas con este ensamble.”

El disco al que se refiere es “Cera Perdida”, su primero de larga duración en diez años y aquel con el que pretende hacerle justicia a toda una década de investigación y experimentación. En él, el sonido de Frente Cumbiero es muy distinto a como solía ser y uno podría decir que encuentra su punto más alto. Nunca se han escuchado como lo hacen hoy. Con la inclusión del bombardino todo se siente más poderoso y mucho más vital.

“El bombardino en Colombia, en la cumbia y en la música tropical costeña ha tenido siempre un papel estelar. Siempre ha sido un solista dentro del ensamble. Cuando me encuentro con Sebastián Rozo (quién toca el bombardino) me parece que es una muy buena opción para continuar explorando ese sonido de los vientos. Yo tengo una fascinación muy grande con la tradición de los vientos de Colombia, pero más allá me parecen una cuerda muy potente dentro de las diferentes familias de instrumentos. Por eso creo que hay un balance muy chévere entre tener estos dos vientos apoyados por la percusión y por la electrónica”.

El resultado es un puñado de canciones que parecen haber sido grabadas completamente en vivo. Es sencillo pensarlo, pues sus presentaciones son conocidas por ser un espectáculo sin frenos. Escucharlos en vivo es tan memorable que se han convertido en uno de los grupos latinoamericanos más queridos del resto del mundo. De Europa a Asia y de vuelta a América, el alma del Frente Cumbiero parece estar presente en todo lugar.

“El disco fue grabado en el combo completamente. Los sonidos que escuchas son muy fieles a cómo los temas suenan en el concierto, las grabaciones fueron muy pensadas para que estuviéramos los cuatro al tiempo intercambiando entradas y salidas. Esto fortalece el golpe que tienen los temas en el disco. Somos de la escuela de grabar en bloque. Cada vez que grabamos así nos damos cuenta más y más del poder sónico que tiene, más allá de la producción, tiene que ver con el momento que se crea en esos minutos de estar grabando algo. Queda algo capturado. Cuando escuchas uno de estos temas literalmente estás oyendo unos segundos del año 2019 que sucedieron en este espacio del estudio y eso queda para la eternidad registrado.”

Y también escuchar un disco como este en un año lleno de caos es algo para la memoria. En un 2020 en el que la muerte está más cerca que nunca, “Cera Perdida” arroja un destello de vitalidad como pocas cosas que se hayan escuchado estos últimos meses. No es ninguna casualidad, Galeano ha dedicado su vida también a la preservación de aquellos sonidos que, como dijera Dick Verdult, “dan orgullo de estar vivo”. Sus discos no son simples colecciones de canciones, sino trabajos que se asemejan a ensayos de investigación. Al oír la música de Mario Galeano se aprende casi tanto como al leer un libro.

‘Hemos tenido un trabajo muy largo de acercarnos al archivo (discos viejos, músicos mayores) para entender cómo pasó esto en las décadas pasadas y ver cómo podemos traer eso a ámbitos de la contemporaneidad, sin quedarnos en un tema puramente nostálgico. Aunque es muy valioso y muy rico, ahora nos toca a nosotros pensar cómo continuar con este sonido, para que continúe caminando. Nos tocó a nosotros en este momento, pero esperamos que dentro de diez o quince años llegue otra generación a tomar nuestro trabajo para seguir construyendo esa escalera de sonidos colombianos’.

Se trata de una labor que es más complicada de lo que parece en el papel. A pesar de llevar toda una vida de rescate y de transformación, el llamado ‘tropicanibalismo’ todavía permanece a la oscuridad de los medios masivos. En un mundo en el que los grandes exponentes musicales son cada vez más artificiales y se preocupan cada vez menos por la historia, una tarea como la del Frente Cumbiero es pertinente e importante.

‘La radio comercial tiene una fijación en las vías y en los caminos masivos de información y muestran otras cosas. Nosotros siempre hemos estado en un ángulo de resistencia muy ligado a las escenas undergrounds o de nicho en Bogotá, tocando en bares pequeños, pero siempre con una base de gente que nos acompaña. Una de las cosas más importantes para nosotros es haber logrado conectar afuera de las fronteras de Colombia y llegar a los países de Latinoamérica y más allá. Esa conexión con un mundo cada vez más amplio nos ha traído muchas satisfacciones, como haber tocado en todos los continentes, haber podido colaborar con personas de muchas partes del mundo. Lo más chévere es que yo lo sigo viendo solo como oportunidades recién abiertas que van a seguir prosperando al paso de los años’.

Son esas experiencias las que hacen del Frente Cumbiero algo valioso. Para muestra basta voltear unos meses atrás cuando lanzaron un disco con el grupo japonés Minyo Crusaders, un trabajo en el que se pueden escuchar las relaciones sonoras entre Japón y Colombia, acaso una versión contemporánea de los esfuerzos asiáticos de Tadaaki Misago hace décadas pero en un contexto enteramente distinto.

‘Una cosa muy bonita de hacer estas colaboraciones con Japón es que en el imaginario (lo que nos dicen en el colegio o lo que vemos en los medios de comunicación) uno se imagina que Japón es algo muy muy lejano a nuestra realidad, pero cuando uno empieza a colaborar en ámbitos musicales uno se da cuenta que en realidad hay unas líneas ancestrales de sonido que nos unen y nos amarran. Son cosas milenarias, no se nos puede olvidar que toda nuestra ancestralidad indígena atravéso desde Asia y pobló América, entonces hay una cantidad de melodías, de formas de tocar, de acercarse al sonido que nos acercan mucho más de lo que en teoría nos separan’.

Son estas reflexiones las que dotan de un espíritu especial a los proyectos de Mario Galeano. La profundidad de ‘Cera Perdida’ no solo se encuentra en la experimentación de instrumentos, sino también en sus colaboraciones, en el sonido que arrojan y cómo influye en la percepción de quién los escucha. ‘De estas colaboraciones la más emotiva es haber grabado con Jairo Grisales que es el acordeonero histórico del Sexteto Miramar, un señor que ya pasa sus 80 años y que tiene un toque muy fino y muy elegante. El Sexteto Miramar es una banda que viene de Medellín y este sonido del acordeón costeño (más del Caribe) tiene un sonido más arrebatado, pero en Medellín el sonido es más hacia el interior porque es de montaña, tiene un sonido más contenido, más elegante. En Bogotá estamos muy alto en Los Andes (a 2,600 metros) y es una ciudad que está muy cerca a un páramo, donde llueve mucho y no hay mucho sol y para nosotros es muy importante demostrar ese otro ángulo del tropicalismo de la alta montaña, que no está recurriendo a los imaginarios de la palmera o la arena’.

Después de todo eso, ¿qué sigue para Frente Cumbiero? ‘Nosotros siempre hemos sacado nuestros discos con sellos ingleses, norteamericanos (como Names You Can Trust) y vimos ahora una necesidad de empezar a traer ese negocio de los discos a un terreno más cercano. El reto es hacer que dentro de Latinoamérica se construya una mejor distribución de discos, que nuestro disco esté en Buenos Aires, en Santiago, en Lima, en Sao Paulo, en Ciudad de México, etc. Por temas de Covid el disco saldrá en físico en enero y será de 12 pulgadas.’

Cuando se habla de Latinoamérica, poco se habla de la importancia de conocer su historia y sus distintos productos culturales. Ver hacia atrás para poder entender el presente y vislumbrar un mejor futuro. Mario es una de las personas que mejor lo saben hacer y su labor todavía tiene mucho que ofrecer. Asegura que en 2021 se editará un nuevo disco de Los Pirañas grabado en “un tanque de gasolina que tiene ochenta metros de diámetro y un techo de cincuenta metros” y ese será una demostración más de la pasión de una mente por reacomodar la percepción de una Latinoamérica siempre vista a menos. Sus palabras finales son aquellas que vale la pena atesorar y repetir como un mantra hacia la modernidad.

‘Con el boom de TikTok y los reels de Instagram estamos cada vez más bombardeados de música gringa que te quiere meter esos diez segundos de lo que está de moda. Hay que pensar cómo hacer para zafarnos de esas estructuras que vienen de las regiones de poder y acercarnos a lo que pasa en nuestro entorno, en nuestro barrio, en nuestra ciudad y en nuestro país. Es un reto muy difícil, pero hay que ser proactivos, tomar las riendas y ser curiosos. Quisiera invitar a la gente a repensar su relación con las músicas locales, porque tienen muchas facetas que trascienden lo que te muestra la radio, el internet o los periódicos. Quiero invitar a pensar en tener un rol más proactivo y buscar cada uno por su lado nuevas cosas, despertar una intuición personal de por qué escuchar tal o cual cosa. Es una invitación a seguir consumiendo cosas de Latinoamérica’.

Fuente: vogue.mx

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