Argentina. Por qué hay que temerle a las megagranjas porcinas

Por Raúl Dellatorre, Resumen Latinoamericano, 22 de diciembre de 2020.

El acuerdo retomó vida tras una visita de funcionarios argentinos a un frigorífico estatal en Beijing. Pero también reflotó el debate sobre cuál es el tamaño ideal de los establecimientos que criarán los cerdos.

La expectativa de un acuerdo con China para producir carne porcina de exportación con ese destino volvió a tomar fuerza en la última semana. Pero también se reavivó el debate con respecto a cuál debería ser el modelo productivo que acompañe tal posibilidad. Mientras el Representante Especial para la promoción del comercio y las inversiones de Argentina en Beijing, Sabino Vaca Narvaja, señaló que el gobierno argentino propone “no la instalación de megagranjas, de 100 mil madres reproductoras cada una, sino de granjas inteligentes que sólo tienen 10 mil madres”, el dirigente agrario Pedro Peretti lo refutó. “Diez mil madres es una dimensión para Argentina que representa granjas muy, pero muy grandes. La única granja inteligente, para nuestro campo, es la de 200 madres”. Y no es sólo una cuestión de escala, o de concentración de ingresos, sino de abastecimiento y precios internos, además, sugieren algunos estudios.

Tras una visita al frigorífico estatal China Animal Husbandry Group en Beijing, Vaca Narvaja contó detalles de la charla con Xue Tingwu, presidente de la firma, y su mesa directiva, acerca de los proyectos de inversión en producción porcina. El funcionario local describió los problemas que tuvo su país con la peste porcina africana que impactó en la producción local desde que se desató en 2018. Sólo en el último año, generó un déficit de 8 a 12 milones de toneladas de carne de cerdo, producto que representa el 70% de la proteína animal de la dieta del pueblo chino. Además, los dos principales proveedores europeos, España y Alemania, se encuentran afectados por la misma enfermedad en origen.

El representante argentino, en palabras reproducidas por la revista Dang Dai editada en Buenos Aires, señaló que en ese marco ambos países encuentran intereses compartidos en el incremento de la producción de carne de cerdo en suelo argentino para ser exportada a China.

Sabino Vaca Narvaja sostuvo, tras el encuentro con Xue Tingwu, que se analizaron diversos proyectos de inversión en producción porcina, que contemplan el cuidado del medio ambiente y que se enmarcan dentro de una estrategia integral, que requiere de la superación de falsas dicotomías, incluyendo a los pequeños y grandes productores.

“La Embajada argentina propone la instalación de Granjas Inteligentes, que son granjas seguras, sostenibles y sustentables y no la instalación de Megagranjas. Mientras que las Megafactorías instaladas en Estados Unidos son unidades productivas de alrededor de 100 mil madres, las granjas inteligentes sólo tienen alrededor de 10 mil madres”, afirmó el funcionario argentino.

Y esta es, puntualmente, una de las cuestiones en debate del proyecto. Una granja de diez mil madres es, para Argentina, una escala alcanzable para muy pocos, megaempresas que producirían a una escala que dejaría fuera de competencia a pequeños y medianos productores, tanto de la exportación como del abastecimiento al mercado interno.

La entrada en producción de diez o doce megagranjas de ese tamaño supondría multiplicar al doble o más la actual producción de cerdo, “con la posibilidad no sólo de exportar a China sino de ofrecer la producción al mercado interno. No hay lugar para productores chicos y grandes en esas condiciones, o se toma la decisión de buscar una escala para cientos de productores locales, o se deja el negocio en grandes de megacorporaciones”, advirtió Peretti, al ser consultado por Página/12.

“Se quedarían con el negocio de exportación pero también con el mercado interno. El acuerdo puede ser que le asegure la soberanía y la seguridad alimentaria a China, pero así concebido pone en peligro la nuestra, porque deja la oferta de carne porcina en manos de un oligopolio. Se pone en riesgo el acceso a la producción, pero también el precio interno. La integración vertical en el rubro de alimentos hay que entenderlo de una vez por todas, es un atentado a la democracia”, sostuvo el ex director de Relaciones Internacionales de la Federación Agraria (hasta que rompió por desacuerdos con las políticas golpistas de la Mesa de Enlace).

Peretti, impulsor de un modelo de producción agraria de chacra mixta (“la pyme agraria”, la denomina), sostiene que la oportunidad de abrir la exportación de carne de cerdo debe ser aprovechada a través del fomento de la extensión de explotaciones medianas en todo el país “en las que el productor, con un plantel de 200 madres, pueda cumplir con todas las normas sanitarias y ambientales, y tenga un campo anexado en el que produzca su propio maíz para alimentar los cerdos”. Esa escala es la que ofrece las mejores condiciones ambientales y socioeconómicas, subraya, porque genera además arraigo del productor a su propia zona. 

Un problema adicional, pero no desatendible, es que China está recuperando aceleradamente su producción porcina. Por la peste africana, que hizo su aparición en agosto de 2018, China debió sacrificar casi la mitad de su rodeo porcino. Recientes informes oficiales indican que, actualmente, dicho rodeo se recuperó alcanzando un nivel equivalente al 88% del existente antes de la peste. Y seguirá creciendo.

Es un indicador para que Argentina no quede atada, en su estrategia, a los negocios que se presentan circunstancialmente, sino aprovechar la oportunidad para generar una alternativa de producción, pero que también sea útil cuando las circunstancias internacionales se modofiquen. En el mientras tanto, convendría no dejar de mirar las condiciones del mercado interno y de la propia soberanía alimentaria.

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