Venezuela. Cierre de ciclo y sus hitos emblemáticos durante 2020

Resumen Latinoamericano, 21 de diciembre de 2020.

El año 2020 ha sido uno de los más relevantes por lo excepcional en Venezuela. Ello ha estado determinado por las particularidades en el desenvolvimiento del país a lo interno y también de cara al frente externo.

Pese a muchas probabilidades y aunque diversos actores auguraban una caída del país, partiendo desde la abdicación del chavismo y el derrumbe de las instituciones nacionales, el año 2020 termina siendo emblemático, cerrando en victoria para la dirigencia del Estado y para la estabilidad de la nación.

Este año está repleto de hitos y eventos, algunos lo bastante significativos por ilustrar las nuevas realidades del país y su cuadro sumamente adverso. Pese a esto, a contracorriente el chavismo terminó consolidado como fuerza política y ha logrado anotarse otro año haciendo fracasar las agendas destituyentes y las acciones de asedio.

Veamos a modo de resumen algunos de estos eventos a continuación.

El primer golpe al “gobierno Paralelo” en la AN

El 5 de enero de este año fue electa una nueva directiva de la Asamblea Nacional (AN), con el ascenso de Luis Parra y la postal de Juan Guaidó intentando saltar una reja para entrar al hemiciclo, luego de rehusarse a entrar a la sesión parlamentaria y sin contar con los votos para ser reelecto a la presidencia del parlamento.

Aunque Guaidó y los medios de comunicación, acto seguido a la puesta en escena, lograron imponer el relato de que a Guaidó se le fue despojada “injustamente” la presidencia de la AN, ese día en el hecho quedaba expuesta la realidad: el quorum parlamentario favorable a Guaidó en 2019 se quebró mediante votos chavistas y opositores disidentes.

Se consolidó en ese punto la división antichavista, que delineó los destinos de esas fuerzas durante todo este año.

Aunque los auspicios del gobierno estadounidense y de sus países aliados siguieron dando aliento a la supuesta presidencia de Guaidó en la AN en desacato, durante el año 2020 la directiva de Luis Parra agravó el ostracismo político del gobierno fake a lo interno y debilitaron los consensos opositores, exponiendo ante la comunidad internacional la debilidad y divisiones de la oposición, tanto como la inutilidad del supuesto “gobierno paralelo”. 

La Mesa de Diálogo Nacional y la ruta electoral

El chavismo y varios sectores de la oposición moderada, incluyendo a diputados disidentes del G4 y a Luis Parra a cargo de la AN, abrieron paso a un proceso de diálogo creíble y constructivo.

La Mesa de Diálogo Nacional hizo posible la elección de un nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE), superando el encallo que ponía en entredicho la realización de elecciones este año. De esa manera, fue fijada la elección del 6 de diciembre y el diálogo nacional fue refrendado por aliados al gobierno legítimo de Venezuela en el mundo.

La elección del nuevo CNE tuvo lugar mediante actos del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), dado que la facción de diputados a favor del “gobierno paralelo” de Guaidó había anulado las posibilidades de mayoría calificada en la AN para dicha elección. Sin embargo, las instituciones venezolanas procedieron para dar el salto con el respaldo a la Mesa de Diálogo.

La pandemia del COVID y el saldo sanitario favorable para el país

La llegada de la crisis sanitaria al mundo occidental puso en vilo a naciones enteras, especialmente con la imposición de medidas de distanciamiento social y restricciones, al mismo tiempo de nuevas presiones sobre los sistemas sanitarios. En Venezuela el 16 de marzo fue decretado un esquema para la gestión estatal de la pandemia, demandando un esfuerzo inedito de la población en la lucha para contener la propagación del covid-19 en el país.

Venezuela asumió su lucha contra la pandemia en condiciones excepcionales. El país bajo “máxima presión” lidió con el bloqueo al acceso a compras de insumos médicos.

Adicionalmente el bloqueo económico contra el país menguó enormemente la base de recursos del Estado y ya el sistema de salud pública y las capacidades logísticas de las instancias de gobierno habían sufrido el desgaste de años acumulados de guerra económica interna y bloqueo.

Sin embargo, las autoridades venezolanas fueron oportunas, drásticas y eficaces en la aplicación de medidas de control sanitario.

Venezuela fue el primer país del continente en decretar contenciones a gran escala, en sus fronteras y en la movilidad y actividades internas, con una consistencia tal que ciudades tradicionalmente imparables, como Caracas, se detuvieron.

Los niveles de acatamiento de la población, así como el esfuerzo conjunto de la sociedad, estuvieron sobre los niveles esperados en diversos tramos del año. Venezuela terminó siendo un país con un gran nivel de cohesión social y confianza en el gobierno. Pese a algunas tendencias de desacato y desviación, negligencias o descuidos, la tendencia general en la población dieron mayor eficacia a las medidas de emergencia.

El país logró aplanar la curva de contagios desde los primeros meses de la crisis y a principios de diciembre, con poco más de 100 mil casos registrados y apenas superando las mil muertes, Venezuela terminó con cifras excepcionales. Su esquema de 7×7 se mantuvo durante casi todo el año, los cercos epidemiológicos fueron estrictos y la aplicación de pruebas fue masiva, siendo el país del continente con más pruebas aplicadas por 100 mil habitantes.

El saldo favorable a Venezuela adquiere mayor significado, precisamente por el cuadro tan complejo con el que el país ha tenido que maniobrar la crisis sanitaria.

El desmantelamiento de la Operación Gedeón

El 3 de mayo de este año tuvo lugar la fallida Operación Gedeón, que abría paso a un conjunto de acciones mercenarias en suelo nacional.

Una primera incursión en Macuto y horas siguientes en Chuao y otras localidades costeras, fueron desmanteladas con la captura de mercenarios venezolanos y estadounidenses provenientes desde Colombia.

La operación estuvo a cargo de la contratista estadounidense Silvercorp y fue planeada principalmente por Jordan Goudreau -un estadounidense nacido en Canadá, ex boina verde de los Estados Unidos y ex miembro de las Fuerzas Armadas de Canadá- y por el ex mayor general de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) en fuga, Clíver Alcalá Cordones.

La fallida operación pretendía la inserción de mercenarios, ex militares venezolanos y paramilitares colombianos apostados en campamentos mercenarios en Colombia, para luego aplicar acciones de fuerza irregular en el país. Tenían el objeto de atacar instalaciones estratégicas, producir una sedición en la FANB, cometer asesinatos en el alto gobierno, capturar al presidente Nicolás Maduro y enviarlo a Estados Unidos, todo ello mediante la participación de fuerzas militares estadounidenses que se sumarían a la operación.

La arremetida fue ejecutada pero sus operadores no contaban con la cohesión en la FANB y su apresto operacional. Igualmente, la Milicia Bolivariana actuó como red de inteligencia y en Chuao fueron quienes capturaron a los mercenarios estadounidenses Airan Berry y Luke Denman, entre otros, hoy sentenciados por la justicia venezolana.

Este evento fue emblemático por exponer ante la opinión pública internacional el fracaso de esta operación, por la eficacia de la inteligencia venezolana y por la solidez de las instituciones armadas nacionales. También quedaron expuestas las abiertas acciones de inducir una guerra armada en el país con factores estadounidenses involucrados.

La polémica que siguió a esta operación yace en el rol del gobierno de Colombia y el uso de su territorio como centro de operaciones mercenarias. También por la revelación del contrato de Juan Guaidó con Goudreau, responsable de Silvercorp, donde se estipulaba la ocupación militar del país, el desmantelamiento de la FANB a manos de fuerzas extranjeras y concesiones petroleras y mineras a favor de Goudreau y empresarios estadounidenses.

En aquel momento, el presidente Nicolás Maduro señaló el rol de la DEA estadounidense en esa operación encubierta, con apariencia de “guerra privada”.

La Administración Trump lidió con un claro fracaso militar, aunque negaron los hechos.

La llegada de barcos iraníEs: Un enorme acto abierto de ruptura al bloqueo

El gobierno estadounidense puso todo el énfasis durante 2020 en presionar a Venezuela de tal manera, que se produjera un colapso en el país y cayeran las instituciones nacionales. Para ello, impusieron mecanismos de cerco comercial, apuntando a uno de sus sectores más sensibles: el de combustibles.

Aprovechando las vulnerabilidades del país por el estado de las refinerías venezolanas, deterioradas y sin acceso a sus repuestos acordes de manos de proveedores estadounidenses, Elliott Abrams, responsable por el gobierno norteamericano para el asedio a Venezuela, articuló una red de presión contra empresas y embarcaciones para secar a Venezuela de gasolina.

La agencia EFE refirió que unas 50 embarcaciones habrían sido objeto de presiones y medidas del Departamento del Tesoro estadounidense por sus envíos de gasolina al país.

Sin embargo, la nación persa tenía una colaboración discreta con el gobierno venezolano y comenzaron a dotar al país de repuestos parcialmente compatibles para las refinerías venezolanas. Seguidamente, dieron paso a despachos abiertos de gasolina al país, rompiendo el bloqueo en las narices de las embarcaciones militares estadounidenses en el Caribe a finales de mayo, con el arribo de unos primeros cinco tanqueros con gasolina y aditivos para la producción nacional de combustibles.

La llegada de los primeros buques fue un hito que refrendó la cohesión estratégica entre ambos países bajo asedio. Para el término del año, Venezuela se alejó del colapso total por combustible, sin embargo aún se trabaja en la industria petrolera por regularizar parcialmente el acceso a los mismos.

Adicionalmente, las refinerías venezolanas han estado en funcionamiento intermitente y nuevos despachos están previstos en lo sucesivo.

La guerra inducida por la gasolina en Venezuela terminó siendo otro episodio frustrado para los estadounidenses.

Trump se va, Maduro se queda

Las elecciones del 3 de noviembre en Estados Unidos dieron al traste con la presidencia de Donald Trump. Pese a las complicaciones del deficiente sistema electoral estadounidense y las polémicas judiciales emprendidas por Trump y sus demandas por un supuesto “fraude” en su contra, las instituciones de su país le han señalado la puerta de salida del gobierno.

Para Venezuela esto reviste en un hecho significativo. El país petrolero fue modelo en vitrina del esquema de garrote implementado por la Administración Trump para la región. Trump puso el énfasis en el bloqueo y en el aislamiento de Venezuela, y hasta este año presentó a Guaidó en el discurso anual ante los Estados de la Unión. Todo ello tenía el ímpetu de producir un cambio de régimen en Venezuela, pero el chavismo les hizo fracasar.

Venezuela fue uno de los temas principales en la campaña estadounidense. En efecto, la búsqueda de votos en el estratégico estado de Florida colocó a Trump y a Joe Biden en una férrea competencia por los respaldos de las diásporas cubana y y venezolana.

Por ello Venezuela lidió con medidas coercitivas unilaterales sin precedentes. Se trató todo de una refriega electoral que no logró su objetivo medular.

Al término de la campaña estadounidense y el fin de año con Trump en la presidencia, quedaron al relieve el fracaso de la estrategia de Washington contra Caracas y la inviabilidad del gobierno fake de Guaidó, lo cual demanda que la administración entrante de Joe Biden tenga que recalibrar la estrategia.

Aunque las circunstancias de asedio contra Venezuela seguirán con Joe Biden, no conocemos hasta ahora los matices que tendrá y si existirán las posibilidades de disensiones.

Pero la Administración Trump, que fracasa en su reelección, tiene la persistencia del chavismo en el poder una de las causas de su debacle. Trump, el presidente estadounidense que de manera más abierta se involucró en un cambio de régimen en Venezuela bajo mecanismos de presión, fue quien terminó en la puerta de salida, mientras que el presidente Maduro termina el año en Miraflores.

El chavismo recupera el parlamento tras el 6D

La elección por la AN se desarrolló en Venezuela contra múltiples presiones desde los frentes interno y externo.

Los señalamientos para deslegitimar la elección iban implícitos en la apuesta de continuar la fallida agenda contra el chavismo planificada por la Administración Trump. Se pretendía la negación de las elecciones para seguir prolongando el “gobierno paralelo”. Ello suponía una continuidad de la Administración Trump y por ello hicieron su apuesta.

El resultado al término de año es que la Administración Trump va de salida, los partidos opositores en Venezuela plegados a la orden de Washington no participaron en las elecciones de la AN y el chavismo retoma la mayoría parlamentaria. La ejecución de las elecciones dentro del lapso constitucional terminó siendo causa esencial del fracaso para los enemigos de Venezuela y al mismo tiempo una victoria estratégica del chavismo. Fue un evento de pegada doble.

El chavismo, con más de 71% de los votos, se hizo de más del 90% de los cargos. Una nueva oposición interna comenzó a disputarle el espacio cautivo a los grupos abstencionistas y éstos ahora se inclinan más a ir a las elecciones por gobernaciones en 2021, siendo evidentemente obligados a volver al ruedo político.

Pese a los cuestionamientos a la participación electoral apenas superior al 30%, Venezuela tiene una victoria más allá de toda estadística. El país organizó y ejecutó exitosamente unas elecciones en un contexto sumamente excepcional. Bajo bloqueo, bajo sus severos impactos en la vida económica y social del país, con migración de una cuota significativa de votantes, bajo pandemia, con llamados a abstención, con anuncios de desconocimiento y presiones internacionales, un segmento importante del país se movilizó a votar para devolverle la estabilidad política e institucional a la nación, dando al traste con el ciclo parlamentario más nefasto jamás registrado en la historia republicana.

Las elecciones parlamentarias fueron el principal evento político en el país durante 2020. La victoria contundente del chavismo y contra muchos pronósticos, le da el cierre político al año certificando por las vías de los votos y las instituciones, la persistencia de los poderes nacionales frente a las agendas de asedio.

Venezuela no resultó avasallada, sino por el contrario, fortalecida políticamente.

La despedida a la ANC y el nuevo ciclo político para 2021

Al menos en el ámbito político, Venezuela dio fin al ciclo que inició en 2016 con el ascenso de la mayoría antichavista a la AN y, con ello, a un turbulento ciclo de choques institucionales, presiones externas, bloqueo, intentos de magnicidio, conatos de golpes de Estado y conatos de guerra mercenaria.

Todo ello tuvo lugar con la mayoría opositora en la AN como parteaguas institucional. Ahora su ciclo ha claudicado.

Entretanto, también culmina en sus funciones la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), elegida en 2017 para sostener la estabilidad del Estado y sus instituciones en medio de la violencia política y el ímpetu a un conflicto civil, que fue activado por los antichavistas ese año.

La ANC asumió sus poderes plenipotenciarios para detener la sedimentacion del Estado, que tuvo un clímax con la AN en desacato y la cooptación de la ex fiscal hoy prófuga de la justicia Luisa Ortega Díaz. La ANC detuvo el incipiente conflicto civil que pretendía detonarse por las guarimbas que durante meses asediaron sectores en importantes ciudades del país.

Seguidamente y luego de la salida del ruedo político de la AN en desacato, la ANC actuó en el llamado a elecciones regionales, municipales y presidenciales. También ejercieron funciones para cubrir el vacío parlamentario dejado por la AN en desacato y acompañaron al Ejecutivo Nacional en la promulgación de leyes esenciales.

En octubre de este año, y a expensas de las profundas desfiguraciones sobre el tejido económico nacional generadas por las medidas coercitivas contra el país, la ANC proclama la Ley Antibloqueo, un mecanismo excepcional para ir a la ruptura del bloqueo desde adentro y sentando nuevos términos para el relacionamiento del país con sus aliados en el extranjero.

Este 18 de diciembre en la clausura de la ANC, en efecto, quedó refrendado su rol a favor de la estabilidad nacional. Este parlamento, el segundo electo por voto popular en la historia republicana, se retira de la escena sin una nueva Constitución. El ciclo de adversidad, tanto como la diatriba interna, no generaron las condiciones para tales fines.

Sin embargo, su clausura dejó con claridad el rol de esta instancia en el sostenimiento de la paz y la estabilidad política elemental. El país entero es beneficiario de estas grandes conquistas aunque no sean del todo valoradas o ponderadas por algunos sectores.

Venezuela cierra el año 2020 dando vuelta de hoja al ciclo parlamentario más peligroso en la historia nacional, la ANC abre paso al regreso de la AN a los cauces de la regularidad política e institucional.

El país va al 2021 hacia una nueva etapa, signada por nuevas condiciones materiales y políticas, pero con un nuevo ímpetu político con sabor a victoria.

Fuente: Misión Verdad

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