Brasil. Entrevista con la Ing. Ceres Luisa Antunes Hadich, integrante del MST: “Cultivar lo que nos hace mejores”

Por Jorge Falcone. Resumen Latinoamericano, 21 de diciembre de 2020.

Frente a un nuevo despertar de Nuestra América, y en una edición monográfica dedicada al tema de la tierra, no podíamos dejar de consultar a una voz tan autorizada sobre el tema como la del Movimiento Sin Tierra brasileño, y para ello dialogamos con esta reconocida agrónoma y agroecologista del Asentamiento María Lara, ubicado en la región norte de Paraná, que integra la Dirección Nacional de dicha organización. 

Grandes Alamedas: Camarada Ceres, como en otras latitudes de nuestro continente, en Argentina la emergencia sanitaria ha generado una enorme recesión, en el marco de la cual – dado el déficit en la promoción de políticas públicas para el acceso a una vivienda digna – hubo numerosas ocupaciones de tierras fiscales que terminaron corriendo diversa suerte. Cuéntanos cómo afronta el MST este tipo de iniciativas y en qué términos dialoga con el Estado al respecto.

-Ceres Luisa Antunes Hadich: En términos generales, en Brasil hemos vivido un período muy duro para la clase trabajadora, y también, por supuesto, para la Reforma Agraria. Un primer aspecto de esta situación es la profunda crisis estructural del capitalismo que tiene efectos devastadores en los países subdesarrollados, como es nuestro caso. De modo que a esta condición de empeoramiento de la crisis social, económica, política, civilizatoria, ambiental, alimentaria, ahora se le suma una crisis de salud, con la pandemia COVID – 19.

Todo este contexto colocó a buena parte de la clase trabajadora en una condición de extrema vulnerabilidad, agravada por el desempleo, el hambre, el aumento significativo de la violencia y la drástica disminución de la calidad de vida del pueblo brasileño. A partir de una perspectiva más dispuesta a señalar salidas que críticas o culpables, nosotros en el MST hemos estado comprometidos desde el comienzo de la pandemia en una campaña permanente de solidaridad, donando alimentos, productos de higiene, marmitas (bolsas con insumos alimentarios básicos), formando agentes de salud populares, en definitiva, contribuyendo con lo que tenemos y podemos hacer por aquellos que más lo necesitan.

Sin embargo, además de las acciones solidarias, desde junio nos hemos dedicado a promover la necesidad de una Reforma Agraria como salida de la crisis. Elaboramos y lanzamos el PLAN DE EMERGENCIA DE LA REFORMA DE AGRARIA, que apunta a dar respuesta a las urgencias del momento. Emergencia porque necesita y puede implementarse a corto plazo, con el objetivo de resolver inmediatamente los problemas agravados por la crisis en nuestro país. Señalamos entonces a la Reforma Agraria como una salida a la crisis social, económica, alimentaria, y ambiental en la que vivimos.

El Plan se basa en cuatro pilares clave: 1- Tierra y Trabajo; 2- Producción de alimentos saludables; 3- Proteger la naturaleza, el agua y la biodiversidad y 4- Condiciones de vida decentes para las personas en el campo. Es precisamente en ese primer eje, TIERRA Y TRABAJO, que señalamos la posibilidad de establecer a miles de familias, que hoy están acampadas, desempleadas o viven en las afueras de las ciudades. Para ello, varios mecanismos jurídicos son posibles y factibles, siempre y cuando haya comprensión y voluntad política. Una salida implica expropiar a terratenientes improductivos, y áreas cercanas a las ciudades, para facilitar la producción y los asentamientos de las familias de la periferia.

Otra posibilidad es adjudicar áreas pertenecientes a deudores sindicales, un mecanismo que no implique la compraventa de terrenos, y promueva la justicia social. También destacamos, en este sentido, promover la legalización de todas las zonas de asentamiento precario, pueblos indígenas, ribereños y comunidades nativas.

Y al señalar el Plan de Emergencia para la Reforma Agraria, nos fijamos, por supuesto, en las posibilidades de las alianzas, incluso si estamos viviendo a nivel federal y en muchos lugares a nivel estatal y local, una correlación desfavorable para el debate y la implementación de estas medidas, sin embargo, también entendemos que el Plan brinda una posibilidad de debatir la Reforma Popular Agraria con la sociedad: El pueblo brasileño necesita entender la importancia y el papel de la reforma agraria para defenderla, y el Plan de Emergencia es un buen mecanismo para ello.
 
GA: El panorama regresivo generalizado que se ha experimentado en Nuestra América desde la última ola de gobiernos conservadores ha generado algunas opiniones negativas en las capas sociales medias sobre lo que significa cuestionar la propiedad privada y el latifundio. ¿Cuál es la percepción de la sociedad brasileña sobre esa lucha?

-CLAH: La hegemonía impuesta por la agroindustria y los reveses políticos y civilizatorios han sacado a la luz en los últimos años la reafirmación del derecho a la propiedad privada por encima de todo. Este debate, además de su significado literal, también tiene un sentido simbólico de poder, muy fuerte. Aquí en Brasil hay una relación casi intocable entre tierra, poder, y propiedad privada. Y esta tensión constituye un tópico muy sensible, que lleva a criminalizar la lucha por la tierra, y distorsionar así su significado. Sin embargo, contradictoriamente, en este período de intensificación de la crisis económica y alimentaria que estamos viviendo con la pandemia de COVID-19, hemos sido capaces de persuadir a la sociedad respecto a la importancia y el significado de la lucha por la tierra y la reforma agraria.

Con nuestras acciones de solidaridad, con los debates que hemos dado en los diferentes espacios, con la praxis transformadora que hemos llevado a cabo a lo largo de los años en nuestros territorios, poniendo la producción de alimentos saludables y la defensa de la vida como parte central de nuestra construcción, hemos podido librar con gran claridad e intensidad la batalla por las ideas ante la sociedad. Así, nuestras acciones durante la pandemia nos han permitido dialogar con lxs brasileñxs, luchando contra el sentido común impuesto por los abanderados de la propiedad privada, y anunciando lo que la Reforma Popular Agraria y el MST realmente significan: un movimiento del pueblo brasileño, el fruto de nuestra historia y nuestras luchas, que se propone disputar un proyecto de país centrado en la justicia social, en agroecología y la soberanía popular.
 
GA: Durante las acaloradas décadas de 1960 y 1970, frente al horizonte de la reforma agraria, el estribillo “a desalambrar” se puso de moda, a partir de la canción del mismo nombre compuesta e interpretada por el trovador uruguayo Daniel Viglietti. Sin embargo, daría la impresión de que, dado que luego se impuso el Consenso de las Commodities – el jugoso negocio de la soja en Argentina, por ejemplo – hoy no parecería suficiente con distribuir la tierra sin disputar la matriz para hacerla producir. ¿Qué opinas sobre eso?

-CLAH: Definitivamente. El contexto que vivimos en América Latina en los años 60, 70 y 80 ya no existe. Pasamos por una profunda transformación en el campo. Hoy se ha impuesto la agroindustria, aumentando la capacidad productiva y acumulativa de capital en el campo, pero no resolviendo sus contradicciones fundamentales, como la distribución de la tierra y los ingresos, la promoción de la justicia social, la prevención del éxodo rural y, principalmente, el cumplimiento de la función social de la tierra. Así, sin redefinir nuestros objetivos estratégicos, que se han mantenido hasta hoy desde el inicio de nuestra organización (la lucha por la tierra, la reforma agraria y la transformación de la sociedad), nos volcamos a rediscutir con nuestra militancia y nuestras familias de los asentamientos y acampes la naturaleza de la Reforma Agraria por la que estábamos luchando.

Llegamos a entender así que con el avance y la consolidación de la agroindustria, la Reforma Agraria Clásica se había vuelto innecesaria, obsoleta y, por lo tanto, ya no estaría presente en las agendas de gobiernos y Estados, en el marco de la democracia burguesa. Por otro lado, la perspectiva de llevar a cabo una Revolución, y a partir de ella, la promoción de una reforma agraria socialista tampoco cuajó.

De modo que llegamos a la elaboración de una Reforma Agraria Popular, expresada en nuestro Programa Agrario, como una síntesis teórico-práctica de un proceso de acumulación de fuerzas para construirla centrada en la función social de la tierra, estableciendo otras relaciones entre las personas y también en relación con los bienes comunes, y que fundamentalmente tiene como centralidad la producción de alimentos saludables, basada en la agroecología como expresión de nuestra propuesta para el campo.

Por lo tanto, para nosotros la confrontación en el campo tiene lugar a nivel de proyectos de sociedad, y está polarizada por los diferentes intereses de clase. A la clase obrera y al pueblo brasileño le señalamos como salida la posibilidad de construir nuestra alimentación, energía y soberanía popular, en fin, la agreocología en detrimento del proyecto antagónico, que es la expresión del capitalismo en el campo, la agroindustria, y que, por lo tanto, necesita ser combatido permanentemente y en todas sus dimensiones. Por lo tanto, el choque tiene lugar no sólo en la lucha concreta y territorial que se libra en el campo, sino también en la esfera ideológica, cultural y política.

GA: ¿Cómo ha impactado la pandemia del COVID – 19 sobre vuestros asentamientos, dada la desidia al respecto de la gestión Bolsonaro?

-CLAH: El gobierno actual no tiene ningún compromiso con el pueblo brasileño, ni en el campo ni en la ciudad. Los que vivimos en los municipios del interior, aunque en cierta medida nos vemos menos afectados por el violento avance de la pandemia, por otro lado estamos en mayores condiciones de vulnerabilidad en relación con el acceso a las estructuras sanitarias, ya que dependemos de las estructuras de las ciudades, que en su mayor parte están al borde del colapso.

No hay ningún tipo de cuidado, respeto o promoción gubernamental en relación con la reforma agraria, al contrario, nos enfrentamos a un gobierno que promueve ataques permanentes contra los asentamientos y la lucha por la tierra.

Sin embargo, es notable que en relación con la pandemia, obviamente no por la acción del Estado y del Gobierno, sino más bien dada nuestra condición de vida y organización, hemos tenido una resiliencia mucho mayor. Ya sea porque estamos viviendo en la mayoría de los casos en pueblos pequeños del interior o en una condición de aislamiento social, debido a nuestra propia dinámica de trabajo. También por calidad de vida, condiciones de salud, alimentación, inmunidad… Obviamente, no somos inmunes al virus, sin embargo, después de estos meses de pandemia notamos que nuestros territorios y nuestra gente están en una condición privilegiada de cuidado y protección en relación con el virus.

Por otro lado, lamentablemente, estamos sometidos a todas las demás formas de amenazas, violencia y persecución a las que este gobierno nos ha sometido.
 
GA: Hace poco, en el conurbano sur bonaerense se produjo una de las ocupaciones más importantes de tierra de los últimos tiempos, la de Guernica, que llegó a extenderse a lo largo de unas 100 hectáreas e involucró a alrededor de 2.500 familias sin techo. A partir de una decisión general del gobierno, tras la suspensión del diálogo con lxs vecinxs y organizaciones sociales intervinientes en pos de una solución pacífica, el predio fue violentamente desalojado, confinadxs sus protagonistas en asentamientos temporales, gran parte de los ellxs judicializadxs y, al mismo tiempo, sometidxs a la prédica de pastores evangelistas, todo ello en provecho del lobby inmobiliario. ¿Qué mensaje enviarías desde la Dirección del MST a esxs compañerxs?

-CLAH: Desgraciadamente, esa realidad de injusticia, persecución y criminalización en la lucha por la tierra, por los derechos y por la vida es común y recurrente en nuestros países. Pero aquí me gustaría hablar de otras cosas que nos son comunes, y que tenemos que fortalecer. Por supuesto, no podemos perder la capacidad de indignarnos, de estar preocupados por todas las formas de violencia, injusticia y opresión, de acuerdo al legado profundamente humano e internacionalista que nos dejó el Che Guevara. Pero necesitamos, sobre todo, no perder la capacidad de cuidar y cultivar lo que nos hace mejores, y más fuertes: utopía, sueño, mística…

Todos los logros y todas las transformaciones sólo son posibles cuando creemos en ellos, cuando los deseamos e interiorizamos con tanta fuerza y deseo que se convierten en motivación para nuestros días y noches, para nuestras aspiraciones y nuestros pasos. La historia nos enseña que no hay derrotas definitivas en ella, y que lo más importante en nuestra lucha es el pueblo, así que mientras lo tengamos organizado y a nuestra capacidad de soñar viva, ¡la semilla de la libertad y el nuevo mundo está en nosotrxs! ¡Adelante, camaradas!

Fuente: Grandes Alamedas

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