Venezuela. Terrorismo, sedición, democracia y esperanza

Por Ruperto Concha. Resumen Latinoamericano, 17 de diciembre de 2020.

La más célebre figura política de la Gran Bretaña contemporánea, sin duda fue Winston Churchill, considerado, junto con Franklin Roosevelt, como supremo defensor de la democracia occidental. Pese a ello, quedó grabada para siempre su frase definiendo a la democracia como “la peor forma de gobierno… ¡si descontamos todas las demás!”

En realidad, Churchill siempre fue un demócrata más bien a regañadientes. Era abiertamente imperialista, odiaba la idea de que la India fuese independiente, y consideraba que la Democracia no necesita que las mujeres tengan derecho a voto ni tampoco que todos los hombres puedan votar.

En su correspondencia con su “querido amigo Benito Mussolini”, en que trataba de convencerlo de que no se aliara con los nazis alemanes, Churchill dejó en claro que para él la Democracia es un sistema imposible de aplicar en su totalidad y que tiene en sí  misma sus propios gérmenes de auto destrucción.

Oiga, ¿puede la Democracia llegar a ser mala?…

Está claro que hay muchísimos políticos, muchísimos gobernantes y operadores del quehacer político, que no disimulan la creencia de que la Democracia solo funciona más o menos bien… “en la medida de lo posible”.

De hecho, ha habido masacres horrorosas perpetradas por el Ejército sobre sus propios compatriotas, bajo la consigna de “defender la democracia contra el socialismo”.

Recién, los días 10, 11 y 12 de diciembre, fue el aniversario de un hecho repugnante ocurrido en la república de El Salvador en 1981, donde un batallón de tropas escogidas, especialmente entrenadas por la CIA en la Escuela de las Américas, se pasó esos tres días asesinando a los pobladores de la región campesina de El Mozote por sospechas de fuesen simpatizantes socialistas.

Esos “heroicos soldados” violaban incluso a niñitas pequeñas y luego las mataban a culatazos. Más de 100 niñitos chicos fueron acribillados a sangre fría… oiga… en “defensa de la Democracia”, porque el gobierno consideraba que cuando esos niños crecieran iban a volverse socialistas.

Bueno, cuando Beethoven eligió para su Novena Sinfonía, la Oda a la alegría del poeta alemán Federico Schiller, bien podría haber pensado en la Democracia, pues allí la Oda le dice a la alegría “¡Todos los hombres son hermanos donde posas tu dulce ala!”. ¿Se fija Ud.?

La fraternidad democrática, la empeñosa alegría cotidiana, se impone fácilmente cuando todas las cosas marchan bien. Pero cuando las cosas se ponen difíciles, la alegría y la Democracia se hacen difíciles. Quizás imposibles.

Como fuere, esa maquinita misteriosa que funciona en nuestro corazón y nuestro cerebro es capaz de obtener resultados matemáticos en forma de poesía.

Así, otro poeta, el francés Charles Baudelaire, al que apodaban “el Maldito”, se atrevió a rendir un homenaje de gratitud nada menos que al mismísimo demonio, en sus célebres Letanías de Satán. Y en una de sus estrofas Baudelaire le dice: “Tú, que en la muerte, tu poderosa amante, engendras la ssperanza, esa loca radiante, oh Satán, ten piedad de mi larga miseria”.

Y, claro, Baudelaire se daba cuenta de que, en medio de la adversidad y la miseria, es la esperanza la que con su energía nos recarga las fuerzas.

En estos momentos, las noticias de todos los rincones del mundo nos informan de una marea de acciones antidemocráticas y contrarias al espíritu del humanismo fundamental que, si nos falla, nos vuelve “desalmados”.

La gente está cada vez más exasperada y los gobiernos cada vez más represivos…

Y, sin embargo también, están ocurriendo otros procesos que engendran esperanza y parecen estar enseñándonos a pensar.

Miremos, por ejemplo,  lo que en estos momentos está pasando en Venezuela.

Cuando el presidente venezolano Nicolás Maduro convocó a las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre, hizo un anuncio tremendo. Un anuncio al que toda la oposición debiera haber tomado muy en serio, porque era casi un regalo para ellos. Maduro anunció formalmente que, si los chavistas perdían la elección, él renunciaría a la presidencia y entregaría el poder, como lo establece la Constitución, a la Asamblea Nacional (AN).

Asimismo, Maduro invitó a todos los gobiernos a que enviaran observadores sobre el proceso electoral, garantizándoles libre acceso a todo, durante las votaciones primero, y luego durante los escrutinios.

¿Y cuál fue la respuesta de la Unión Europea (UE), de Estados Unidos y de Canadá?… Pues simplemente insistieron en que la elección no daba suficientes garantías y  por ello se negaron a ser supervisores.

No tomaron en cuenta que estas elecciones eran exactamente iguales a las que en 2018 le habían dado una victoria abrumadora a la oposición.

A la vez que Europa se negaba a supervisar, la masa de la oposición liderada por el diputado Juan Guaidó llamó a boicotear las elecciones a fin de impedir que tuvieran legitimidad.

Pese a ello, un sector importante de los partidos de oposición rechazó el boicot decretado por Guaidó. Entre los partidos que concurrieron se contaron la Social Democracia, o Adeco, y un buen grupo desgajado de la Democracia Cristiana, o Copei.

Entre las presiones para suspender las elecciones, se mencionó la pandemia del Covid-19 que provocaría una alta abstención de votantes por temor al contagio. Sin embargo, tanto en Europa como Estados Unidos no fueron objetadas las elecciones realizadas en plena segunda ola de la pandemia.

Pese al boicot y al rechazo de la UE, Estados Unidos y los países del llamado Grupo de Lima, entre los cuales se cuenta Chile, hubo otros 30 países que enviaron inspectores y observadores. Además de Rusia y China, hubo mayoría de observadores de países del sudeste asiático.

Por cierto, la suma de la llamada al boicot, más el temor al contagio del Covid-19 y las dificultades de transporte, redujeron dramáticamente la participación de votantes, que no sobrepasó el 31% del registro electoral.

Pero, en todo caso, el 68% del 31%, o sea los votos que dieron la victoria al Gobierno, por comparación arroja una votación que es igual o superior a la que obtuvo en segunda vuelta el actual presidente de Chile, Sebastián Piñera.

Como era de esperar, el grupo opositor encabezado por Guaidó ha desconocido la legitimidad de la elección, aduciendo una serie de denuncias que no han sido respaldadas por ninguna prueba verificable.

Sin embargo, ya la UE declinó hacer declaraciones en favor o en contra de la elección. Sin reiterar su anterior apoyo a Juan Guaidó, ahora la UE señaló que estudiará la situación creada y no se pronunciará antes del 5 de enero, cuando los actuales congresistas de la Asamblea terminan su mandato constitucional y le ceden su lugar a los recién elegidos.

Conocidos los resultados de la elección, cobró protagonismo el principal dirigente de la oposición, Henrique Capriles, que se ha mantenido en Venezuela y que fue en dos ocasiones candidato opositor al gobierno chavista.

Capriles envió un llamamiento al presidente electo de Estados Unidos, John Biden, pidiéndole que preste apoyo a la oposición venezolana, pero en términos realmente democráticos, orientándola a una campaña política limpia, sin acciones violentas ni sabotajes contra el gobierno de Nicolás Maduro.

Entrevistado por la BBC, Henrique Capriles señaló que la oposición conducida por Guaidó ha fracasado y que su negativa a participar en la elección parlamentaria fue un error garrafal.

Por otra parte, ya el 5 de enero, Juan Guaidó termina su mandato como parlamentario, y ya no tendrá ningún respaldo constitucional para sus pretensiones de representatividad política.

En ese sentido, Henrique Capriles coincide con el criterio actual de la UE, de restablecer en territorio venezolano un diálogo político basado en proyectos concretos para sacar al país del ruinoso estado que principalmente se ha debido a las sanciones impuestas por el gobierno de Donald Trump.

En el nuevo período parlamentario, la oposición, aunque sea minoría, podrá hacerse escuchar, presentando proyectos de ley y exponiendo ante la nación venezolana sus puntos de vista para discusión democrática.

Ya la posición de Juan Guaidó como líder de la oposición se había visto debilitada por sus tentativas de quebrantar al gobierno de Nicolás  Maduro mediante acciones sediciosas que incluyeron varios asesinatos y tentativas de asesinato contra miembros del Gobierno y del Poder Judicial, además del sabotaje a las empresas del Estado.

De hecho, el llamamiento a una manifestación masiva contra las elecciones del domingo pasado, solo obtuvo una respuesta debilísima e incluso los medios de prensa internacionales, hostiles al régimen de  Nicolás Maduro, admitieron que el llamamiento de Guaidó había sido una muestra de debilidad que venía a reforzar el triunfo del oficialismo.

El viernes, el viceministro de Economía y ministro del Petróleo, Tarek el Aissami, dio a conocer la captura de dos venezolanos miembros de un comando de sabotaje, que intentaban destruir con explosivos la principal planta refinadora de petróleo en el noroeste venezolano.

En poder de los terroristas se encontró un acopio de 47 cartuchos explosivos de tipo militar y otros tantos de explosivos de demolición, lo suficiente para hacer pedazos toda la central petrolera y, además, los multiductos de abastecimiento de combustible hacia el resto del país.

Los detenidos confesaron que el plan pretendía realizar el atentado justo el sábado 5, previo a las elecciones parlamentarias, intentando con ello crear una situación de emergencia que paralizara el proceso electoral. Sin embargo, viendo que mucha gente del lugar ya los miraba como sospechosos, se vieron obligados a postergar la acción.

Así, los hechos políticos que parecen precipitarse en Venezuela, a partir de las elecciones parlamentarias del domingo 6, apuntan a un giro realmente esperanzador de dinámica política nacional, enfocada a la recuperación económica y social del país a través de la discusión racional y el intercambio de proyectos entre gobierno y oposición.

Hasta aquí, como sugiere el poeta Baudelaire, es la esperanza la que ilumina y propone rumbos. La esperanza no se come, pero da fuerzas.

La realidad en todas partes, y muy especialmente en América Latina, está cobrando más y más fuerza en el entendimiento de que el simple enfrentamiento, la simple rebeldía, no sirve para resolver la mezcla explosiva del derrumbe económico en términos de producción, angustia de la gente, y sensación de que la clase política solo se interesa en obtener cuotas de poder.

En todas las ciudades se están organizando conversatorios para comprender qué significan y cómo se definan las reformas legales y constitucionales, y cuáles efectos, buenos o malos, deben preverse para la gente común en un futuro próximo.

Se trata de aprender a pensar, a recibir sanamente la información y generar así las opiniones y decisiones indispensables.

En ese sentido también el nuevo régimen, que al parecer se iniciará en enero próximo en Estados Unidos, tendrá un efecto de recuperación de la capacidad de Washington para ser parte del nuevo liderazgo mundial que se está formando.

Quizás la Democracia sola no sea suficiente para lograr todo lo que es indispensable.

Pero sin democracia… ¡nada será suficiente!

Hasta la próxima, gente amiga. Cuídense, hay peligro.

Fuente: Correo del Alba

You must be logged in to post a comment Login