Estado español. Homenaje a Alfredo Grimaldos, periodista y militante de la “internacional de hombres y mujeres libres”

Por Ángeles Maestro. Resumen Latinoamericano, 7 de diciembre de 2020.

Alfredo Grimaldos, militante de la gigantesca internacional de hombres y mujeres libres que , desde diferentes trincheras, han luchado, luchan y lucharán, por la emancipación de los oprimidos.

Querido camarada Alfredo:

Por fin después de volver de tu entierro puedo escribir.
Por fin el llanto ha conseguido aclarar la rabia impotente y la angustia oscura que me atenazaba, bloqueando la expresión misma de la pena.
No voy a glosar tu obra. Otros lo harán mejor que yo. Sólo quiero hacer llegar a quienes no te conozcan, sobre todo a la juventud, la necesidad ineludible de leer tu obra por dos razones inseparables:
Porque el trabajo de investigación que la sustenta – hoy que ese trabajo prácticamente ha desaparecido del periodismo – ha sido vital para constituirnos como clase, como pueblo, de la única forma posible: conociendo a nuestros enemigos, desvelando los crímenes cometidos, sus alianzas secretas, sus miserables lacayos, más miserables aún si aparecen disfrazados con nuestras banderas, nuestros símbolos y nuestras palabras.
Y también, y sobre todo, por tu vida honesta, intachable, con la dignidad incorruptible de quienes se juegan la vida al lado de los perdedores, de los fusilados, de los torturados, del inmenso ejército de camaradas oscuros.
Te habría gustado tu despedida. Hemos estado cincuenta o sesenta amigos del alma cantando bajito y con voces temblorosas las tranquilas y entrañables estrofas del Grandola vila morena, el himno de la revolución triunfante que marcó nuestra juventud. Las lágrimas serenas y ocultas iban empapando las mascarillas.
Un compañero, que te debe conocer muy bien, ha recitado estos versos del “Fulgor y Muerte de Joaquín Murrieta”, de Pablo Neruda. Sus palabras, que describen perfectamente tu enorme humanidad, te han acercado a nosotros, mejor que el mejor retrato:

Adiós compañero bandido, se acerca tu hora, tu fin está claro y oscuro,
se sabe que tú no conoces – como el meteoro – el camino seguro,
se sabe que tú te desviaste en la cólera como un vendaval solitario,
pero aquí te canto porque desgranaste el racimo de la ira y se acerca la aurora,
se acerca la hora en que el iracundo no tenga ya sitio en el mundo
y una sombra secreta no habrá sido tu hazaña.

La Internacional, también temblorosa, nos reconfortaba. Nos ha recordado que tus manos, las nuestras, son las que van en otras manos tirando y que el paso por la vida de los combatientes constituye ese tesoro heredado que nos conforma y nos ayuda a intentar no traicionar, ni su memoria, ni la causa que compartimos.

¿Sabes Alfredo? Hay una imagen tu nos contaste y que se me clavó en la memoria. Es cómo un fogonazo de tu historia, de la de todos. Tu madre cosiendo y recosiendo la bandera republicana desgarrada por los guardaespaldas de Carrillo, intentando arrancártela.

¡Hasta la victoria siempre, camarada!

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