Chile. La camisa de fuerza de Piñera

Resumen Latinoamericano, 4 de diciembre de 2020.

“El hombre conserva de él mismo una falsa idea que, bajo la apariencia exterior de los buenos sentimientos y de las grandes ideas, mantiene ferozmente las dominaciones”. Henri Laborit

Escribe Luis Casado

En más de una ocasión he señalado que una forma de pervertir y degenerar las instituciones consiste en asignarles tareas para las cuales no fueron concebidas, ni diseñadas, ni constituidas, ni preparadas.

En el ámbito de la biología pasa lo mismo. Henri Laborit describió la evolución del ser unicelular hacia un ente pluricelular, y el modo en que cada célula se fue especializando en una tarea específica. Así, las celulas exteriores, en contacto con la superficie, podían efectuar intercambios gaseosos y proporcionarle a las celulas internas el oxígeno necesario a su funcionamiento. Estas últimas pudieron especializarse a su vez en la transformación de los nutrimentos y alimentar al conjunto de celulas del ente pluricelular. Progresivamente, aparecieron los órganos que se constituyeron en organismos más complejos. Laborit, notable biólogo y etólogo, llevó su análisis hasta la aparición del ser humano y de su organización en las sociedades que conocemos hoy, en las que diferentes instituciones asumen funciones diversas y variadas.

Intentar lograr que los pulmones ejecuten funciones propias del sistema digestivo no conduce a nada bueno. Del mismo modo, la piel, frontera entre el ser vivo y el mundo exterior, no está preparada para ejercer las funciones del cerebro.

Un razonamiento similar me llevó a afirmar que las FFAA, desviadas de su función original hacia la represión del pueblo que las sustenta, se pervierten y degeneran en una banda armada cuya única razón de ser es seguir siendo. Se opera así un divorcio entre la nación y uno de sus órganos, en el que la primera termina siendo objeto de la depredación del segundo.

Lo que queda del gobierno encabezado por Piñera acaba de ofrecernos otro ejemplo luminoso. Un titular de la prensa santiaguina lo anuncia así:

“Ejecutivo firmó acuerdo: La OCDE asesorará al país en la redacción de la nueva Constitución.”

Pedirle a la OCDE inmiscuirse en una cuestión eminentemente nacional, que es la manifestación básica de la soberanía del pueblo de Chile, equivale a pedirle peras al olmo. Y de paso trapear con la soberanía de la nación.

La razón de ser de la Organización de Cooperación y de Desarrollo Económico no tiene nada que ver con la Carta Magna de los Estados que la componen, sino con los cuentos de hadas destinados a los ingenuos por una parte, y con el funcionamiento de los mercados en que se agitan los peores mangantes por la otra. No lo digo yo, lo dice la propia OCDE:

“La OCDE es una organización internacional que obra por la implementación de mejores políticas para una vida mejor. Nuestro objetivo es promover políticas públicas que favorezcan la prosperidad, la igualdad de oportunidades, y el bienestar para todos. Nos apoyamos en cerca de 60 años de experiencia y de conocimientos para preparar el mundo de mañana. En estrecha colaboración con los poderes públicos, los actores económicos y sociales, así como los representantes de la sociedad civil, establecemos normas internacionales y proponemos soluciones fundadas en datos factuales en respuesta a los desafíos del mundo de hoy.

Del mejoramiento de los resultados económicos a la creación de empleos, de la promoción de sistemas educativos eficaces a la lucha contra la evasión fiscal internacional, somos un foro y un centro de conocimientos únicos. Ponemos datos, análisis y consejos sobre las políticas públicas a la disposición de los dirigentes facilitando al mismo tiempo el compartir experiencias y buenas prácticas entre los países y los actores del cambio.”

Vamos por partes, como decía Jack the ripper. Citemos a la propia OCDE que, en su informe “Perspectivas del Empleo 2012”, confesaba lo que sigue:

“Estos tres últimos decenios, la parte del ingreso nacional constituida por los salarios y elementos accesorios del salario – la parte del trabajo – ha disminuido en la casi totalidad de los países de la OCDE.”

Tu lo pones como quieras, pero los 60 años de experiencia y “políticas públicas que promueven la prosperidad, la igualdad de oportunidades y el bienestar para todos” lograron que los asalariados de la “casi totalidad de los países de la OCDE” fuesen de culo durante treinta años.

Del año 2012 en adelante la situación no ha hecho sino empeorar. A tal punto que en EEUU, Francia y Alemania, que forman parte de la OCDE, los asalariados del presente disponen del mismo poder adquisitivo que sus abuelos hace 40 años.

En cuanto “a la lucha contra la evasión fiscal internacional” el tema es caricatural. Luxemburgo también es parte de la OCDE. Ahora bien ¿cuál es el negocio de Luxemburgo? La evasión fiscal.

Gérard Filoche, en esa época candidato a la candidatura presidencial del PS francés (2017), denunció:

“El fraude fiscal del que se habla en Europa es dos veces superior a la deuda de todos los países de la zona euro. (…) durante esos 30 años él (Jean-Claude Juncker) blanqueó el dinero de 340 empresas, se ha estimado un total de 2,4 billones de euros (…) entre las 340 empresas, entre las cuales 58 multinacionales francesas que, en vez de pagarle impuestos a nuestra república para permitir que se ayude a los cesantes a encontrar un trabajo, a que tengamos mejores hospitales, mejores escuelas, hacen trampas en Luxemburgo con la complicidad de Jean-Claude Juncker…”

¿Quién es Jean-Claude Juncker? Un político luxemburgués, primero ministro de Finanzas, luego Primer Ministro, que durante más de casi tres décadas se dedicó a organizar la evasión fiscal a escala industrial.

El mismo Juncker reconoció que las acusaciones de Filoche eran verdad. Fue en el preciso momento en que lo eligieron presidente de la Unión Europea. ¿Qué pasó? A Filoche lo echaron del PS francés, y Juncker asumió la presidencia de la UE como si nada.

Eso es Europa. ¿Y los EEUU? Miremos un poquillo hacia atrás:

“La evasión fiscal le costará al gobierno de los Estados Unidos US$ 305 mil millones en el ejercicio 2010 y ha costado más de US$ 3 billones en la década que termina. La evasión es quién más contribuye a los déficits presupuestarios y a la acumulación de la deuda pública desde el año 2001. La evasión fiscal también le cuesta a los presupuestos estaduales miles de millones de dólares. Cada contribuyente individual pagará un suplemento de US$ 2.200 en el año 2010 para suplir los fondos que se pierden con la evasión fiscal.” (http://www.demos.org/data-byte/federal-revenue-lost-tax-evasion)

Del año 2010 en adelante (y aun desde la presidencia de Ronald Reagan), cada presidente yanqui se ha hecho un deber de reducir aun más las tasas e impuestos que pagan las multinacionales. Las llamadas GAFA no le pagan un dólar a nadie y además –como ha quedado en evidencia recientemente– trafican con el IVA de los países en que operan.

¿Y qué hace la OCDE? Un olibrius llamado Miguel Ángel Gurría, Secretario General de la OCDE, refiriéndose al masivo fraude fiscal de las grandes empresas, declaraba en abril del 2013:

“Es difícil combatir las prácticas fiscales de las multinacionales”.

En ese momento, según la propia OCDE, las transnacionales pagaban apenas un 5% de impuestos mientras las PYMES pagaban en torno a un 30%. Pero Miguel Ángel Gurría, patrón de la OCDE, se confesaba derrotado de antemano:

“Así que los Gobiernos suben los impuestos, ¿a quién? A las pymes y a las familias, porque a los otros no hay manera”.

Se trata de un tipo que obtuvo en su país de origen (México) una dudosa jubilación anticipada antes de hacerse cargo de la OCDE, ese club improbable que inscribe en el mármol de sus principios:

“Ponemos datos, análisis y consejos sobre las políticas públicas a la disposición de los dirigentes facilitando al mismo tiempo el compartir experiencias y buenas prácticas entre los países y los actores del cambio.”

Esta es la OCDE que “asesorará (a Chile) en la redacción de la nueva Constitución.”

Un club que alberga monarquías, como el Reino Unido, que ni siquiera tiene Constitución. ¿Qué tal? Y como la española, cuya Constitución es –como en el caso de Chile– una emanación de quienes ejercieron el poder durante la dictadura de Franco.

Forman parte de la OCDE países como Austria, que hasta hace un año tenía un ministro del Interior fascista: Herbert Kickl. No era el único. El partido neofascista FPÖ disponía en el gobierno, además, de los ministros de la Defensa, de Relaciones Extranjeras, de Infraestructuras y del Trabajo.

Los gobiernos neofascistas comienzan a generar problemas en la OCDE y en la Unión Europea, especialmente Polonia y Hungría, a tal punto que el Plan de Relance Económico del Banco Central Europeo –que emitiría casi un billón de euros– los deja afuera.

Italia se salvó, habida cuenta que Mateo Salvini, cabecilla de la Liga neofascista, abandonó el ministerio del Interior y la vicepresidencia del Consejo de Ministros en agosto de 2019.

Otro país de la OCDE, Israel, es un Estado confesional, es decir de religión de Estado. Por si fuese poco, denunciado frecuentemente ante la ONU por su política colonial y agresiva contra el pueblo palestino. Los asesores de la OCDE, esos que aconsejarán a Piñera, ¿vienen de Israel?

O tal vez de Turquía, otro eminente miembro de la OCDE. País en el que el régimen de Recep Tayyip Erdogan impone progresivamente el dominio del integrismo islámico, al tiempo que termina poco a poco con las libertades públicas, la libertad de prensa y los derechos políticos de la oposición.

Los asesores de Piñera podrían incluso venir de Colombia, país en el que se asesina cotidianamente a dirigentes sindicales, sociales y políticos, y en el que el respeto de los DDHH se compara con el que prevaleció en el Chile de Pinochet. Pero Colombia también es miembro de la OCDE…

Piñera bien parece estar fallado de la sesera, pero quiere ponerle camisa de fuerza a los chilenos. Aprovechando que la OCDE está saturada de subnormales dispuestos a todo, concibió la infame idea de traer a Chile “asesores” programados para conservar lo esencial de la Constitución de la dictadura.

La OCDE, una pandilla de buscones mediocres a la imagen de Miguel Ángel Gurría, su Secretario General, se presta para una estafa más.

Fuente: Politika

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