Argentina. Cuando Bolsonaro se hunde, Fernández lo rescata: “Hay que dejar las diferencias del pasado”

Resumen Latinoamericano, 30 de noviembre de 2020.

Otra polémica (y vergonzosa) jugada de la política exterior del gobierno socialdemócrata de Alberto Fernández: en el mismo momento en que las urnas dejan de serle favorable a Bolsonaro y crecen cada vez más las críticas por sus expresiones racistas, homofóbicas y represoras, el gobierno argentino entiende que debe estrechar vínculos con quien insultó y ninguneó a este mandatario que ahora parece haber perdido la memoria.

Los informativos señalan que ambos mandatarios se encontraron por zoom y coincidieron en la necesidad de focalizarse en los temas de interés común. Fernández habló de avanzar en temas vinculados a la seguridad y al medio ambiente. Bolsonaro, por su parte, hizo hincapié en la necesidad de potenciar el turismo. Claro, Brasil es el principal socio comercial de la Argentina. Y cuando pintan dólares en el escenario, todas las afrentas del pasado se olvidan y se tapan las barbaridades que Bolsonaro ha cometido contra el pueblo brasileño

Como los gobernantes siempre encuentran explicaciones para todo, seguramente se argumentará que es hora de archivar injurias y pasar página. Todo vale para las “razones de Estado”, pero no para los pueblos que sufren las concreciones de las malas políticas.

Bolsonaro es un dictador que ha generado un retroceso de duras consecuencias para las trabajadoras y trabajadores brasileños. Un energúmeno en política exterior que se alinea con Trump y sus ambiciones de invadir Venezuela o de atacar a Irán. Bolsonaro es como el colombiano Duque o el paraguayo Abdó Benítez, amigo del paramilitarismo que asesina con total impunidad, y quw en Brasil le arrancaron la vida a la joven luchadora Marielle Franco y a muchos más.

Con semejante sujeto no valen excusas de ningún tipo, como tampoco eran válidas a la hora de hablar bien del genocida Netanyahu y “la democracia” israelí en el primero de los viajes presidenciales.

Seguramente muchos dirán Argentina no se puede aislar de la realidad latinoamericana y mundial, pero debería haber límites a la hora de avanzar o no sobre este tipo de relaciones. Solo falta que se vuelva (como ya se planteó en su momento) a ofrecerle una mano a Sebastián Piñera para que ahora que está en el nivel más bajo de su “popularidad”, se agarre de un salvavidas en nombre de las políticas de “buena vecindad”.

Los buenos gestos con Evo, se deslucen con estas actitudes, pero es evidente que no se trata de casualidades ni “buenismos” de circunstancias, sino de marcar una línea ideológica sinuosa donde se puede ser “amigos de todos”, pero no de Venezuela, Cuba e Irán. Ni que decir de Palestina. Para esos países que representan la línea no subordinada al imperio dentro de la Patria Grande, la condescendencia del gobierno argentino no parece querer incluirlos en su agenda.

Si López Obrador se arrodilló ante Trump, qué se puede decir de este súbito entusiasmo oficial por Bolsonaro. Otro paso hacia un falso pragmatismo que seguramente pase factura.

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