Granada. La revolución inconclusa

Por José Pérez Reisler. Resumen Latinoamericano, 23 de noviembre de 2020.

Granada ha sido la única experiencia revolucionaria en el Caribe anglosajón en la cual se llega al poder por la vía armada.

El 19 de octubre de 2020 se cumplieron 37 años del magnicidio de Maurice Bishop y el fusilamiento de siete de sus más cercanos partidarios por una facción del partido encabezados por el viceprimer ministro Bernard Coard. Durante décadas, la isla de Granada y su revolución han sido objeto de controversias. ¿Por qué una revolución por la vía insurreccional, sin derramamiento de sangre, el 13 de marzo de 1979, tuvo un final sangriento el 19 de octubre de 1983, siendo posteriormente invadida por los marines estadounidenses el 25 de octubre?

Aunque Granada era una isla de aproximadamente 90.000 habitantes en las Antillas menores, la revolución del 13 de marzo de 1979 levantó expectativas. Tenía todas las claves para el éxito: un liderato joven y vibrante encabezado por Maurice Bishop y Bernard Coard; un pueblo que abrazó el proyecto revolucionario desde sus comienzos; fuertes aliados en el bloque soviético, los países no alineados, y en el Caribe y Centroamérica: Cuba y Nicaragua. Granada ha sido la única experiencia revolucionaria en el Caribe anglosajón en la cual se llega al poder por la vía armada. Se suponía que sería un ejemplo, un nuevo modelo político en el Caribe como expresión del rechazo al sistema colonial Westminster heredado del Reino Unido.

Sin embargo, los tiempos eran convulsos. Los cambios en la Administración norteamericana habían significado un punto de inflexión en las políticas regionales. El gobierno del Partido Demócrata de James Carter modificó la doctrina de intervención y apoyo a las dictaduras por una política de distensión y defensa de los derechos humanos. Su derrota y el ascenso de la nueva derecha neoconservadora con Ronald Reagan significaron un cambio en el rumbo de los acontecimientos. Esta situación pilló de lleno a la revolución granadina.

Eran tiempos de guerra fría. La nueva derecha norteamericana, asentada en un discurso belicista e ideológicamente en el neoconservadurismo, consideró la revolución granadina como un problema de hegemonía en la región y un avance del comunismo internacional. Las opciones de la revolución granadina se reducían a medida que las políticas del Movimiento Nueva Joya fueron vistas por la Administración Reagan como una forma de penetración de Cuba y la Unión Soviética. Bajo esta visión dogmática y simplista se consideró el Movimiento Nueva Joya su extensión. Era necesario abortar su proyecto. EE UU negó préstamos y presionó a organismos internacionales para estrangular su débil economía, al tiempo que emprendía una campaña de desprestigio hacia sus dirigentes. El proyecto de construcción de un nuevo aeropuerto, proyecto estrella del gobierno revolucionario, fue la mejor excusa para intervenir militarmente.

Aun con todo en contra, y la situación regional bajo el principio geopolítico de las guerras de baja intensidad, el gobierno revolucionario pudo sobreponerse. Obtuvo fondos, diversificando el origen de las ayudas internacionales, para implementar la agenda social y realizar la obra más importante en la historia del país: construir el nuevo aeropuerto internacional. Venció el bloqueo a los préstamos del Fondo Monetario Internacional (FMI) impuesto por EE UU y en agosto de 1983 logró la aprobación de un crédito por valor de 14.715 millones de dólares (Bartilow, 1997).

El dinero del préstamo y nuevos fondos de ayuda sirvieron de manera efectiva para combatir la corrupción e implementar una ambiciosa agenda social. El gobierno revolucionario reconstruyó el sistema educativo del país. Se renovaron las 66 escuelas primarias existentes y se inició un programa para acreditar los maestros de primaria y fortalecer los cursos de formación. Solo el 34% contaba con algún tipo de formación especializada (Jules, 1992).

Mediante el Programa de Educación Popular se llevó a cabo un proceso de alfabetización masiva. En los primeros seis meses, un total de 881 adultos se beneficiaron del proyecto (Epica, 1982). Se cambió el antiguo currículo europeo y se implementó una educación secundaria gratuita. Por primera vez se concedieron becas para las familias más pobres que incluían uniformes y material escolar (Cotman, 1993). Se estableció una escuela de formación profesional en el arte de la pesca y se crearon seis nuevas instituciones: el Instituto de Educación Continua, la Escuela Agrícola de Mirabeau, la Escuela de Enfermería, la Escuela de Farmacia, una escuela de educación especial y otra para formar trabajadores en el sector hotelero. Asimismo, se concedieron más de 350 becas universitarias para estudiar en el exterior. Por primera vez en su historia, la población de escasos recursos tuvo la posibilidad de concluir un ciclo de enseñanza secundaria y acceder a la universidad de forma gratuita.

El sistema médico del país sufrió un cambio excepcional. Bajo el gobierno revolucionario se priorizó y creó un servicio de atención primaria gratuita. Con la presencia de médicos cubanos, los profesionales del sector pasaron de 23 a 40, lo cual permitió al gobierno descentralizar y expandir el sistema de salud. El gobierno revolucionario generalizó la atención médica primaria en las áreas rurales y coordinó en cuatro hospitales la atención especializada y de alta tecnología (Rodney, 1998). La inversión en salud fue el segundo rubro de inversiones dentro del presupuesto nacional. El gasto médico se incrementó en un 50% entre 1979 y 1981. Asimismo, se redujo en un 25% la mortalidad infantil (Pryor, 1986) y el gobierno aprobó la ley de vacunación contra enfermedades contagiosas para los niños en edad escolar, vacunando a 12.600 niños contra cinco enfermedades contagiosas.

Igualmente, el gobierno logró movilizar a la población en la reconstrucción de una deteriorada infraestructura. Los programas de trabajo voluntario ayudaron a reconstruir las escuelas y levantar ocho centros comunitarios. El mecanismo articulado consistió en la entrega de materiales por parte del gobierno y los voluntarios realizaban el trabajo. Un programa similar, con préstamos del gobierno, proveyó a familias de bajos ingresos para reparar sus hogares. La mayoría de los hogares rurales estaban en condiciones infrahumanas. Así, las familias más pobres gozaron de préstamos de hasta 1.000 dólares del Caribe Oriental para la compra de materiales de construcción a bajo interés o interés cero. Este programa benefició a más de 2.000 familias (Payne, Sutton y Thorndike).

Otro programa novel fue impulsar el seguro nacional. Curiosamente, a pesar del golpe de Estado y la invasión, se ha mantenido y otorga beneficios a los jubilados y pensionistas, antes desasistidos. La tasa de desempleo se redujo, pasando de un 50% a un 10%. Se estableció un salario igual para hombres y mujeres en el sector público y se procedió a conceder una licencia por maternidad. Igualmente, el gobierno revolucionario avanzó en las políticas de protección de la mujer contra la agresión sexual en el trabajo. En el terreno de las relaciones sociolaborales, se eliminaron las restricciones a la militancia sindical, aumentando el número de gente afiliada del 30% al 80% entre el año 1979 y 1980. El gobierno reconoció la independencia de empleados y empresarios en la negociación colectiva, pero ejercería un papel mediador cuando el conflicto no llegase a buen puerto.

La estrategia de promover una economía mixta fue un punto de apoyo al proyecto revolucionario. Incluso el FMI redactó informes favorables. En menos de dos años tuvo un crecimiento económico del 3% cuando la mayoría de las economías, en medio de la crisis de los años ochenta, vivía periodos de recesión y estancamiento (Bartilow, 1997). El aeropuerto internacional se construyó de manera eficiente. Se crearon 421 empleos. Estaba prevista su inauguración el 13 de marzo de 1984, fecha del quinto aniversario de la revolución. Su entrada en servicio suponía un salto cualitativo en la economía del país. Se constituía en un destino directo, abarataba costos de importación y pasaba a ser un destino turístico.

Razones de un fracaso

Lamentablemente, las divisiones internas y la invasión estadounidense frustraron el momento histórico. Las divisiones internas dentro del Movimiento Nueva Joya llevaron al magnicidio de Maurice Bishop por una facción de miembros fieles a Bernard Coard. Bishop y Coard se conocían desde los 12 años. A partir del trabajo político la amistad creció. Aunque Coard no fue miembro fundador de Movimiento Nueva Joya, se convirtió en la figura más destacada tras Bishop, dadas su capacidad organizativa y su amplio conocimiento del pensamiento marxista-leninista. Tenían personalidades diferentes (Lewis, 1987), Bishop era carismático y popular mientras Coard era frío, distante e introvertido, pero disciplinado (Marable, 1987).

Bishop era el prototípico líder carismático, Coard prefería el trabajo solitario. Ambos se complementaron cuando el Movimiento Nueva Joya tomó el poder. Maurice Bishop fue la cara visible de la revolución a nivel nacional e internacionalmente, mientras Bernard Coard se ocupó de la organización interna del partido y la articulación del gobierno provisional. Mientras la relación creciera y se consolidara, lo haría la revolución.

No es fácil precisar el momento en que se produce la ruptura. Bishop confiaba en las tácticas y estrategias de Coard y aunque discrepase, respaldaba sus decisiones (Williams, 2007). Ambos, sin grandes discrepancias en lo ideológico, poseían estilos de liderazgo encontrados. Bishop buscaba el consenso y en ocasiones improvisaba. Mientras Coard era todo lo contrario: rígido y ortodoxo. Dos estilos divergentes que explotaron, concluyendo con la renuncia de Coard al comité central y el buró político en octubre de 1982. Esta renuncia deja al partido huérfano de quien hasta ese momento era su líder organizativo. Las consecuencias se manifestarían abiertamente en la crisis que sucede en 1983 al interior del partido.

Coard renunció a sus funciones, aduciendo que su presencia era un obstáculo dada la fe ciega en el secretario general, unida a un funcionamiento laxo del comité central, falta de preparación de sus cuadros y un desconocimiento de los informes redactados, que no se leían (Romerstein y Ledeen, 1984). Sus propuestas para enfrentar el problema fueron mover de su cargo de secretario general a Maurice Bishop, expulsar a quienes no cumplieran con las tareas asignadas y ampliar el buró político. Todas sus sugerencias se cumplieron menos la renuncia o salida de Bishop como secretario general del partido. Circunstancia que terminaría afectando a toda la vida posterior de la organización. Dos partidarios de Bishop (Kendrick Radix y Cadwell Taylor) fueron expulsados del comité central y tres partidarios de Coard fueron promovidos al buró político (Chalkie Ventour, Ewart Layne y Liam James). Así, la facción identificada con Coard lograba, por primera vez, la mayoría del buró político.

En el Movimiento Nueva Joya coexistieron tres tendencias: el Movement for the Assembly of the Peoples (MAP), compuesto por revolucionarios urbanos; el Joint Endeavour Welfare Education Liberation (JEWEL), con fuerza en el movimiento rural, y los provenientes de Organization for Revolutionary Education and Liberation (OREL), jóvenes marxistas que se unen al partido cuando se amenaza con expulsar a su líder Bernard Coard. Cuando la crisis se manifestó, casi todos los dirigentes del JEWEL habían abandonado la organización, mientras la mayoría, provenientes del MAP, mantuvieron su apoyo a Bishop. La tendencia militarista de OREL se mostró fiel a Coard. Ya para ese entonces la facción alineada con Coard había copado los órganos intermedios y la dirección del partido. Aunque Bishop era secretario general, quedó a la merced de la mayoría alineada con Coard.

En ese contexto, en un pleno extraordinario del comité central que se celebró del 14 al 16 de septiembre de 1983, los partidarios de Coard propusieron implementar un modelo de dirección compartida dentro del partido, con Bishop y Coard como colíderes. Según sus planteamientos, a pesar de que Bishop tenía el carisma y la capacidad para inspirar a los camaradas y elevar el respeto regional e internacional del partido, el proceso revolucionario carecía del compromiso leninista, la disciplina y la claridad ideológica en la elaboración de tácticas y estrategias para garantizar el triunfo de la revolución.

En la dirección bicéfala, Bishop se encargaría de los órganos de democracia popular, la relación con la clase obrera, la juventud, las masas y los aspectos institucionales: visitas a los centros de trabajo, movilización de la militancia, y relaciones internacionales; por su parte, Coard se haría cargo de la organización del partido, la dirección del comité organizador, la formación ideológica y la formulación de la estrategia y tácticas en la coyuntura. Por otro lado, Bishop dirigiría las reuniones mensuales del comité central, mientras Coard lo haría de las reuniones semanales del buró político.

Durante la reunión, Bishop y sus partidarios se opusieron al desconocer cómo se llevaría a la práctica y cómo funcionaría. Pidieron tiempo para analizarla, pero su proposición fue rechazada en una votación exprés. Las preguntas y las contradicciones sobre el modelo no fueron debatidas en profundidad. Peor aún, quienes defendían la dirección compartida sentaban sus principios en un imposible, dado lo avanzado de la ruptura entre sus dos principales dirigentes (Seabury y McDougall, 1984). Postulaban que Bishop y Coard trabajasen estrechamente. Desde la renuncia de Coard al partido en octubre de 1982, cualquier intento de trabajo en común era inviable, al menos a corto plazo.

El 25 de septiembre de 1983, en un pleno extraordinario del partido, se ratificó la decisión del comité central de articular una dirección bicéfala. Bishop aceptó la decisión. Fue el principio del final. Al día siguiente, Bishop emprendió una gira por Checoslovaquia y Hungría, prevista hacía meses, para obtener ayuda financiera, haciendo imposible su postergación. En su ausencia de dos semanas, Coard se movilizó para consolidar su posición y tomar el control de las fuerzas armadas.

Cuando Bishop regresó el 8 de octubre de 1983, quiso reabrir el debate acerca de la dirección bicéfala. Dudaba de su eficacia y creía que el modelo era una maniobra de Coard para apartarlo de la dirección. La propuesta fue rechazada por el comité central el 10 de octubre. El 12 de octubre, los miembros del comité central expulsaron a George Louison, uno de los últimos partidarios de Bishop en el comité central y el buró político. Fue acusado de manipular y provocar el rechazo de Bishop a la propuesta de dirección compartida. Ese día se siembra la acusación sobre Bishop de ser objetivo de una conspiración para un magnicidio, encabezada por Bernard y Phyllis Coard. El 13 de octubre, el comité central sentencia a Bishop a pena de arresto domiciliario, concediéndole una semana para rectificar y continuar en el partido.

El 14 de octubre Selwyn Strachan, partidario de Coard, daba la noticia del arresto de Bishop al tiempo que señalaba que el nuevo primer ministro sería Bernard Coard. La militancia y el pueblo, mayoritariamente, expresaron su descontento y se manifestaron contra dicha resolución. Bernard Coard, desconcertado, anunció luego en cadena de radio su renuncia para evitar ser imputado como instigador del magnicidio por el pueblo de Granada. A pesar de ello, su control sobre el partido seguía siendo total.

Las protestas del pueblo a favor de la liberación de Bishop se extienden por la isla. Desde el 15 de octubre hasta el 19 de octubre, miles de personas protestan pidiendo la liberación de su primer ministro. Entre los partidarios de Bishop y Coard se produce un acercamiento y se abre un periodo de negociaciones para encontrar una salida. Sin embargo, las descalificaciones mutuas hicieron estériles las conversaciones.

El 19 de octubre, unas 15.000 personas se congregaron en la plaza central de St. George, la capital de Granada (Davidson, 1987). Pasadas las 9:00 a.m., los manifestantes acudieron a la residencia de Bishop en Mount Royal, para liberarlo (Anon, 1984). Bishop, con una salud deteriorada, consecuencia de su decisión de no ingerir alimento alguno durante su arresto, al temer ser envenenado por sus carceleros, fue liberado, siendo trasladado a la sede de las fuerzas armadas, Fuerte Rupert. Bishop y sus compañeros tomaron el fuerte y desarmaron a los soldados leales a Bernard Coard.

El plan de Bishop era aprovechar las instalaciones militares y utilizar los radiotransmisores para enviar un mensaje al pueblo y radiarlo al exterior. Asimismo, y dada la proximidad del hospital al fuerte, Bishop podría ser atendido y se podría verificar su estado de salud. Mientras se mantenían en las instalaciones militares, distribuyeron armas entre sus simpatizantes.

No hubo tiempo para negociar. La facción de Coard mandó tres carros blindados para reconquistar el fuerte y tras un breve enfrentamiento, Bishop y sus partidarios, ante la certeza de poder provocar una masacre, se entregaron. El ejército arrestó a Bishop junto a sus más cercanos colaboradores: Unison Whiteman, Norris Bain, Fitzroy Bain, Jacqueline Creft, Keith Hayling, Evelyn Bullen. Fueron trasladados al segundo patio del edificio y fusilados en el acto.

Un trágico final

La revolución de Granada concluye trágicamente el 19 de octubre. Al ser Bishop el vínculo entre el pueblo y el partido, una vez asesinado, la revolución muere con él. Lo acontecido entre el fusilamiento de Bishop y sus partidarios hasta la invasión norteamericana, el 25 de octubre, fue una caricatura del proyecto revolucionario. Se impuso un gobierno militar compuesto por 16 personas (Beck, 1993). Se declaró el toque de queda y la ley marcial, disparando a toda persona que se resistiese (O’Shaugnessy, 1984). El nuevo gobierno no lograría legitimarse ni interna ni internacionalmente. EE UU, el 25 de octubre de 1983, utilizando, paradójicamente, el nuevo aeropuerto para el aterrizaje de sus tropas, llevó a cabo la invasión.

El magnicidio de Bishop y el trágico final de la revolución fueron un duro golpe para los proyectos emancipadores y antiimperialistas en el Caribe oriental. No será hasta el año 2001 que un gobierno progresista llegue al poder en las Antillas menores en San Vicente y las Granadinas con el triunfo del comandante Ralph (Ralph Gonsalves).

Vincent Noel, partidario de Bishop, en carta al comité central el 17 de octubre de 1983, unos días antes de morir, fue quien mejor sintetizó ese momento: “El crimen que estamos cometiendo no es solo contra el partido, las personas y la revolución. Nuestro crimen es en contra del proceso revolucionario en el mundo y en contra de las masas caribeñas en particular” (Steele, 2003).

Los cuerpos de Bishop y sus partidarios nunca se encontraron (Fineman, 2000). Fueron quemados y enterrados en una fosa común por orden de la facción que apoyaba a Bernard Coard. La justicia los imputó luego como sus autores materiales y pasarían a llamarse los Grenada 17 (Puri, 2014). En primera instancia fueron condenados a muerte, pero sus sentencias fueron conmutadas por la cadena perpetua. En 2009, el último prisionero, Bernard Coard, salió de prisión.

¿Estaba la revolución destinada al fracaso? No. Pero el boicot de EE UU, la propaganda anticomunista, los problemas internos del Movimiento Nueva Joya crearon las condiciones para su crisis y derrota. Durante el periodo revolucionario las realizaciones económicas, políticas, culturales y sociales fueron un momento de máxima expresión de democracia, nunca antes vivida en la historia de la isla. Granada fue en palabras de Fidel Castro “una revolución muy grande en una pequeña isla”.

(José Pérez Reisler es doctor en Ciencia Política por la Universidad Complutense de Madrid)

Referencias

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Bartilow, Horace A. (1997) The debt dilemma: IMF negotiations in Jamaica, Grenada and Guyana. Londres: MacMillan.

Beck, Robert J. (1993) The Grenada invasion: politics, law, and foreign policy decisionmaking, Boulder: Westview Press.

Cotman, John W. (1993) The Gorrion tree: Cuba and the Grenada revolution. New York: Peter Lang Publishing Inc.

Davidson, Scott (1987) Grenada: a study in politics and the limits of international law. Aldershot, Hants, England: Gower.

Epica (1982) Grenada: the peaceful revolution. Washington D.C.: Epica Task Force.

Fineman, Mark (2000) “Search for Body Yields Lessons for Students”, Latimes.com, 2 de septiembre. Disponible en: https://www.latimes.com/archives/la-xpm-2000-sep-02-mn-14490-story.html [Consulta: 31 de julio de 2020].

Jules, Didacus (1992) Education and social transformation in Grenada, 1979-1983.Tesis doctoral inédita, University of Wisconsin-Madison: EE UU.

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Marable, Manning (1987) African and Caribbean politics, from Kwame Nkrumah to the Grenada revolution. London: Verso.

O’Shaughnessy, Hugh (1984) Grenada: an eyewitness account of the U.S. invasion and the Caribbean history that provoked it. New York: Dodd, Mead.

Payne, Anthony; Sutton, Paul K., y Thorndike, Tony (1984) Grenada: revolution and invasion. New York: St. Martin’s Press.

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Puri, Shalini (2014) The Grenada Revolution in the Caribbean Present: Operation Urgent Memory. New York: Palgrave MacMillan.

Rodney, Patricia (1998) The Caribbean State Health Care and Women: An analysis of Barbados and Grenada. Trenton NJ: Africa World Press, Inc.

Romerstein Herbet y Ledeen Michael (1984) Grenada documents: an overview and selection. Washington, D.C.: Dept. of State, Dept. of Defense.

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Steele, Beverley A. (2003) Grenada: a history of its people. Oxford: MacMillan Caribbean.

Williams, Gary (2007) Grenada Relations: Revolution and Intervention in the backyard. New York: Palgrave MacMillan..

Fuente: Viento Sur

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