Argentina. ¿Hay vida después de la peste global?

Por Jorge Falcone,  Resumen Latinoamericano 20 de noviembre de 2020 

El lema “primero los últimos” terminó siendo un bono contribución de los dueños del país.

En las horas que corren, Italia, Francia y el Estado Español atraviesan una nueva ola de contagios por COVID – 19, que se expande más rápido que a principios del corriente año. Semejante cuadro de situación confirma cuánto han contribuido a la desarticulación de políticas comunes los nacionalismos xenófobos que abroquelan a varios países del Viejo Continente

Para muchxs congéneres la llegada de la vacuna contra el coronavirus representa una luz al final del largo túnel que hemos venido atravesando durante casi todo el  2020, lo cual permite entrever con un poco más de nitidez el tan debatido mundo que nos aguarda en la post pandemia.

A lo largo de buena parte del Siglo XX la imagen de una fábrica con sus chimeneas humeantes era sinónimo de producción y progreso. En este presente signado por el tránsito del paradigma metalmecánico al telemático, y del capital productivo al financiero – crisis civilizatoria mediante -, la misma imagen despertaría la reacción más airada de una militancia socioambiental que viene creciendo exponencialmente.

En efecto, el incremento del efecto invernadero, la disminución de la biodiversidad, la alteración del ciclo de las aguas, y una imparable explosión demográfica que amenaza con agotar vertiginosamente las reservas planetarias colocan a la humanidad en una riesgosa encrucijada.

Al respecto, este cronista sostiene que Hollywood “profetiza” sobre hechos consumados. Tan es así que últimamente el cine de anticipación – ya sea por culpa o por indiferencia de sus mentores, que acaso se disponen a importar este modelo suicida a algún otro confín de la galaxia – no hace otra cosa que difundir contenidos sobre el inminente colapso global: “Greenland” (aerolitos penetran en la atmósfera devastando toda Florida en un santiamén), “A feral world” (un niño huérfano intenta sobrevivir junto a una mujer desconocida en un mundo post apocalíptico), “Blackout” (algo está acabando con la vida en el planeta y hay que averiguar qué es), “LX2048” (el sol se ha vuelto tan tóxico que las personas no pueden salir de sus casas y deben resignarse a una sociabilidad virtual), “Singularity” (un científico determina que el enemigo de la vida en el planeta es la humanidad y la destruye recurriendo a la inteligencia artificial), la lista sigue… Y todos estos son estrenos 2020. ¿Acaso se trata de una moda? No. Más bien ocurre que nunca como antes la ciencia está alcanzando peligrosamente a la ficción.  Y la dirigencia mundial no toma nota… o bien la tiene atada, y al cabo del banquete universal hará la sobremesa en otro lado dejándonos a cargo de los platos que ensuciaron.

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Culmina un año difícil como pocos. Para muchxs argentinxs será recordado como el que nos arrebataron. Ante un gobierno que despertara grandes expectativas – aunque hasta ahora sus máximos “méritos” hayan sido la cuarentena más larga del mundo y la prórroga de una deuda ilegítima – el aliciente viene de allende esas  fronteras establecidas por conquistadores que impusieron la ley del “divide y reinarás”: Se trata, por citar un puñado de ejemplos, de la rebelión del pueblo peruano que inundando las calles le da el ultimátum a una democracia fraudulenta y perimida, de la arrolladora victoria electoral que proporciona una segunda oportunidad histórica a lxs hermanxs bolivianxs, y del plebiscito que sepultó la constitución pinochetista en Chile. Porque Nuestra América ha vuelto a ratificar que no vivimos en un continente de esclavos genuflexos. 

En tanto, la coalición que nos gobierna ha comenzado a insinuar lineamientos de lo que considera su horizonte político-económico estratégico. Cuando la apelación a las bondades del cuidado ante la emergencia sanitaria ya no alcanza y la renegociación de la deuda con los fondos buitres ha concluido, empieza a trazar el camino hacia una nueva espiral de la dependencia donde las respuestas a las demandas populares brillarán por su ausencia.

La gran recesión producto de la cuarentena ha dejado tierra arrasada: El primer semestre de 2020 el producto bruto interno (PBI) cayó un 12,5% en relación a 2019; desde comienzos de 2018, se ha reducido 18,8%. Así culmina una década de contracción e inestabilidad. Los números muestran la insuficiencia de las políticas de Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP): aproximadamente el 40,9% de la población cayó por debajo de la línea de pobreza en la primera mitad del 2020, indicadores que afectan al ¡56,3% de lxs niñxs menores a 15 años! 

Sólo el capital monopólico transnacional, sobre todo los bancos y el sistema financiero, salió ganancioso: las entidades bancarias cobran del Banco Central de la República Argentina (BCRA) 4.772 millones de pesos cada 24 horas en concepto de intereses por las LELIQ y otros instrumentos. Consecuentemente, no hay recursos para atender las demandas urgentes de tierra para vivir y producir, pero en la primera mitad del año el Estado destinó al pago de intereses de la deuda pública casi el doble de lo que invirtió en Salud. Tal orientación traza un rumbo indisimulable. 

Así, el oficialismo se apresta a batallar en las PASO cerrando su primer ejercicio anual con grandes concesiones a lxs ricxs de toda riqueza y un notorio recrudecimiento de la violencia por parte del Estado. Si algo le sobra a esta Democracia Represora son ejemplos: Una insubordinación policial que desconoce a sus mandos naturales y ocupando el espacio público consigue lo que a diario se niega a lxs más desamparadxs, la aparición de una Mesa de Enlace castrense que reclama la intervención de las instituciones armadas en la vida pública del país, fuerzas de seguridad siempre listas para desalojar recuperaciones de tierra echando mano a gases y perdigonadas, al igual que en la dispersión del reclamo de los obreros de  Cresta Roja, o el violento intento de garantizar la zonificación minera en Chubut, gestos todos ellos de un gobierno que nos habla amablemente mientras defiende a sangre y fuego una matriz productiva basada en el agronegocio y el extractivismo.

El tan cacareado “impuesto” a la riqueza, tardío y escaso, resulta puro maquillaje, ya que, al tiempo que se pide un diezmo irrepetible a lxs dueñxs de todo, se aprueba un presupuesto que ajusta el cinto a lxs más necesitadxs y favorece a lxs potentadxs. El acuerdo entre Fernández y Massa legaliza la caída del poder adquisitivo del 15 % anual (mínimo)  todos los años para el 2020 / 2023. Medida que va acompañada, en simultáneo, con la  eliminación del IFE para nueve millones de beneficiarios. 

El publicitado gravamen, lejos de utilizarse para saldar aunque más no sea en parte la deuda social, tal y como lo dice su artículo 5º, destinará el 25 % de lo recaudado  a “exploración, desarrollo y producción de gas natural” a través de IEASA e YPF, la sociedad anónima con mayoría estatal pero un 49 % de accionistas privados, incluyendo especuladores globales acreedores de la deuda argentina como Black Rock. 

Ello recicla la opción favorable a la energía fósil, sobre todo el fracking en Vaca Muerta, que desde hace 7 años funciona exclusivamente con millonarios subsidios del Estado, en tanto contamina millones de litros de agua por pozo con químicos altamente tóxicos y atropella los derechos territoriales de los pueblos originarios.

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Desde que se utiliza el método de fractura hidráulica, se comenzaron a producir movimientos sísmicos centrados en la zona de Sauzal Bonito y Añelo, donde nunca habían ocurrido. 

Así, el ente estatal de hidrocarburos funciona como otra multinacional, dado que, profundizando la herencia de la gestión anterior, obtuvo beneficios favorables a los Capitanes de la Industria petrolera, consistentes en un nuevo acuerdo de flexibilización laboral.  

Por otra parte, no opera solo, sino que explota sus yacimientos conjuntamente con multinacionales como Chevron. 

En tal contexto, y con absoluta desfachatez, las autoridades nacionales convocaron a la comunidad científica para “estimar” el contenido de agrotóxicos en suelos, agua, aire y organismos biológicos, en un acting presentado como punto de partida para la “producción sustentable”, pero la iniciativa se produce veinte años después de haberse aprobado el primer transgénico con uso de glifosato.

Entre los antecedentes de su mentor, el Ministro de Ciencia Roberto Salvarezza, figura haber hostigado al científico Andrés Carrasco por sus posiciones críticas frente el glifosato, muy a pesar de que madres de pueblos fumigados, organizaciones socioambientales y campesinos hayan venido dando cuenta desde hace tiempo de las funestas consecuencias de su utilización.

El anuncio oficial, secundado por el titular de Agricultura Luis Basterra, el de Ambiente Juan Cabandié, y la titular de la Unidad de Gabinete de Asesores del Ministerio de Ciencia Carolina Vera, fundamentado para “ultimar detalles acerca del Inventario de Uso de Agroquímicos” llega dramáticamente tarde, cuando hacerse eco de las incontables alarmas de los últimos años hubiera permitido  salvar muchas vidas. 

Penosamente, debemos concluir que, desde la recuperación del orden constitucional a esta parte, y con distintos matices, el peronismo – otrora “hecho maldito del país burgués” -, ha devenido en domador de rebeldías populares, convirtiéndose en el Partido del Poder, garante de la gobernabilidad burguesa.

Y, si prolifera una dirigencia social indispuesta a sintonizar con las revueltas que vienen multiplicándose en el resto de Nuestra América en pos de Asambleas Constituyentes que cambien drásticamente nuestra suerte… nuestra alternativa electoral 2023 será Massa o Larreta, y la calesita demoliberal continuará girando.

Pero este pueblo traicionado una y mil veces ha demostrado en incontables oportunidades su capacidad para encontrar el camino que tarde o temprano  permita poner en valor el patrimonio de sus mejores luchas y programas.-

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