Argentina. El día de la militancia sin proyecto de patria

Por Carlos R. Martínez*, Resumen Latinoamericano, 18 de noviembre de 2020.

foto: La flor del “no me olvides”, a la que la militancia peronista la usaba como símbolo de desafío y resistencia a las prohibiciones de la dictadura del 55.

El 17 de noviembre se homenajeó el día de la militancia peronista, en ese sentido numerosos compañeros y compañeras se movilizaron. La fecha coincidió con el debate en el Congreso de la Nación del impuesto a las grandes fortunas y la presentación de la ley de interrupción del embarazo. Proyectos que aislados de un proyecto de país son valiosos pero que no permiten marcar un sendero real de trasformación social.

En 1972, año que se forjó el día de la militancia, fue el resultado de un punto de llegada y sin duda un punto de partida para esos militantes que hoy lo recuerdan.

Ese día se cerraba una etapa de resistencia que comenzó en 1955, que no los acobardó el bombardeo a la Plaza de Mayo, los fusilamientos, las proscripciones, los despidos y persecuciones de los trabajadores y dirigentes de base, llegando a cerrar los clubes de tango que la dictadura consideraba que era un ámbito conspirativo y de resistencia. El valor, las convicciones y la creatividad popular pudo más que la represión y la censura, llegando a reemplazar el escudo partidario prohibido por una flor, la “no me olvides”, como respuesta al sostenimiento de su identidad y compromiso.

Ese 17 de noviembre fue también un punto de partida, parido por los jóvenes, hijos de esa resistencia. Que peleaban por el “luche y vuelve” con un contenido claro y definido, la toma del poder, la liberación de la patria y la felicidad del pueblo logrando objetivos materiales.

Un escrito argentino Dalmiro Sáenz escribió “El mapa mental de la patria tiene la forma de sus enemigos, sin enemigos no existe la patria”. Los jóvenes que parieron esa nueva etapa histórica sabían de patria porque tenían claro quienes eran sus enemigos y que proyecto político social y económico habían impuesto y era necesario cambiar de la forma de fuera, para cumplir con el deseo y objetivo que encarnaba la felicidad del pueblo.

Mucha vida, militancia, sufrimiento, exilio y nueva resistencia, transcurrió entre ese 1972 y el retorno a una democracia condicionada en 1983. La dictadura militar tomó el poder con un 8% de pobreza, la entregó a Alfonsín con un 21%. Menem asumió con un 38% y se mantuvo punto más o menos hasta la renuncia De La Rua. Con Duhalde llegó casi al 50%, después de la crisis del 2001. Al finalizar 12 años de gobiernos Kirchneristas estaba en el 30% y el Macrismo la llevó a un 35%. Resultado de la alternancia en la gestión política del estado, cada década excluye más compatriotas ya que la finalidad es conformar a los sectores concentrados de poder. En síntesis los discursos y prácticas claudicantes producen subjetividades y sujetos claudicantes.

Más allá de los análisis políticos, económicos, de las coyunturas algo es irrefutable, esta democracia no resuelve las necesidades y proyecto del pueblo, lo profundiza a condiciones inimaginables y dramáticas. Suele decirse que a las injusticias sociales y económicas se lo resuelve con más democracia. La pregunta es ¿más de lo mismo?

Si no se cuestionan realmente los mecanismos de explotación, precarización y concentración de la renta, si no se asume la defensa de los bienes comunes, si no se problematiza la imposibilidad de un crecimiento sostenido eterno como política económica sustentable, si no se deja de construir un relato donde se demoniza el neoliberalismo y por omisión se cuida o defiende la existencia del capitalismo como camino para la felicidad del pueblo. La militancia es por lo menos eso… llamar a las cosas por su nombre.  No alcanza con enunciar la emancipación de la patria si no decimos de quienes tenemos que emanciparnos.

Macri pensaba que los hombres de nuestra historia se angustiaron para hacer la revolución e independizarse y es correcto que un súbdito, un ciudadano que obedece a reyes, monarquías o imperios pensara así desde su ideología.

Sin duda hay miles de jóvenes de diferentes ideologías y adhesiones partidarias que participan solidariamente en los barrios, los merenderos, la asistencia a niños y adultos mayores para superar la desolación que produce la pobreza, el desafío es cómo convertirse en militantes, la respuesta es darle un sentido político a la olla popular, la asistencia sanitaria o la colaboración en la educación de los chicos y las chicas de los barrios.

Darle un sentido político no es trabajar para influir en el voto del año que viene, darle un sentido político es recuperar las estrategias y las prácticas de los jóvenes que se homenajearon en este Día de la Militancia. Tener una agenda propia que no la escriban otros, llamar las cosas por su nombre, en especial el cuestionamiento al capitalismo, sus formas productivas y su correlato en una forma de pensar del pueblo que atenta contra sus propios intereses. De esa manera la historia de las y los militantes de tantos años de lucha tendrá un correlato con nuestro presente.

*OLP-Resistir y Luchar

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