Puerto Rico. Desarrollo económico y empresarismo de cara a noviembre de 2020

Por Jose E. Muratti Toro. Resumen Latinoamericano, 21 de septiembre de 2020.

Puerto Rico enfrenta el mayor desafío de su historia por dos eventos que han coincidido pero cuya relación causal es indirecta y no se percibe como tal: la pérdida de empresas, sus empleos y las contribuciones de ambas fuentes, y la deuda incurrida por el gobierno.

La 936 o la bonanza sacrificada

Cuando durante la década de los 90, el actual partido de gobierno le ofreció al gobierno federal, cual cordero sacrificial, la Sección 936 del Código de Rentas Internas a cambio de un trato igual conducente a la estadidad, tiró por la borda la única inyección de fondos significativa que experimentó el país tras el fracaso de la industria petroquímica a principios de los años 70.

El boom económico que experimentaron los EEUU tras la II Guerra Mundial mediante un descomunal despunte de la producción industrial para reconstruir a Europa y Japón, impactó a Puerto Rico aunque de manera tangencial. Aunque hubo un boom en la industria de la construcción y productos relacionados, los patrones de consumo en la isla, precisamente del aluvión de productos para uso personal y familiar, significaron un aumento en megatiendas para la venta de dichos productos. Estas sacaron del mercado cientos de pequeñas y medianas empresas nativas que empleaban cientos de miles de puertorriqueños y, con ellas, millones de dólares en contribuciones tanto de empresas como de sus empleados.

La creación de la Organización de Países Productores de Petróleo en septiembre de 1960, le arrebató a las entonces principales siete empresas petroleras del mundo, el control de multi-trillonario negocio de extracción y producción de los miles de productos relacionados. Cinco de estas se convirtieron en las actuales estadounidenses Chevron, ExxonMobil y Conoco. Las otras son la British Petroleum, la holandesa Shell, la italiana Eni y la francesa Total.

Durante esa década, aprovechando la localización geoestratégica de distribución de la isla, se establecieron varias facilidades petroquímicas de las cuales aún quedan parcialmente operantes, la Commonwealth Oil Refining Company (CORCO) en Guayanilla, y la Shell ChemicalPittsburg Plate Glass (PPG) and Union Carbide en Yabucoa. En 1978, todavía la CORCO producía el 78% de la gasolina consumida en Puerto Rico.

Pero ya para esa época, los costos de producción resultaban demasiado altos para las petroleras y se trasladaron la mayoría de los procesos fuera de Puerto Rico, y con ellos, se redujeron sustancialmente los empleos directos e indirectos.

Sin embargo, varios empresarios estadounidenses, conscientes de la calidad de los ingenieros químicos egresados de la UPR en Mayagüez, aprovecharon la Sección 936 y a partir de 1976, comenzaron a establecer la industria farmacéutica en Puerto Rico.

El gigantesco suministro de agua potable de la región del karso en el norte de la isla que ocupa un 27% del subsuelo entre Loíza y Aguadilla, la preparación académica de la potencial plantilla y las oportunidades geoestratégicas de distribución, dieron paso al establecimiento de unas 33 empresas estadounidenses, francesas, británicas, suizas y hasta israelíes, con cerca de 100 facilidades de manufactura de productos químicos, farmacéuticos, biotecnológicas y de diversos dispositivos médicos por toda la isla. Se rumoró en un momento que el marcapasos que se le implantó al vicepresidente Dick Cheney se manufacturó en Caguas, Puerto Rico.

Un particular atractivo para la industria biofarmacéutica radicaba en que esta podía reclamar que ya pagaba contribuciones por productos no terminados (a una tasa menor) y terminados, en Puerto Rico, lo cual le eximía de pagar contribuciones federales. Las tasas que se pagaban y los costos de producción eran sustancialmente menores en Puerto Rico. Además, se vinculaban a la compra de bienes y productos nativos, y la contratación de personal local mediante los llamados “decretos” que firmaban dichas empresas con la Compañía Industrial de Fomento. Fomento, rara vez obligaba a las multinacionales a cumplir las cuotas acordadas, por lo cual se reducía el ingreso al fisco por concepto de las operaciones de manufactura, así como por los empleos que se dejaban de generar para brindar servicios a dichas empresas.

No obstante, el ingreso de las comparativamente reducidas contribuciones, representaron, en un momento dado, el 43% del ingreso directo de Hacienda, amén de las contribuciones municipales y las de sus empleados bien remunerados. La industria creó un ecosistema de subcontratación y ventas a nivel local, que aumentó significativamente el ingreso estatal y per cápita de los puertorriqueños. La construcción y mejoras de nuevos hogares, la venta de automóviles, enseres y otros productos de consumo, se dispararon, aunque la mayoría a través de megatiendas estadounidenses que repatriaron sus ganancias. Tan grande fue el aumento en ingreso que en un momento dado las tiendas con mayor venta de varias cadenas en todo el territorio estadounidense, tales como Sam’s, Kmart, Walgreens, Walmart, RadioShack y hasta Godiva’s, estaban en Puerto Rico.

Pero en la década de los 90, a Carlos Romero Barceló y Pedro Rosselló González se le ocurrió la brillante idea de plantearle al gobierno federal: “elimina la 936 y con ella el ‘trato preferencial que tienen’ en Puerto Rico, y aumentarás sus contribuciones al Departamento del Tesoro”. Y, probablemente con otras palabras, continuaron: “ya que te estamos brindando esta bonanza en contribuciones, danos a cambio la estadidad pues, como puedes ver, estamos dispuestos a compartir la carga contributiva en igualdad de condiciones con los otros 50 estados”.

El gobierno federal aceptó la propuesta, y en 1996 Bill Clinton firmó la ley que revocaba los beneficios de la 936 en un periodo de 10 años. Se le brindó a las empresas biofarmacéuticas una amnistía para repatriar parte de las contribuciones exentas al Tesoro, y en 2006, las empresas dejaron de contribuir al fisco de Puerto Rico gran parte de las contribuciones hasta ese entonces exentas por la 936. El golpe fue tan fuerte para algunos de los empleados despedidos de dicha industria que en el área norte se registró un aumento en la cantidad de suicidios, muchos vinculados a la pérdida de ingresos y el peso de deudas impagables.

Simultáneamente, el precio por kilovatio de electricidad continuó aumentando lo cual convirtió las operaciones locales demasiado costosas para sus matrices. Paulatinamente, a medida que las multinacionales llevaron a 0 el valor en libros de sus facilidades, comenzaron a vender plantas y equipo a precio de quemazón y mudaron sus operaciones a Singapur, Irlanda y la India.

La deuda pública que había aumentado durante los 50, se quintuplicó entre 1960 y 1980, hasta alcanzar más de $5.2 billones, y se disparó a partir de 2006. El gobierno estatal que había estado fomentando la llamada “deuda extra constitucional”, toda vez que la Constitución prohíbe la aprobación de un presupuesto no cuadrado contra los ingresos anticipados, aumentó la venta de bonos bajo condiciones cada vez más onerosas para el fisco hasta alcanzar la impagable cantidad de $72 billones.

Al presente, el gobierno no cuenta con suficientes ingresos por concepto ni de contribuciones a las empresas ni a los ciudadanos para cumplir no solo con la deuda, sino con la posibilidad de restablecer una economía que le permita reducir sus costos de operación, aumentar la inversión extranjera y nativa, y generar suficientes empresas y asalariados para aumentar los recaudos del fisco para cumplir con sus obligaciones. Para colmo, como sigue reseñando la prensa, una secuela de administradores de los principales dos partidos políticos se han estado apropiando de fondos federales y estatales de manera ilegal, amén de que han dejado de utilizar y han tenido que devolver miles de millones de dólares, por no contar con personal capaz de implantar los proyectos para los cuales se solicitaron dichos fondos.

La auto-sustentabilidad es un acuerdo entre tres partes

El futuro político de Puerto Rico depende de un grado mínimo de auto-sustentabilidad, ni el ELA es sostenible bajo las condiciones actuales, ni los EEUU le van a conceder a la isla la estadidad con este grado de deuda, demostrada incompetencia y corrupción, y posibilidades de establecer una economía que contribuya, en vez de depender y sangrar al gobierno federal. Y la ciudadanía no se va a inclinar por votar por una soberanía o independencia, si quienes la promueven no pueden demostrar cómo el país será capaz de atender las necesidades de los gobiernos estatal y municipales, y la ciudadanía en general.

Puerto Rico necesita atender unas necesidades internas claves y desarrollar unas cuatro o cinco estrategias de desarrollo empresarial, para asegurar un crecimiento que represente aumentos proporcionales de empleados e ingresos sustanciales, por concepto de contribuciones para el fisco. Además, necesita aumentar su productividad en renglones que retengan ingresos y ganancias que, a su vez, se reinviertan en el país, para aumentar la riqueza interna manera sostenida y consistente.

Primero hay unas medidas que necesitan implantarse para asegurar un posible aumento en la inversión. Resulta imprescindible:

  1. Establecer una sana administración pública que ataje la corrupción para asegurar que los ingresos de Hacienda se utilicen para los fines que requiere la infraestructura nacional, los incentivos a pequeñas y medianas empresas y a la ciudadanía, a que se han comprometido todos los partidos.
  2. Convencer al sector empresarial que apoyar la reinversión en el país no resultará en que sus contribuciones serán malversadas por el partido de gobierno de turno, ni se va a ver amenazada por el discurso recurrente entre el independentismo de que tendrán que asumir la responsabilidad por la deuda o que el estado podrá decidir la relación que tendrá con el sector privado a base de las necesidades del sector público y/o el sindicalismo. En los países nórdicos, se ha establecido un balance entre gobierno, empresa privada y los sindicatos, en que todas las partes se ven como ganadores de los acuerdos en vez de que un sector se beneficie a costa de los otros.
  3. Reducir los costos de energía y la dependencia del petróleo, para reducir, a su vez, los costos operacionales sobre todo de las empresas de manufactura.

Estas tres medidas no se van a lograr tras ganar unas elecciones e incluso, ninguna se podrá implantar totalmente en un cuatrienio. Pero las tres pueden comenzarse tras un triunfo electoral que le brinde suficiente confianza al sector empresarial y a la ciudadanía para seguir apoyando la organización que comience y logre establecer procesos y procedimientos para alcanzar estas metas.

Las siguientes propuestas tienen el propósito de establecer un diálogo sobre las posibles áreas de desarrollo económico que contribuyan a una economía sustentable y auto-suficiente: a) maximizando el potencial colaborativo con las empresas extranjeras con presencia en la isla y las que se puedan considerar como potenciales inversionistas; y b) maximizando el potencial de capital de inversión y capital humano puertorriqueño para desarrollar, complementar y, en algunos casos sustituir, sectores extranjeros dentro de la economía, y c) desarrollarse al punto de convertirse en un principal suplidor, sobre todo de artículos de primera necesidad para el consumidor puertorriqueño, propiciando el favor de dicho consumidor a la hora de escoger entre productos importado y nativos.

Cinco posibles renglones de desarrollo económico

Puerto Rico necesita desarrollar 4 o 5 renglones de desarrollo económico que capitalice en sus recursos educativos, tecnológicos y de recursos humanos especializados, y cree nichos en los cuales el país compita favorablemente con otros países que exportan similares bienes y servicios. A continuación los cinco recomendados.

I. Maximizar la agricultura con el fin de sustituir la mayor cantidad posible de artículos de consumo alimentario de primera necesidad importados, incluyendo la sustitución de algunos de estos por productos nativos de igual o superior valor nutritivo.

a) Esta iniciativa ya está siendo contemplada por equipos que trabajan en la “Creación de ecosistema productivo con base agroecológica”.

b) Resulta imprescindible crear un grupo de trabajo tanto con las iniciativas de producción agrícola local como con los distribuidores y minoristas de alimentos locales y extranjeros, en colaboración con la Cámara de Comercio, las Asociaciones de Industriales y Productos de Puerto Rico, y el Centro Unido de Detallistas, para evitar que dichas organizaciones privilegien los distribuidores y detallistas extranjeros por sobre los locales. Si el suministro local mantiene niveles de calidad, suministro a tiempo y reducción de costos vinculados a la transportación de la importación, los suplidores locales no tendrían que representar una merma significativa en los ingresos de los distribuidores y detallistas, y fortalecerían la economía local aumentando la disponibilidad de bienes y servicios de apoyo y logística.

c) Para lograr el apoyo del sector empresarial a toda iniciativa de fortalecimiento del ecosistema empresarial local, resultaría imprescindible:

1. reducir su desconfianza hacia los sectores “de izquierda” y el temor de que el advenimiento de personas que simpatizan con una agenda de justicia social, representará un ataque contra empresarios, las instituciones que los representan, y sus empleados y directivos;

2. reclutar empresarios y economistas relacionados que puedan ayudar a articular propuesta y/o ayudar a modificar, calibrar, adaptar y adoptar algunas de sus estrategias; y

3. establecer un diálogo que logre ganar la confianza de empresarios claves que puedan contribuir a mover la aguja de la opinión empresarial en cuanto a “los peligros” que representa la descolonización, tanto por el aumento de contribuciones bajo la estadidad como por la incertidumbre de la independencia.

II. Crear un Centro de Evaluación y Validación para la Administración Drogas y Alimentos (FDA en inglés) de productos biofarmacéuticos, de dispositivos médicos (oftálmicos, cardiovasculares, ortopédicos y de sistemas de transmisión de vasculares y gástricos), de alimentos y otros productos de consumo regulados.

Puerto Rico cuenta con una de las oficinas más grandes de FDA a nivel mundial y un amplio sector de servicios de evaluación, valoración de procesos y procedimientos, así como especialistas ambientales, laborales y legales vinculados a la calidad de dichos productos. Los costos relacionados con estos procesos de evaluación y aprobación de productos para consumo son multimillonarios. Hasta que Puerto Rico no pueda sustituirlos, debe utilizar el ecosistema del FDA y empresas nativas que le sirven tanto para valorar los productos nativos para la exportación a los EEUU y otros países, como para el consumo interno.

Desde la isla, se podrían evaluar y validar la calidad de los productos de salud y agrícolas que provienen de la América Latina, previo a entrar en territorio estadounidense. Esto, reduciría la cantidad de procesos que requieren los productos que entran por los 29 puertos de Texas y los 15 de Florida, de camino al resto del país. Dichos productos, podrían embarcarse desde San Juan mediante las compañías de transporte marítimo estadounidenses entre San Juan y Jacksonville, Brownsville y Houston, que regresan con solamente un 20%-30% de carga, lo cual reduciría significativamente los costos de exportación para los productos nativos.

Además, la legislación en proceso para convertir a San Juan en un puerto de trasbordo aéreo fuera de la Ley de Cabotaje, como el que opera en Anchorage, Alaska, permitiría el desembarco de productos de camino a Europa que podría aprovechar el trasbordo para dejar parte de la mercancía para el mercado de Puerto Rico. Dicho proyecto de ley, elaborado por el empresario puertorriqueño Gerónimo Léctora, fue sometido por Jennifer González a la Cámara de Representantes.

Tanto desde San Juan hacia los puertos marítimos de Texas y Florida, como desde los aeropuertos de Puerto Rico capaces de servir como puertos de trasbordo, se podrían transportar productos provenientes de la América Latina hacia Europa que requieran o sus compradores prefieran que sean aprobados por la FDA. La distribución de productos provenientes de la A.L. en el mercado local, representaría también una oportunidad para comerciantes locales.

III. Convertir a Puerto Rico en un centro de procesamiento de datos y servicios a consumidores y usuarios para empresas estadounidenses y europeas con presencia o interés en tenerlo en la América Latina, y viceversa. Actualmente, los servicios de almacenamiento, procesamiento y análisis de datos de muchas empresas biofarmacéuticas estadounidenses (y las inglesas, francesas, israelitas y suizas que han tenido presencia en Puerto Rico en el pasado), así como los de las de dispositivos médicos, servicios especializados de salud, procesos de ingeniería, evaluación para FDA, recursos humanos y de mercadeo, que realizan y han realizado profesionales puertorriqueños en dichas empresas en Puerto Rico como en el extranjero, cuentan con el peritaje y experiencia para brindar esos servicios mediante subcontratación (“outsourcing”) que les resulte más económico a las multinacionales que retener personal interno a costos y beneficios más altos que los que englobarían dichas empresas de consultoría con recursos externos.

Este modelo ha sido utilizado por las empresas multinacionales para reducir costos durante las pasadas tres décadas resultando en la reducción de plantillas y el ahorro de millones de dólares en costos relacionados con recursos humanos. Incluso, las oficinas de recursos humanos han sido subcontratadas convirtiendo las multinacionales en un ecosistema de la manufactura interna con un conglomerado de empresas subcontratistas que brindan sus servicios in situ o en sus propias facilidades. El escenario provocado por la pandemia del Covid-19, ha reducido el contacto directo entre los recursos de las matrices con sus facilidades internacionales, lo cual hace la contratación de profesionales probados cerca de las facilidades un atractivo estratégico para estas. Por otro lado, la política adversarial del presidente Trump contra China, ha provocado que múltiples empresas estén considerando la “repatriación” de muchos de esos servicios complementarios para reducir su dependencia de una economía suplidora pero, incrementalmente, en competencia y solapado antagonismo con los EEUU.

Puerto Rico tiene la oportunidad de capitalizar en su mayor recurso natural: el probado talento de sus recursos humanos en los renglones de manufactura y mercadeo de múltiples empresas con presencia e interés de competir en los mercados de la América Latina. De igual forma, empresas latinoamericanas, interesadas en ingresar al mercado estadounidense tendrían a las empresas de servicios nativas como un socio ideal.

IV. Convertir a Puerto Rico en un centro de reparaciones y servicios a empresas y consumidores individuales de aeronáutica y naves marítimas livianas. Empresas de aeronáutica estadounidenses llevan más de diez años reclutando ingenieros eléctricos, mecánicos e industriales para realizar investigaciones y procesos de reingeniería de aviones y otros vehículos relacionados en el área oeste de la isla. La NASA ha reclutado y trasladado clases graduandas completas del Recinto de Mayagüez de la UPR, para trabajar en los diversos centros de investigación y desarrollo de dicha agencia. Estos reclutamientos demuestran, no solo talento de nuestra facultad y egresados, sino el potencial de ofrecer servicios relacionados a varias empresas de aeronáutica que han expandido significativamente sus operaciones desde la incursión de Elon Musk y hasta Jeff Bezos en la transportación espacial.

La ex base de la fuerza aérea de Ramey en Aguadilla, permite el almacenaje de aviones (en Ramey se solían aparcar bombarderos B-52 durante la Guerra Fría), y con amplias facilidades y hangares, que se podrían convertir en centros de reparación y servicios para componentes de naves de gran tamaño (Boeing’s de la serie 7, el francés Airbus 380 y los Legacy Business Jets de la brasileña Embraer). Sin embargo, tal vez la mayor oportunidad reside en la reparación de servicios de la amplia gama de aviones pequeños estadounidenses (Cessnas, Icon, Beechcraft, Cirrus, Eclipse y Pilatus, entre otros) y pequeños jets brasileños (Legacy, Phenom y Praetor). Hay una escasez de centros de reparación y servicios para los miles de aviones que existen en Centro América y el Caribe. Al presente, muchos de los propietarios de estos aviones tienen que volarlos o transportarlos desarmados a Florida y Texas para brindarles servicios.

El Recinto de Mayagüez de la UPR tiene el potencial de ampliar y desarrollar sus ofrecimientos de aeronáutica para las entidades y recursos humanos que brindarían dichos servicios en la base aérea de Ramey.

Esta iniciativa complementaría el establecimiento del centro de trasbordo aéreo libre de la Ley de Cabotaje, al permitirle a las aerolíneas latinoamericanas y europeas contar con un centro de reparación y servicios en un punto intermedio entre Centro y Sur América, Europa, el Oriente Cercano y Norteamérica. Demás está decir que el establecimiento de estas facilidades redundará en la contratación de personal complementario desde computación hasta hasta mantenimiento, contaduría y recursos humanos.

Convertir a Puerto Rico en un centro de reparaciones de yates y pequeñas embarcaciones. En Puerto Rico hay decenas de miles de embarcaciones de diversas envergaduras que utilizan las marinas de Culebra, Fajardo, Mayagüez, Ponce y Vieques, y las de San Juan Bay, Club Náutico, Cangrejos Yacht Club. Otros centros de inspección cercanos son las estaciones de St. Thomas, St. John y St. Croix. Una de las mayores quejas de los propietarios de embarcaciones es la escasez de mecánicos y técnicos especializados que brinden reparaciones y otros servicios, incluso relacionados con comunicaciones y navegación vía satélite. Los tres establecimientos locales (Sea Fox Boats en San Juan, Industrial & Marine Service y Wally Castro en Fajardo) son insuficientes para atender la demanda. La creación de unas facilidades de educación, adiestramiento y reparaciones en tierra (dry-dock) en las antiguas facilidades de Roosevelt Roads en Ceiba, podría atender no solo las necesidades de la isla, sino también las de otros propietarios en las Islas Vírgenes y el resto del Caribe.

V. Convertir a Puerto Rico en un centro de manufactura de plásticos para el consumo interno y la exportación. Unos 20 años atrás, Industrias Vassallo en Ponce se convirtió en uno de los principales suplidores de todo tipo de productos de plástico para los sectores de construcción, industria y consumo familiar. Incluso llegó a exportar tubería PVC y productos para patios a la Florida, colaboró con pequeñas empresas que suplen la industria de dispositivos oftálmicos, vasculares y ortopédicos por toda la isla, y suministró productos para el hogar a megatiendas tales como Massó y Home Depot. Esta industria, al igual que la farmacéutica, se vio afectada por los altos costos energéticos indispensables para la polimerización de monómero de cloruro de vinilo que se utiliza para el PVC y los demás polímeros con que se fabrican cientos de otros plásticos. La materia prima principal son derivados del petróleo, algunos de los cuales todavía se procesan en Yabucoa, además de las enormes cantidades de crudo que importa la AEE. Aunque este sector es de alta intensidad de inversión, la cantidad de productos semi-procesados y terminados que se podrían exportar al Caribe y Centro América, representaría una gran oportunidad no solo de manufactura, sino también de mercadeo y ventas, algo en lo cual ya tienen mucha experiencia empresas de manufactura y servicios como Lanco y Danosa.

Lo que aquí se hace, al mundo impacta

Puerto Rico lleva más de seis décadas demostrando una extraordinaria capacidad para la manufactura y los servicios relacionados de una de las industrias más reguladas del planeta. A pesar de los altos costos, muchos procesos, como los biotecnológicos y dispositivos cardiacos, oftálmicos, ortopédicos y vasculares, todavía se hacen en Puerto Rico por la calidad de la mano de obra y cumplimiento regulatoria que las empresas matrices no han podido sustituir en otros países por todo el mundo.

Los productos agrícolas puertorriqueños históricamente han competido favorablemente incluso en comparación con países significativamente mayores en tamaño y población.

La experiencia de manufactura de productos que compiten favorablemente con multinacionales con billonarios presupuestos, tales como Don Q, Rovira, Lanco, Danosa, Cortés, Dr. Mecánico, Evertech y Alto Grande, entre tantas otras (ver https://brandsofpuertorico.com/es/brands/) demuestra que no se trata de creatividad, calidad, productividad y excelencia, sino del fomento de posibilidades entre nosotros mismos, en vez de privilegiar las importaciones y las ganancias relacionadas que aquí se generan y de aquí se van.

Si Puerto Rico se inserta en 3, 4 o 5 nichos de producción que nos permita competir al menos internamente, pero preferiblemente, a nivel mundial, nuestra autosustentabilidad nos permitirá elegir en vez de mendigar, crecer en vez de menguar, prosperar en vez de depender. Lo hemos demostrado. Solo tenemos que volverlo a hacer pero por nosotros mismos.

*Fuente: 80grados

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