Ucrania. Campamentos de odio

Resumen Latinoamericano, 20 de septiembre de 2020.

El fuerte deterioro de la situación económica ha supuesto un verano problemático para los ciudadanos ucranianos, especialmente para los niños. Con un salario medio que, según las estadísticas oficiales ronda las 10.000 grivnas, de las cuales la mitad se gasta automáticamente en las facturas de los servicios básicos, no es fácil encontrar las 7.000-15.000 grivnas que cuesta un campamento de verano. Esa pobreza es utilizada por los grupos de extrema derecha para reclutar sus futuras fuerzas de choque entre la infancia del país.

No es el primera año que operan en siete regiones de Ucrania (Kiev, Járkov, Chernigov, Cherkassy, Zaporozhie) los campamentos infantiles de las organizaciones del “Corpus Joven”, Yukorps. Los niños y adolescentes aprenden disciplina militar, táctica, cómo montar y desmontar armas y, por supuesto, una ideología muy concreta. En el campamento reciben regales gratis en forma de placas, libros, estandartes. Por supuesto, algunos padres hundidos en la pobreza son engañados para enviar a sus hijos allí.

“Acabé en este campamento porque no tenía otro sitio donde ir. En un caso pedían 7.000 rublos y en otro, 10.000. Y entonces papá encontró el campo de los Azovets, parecía un buen campo al que podía ir y aquí estoy ahora”, dice una niña de nueve años a la que le han dado el nombre de guerra Kitsia.

Algunos padres ingenuamente creen que en esos campos se enseña “patriotismo” y que no hay nada malo en ellos. Esa es la forma con la que intenta atraer a niños y monitores del campo de Kiev Burik, que lleva el símbolo fascista ocultista del sol negro en el codo: “Un enjambre (un destacamento) puede incluir de ocho a catorce niños. El programa es así: durante doce días en el campo, los niños pasan por diez disciplinas: historia de Ucrania, armar y desarmar armas automáticas, táctica, medicina, cuerda, escalar una pared, autodefensa, obstáculos, supervivencia y robótica. Muchos de los ataques dicen que entrenamos a los niños como las juventudes hitlerianas. Pero eso no es verdad. No preparamos a los niños para la guerra. Los preparamos para unirlos, para enseñarles a amar a la gente, para que no quieran la guerra”.

¿Está tan fuera de lugar hablar de juventudes hitlerianas, incitación al odio y entrenamiento de futuros militantes si el monitor del campo, que lleva un tatuaje Nazi, se ve obligado a refutarlo?

“Járkov tiene una reputación de ser una ciudad prorrusa, pero no así y hemos decidido probarlo. Estamos educando a verdaderos patriotas que defenderán a Ucrania”, afirma el coorganizador del campo Oleh Shiraev, que ha participado en disturbios fascistas en Finlandia  que también estaban llenos de simbología Nazi.

Si se supone que el campamento tiene que enseñar a los niños a “amar a otras personas para que no quieran guerra”, no puede decirse que el éxito de su misión sea muy rotundo. “Todos nosotros crecemos algún día y puede que lo necesitemos en algún momento de nuestra vida, puede que alguien tenga que ir al frente a defender a la Patria”, afirma Ilya, de once años, que ha acudido al campamento de Zaporozhie.

Radio Svoboda publicó una información en profundidad sobre el campamento de Azovets de Kiev y los hechos planteados por los periodistas no pueden sino aumentar las preguntas sobre las juventudes hitlerianas. “La mañana comienza en el campamento con la formación y rezo de los nacionalistas ucranianos. Ucrania, santa madre patria de los héroes, desciende sobre mi corazón. Santa. Todopoderosa. Superior. ¡Gloria a Ucrania! ¡Gloria a los héroes!, gritan los niños con fervor. En este campamento, quienes cogen un catarro con afectuosamente calificados como trescientos [heridos en la batalla según la jerga militar ucraniana y rusa] y en lugar de nombres, los niños utilizan sus alias. Al principio de cada sesión, cada niño recibe un rifle de madera. Los niños más mayores van a la isla, donde reciben réplicas de armas reales, un rifle que dispara con láser. Para Vladimir, de trece años, fue su primer juego. “Me gusta luchar, soy francotirador”, explicó el niño”.

En su artículo, “Campamento de verano en Ucrania: aprendiendo a luchar”, The New York Times escribe: “Testigos del campamento de verano de entrenamiento militar infantil cerca de Kiev. Mientras continúa el conflicto entre Ucrania y los separatistas prorrusos, se anima a los niños a prepararse para defender al país”.

¿A quién engañan los organizadores de los campamentos, que alegan que enseñan la paz a los niños: a los ciudadanos ucranianos o a los periodistas? ¿No es incomprensible que niños sean obligados a repetir los eslóganes de una organización que colaboró con los Nazis en la limpieza étnica?

Sin embargo, los niños reciben una idea muy específica de esta organización. “Tenemos alrededor de tres conferencias sobre la historia de Ucrania para cada grupo. Sobre los cosacos, fundamentalmente analizamos Sagadaichy, Jmelnitski, la era de la ruina, Mazepa, Philip Orlik, la vida y las costumbres cosacas. Sobre el siglo XX, hablamos de Grushevsky, Konovalets, Bandera, Shujevich, OUN, UPA. En la situación actual, como nos llaman banderistas, a los niños les interesa qué es y de dónde viene”, afirma uno de los monitores del campamento de Kiev.

Hace tiempo que para los padres está claro que los niños han sido sometidos a años de propaganda sobre Konovalets, Bandera, Shujevich, OUN, UPA, figuras que son una vergüenza y no merecen enaltecimiento. ¿Pero el hecho de que los niños sean adoctrinados para ir a la guerra contra el Estado vecino y sus conciudadanos tampoco les confunde? Al menos habría que prestar atención a quiénes son las personas a las que están enviando a sus hijos.

Fijémonos en quien llevan, por ejemplo, el campo Sich cercano a mi ciudad, Zaporozhie. “Entre los monitores del campo hay soldados de la operación antiterrorista. Por ejemplo, el soldado Maxim Zaichenko fue al frente en 2014”, escribió una publicación ucraniana. Pero Zaichenko no es cualquier soldado de ATO, es el líder de la filial de Zaporozhie del grupo de extrema derecha Nazarus, cuyos miembros han apaleado a políticos y activistas de la oposición, han atacado a los tribunales, han cometido actos de vandalismo e incitación al odio étnico.

Los fundadores de la organización Yunkor Zaporozhie Rotislav Rasputny, Alexey Koritsky y Nikita Malnikov también son miembros del Corpus Nacional.

¿De verdad quieren los padres poner a sus hijos en manos de estos cuidadores? Parece dudoso. Pero no es difícil entenderlo teniendo en cuenta que, no solo la prensa, sino también las autoridades locales hacen propaganda de los radicales de extrema derecha.

Por ejemplo, en Zaporozhie, la administración regional ha aprobado la composición de un consejo de coordinación para la educación nacional patriótica que incluye a nuestros amigos Zaichenko y Dolinikov. Y también es importante el hecho de que el monitor del campamento Sich y actual líder de la Milicia Nacional en Zaporozhie Alexander Velikodny es el fundador de la ONG “Siempre Metalurg”, organización de fans del equipo de fútbol local. Velikodny también es el líder del club de fans Ultra Sich. Se trata de ultras y vándalos con ideología de supremacía blanca.

¿Profesores de patriotismo que participan en vandalismo e incluso terrorismo? El propio Corpus Nacional admite que Borisenko fue detenido por el ataque terrorista en Poltava (el lanzamiento de una granada contra la sede de la Plataforma Opositora), también miembro de Azov (la estructura madre del Corpus Nacional) entre 2014-2016. Por no hablar de la serie de ataques violentos contra los partidarios del partido de Sharii, que corrieron a cargo de miembros de Azov y de la Milicia Nacional en Vinnitsa, Yitomir, Járkov y otras ciudades. Miembros de estas organizaciones fueron detenidos por esos actos.

Es interesante que, según la declaración de la renta de Zaichenko, su puesto de trabajo está en la organización pública Asociación para la Cooperación Empresarial con la Oficina del Presidente, el Parlamento, el Consejo de Ministros de Ucrania, Centro de Coordinación. No hay más que imaginar qué presidente, Parlamento y Consejo de Ministros cooperaría con este tipo de personajes.

Pero en el contexto actual no es extraña la propaganda que reciben los campamentos radicales incluso de organizaciones locales. Por ejemplo, el Instituto Profesional de Zaporozhie: “Nuestros estudiantes tuvieron el placer de participar en un acto del centro de educación patriótica dedicado al campamento Sich. Impartió la conferencia Rotislav Rasputny, director del campamento, acompañado de miembros de su equipo. Es agradable que estos jóvenes presten atención a la educación patriótica y física de las generaciones más jóvenes. Todos los interesados recibieron invitaciones para participar”.

O el servicio de prensa del Centro Regional Akimov: “La administración de la institución municipal Centro para la Educación Patriótica del Consejo Regional de Zaporozhie informa del proyecto de Yukorps Zaporozhie Campamento Nacional patriótico Sich. El campamento se lleva celebrando durante cuatro años. En este tiempo, lo han visitado más de 400 personas. El campamento está situado entre la localidad de Stroganovka, en el distrito Priazovsky.

La principal pregunta que surge es a costa de quién se celebran estos banquetes. El líder del Corpus Nacional, Andriy Biletsky, afirmó: “Desde 2014, nos han ayudado a pequeñas y medianas empresas y ciudadanos ucranianos”.

Sin embargo, un exmiembro de la organización afirmó que el coste para el Corpus Nacional es de tres millones de grivnas. ¿De dónde sacan ciudadanos ordinarios tanto dinero? Sea cual sea el coste, solo en la región de Zaporozhie, más de 400 niños han sido adoctrinados por esos personajes ya mencionados y sus cómplices. ¿Cuántos más habrá en Ucrania?

¿Realmente quieren los padres que sus hijos sean ultras del fútbol, racistas y militantes que serán enviados a matar por los intereses de los “ciudadanos ordinarios” que tienen millones de grivnas en sus bolsillos? ¿O hay algo que los padres aún no comprenden? En ese caso, es la hora de que empiecen a comprender.

Fuente: Slavyangrad

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