México. Volver a clases: las mujeres cuidan, educan y trabajan

Por Anaiz Zamora. Resumen Latinoamericano, 14 de septiembre de 2020.

Luego de casi dos meses de receso escolar durante la pandemia por COVID-19, el año lectivo en México comenzó el 24 de agosto. En esta crónica, recorremos junto a tres mujeres madres, dos de ellas también profesoras, el retorno a las clases en medio de un contexto de incertidumbre y carencias tecnológicas. Volver a clases no es solo un reto para el sistema educativo, que en México incluye de manera instrumental a la TV, es una sobrecarga en las labores de cuidado y un reto emocional para todas las edades.

“Yo nunca había disfrutado tanto la hora de dormir como lo hago ahora”, son las palabras de Selene Ipiña Zedillo al terminar la segunda semana del regreso a clases. Ella es licenciada en pedagogía y trabaja como maestra en la Escuela Primaria “Profesor Rubén Moreira Cobos”, en este regreso a clases en plena pandemia de COVID-19, además de la materia de computación, le pidieron apoyar en el buen desarrollo de las clases virtuales.

Selene pasa la mañana frente a su computadora atendiendo dudas que puedan surgir sobre el uso de la plataforma virtual de su escuela (que ella misma diseñó a base de tutoriales), gestionando las clases de sus grupos, así como las de otras y otros maestros, planeando y evaluando tareas; al mismo tiempo, cuida de su hijo de 5 años quien también debe conectarse a clases. Cuando logra alejarse de la pantalla es para seguir con las labores de cuidado y sostenimiento del hogar.

Selene es Profesora de TICs, ella está a cargo del soporte digital de toda su escuela durante las clases a distancia. Tiene un hijo de cinco años. Mateo cursa tercero de kinder y toma clases en línea todas las mañanas. Sus jornadas diarias de casi 15 horas —que también incluyen salir de casa para comprar alimentos y así proteger a su mamá y papá de un posible contagio— son el reflejo de una política de educación que intenta responder a la nueva normalidad, pero que no consideró los nudos estructurales de desigualdad de género, la sobrecarga de las labores no remuneradas en las mujeres y que esta pandemia hace más profundas esas brechas.

Desde antes de la pandemia, según el reciente informe “Cuidados en América Latina y el Caribe en tiempos de COVID-19” elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), las mujeres dedicaban el triple de tiempo que los hombres al trabajo de cuidados no remunerado, situación que se ha visto agravada por las medidas de confinamiento y distanciamiento social adoptadas.

El Ciclo Escolar 2020-2021 está en manos de las madres, abuelas, tías y trabajadoras del hogar que se ven obligadas a organizar y estirar aún más sus días para hacerle frente a la incertidumbre, las desigualdades y carencias tecnológicas; e, incluso, el cuidado y bienestar emocional de quienes están a su cargo.

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(Imagen: Greta Rico)

Regreso a clases, un reto para el cuidado

El lunes 3 de agosto, el Secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma, anunció que no existían condiciones para regresar a las escuelas y dio a conocer que las clases de la educación básica serían transmitidas por los principales canales de televisión como parte de la programación “Aprende en Casa II” a partir del 24 de agosto.

“Cuando el secretario de educación salió a dar la noticia sobre el regreso a clases, yo me enojé mucho porque no reconoció el trabajo que venimos haciendo en las escuelas”, dijo Selene; desde la primera semana de agosto, ella se une a capacitaciones, planeaciones escolares y responde dudas de madres y padres de familia.

En su primaria, se definió que se tomarían otras medidas con las y los alumnos que no contaran con las herramientas necesarias para conectarse a las clases virtuales o seguir la programación, estas medidas incluyen el envío de tareas vía WhatsApp y la visita a ciertos hogares. Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) señalan que sólo la mitad (56.4%) de los hogares mexicanos cuentan con acceso a Internet, la brecha de acceso es más grande en zonas periféricas y rurales.

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A pesar de estar solo en tercero de kinder, Mateo tiene clases en línea toda la mañana de 9 a 13 horas. (Imagen: Greta Rico)

Entre los otros 11 hombres que ese día acompañaron al secretario, se encontraban representantes de TelevisaTV AztecaImagen y Milenio —las televisoras privadas con mayor audiencia en el país y que recibieron 450 millones de pesos de parte de la Secretaría de Educación Pública—. Ninguno de los presentes hizo mención a la sobrecarga de trabajo que representa para las madres y jefas de familia el regreso a clases.

En múltiples ocasiones, organismos internacionales, como ONU Mujeres y la CEPAL, han llamado a los Estados a reconocer que los “cuidados son las actividades que regeneran diaria y generacionalmente el bienestar físico y emocional de las personas, y que la mayoría de estas contribuciones son realizadas desde el ámbito doméstico, de manera no remunerada y por las mujeres”.

Durante el Webinar “Cuidados en América Latina y el Caribe en tiempos de COVID-19”, Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL, señaló que la crisis ha puesto en evidencia que el trabajo en “los sistemas de salud y en los hogares permite salvar vidas y sostener los hogares convertidos (ahora) en el centro neurálgico de las medidas de confinamiento” y que, precisamente en estos sectores, así como en el sector educativo, las mujeres están sobrerrepresentadas.


En México, hay un millón 197.778 personas ocupadas como docentes en educación básica en el país, 71 de cada 100 son mujeres. Mientras que el porcentaje de hogares con jefatura únicamente femenina es del 28.5 por ciento.


Zyanya Alvarado es una de las mujeres que asumen la jefatura de su casa; para lograrlo, trabaja por las tardes en un consultorio dental y tres noches a la semana asume el turno nocturno de su empleo formal en un hospital público.

Sus constantes cambios de horarios para dormir la dejaban agotada incluso antes de la pandemia. El regreso a clases ha limitado aún más su tiempo de descanso y de recreación, pues aprovechaba los momentos en los que Abril, su hija de ahora 14 años, estaba en la escuela para recuperarse de trabajar durante la noche.

“Peleo mucho con Abril porque tengo que estar todo el día al pendiente de que estudie, no se distraiga y de que haga las tareas que le dejan para la semana, eso se junta con mi cansancio y que ella está pasando por la adolescencia y ya está desesperada de estar encerrada”, cuenta Zyanya.

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Zyanya es Dentista, ha tenido que organizarse entre el trabajo doméstico y de cuidados, su trabajo en el consultorio familiar y las clases a distancia de su hija Abril. (Imagen: Greta Rico)

Está preocupada por el desarrollo académico de Abril, sabe que este año es determinante para su futuro, pues comenzó el tercer grado de secundaria. Durante el transcurso de este ciclo escolar, debe presentar un examen de conocimientos para poder ingresar a la preparatoria, por eso, decidió hacer un gasto extra más y contratar tutores para las materias en las que su hija tiene más problemas. En palabras de Zyanya: “Las clases en televisión no son suficientes, Abril está en el último año de secundaria y me preocupa mucho que se atrase, por eso, estoy haciendo el esfuerzo de pagarle clases particulares”.

Sus jornadas no responden a una rutina específica pues dependen de si despierta en casa o vuelve del trabajo por la mañana, si es necesario llevar a Abril a alguna clase, ir a imprimir tareas o guías de estudio, y de cuántos pacientes tenga que atender en el consultorio, así que, algunas veces, Abril hace sus tareas en una pequeña mesa del lugar donde su mamá trabaja como dentista.

“Las maestras tienen una especialización y experiencia en enseñar, saben cómo hacerlo y cómo identificar esos rezagos, Abril me hace preguntas sobre los temas que tiene que estudiar en la semana y las tareas que tiene que hacer, pero la verdad no me acuerdo de muchas cosas”, relata Zyanya.

En su informe, la CEPAL y ONU Mujeres también señalan que los impactos de la pandemia en la vida de las personas generan nuevos desafíos de reorganización del trabajo productivo y reproductivo en el corto, mediano y largo plazo. De acuerdo con estimaciones realizadas por este organismo, las mujeres profesionistas dedican, en promedio, 33 horas semanales a las labores de cuidado.

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(Imagen: Greta Rico)

El apoyo sí existe, pero de viene de otras mujeres

Cecilia Sada vivió dos tipos de regreso a clases, el primero, el 2 de agosto, cuando comenzaron las clases en la Universidad Panamericana en donde ella está a cargo de las materias “Efectos sociales de los medios y Ciberperiodismo”; el segundo, cuando sus tres hijos de nueve, siete y tres años respectivamente, regresaron a clases.

Antes de la pandemia, Cecilia podía preparar sus clases con tiempo dentro de la universidad, ahora, lo hace desde casa y casi al día debido a la carga de trabajo de cuidados en su hogar.

Antes de las medidas de resguardo, tenía una jornada de trabajo regular con un horario corrido que le permitía diferenciar claramente qué horas del día debía designar para cada actividad. Durante los primeros cuatro meses de la pandemia, Cecilia y su pareja se organizaban para dividirse y realizar las labores de cuidado.

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(Imagen: Greta Rico)

La jornada comenzaba antes de las 8 de la mañana y terminaba alrededor de las 11 de la noche, intercalaban siempre las actividades de su trabajo con el cuidado de sus hijos y la realización de otras actividades domésticas; de esta forma, Ceci podía utilizar los momentos de mayor silencio para avanzar en la preparación de sus clases y las asesorías con sus alumnos.

Pero, antes del regreso a clases, su esposo tuvo que volver al trabajo de manera presencial y, para disminuir la carga de trabajo de Cecilia, decidieron contratar una trabajadora del hogar que se traslada de manera segura a apoyar en las labores de cuidado de los menores de edad. En México, 9 de cada 10 personas que se emplean como trabajadoras del hogar son mujeres.

Cecilia debe acomodar sus horarios para poder conectarse a sus clases, reuniones y hacer el trabajo administrativo correspondiente al mismo tiempo que conecta a sus hijos a sus clases virtuales y juega con ellos para mantenerlos activos y que su ánimo no disminuya. Para evitar la interrupción y cruce de actividades, cada uno se conecta en un espacio distinto del departamento.

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Cecilia acompaña a su hijo menor de 3 años durante sus clases en línea en su casa en la Ciudad de México. (Imagen: Greta Rico)

El primer día de clases hizo evidente para Selene que las mamás que trabajan fuera de casa tendrán más complicaciones para acompañar a sus hijas e hijos en sus estudios y tareas, “tuve que ir a embolsar libros y materiales para las y los alumnos en la escuela, así que, una noche antes, le tuve que enseñar a mi mamá los pasos para conectar a Mateo a sus clases, a ella le cuesta trabajo la tecnología, así que tuvimos que ensayar varias veces”.

Debido a que su esposo también pasa buena parte del día trabajando fuera de casa, Selene también se apoya en su mamá para el desayuno de Mateo y, en algunos momentos en los que necesita responder llamadas o atender una reunión, sabe que no todas las mamás cuentan con ese apoyo y, por eso, intenta ser lo más flexible posible con las necesidades de sus alumnas y alumnos.

Por su parte, Zyanya, algunos días recurre al apoyo de sus tías, quienes también la socorrieron cuando ella aún estaba estudiando la licenciatura y Abril era más pequeña. Una de ellas es maestra y tiene un grupo de estudio de alumnas y alumnos de primaria cuyas madres también trabajan.

Es así que, por momentos, Abril estudia con niñas y niños que están en grados menores que ella y, si tiene tiempo, su mamá apoya con los alumnos que necesitan la conexión o algunas herramientas tecnológicas.

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Patricia, madre de Selene, le apoya con dar de desayunar a Mateo y prepararlo para sus clases todas las mañanas. En los hogares mexicanos, se esconde una cadena de cuidados para sostener el regreso a clases donde las principales actoras son las mujeres. (Imagen: Greta Rico).

Cuidados emocionales, otro gran aporte de las madres

Para intentar crear un entorno similar al que Mateo tiene en el kinder, Selene pegó en las paredes cercanas a su pequeño escritorio letras y animales para simular su salón de clases; por su parte, Cecilia intenta pasar mucho tiempo jugando con sus hijos, inventa nuevos juegos e, incluso, organiza llamadas virtuales con sus amigos, a ambas les preocupa el bienestar mental de sus pequeños hijos y que el encierro genere en ellos tristeza o ansiedad.

A ambas maestras también les preocupan las afectaciones mentales que sus alumnos y alumnas pueden tener durante esta crisis de salud, por ello, buscan crear espacios para escucharles, enviarles mensajes y estar al pendiente de cómo les va afectando el encierro y las posibles pérdidas familiares.

Selene recuerda que la educación no es algo sencillo e involucra muchas otras actividades que la política estatal no está considerando, pues, en muchos casos, las maestras representan un espacio de confianza para quienes enfrentan situaciones de violencia y abuso en sus hogares, “pero nadie contempló que todo lo que las mujeres hacemos”.

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Mientras espera a que Abril termine sus clases, Zyanya ayuda a un niño más pequeño del grupo de estudio con sus clases en línea. Está en la puerta porque toma clases desde el celular de su mamá y la señal de internet no llega hasta donde están las mesas. (Imagen: Greta Rico)

Fuente: La Tinta

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