Argentina. La educación en tiempos de pandemia: “Lxs docentes somos irremplazables”

Por Carlos Blasco, Eduardo Contreras, Ramiro Puertas,
Silvio Seoane y Franco Solavagione, Resumen Latinoamericano, 11 de septiembre de 2020.

La enseñanza tiene un carácter eminentemente político y es ingenuo pensar que lxs maestrxs pueden asumir una posición neutral frente a las tensiones que el traspaso a la virtualidad está generando en los procesos educativos. Un equipo de educadorxs de Neuquén envió a La tinta los resultados de un trabajo de investigación en el que ponen en evidencia las luces, las sombras y los interrogantes del quehacer docente en tiempos de COVID.

Ninguna tecnología, por más sofisticada que sea, puede imaginar, planificar, llevar adelante, acompañar, orientar y evaluar los procesos de aprendizaje de lxs estudiantes. Es la definición y el posicionamiento acerca de cómo usar la tecnología lo que la puede hacer potente para la enseñanza. En este sentido, y tomando en cuenta el impacto que la brecha digital tiene hoy para poder ejercer el derecho a la educación, lxs docentes somos irremplazables. A raíz de la situación excepcional generada por la pandemia y considerando que la educación y la tarea docente poseen un carácter eminentemente político, compartimos análisis sobre aspectos centrales del oficio en este contexto disruptivo, asumiendo un posicionamiento político-pedagógico que tiene como eje y horizonte la defensa de la escuela pública y el derecho a la educación. 

¿Cómo afecta la suspensión de la presencialidad y el traspaso al teletrabajo de la tarea docente? A través de un centenar de encuestas a maestrxs y profesorxs de los niveles inicial, primario, medio y superior de instituciones educativas de Cutral-Có y Plaza Huincul (Neuquén), investigamos acerca de esto y otras cuestiones relevantes en los particulares tiempos que nos tocan vivir.

La palabra de lxs docentes

En primer término, más allá de la acción o inacción de las autoridades durante este período, lo cierto es que el paso abrupto a una educación a distancia y al teletrabajo (y “tele-estudio”) ha tenido un impacto altamente negativo en términos de enseñanza y aprendizaje, atravesando a todo el sistema sin distinción de nivel educativo. Los datos recabados respecto a la accesibilidad a la virtualidad muestran claramente las dificultades que se generan por distintas situaciones: conexiones deficientes de internet; disponibilidad limitada de dispositivos y uso mayoritariamente compartido de los mismos; escasa formación docente en cuanto a saberes pedagógicos sobre las nuevas tecnologías y la educación virtual. Además, toda la provisión de servicios y dispositivos corre por cuenta de lxs trabajadores, por lo que cualquier mejora (ya sea en equipamiento, calidad de conexión o formación docente) depende exclusivamente del salario docente.

En relación a los vínculos entre lxs docentes y sus estudiantes, salvo en el nivel primario, lxs docentes lograron entablar contacto sólo con la mitad de sus estudiantes y la frecuencia de ese vínculo no tiene fluidez y es intermitente en la mayoría de los casos, sin excepción de nivel educativo.

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Este panorama de “cortocircuito” se observa en toda la organización del sistema educativo provincial. Más allá de pequeños matices por nivel, en general, el 55% de lxs docentes sostiene no contar con ningún tipo de acompañamiento institucional en la planificación de la acción educativa en esta situación de excepcionalidad. Y cuando se da, suele ser mayoritariamente por parte de compañerxs de aula antes que por quienes ocupan roles de mayor jerarquía o responsabilidad (jefxs de departamento, coordinadorxs o directivxs). Más grave aún es el rol desempeñado en este período por parte de los organismos centrales de nuestro sistema educativo (Consejo Provincial de Educación y Distritos educativos) que se mostraron totalmente carentes de capacidad para conducir al sistema de enseñanza neuquino: sin ideas ni propuestas por más de un mes desde el inicio del aislamiento y con resoluciones tardías, descontextualizadas y construidas sin ningún tipo de consenso dentro de las comunidades educativas (que se pronunciaron críticamente ante ellas).

En este estado de hiper-fragmentación educativa, en el que no hay directrices claras desde los organismos centrales, en el que reina la desarticulación de la tarea docente dentro de las escuelas y en el que lxs docentes ensayan alternativas literalmente “aisladxs”, es totalmente lícito preguntarse si existe todavía un “sistema educativo neuquino” o si, en realidad, se trata de un entramado que ha implosionado dejando sobre las espaldas de lxs trabajadores de la educación el peso de la responsabilidad de garantizar la continuidad pedagógica de sus estudiantes.

Y esta discusión de la presencialidad y simultaneidad del hecho educativo lleva a preguntar sobre la revalorización del trabajo docente. En el fondo, hay una suerte de paradoja que, de pronto, le otorga un valor social al trabajo docente que, muchas veces, en tiempos ordinarios, sufre todo tipo de cuestionamientos.

Esta situación inédita de que las familias estén acompañando los aprendizajes de lxs niñxs, que, de alguna forma, la escuela haya viajado desde las aulas hasta los comedores o habitaciones de los hogares, que padres y madres compartan el “rol docente”, aunque sea temporal y parcialmente, reivindica como contrapartida el “saber hacer” experto de lxs docentes. 

Sobre las condiciones laborales del trabajo docente en la pospandemia

Las tecnologías digitales, en muchos casos, se han convertido en un lenguaje “natural” para las nuevas generaciones, están integradas en la comunicación cotidiana y son un componente ineludible en los procesos de construcción de sentidos. Aún así, esta “cultura de la conectividad” está muy vinculada a las tecnologías como una forma de entretenimiento y de consumo. La cuestión cambia por completo cuando nos centramos en saberes y conocimientos complejos que requieren de la reflexión, del trabajo colaborativo, de aprendizajes sistemáticos, del ejercicio de la abstracción. 

En este sentido, más allá de lo que permiten u obstaculizan las tecnologías digitales, aún sigue siendo la propuesta político-pedagógica de lxs docentes la que puede generar aprendizajes significativos y garantizar un acceso inclusivo, democrático y crítico al conocimiento escolar.

Lxs docentes estamos avizorando para el futuro inmediato un escenario que nos plantea una nueva forma de ejercer nuestra tarea, que puede llegar a combinar prácticas educativas propias de la presencialidad con otras propias de la virtualidad mediadas por tecnologías. Somos conscientes de la necesidad de incorporar nuevos aprendizajes y saberes pedagógicos y didácticos para poder “adaptarnos” a este posible futuro de enseñanza virtual permanente. Pero esta “adaptación”, ¿es una cuestión de voluntad individual? ¿Cuáles serán los costos de esta “adaptación”? Es indispensable estar alertas ante lógicas emergentes que pretenden instalar el problema del traspaso a la virtualidad como una cuestión de “voluntad individual”. Una vez más, es fundamental revalorizar prácticas y dinámicas que han sido parte de nuestro oficio como la construcción colectiva, la primacía de los intereses sociales y el pensamiento crítico.

Aún suponiendo que se garantice un acceso masivo e igualitario a las tecnologías y la conectividad, y que se generen propuestas formativas para lxs docentes, todavía nos quedan preguntas que, a nuestro entender, son centrales: ¿a qué intereses responderán estas propuestas?, ¿provendrán una vez más de organismos de financiamiento internacional?, ¿qué vinculación tendrán con nuestra realidad, nuestros intereses, nuestras particularidades sociales y culturales? Desde diversos ámbitos, se recomienda fervorosamente el uso de plataformas, redes, contenidos y recursos informáticos. Pocxs parecen reparar en que casi la totalidad de estos productos pertenecen a megacorporaciones informáticas que los producen en contextos socioeconómicos y culturales (con representaciones y valores) diferentes a los nuestros. Todavía está pendiente en nuestro país la cuestión de un desarrollo soberano de alternativas digitales y tecnológicas de acceso gratuito para docentes y estudiantes, con participación directa de estos actores en su construcción.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

Finalmente, los datos muestran que no hay una conciencia política evidente que esté movilizando las preocupaciones acerca de las transformaciones de la educación, del sentido de la educación pública, de las condiciones laborales del trabajo docente. ¿Por qué sigue siendo tan difícil pensarnos y reconocernos a nosotrxs como sujetxs políticxs y a nuestra tarea educativa como un acto político? 

En nuestro país, lo público se vinculó históricamente con el Estado, quien asumió un rol principalista. Así, la escuela pública se transformó en  el ámbito en el que los sectores subalternos pudieron disputar los saberes validados socialmente, obtener una mejora tanto simbólica como material y, en definitiva, forjar una conciencia político-ciudadana. ¿Qué podrá mantenerse en pie de todo esto en el nuevo escenario? ¿Estaremos asistiendo nuevamente a una revisión y una reconfiguración de lo público? Si así fuera, ¿este debate estará ligado a un aumento en la explotación y la reducción de los derechos y las condiciones laborales de lxs docentes? Lamentablemente, el análisis de la situación actual parece indicar que se avanza en esa dirección, pero el panorama está abierto y, en parte, dependerá de nosotrxs, como colectivo de educadorxs y como sociedad en general, disputar por la construcción de proyectos pedagógicos democráticos e inclusivos.

Fuente: La tinta

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