Colombia. Aprovechar la riña interoligárquica Santos-Uribe para avanzar por la base

Por Alberto Pinzón Sánchez. Resumen Latinoamericano, 8 de septiembre de 2020.

Desde que leí el libro “Orden contrainsurgente y dominación” de Vilma Liliana Franco Restrepo (Bogotá, Instituto Popular de Capacitación, Siglo del Hombre Editores, 2009) y la excelente y bien fundamentada caracterización sociológica que hizo sobre el bloque de clases dominantes en Colombia como un Bloque de Poder Contrainsurgente (BPCi), no me he detenido en repetirlo y repetirlo.

Vuelvo a recordarlo para quienes llegaron tarde: Esta máquina infernal de 10 ruedas dentadas del Poder hegemónico que ha permitido durante largos años la explotación y la opresión (dos cosas diferentes pero unidas) de las clases subalternas en Colombia, desde cuando fue organizado a partir de la reconstrucción del Estado plebiscitario conocido como Frente Nacional pactado en Sitges España en 1957, y que tiene como eje central la intervención directa del gobierno de los EEUU en Colombia sobre el cual giran y se articulan las demás ruedas dentadas, así:   

“1. El ejército y la policía o Fuerza Pública.

2. Las compañías multinacionales como Chiquita, Drummond, Coca cola, Oxy, BP, Repsol, y otras multinacionales minero-energéticas.

3. Las 9 bases militares de los EEUU en donde operan militares y agentes de inteligencia ‘oficiales’ estadounidenses, junto con ‘contratistas privados de mercenarios’ como la DynCorp.

4. Los llamados grupos económicos de los cacaos como el grupo Bavaria, grupo Ardila Lulle, grupo Sarmiento Angulo, Grupo Antioqueño.

5. las asociaciones gremiales como Fedegán, Sac, Augura, Andi, Fedemetal, Fenalco, Asobancaria agrupados en el ‘concejo gremial nacional’.

6. El llamado Estado Nacional a través de sus tres ramas: la rama ejecutiva, la rama legislativa o parapolítica y la rama judicial encargada de producir la impunidad y la judicialización a la que nos referimos anteriormente.

7. El oligopolio de los medios de comunicación de la familia Santos y los grupos españoles Prisa, Planeta y revista Semana.com 

8. Los narcotraficantes y lavadores de dólares a nivel nacional, regional y local.

9. Las clases subalternas como pequeños comerciantes, empleados, periodistas, profesionales independientes, medianos propietarios, transportadores, desempleados, rebuscadores y lúmpenes, que se han sometido o han sido cooptados.

10. La casta política o para política con todas sus imbricaciones regionales y locales. Todo este Bloque Dominante, es liderado en Colombia, por la fracción hegemónica de la oligarquía que ahora mismo se encuentra en una aguda disputa de fracciones entre Santos y Uribe por su supremacía”.

Cualquier lector desprevenido que lea este listado, de inmediato tendrá en mente una maquinaria super blindada prácticamente imbatible. Y esa imagen es la que ha predominado, incluso estimulada por los mismos contrainsurgentes con el fin de generar un abatimiento y un pesimismo a ultranza dentro de las fuerzas de las clases subordinadas.   

Si, es verdad que parece imbatible, pero no lo es: Hay dos elementos esenciales que lo horadan; uno, la lucha de clases que no se detiene como el tiempo horario o Cronos de la mitología griega, y otro, el hecho de que este Bloque de Poder construido históricamente por los hombres es por tanto una obra humana que los mismos hombres pueden modificar con su lucha.

Si bien ha sido todo un éxito político-militar al haber cumplido a cabalidad las dos funciones básicas y paralelas de todo Estado burgués, de unir a la burguesía y demás clases dominantes, mientras separa y divide todas las demás clases sociales antagónicas y subalternas, no ha tenido el mismo éxito en unir las fracciones de la oligarquía, donde desde su creación ha habido una fuerte rivalidad que finalmente, y dada la enorme afluencia en la economía colombiana de capitales narco paramilitares en los últimos años, ha llegado a constituirse en una contradicción prácticamente insalvable inter fracciones por la Hegemonía en el Poder.

Puesta a la luz en la enconada riña pública entre los dos más paradigmáticos representantes de dichas fracciones: JM Santos y Álvaro Uribe Vélez (AUV), que ya ha empezado a desdibujar los enormes éxitos alcanzados en los años anteriores en la disgregación y división de las clases antagónicas y subalternas; porque también es evidente ante la luz pública, el proceso creciente que se empieza a dar en la conciencia de los colombianos explotados y oprimidos, sobre la real confluencia de objetivos no solo electorales sino en un largo plazo, que vaya un poco más alla de las coyunturas electorales para sacar a Colombia del desastroso y cruel atolladero en que se encuentra.  

Así pues, tenemos que JM Santos, una vez vio a su rival confinado por orden judicial en su latifundio y la peligrosa y sangrienta reacción de ofensiva fascista que el gobierno de su pelele Duque ha emprendido (como subpresidente) para poner en libertad a su jefe, incendiando  y sangrando al país, ahora, dando un paso más en su crueldad y terror estatal mediante “asesinatos colectivos” como dijo el cara dura de Holmes Trujillo. 

Entonces,  viendo las aguas turbias, narradas de manera contundente por el columnista del diario El Espectador Julio César Londoño, JM Santos convoca en el apartamento de su anterior ministro de la política Cristo, a una  cacareada reunión con su cercano aliado Timolión Londoño y con el defensor de los Derechos Humanos Iván Cepeda. Pero, dadas las múltiples interpretaciones y las suspicacias generadas por tal reunión, de inmediato tuvo que recurrir a su casa periodística de El Tiempo.com para aclararla : Se trató de una reunión-pacto, con su viejo aliado del partido de la Rosa en presencia de un testigo de excepción, para hacer una nueva corrección al Acuerdo de la Habana en lo referente a uno de los puntos más álgidos de enfrentamiento con su rival AUV como es la Justicia Especial para la Paz (JEP) en donde chocan las dos concepciones: la de  AUV y la de JM Santos.  Reforma que dejó plasmada en esta joya periodística del disfraz cómico y la hipocresía ridícula al vestirse de anti santanderista.

Estamos pues, en presencia de la concreción de un nuevo pacto en las alturas y entre aliados de perfidias y otras cosas; para modificar, alterar y (a nadie le deben quedar dudas) de mutilar sustancialmente la única institución que ha logrado sobrevivir del Acuerdo con las FARC: La Justicia Especial Para la Paz (JEP).

No es creíble la versión de algún cooptado Uribista, quien plantea que dicha reunión fue para sacar un candidato presidencial de alianza anti Petro, entre el partido de la U, el partido de la Rosa, algunos liberales y la fracción del POLO que lidera el defensor de los derechos humanos Iván Cepeda.

Sea lo que sea, es un momento de saber aprovechar la contradicción cada vez más antagónica entre las dos fracciones de la oligarquía para avanzar desde abajo, y en ese sentido para quienes defendemos los puntos esenciales del Acuerdo de la Habana, pero sin comprometernos con la dirección proclive y disolvente del actual partido de la Rosa, suena muy bien la conclusión que nos trae el antropólogo Darío Fajardo, experto en el asunto agrario colombiano en su muy interesante entrevista dada al portal Prensa Rural (09 2020): 

…..” Por eso los asesinatos de los dirigentes locales, su persecución, representa precisamente el ataque directo y frontal del establecimiento, de los grandes empresarios, de los grandes narcotraficantes contra la posibilidad de que esta sociedad se reorganice, de abajo hacia arriba. El nuevo país se construirá desde una base democrática y territorial; es a través de esos acuerdos entre las comunidades locales y las comunidades regionales como vamos a construir, no solamente el acuerdo agrario, un campo en el que valga la pena vivir, un mundo agrario complementado con un mundo urbano, con un sentido fundamentalmente democrático; un mundo agrario en donde nuestras reservas campesinas representen una escuela de enseñanza y resistencia, como lo fueron nuestras regiones campesinas en los años más duros de la violencia.

Fuente: Rebelión

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