Estados Unidos. Claudia de la Cruz: “La policía solo defiende a las clases dominantes y a la propiedad”

Por Carlos Aznárez y María Torrellas. Resumen Latinoamericano, 3 de septiembre 2020.

Claudia de la Cruz nació en el Bronx y desde pequeña conoció muy bien lo que es el racismo blanco y el comportamiento de las fuerzas represivas contra quienes se rebelan contra el dictado oficial. Por eso, esta educadora popular e integrante de la Asamblea Internacional de los Pueblos, sostiene que la actual revuelta norteamericana en las calles es el resultado de una convergencia de crisis, que va desde los millones que están sin empleo, otros tantos que no tienen vivienda ni acceso a la salud, hasta los y las que son despreciadas por su color de piel o su forma de hablar. Con Claudia dialogamos sobre la realidad de EE.UU hoy.

-Todas las semanas siguen produciéndose movilizaciones populares en distintas ciudades de Estados Unidos, respondidos por acciones de extremada violencia por parte de la Policía y la Guardia Nacional. ¿Cómo estás viendo este verdadero levantamiento popular y la prepotencia policial, que ya ha costado varias vidas?

-Es importante decir que históricamente la relación de la Policía a nivel nacional ha sido una sucesión de tensiones, de conflictos. Aunque su slogan es “proteger y defender” realmente a quienes están protegiendo y defendiendo es a la clase dominante y la propiedad. Entonces, no es para nada sorprendente el caso de Jacob Blake porque es uno de muchos casos que se han dado y, tampoco, es sorprendente porque la Policía está entrenada para responder de una manera militarizada a casos con civiles. O sea, Jacob Blake simple y sencillamente se sale de su auto a romper una pelea entre dos mujeres y al querer regresar a su auto la Policía lo persigue y le tira a matar, a quemarropa, siete tiros cuando sus hijos están también en el auto, imagínense lo traumático que es eso para esos niños. Más traumatizante, también, a nivel nacional es el hecho de que ahora estamos viendo casos uno tras el otro publicados, es un trauma masivo para las comunidades pobres, particularmente negras y latinas.

Frente a esto ha habido una reacción de la gente de distintos estados, distintas ciudades, que llama la atención porque siempre que se habla de Estados Unidos se dice por qué la gente no reacciona frente a esa prepotencia. Ahora, la gente ha reaccionado, evidentemente, y los medios tratan de ocultarlo, por lo menos en los medios latinoamericanos cuesta encontrar información sobre eso. Me gustaría que contaras como se están dando estas experiencias, de dónde sale está organización popular, que se ve por ejemplo en Portland y otros estados. ¿Qué es lo que está moviendo a la gente, aparte de la indignación?

-Hay que entender que dentro del contexto de los Estados Unidos hay actualmente una convergencia de crisis. O sea, hay mucha gente desempleada, más de 50 millones de personas sin trabajo, es un número sin ningún precedente, se dice que, quizás, con lo único que se puede comparar es con la Gran Recesión que se vivió aquí en los años 30. Estamos viviendo la debacle de la pandemia, de la crisis sanitaria, mucha gente que ha visto a seres queridos morir por culpa de un sistema de salud privatizado y un Estado inepto para poder responder a la crisis. Tenemos personas que pierden trabajo, más 40 millones de personas que se estima que en estos próximos meses van a ser sacadas de sus viviendas porque no tienen como pagar el alquiler.
Encima, ha estallado el acto racista y clasista a través de los policías en los diferentes estados, un estallido social que surgió cuando mataron a George Floyd. La gente ha mantenido la resistencia en la calle, estas revueltas se vienen dando desde meses atrás, antes de empezar el verano. Desde mayo hubo huelgas que se estuvieron realizando en el sector laboral, precisamente, por las condiciones y la falta de compensación a personas que declararon ser trabajadores esenciales, en la industria de la carne y otros sitios donde realmente no hay condiciones laborales para que la gente pueda hacer su trabajo de una manera segura. Entonces, estamos viendo toda esta convergencia de crisis explotar en las calles. La gente no está ni siquiera pensando en el Covid, está afuera porque no hay otra cosa.
Claro que a los medios corporativos no les interesa dar luz a esas luchas, a estas revueltas, porque mientras más le dan luz, más animan a personas que quizás tengan miedo de salir de sus casas. También, tenemos que ver que en el área cultural y en la de los deportes, ha habido toda una manifestación. Hace años, Colin Kaepernick, jugador de fútbol americano, se arrodilló durante el himno protestando contra varios asesinatos de afroamericanos por policías blancos, y la NFL, la corporación de fútbol americano, lo sacó y no lo dejó jugar más por su protesta. Sin embargo, estamos viendo que varios años después, los deportistas de basquetbol y baseball se fueron a la huelga. Estamos viendo que dentro del sector cultural y del social está habiendo una transformación de conciencia de las masas. Adónde vamos a llegar con esto no se sabe. Obviamente, tenemos el sector de la clase dominante que se va a posicionar y va a querer cooptar esos grupos. Pero, de parte de los movimientos sociales tenemos un gran reto y una gran tarea de poder seguir profundizando las contradicciones de este sistema económico que sigue explotándonos y exprimiéndonos.

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-En todas las marchas, en todas las fotos, que vemos están las mujeres y llama mucho la atención porque están en la primera línea, no es que están en el grupo. Es muy notable esa presencia de mujeres jóvenes afrodescendientes, latinas, migrantes, y grandes también. Como siempre decimos que la mujer tiene la peor situación, es la que vive la pobreza, la que vive alimentando a sus criaturas, la que no sabe cómo salir adelante, ¿tiene que ver eso también en Estados Unidos?

-Claro que sí. Independientemente del sector feminista burgués, hay mujeres que quizás no se declaran feministas, pero son feministas populares, personas que están organizando en los barrios, que están haciendo redes de cuidados, mujeres que trabajan en el sector doméstico, que ahora mismo están siendo quienes están al frente de muchas de estas marchas y organizando. También se la ve dentro del movimiento por el derecho a la Salud, precisamente, porque hay muchas mujeres en este sector, las enfermeras, médicas, etc. Vemos un gran número de mujeres de la clase trabajadora al frente, como siempre ha sido, lo estamos viendo más ahora, creo hay un énfasis mayor porque, indiscutiblemente, el sector y los movimientos feministas, tanto en Latinoamérica como en los Estados Unidos, han estallado en los últimos años alrededor del tema de la labor, pero, también, al de la labor doméstica, y eso ha tenido un gran impacto.
Para mí fue sumamente sorprendente formas donde se han elaborado narrativas con los asesinatos, mayormente de hombres negros, donde las mujeres están al frente, también, diciendo “somos madres”, yo soy madre de un niño que es latino y es negro y es pobre. O sea, todas son madres que ven en estos jóvenes y hombres que han sido asesinados, y la pregunta es cuándo nos va a tocar a nosotras tener que llorar a nuestros hijos e hijas. También, hay un sector muy grande de mujeres trans que han sido asesinadas por el Estado.
Así como hay una convergencia de crisis, hay una convergencia de sectores de lucha que se están articulando de una manera orgánica. Creo que el gran reto para los movimientos es poder identificar esos movimientos y trabajar más en lo que es la articulación, la coordinación y la organización del descontento popular.

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-En ese mismo sentido, se ha dado también, me parece, un resurgimiento de organizaciones. Aparte de Black Lives Matter, de las nuevas Panteras, hay milicias armadas que hemos visto también. En los medios hegemónicos se han encargado de machacar sobre eso como si fuera tremendo, cuando los blancos andan armados por todos lados sin ningún problema.

-Es importante entender, y va a ser un poco controversial en cualquier parte que se diga, que hay mucho romanticismo de lo que fueron las Panteras Negras en su momento. Ese movimiento, revolucionario, maoísta, tuvo un gran impacto en las épocas de los 60 y 70, inclusive los remanentes de muchos de los que después en convierten en prisioneros políticos, y que actualmente tenemos cientos. Mucha gente hace romanticismo de cómo se veían, cómo actuaban, que cargaban armas, y, realmente, lo más fuerte, lo más amenazante para el Estado, no era eso, sino el trabajo político que hacían dentro de las comunidades, que daban comida, pero también politizaban a la gente, ese era el trabajo mayor, la organización que tenían y hacían en las localidades.
Lo que pasa es que este país se mueve mucho por el simbolismo. Ahora mismo, todo el mundo está loco con Kamala Harris, que si es negra, que si es mujer, que si es candidata para la vicepresidencia. Más simbolismo, porque la mujer es culpable de muchas de las atrocidades en contra de la comunidad negra, latina y pobre. O sea, ella, una mujer de poder, una mujer negra, es parte de un Estado que no le importan ni los negros, ni los latinos, ni los pobres, incluyendo los blancos.
Entonces, trabajamos mucho en el tema del simbolismo. Hay espacios dentro de organizaciones donde entran las nuevas Panteras Negras, que se visten igual, que cargan armamento, pero políticamente no tiene la claridad de las Panteras Negras de los 60s y 70s, trabajan más el tema racial que el tema de clase. Una de las razones por las que matan a uno de los líderes más jóvenes de las Panteras Negras, que se llamó Fred Hampton Sr, en Chicago, es que a los 19 años era el director del Capítulo de Illinois, de un estado completo, lo matan porque estaba articulando a las organizaciones negras, blancas y latinas. Siempre hubo líneas históricas de divisiones que se han creado en este país para poder mantener a la clase trabajadora separada. Las Panteras Nuevas no están haciendo ese trabajo, es más como un show, es una presencia y no están haciendo el trabajo de base como es necesario, que realmente sea una amenaza.
Ahora bien, en los medios de comunicación también se les está dando mucha cobertura a milicias blancas armadas, siempre ha existido eso, lo que pasa es que ahora mismo, en esta coyuntura, es una cuestión desde el punto de vista electoralista también culpar a Trump por eso. Realmente sí tiene un impacto, pero los demócratas no son santos y también han hecho de este país un desastre y son también culpables por los ataques y ofensas imperialistas en el mundo. Entonces, hay una coalición AntiTrump que tiene una agenda muy similar a la de Trump, pero más escondida, que se nutre de decir que después de Trump aparecen estas milicias blancas armadas, eso ha estado ahí siempre y ahora se le está dando más vista, obviamente, por la articulación de esta coalición Antitrump a la que beneficia decir que es culpa de él y no asumir también su rol en la producción de milicias como esas.

-¿Ves como probable que este movimiento de rebelión popular pueda ser cooptado, como pasó, por ejemplo, con los “indignados” en España o en otros países en que la bronca popular fue canalizada por el voto? Más precisamente, por el mal voto, porque finalmente se vota a quienes después traicionan?

-Absolutamente. Creo, y creemos desde los espacios de organización en donde participo, que los demócratas se están posicionando para eso, dada esta colación Antitrump. O sea, es una coalición amplia, hay líderes religiosos progresistas, personas del movimiento Black Lives Matter, hay toda una amalgama muy diversa de personas que están empujando la campaña Biden-Harris, no porque creen en esa combinación, sino porque quieren sacar a Trump. Ahora, eso no nos ha llevado nunca a una transformación real. Hay también toda una crisis de legitimidad que existe ahora mismo, mayormente con estos jóvenes que vieron a Obama, un hombre negro, presidente supuestamente progresista, que no se cansó de bombardear y que no respondió, de una forma u otra, a los problemas domésticos en términos del Estado y las comunidades.
Entonces, hay toda una población que no cree en estas instituciones políticas o sociales conectada con ninguno de los partidos. Esta coalición Antitrump no está tomando temas concernientes a la población, sino que está tomando la figura de Trump como algo en lo que todo el mundo tiene que juntarse para voltearlo. No vemos realmente que Trump es producto, precisamente, de las políticas demócratas y republicanas y de una clase dominante.
Entonces, sí hay toda una posibilidad de que los demócratas coopten lo que está sucediendo en las calles y es, de nuevo, el gran reto de las personas organizadas en comunidades, de los revolucionarios y las revolucionarias en este país, de poder evitar que eso pase. Para eso, tenemos que fortalecer los instrumentos de la clase trabajadora desde los sindicatos hasta las organizaciones barriales, hasta los colectivos de música y arte. Tenemos mucho trabajo que hacer y, pero hay mucha gente que está identificando esos retos y está tratando de articularse entre ellos.

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