Bolivia. Por ahora, militares y policías se niegan a reprimir

  • Resumen Latinoamericano, 11 de agosto de 2020.

Militares no salen a reprimir porque gabinete de Añez se niega a firmar el decreto de inmunidad para las FFAA.

El comandante en jefe de las FFAA, Sergio Orellana, acaba de darle el tiro de gracia al régimen. En una declaración pública señaló que las FFAA no pueden salir a desbloquear carreteras mientras no se cumpla dos condiciones: 1) disponer de un DS que les permitiría usar sus armas de guerra para masacrar al pueblo y 2) que la policía sea rebasada.

Lo que Orellana no dijo es que en la interna los mandos medios están en pie de rebelión ante sus generales envilecidos por fajos de dólares que salen del MILGROUP de los EEUU. Un clima de malestar reina en los cuarteles debido a la implosión de contagios y muertes de oficiales, sargentos y soldados. Una buena parte de los mandos intermedios exigen una salida negociada y que sea la policía la encargada del orden público como señala la Constitución. Reafirman que no acatarán ninguna orden de represión debido a que en última instancia son los que cargan con el desprecio popular y el desprestigio institucional mientras los políticos del régimen se siguen llenando los bolsillos de dinero que se roba al pueblo que gime de hambre y al que acostumbraron a vivir bajo amenaza y persecución por las hordas policíacas al mando de Murillo.

Pero hay razones más profundas que impiden salir a las calles y carreteras a las FFAA. Su miedo atroz a ser derrotadas por el movimiento popular que enarbola un malestar explosivo capaz de barrer con la existencia misma de los militares en las calles o carreteras. El pánico institucional a la proscripción del servicio militar obligatorio es otra razón de su inmovilidad. El eje axial de su existencia se debe a la presencia de soldados indígenas y campesinos sin los cuales dejaría de tener sentido las FFAA. Su instinto de sobrevivencia les dicta permanecer en sus cuarteles o patrullar fuera de ellos porque corren el riesgo de deserciones masivas de los cuarteles lo que abriría las puertas de su inexorable derrota como en abril de 1952. Cientos de padres de familia ya empezaron a reclamar el retorno de sus hijos a sus hogares para impedir que sean conducidos a los desbloqueos.

No es menor el rencor militar contra los policías a los que acusan del golpe y a sus prácticas extorsivas que minaron la confianza de la gente en plena pandemia. Los oficiales de las FFAA consideran que la policía tiene más privilegios que responsabilidades y que es hora de que resuelvan la conflictividad social.

EL régimen está acorralado y cada minuto cae al precipicio. Mientras hacen gala de solidaridad impostora trasladando oxígeno por carretera y culpando a los bloqueadores por la presunta muerte de pacientes con ayuda de medios de comunicación corruptos y vendidos al régimen, miles y miles de ciudadanos ya decidieron que Añez tire la toalla mientras el órgano electoral se hace de la vista gorda.

La caída es cuestión de pocos días a pesar de la criminal sugerencia de Fernando del Rincón, periodista de CNN, de aplicar leyes de guerra en Bolivia contra el pueblo rebelde. El periodista felino, sediento de sangre, es incapaz de comprender que cuando los pueblos se cansan de soportar humillaciones no hay leyes de guerra que sirvan para sofocar la indignación ni el maltrato.

Fiel a su estilo bestial, Murillo entusiasmado por la recomendación de Rincón ha señalado que matar indios es “políticamente correcto” en su típico estilo de sargento de prostíbulo barato.

fuente: Primera Línea

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