Argentina. A cuatro años de la muerte de Enrique “Cachito” Fukman

Por Liliana Giambelluca,Resumen Latinoamericano, 13 de julio de 2020

Fue sobreviviente de la ESMA y militante de los derechos humanos. Un Grupo de Tareas lo secuestró a fines de 1978 y lo llevó al centro clandestino de detención, tortura y exterminio de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Dos años más tarde fue liberado. Prestó testimonio en el juicio realizado a los miembros de la Junta Militar y en las causas ESMA donde se investigaron las graves y masivas violaciones a los derechos humanos cometidas por los genocidas. Junto a compañeros de cautiverio, en 1984 fundó la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos (AEDD). 

Su inesperada muerte el 13 de julio de 2016 conmocionó al colectivo de militantes de organismos de derechos humanos, organizaciones sociales, sindicales y políticas. Enrique Mario “Cachito” Fukman tenía un compromiso inquebrantable con La defensa de los derechos humanos y las causas populares. Fue fiel al lema de la AEDD: “Porque luchábamos nos desaparecieron. Porque aparecimos seguimos luchando”.

Cursaba el primer año de la carrera de Ingeniería Electrónica en la Universidad de Buenos Aires (UBA), militaba en la Juventud Peronista Montoneros y trabajaba en el taller de electricidad de su padre cuando el 18 de noviembre de 1978 fue secuestrado en las avenidas La Plata y San Juan de la ciudad de Buenos Aires. Lo trasladaron a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), el mayor centro clandestino de detención, tortura y exterminio de la dictadura. Estuvo cautivo en un sector denominado “Capucha”, en el sótano del Casino de Oficiales y en la “pecera”, donde los secuestrados eran sometidos a trabajo esclavo. Lo liberaron el 18 de febrero de 1980.

La quinta El silencio

En septiembre de 1979, tras las denuncias recibidas por las violaciones a los derechos humanos cometidas por el terrorismo de Estado, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) visitó la Argentina. La Armada, para ocultar a las víctimas de la ESMA, trasladó a Cachito Fukman y a más de 30 detenidos a la quinta El Silencio, ubicada en la tercera sección de islas del delta, partido de San Fernando del Gran Buenos Aires.

La quinta la adquirió el grupo de tareas 3.3.2 de la ESMA a la Curia argentina. Para la firma de la escritura se utilizó el documento de identidad de un detenido-desaparecido. En el predio había dos casas, una grande y una chica, y se replicó el sistema represivo que estaban sufriendo los detenidos: condiciones inhumanas, tortura y obligados a realizar trabajo esclavo.

En tanto, la CIDH recorría cárceles y otros lugares de detención del país, recibía denuncias de familiares de detenidos-desaparecidos, se reunía con representantes de organizaciones sociales, políticas, de derechos humanos, sindicales, religiosas, empresariales y con autoridades de la dictadura. Al mes siguiente abandonó el país y la mayoría de las víctimas fueron regresadas a la ESMA, otras continuaron en cautiverio en la quinta El Silencio, forzadas a realizar trabajos para la Armada.

En junio de 2013 y en febrero de 2015, en el marco de la megacusa ESMA, miembros del Tribunal Oral Federal 5 realizaron una inspección ocular en la quinta junto a sobrevivientes, entre ellos, Cachito Fukman, quien en la primera visita explicó a los abogados querellantes cómo soportó el dolor y la humillación: “Sabés que te pueden matar en cualquier momento, entonces te creás el instinto de supervivencia. Es inconsciente, pero también muy racional. Te decís: `de acá tengo que salir con vida, cueste lo que cueste´. ¿Cómo aguantás todo esto, sino?”.

“Por un lado -explicó-, está la sensación de que uno buscó reconstruir esta parte de la historia, dónde estuvo, qué hizo, qué sucedió. Y por otro, están los recuerdos de los compañeros que no están y hay mucho de esto que te vuelve en un marco en el que tengo que decir que no es cualquiera, porque no es que vinimos a buscar el pasado, sino que lo estamos recorriendo en un acto de búsqueda de justicia y tiene la carga que significa seguir aportando como sobreviviente para que se conozca la verdad y se pueda construir memoria”.

Habló por los ausentes y para que “los jóvenes puedan vivir en un mundo mejor”

Tras el retorno a la democracia, en 1984 Cachito Fukman fundó la Asociación de ex Detenidos Desaparecidos (AEDD), junto a Adriana Calvo y Carlos “Sueco” Lordkipanidse, con este último compartió cautiverio en la ESMA. También fue referente y miembro activo del Encuentro Memoria Verdad y Justicia (EMVyJ), conformado por distintas organizaciones de derechos humanos, sociales y políticas.

En 1985, según decreto del presidente de la Nación Raúl Ricardo Alfonsín, se inició el juicio a los miembros de la Junta Militar donde se investigaron las graves y masivas violaciones a los derechos humanos cometidas por los genocidas. Cachito Fukman prestó testimonio y también lo hizo en 1997 ante el juez Baltazar Garzón. Fue querellante en la causa contra Ricardo Miguel Cavallo, que se tramita en España.

Su detención fue juzgada en la megacausa ESMA en 2010. Cuando cerró su declaración destacó que la dictadura dejó sobrevivientes de los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio porque “necesitaban que el plan genocida sea conocido para inmovilizar al resto de nuestro pueblo. (…) Ha sido durante todos estos años nuestra obligación la de transformar nuestro testimonio y que no sea un testimonio del horror, que en vez de sembrar terror genere conciencia, construya memoria, y a su vez haga posible que exista justicia en nuestro país”.

En el juicio ESMA 2 brindó su testimonio y puntualizó: “Creo realmente que si acá estamos presentes es para que los jóvenes de hoy en día y los que van a venir puedan vivir en un mundo mejor a este, en un mundo sin ninguna forma de opresión, sin ninguna forma de dominación. Creemos que estos juicios son nuestro pequeño aporte, un pequeño grano de arena apenas, bien pequeño en esa construcción. Y justamente por eso, porque se merecen vivir en ese mundo mejor, es que me comprometo a decir la verdad”.

Carlos Loza: “Cachito estaba conectado con todas las luchas”

Carlos Loza, sobreviviente de la ESMA, ex integrante de la AEDD y miembro fundador del “Encuentro Militante Cachito Fukman”, consultado por este medio destacó que “Cachito es el autor de la consigna `La memoria es del pueblo´, eso marca una clara diferencia con quienes pretenden que la memoria sea la memoria del Estado y actúan en consecuencia”.

“Cachito era un militante que estaba permanentemente activo y conectado con todas las luchas que se daban a nivel nacional e internacional. Llevaba adelante la voz para consolidar el Encuentro Memoria Verdad y Justicia como un organismo que nuclea a organizaciones de derechos humanos y otras organizaciones vinculadas con los derechos integrales de las personas, no sólo el tema de la justicia, la memoria y la verdad por los compañeros detenidos-desaparecidos y presos, sino también por los derechos cotidianos que a diario se vulneran, el gatillo fácil y los feminicidos, entre otros. Ante ello, tenía una posición bien clara: sólo con la unidad de los espacios populares estas situaciones podían dar un vuelco”.

“Me quedan esas enseñanzas de Cachito, por eso decimos que `Cachito vive en las luchas´ y pretendemos que ese mensaje esté permanentemente en cada uno de los conflictos que se viven en nuestro país”.

Comunicado del Encuentro Militante Cachito Fukman

En julio de 2019, un grupo de militantes de derechos humanos conformó el movimiento “Encuentro Militante Cachito Fukman”. A continuación, el comunicado a cuatro años del fallecimiento de su compañero de lucha.

13 de julio 2020: Cachito vive en las luchas

Enrique Cachito Fukman fue militante en todas y cada una de las embestidas por más mínima que fuera contra los sectores desfavorecidos, siempre en alerta contra el capitalismo, junto a la clase obrera. Su temprano compromiso con los intereses del movimiento obrero lo plasmó en la organización Montoneros, lo llevó a resistir a la dictadura genocida en los pasillos, capucha y recovecos del centro clandestino de detención, tortura y exterminio, ESMA, Escuela de Mecánica de la Armada, y al salir del campo de concentración, continuó su militancia como estudiante, como docente, y por los derechos humanos hasta el último rincón donde fuesen violentados.

La voluntad de Cachito era infinita, reflejo de su compromiso indoblegable.

4 años sin la presencia física de Cachito, tan necesariamente indispensable. Por ello fue que no dudamos en el nombre cuando decidimos crear un espacio de construcción, en el que confluyeran las reivindicaciones, las luchas políticas y sociales, y por supuesto la utopía.

En estos 4 años continúa la protesta social contra los abusos y desmanes de las fuerzas represivas del Estado, que se suman a las heridas abiertas de Darío y Maxi, Jorge Julio López, Silvia Suppo, Santiago Maldonado, Rafael Nahuel, Luciano Arruga Carlos Fuentealba, Mariano Ferreyra, de pueblos originarios, de los adolescentes de Monte y tantos otros, y en estos últimos tiempos, Luis Espinoza, Lucas Nahuel Verón… y reclamando aparición con vida de Facundo Astudillo Castro. El gatillo fácil del Estado, mientras permanecen los actores principales de la impunidad, Berni entre ellos.

En estos 4 años han aumentado las víctimas del feminicidio y las víctimas de la trata.

Ha cambiado el gobierno. Y seguimos reafirmando que los organismos de derechos humanos tienen que tener independencia gubernamental que legitime realmente el sentido de la defensa de los mismos, y que jamás puedan estar delineados por ningún funcionario, ni dirigido por ningún cargo político gubernamental. Los derechos humanos no pueden estar encorsetados jamás ni en líneas políticas partidarias, ni en subvenciones, ni en edificios cedidos espuriamente para la resignificación de los centros clandestinos detención, tortura y exterminio. La defensa de los derechos humanos la portan  luchadorxs como Cachito Fukman.

4 años que continuamos estableciendo la calle como el lugar fundamental del reclamo popular, y que seguimos transitando por la nulidad de la ley antiterrorista, el uso de las pistolas Táser, y por supuesto por la inmediata apertura de los Archivos de la dictadura, con la que se resolverá casi automáticamente qué pasó con nuestros 30.000 compañerxs en manos de las fuerzas genocidas con la complicidad activa de socios civiles, empresariales, etc. La apertura pública y desclasificación total de los archivos permitirá asimismo saber dónde están lxs nietxs que aún faltan por recuperar y quiénes se apropiaron de ellxs. No es una cuestión de puertas, es una cuestión de voluntad política inmediata para romper el candado de impunidad que permitieron todos los gobiernos postdictatoriales guardando los secretos de los genocidas.

En la campaña de apertura de los archivos, estaba Cachito.

4 años en que seguimos exigiendo la reforma judicial, para que no se cargue más en las espaldas de lxs sobrevivientes el curso y desarrollo de los juicios, y se acaben las medidas procesales benefactoras antagónicas a los aberrantes delitos cometidos, cuya naturaleza no tolera las libertades domiciliarias y otros beneficios carcelarios. La inactividad del Poder Judicial, sigue actuando como garante de la impunidad de los genocidas.

4 años que nos cuesta andar sin Cachito porque extrañamos su decisión y su ternura, y porque así como él se cargaba con las banderas y los palos que fueran necesarios, también queremos llevar a Cachito con los valores de la solidaridad y la generosidad, los valores de la lucha de los 30.000 detenidxs desaparecidxs que luchaban por un mundo mejor, por el socialismo, como apostaba Cachito Fukman, y por el que brindaba en cada oportunidad, “por la vida”, y agregamos, y por la tuya Cachito Fukman, que nos desafía en ser mejores.

En la construcción de la memoria colectiva, el respeto y la defensa de los derechos humanos, sin ningún tipo de dudas, está el nombre de Cachito Fukman, ese compañero que la hacía más fácil, que no se doblegaba con derrotas, que escuchaba con el corazón, y hablaba y sentía siempre como pueblo, al que nunca abandonó.

Cachito vive en las luchas.

Encuentro Militante Cachito Fukman

Buenos Aires, 13 de junio de 2020

Fuente: AnRed.

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