Nicaragua. Rompecabezas para rearmar al “Chanclazo”: La noble impureza de las Revoluciones

Por Jorge Falcone, Resumen Latinoamericano, 9 julio 2020

“Dices bien, Flavio.

Tu padre un santo fue con sus esclavos.

El mío fue un demonio con sus amos”.

Nicolás Guillén,

Poeta Nacional de Cuba

Culminando el mes de junio una ingrata noticia comenzó a tomar cuerpo desde el centro mismo de Nuestra América, más precisamente desde la tierra de Rubén Darío, Augusto César Sandino y Carlos Fonseca Amador.

Como suele ocurrir, en primera instancia circuló imprecisa, y ya en la madrugada del 1° de Julio fue adquiriendo su fisonomía más dramática.

Encuentran hombre muerto en un cauce de León”; tituló la cadena televisiva nicaragüense TN8. “Entre los testigos se rumora que el fallecido circulaba en horas de la noche por esa zona, cuando cayó en el puente con la bicicleta que conducía. Se desconoce si andaba en estado de ebriedad y esto pudo ser el causante de que perdiera la estabilidad y se precipitara al cauce”.

El portal Nuevaya.Com prefirió consignar: “Lugareños dijeron que don Marvin iba empujando una bicicleta y por la poca visibilidad cayó dentro del cauce de unos 4 metros de profundidad, impactando la cabeza con la estructura de concreto”.

Mientras que Entrelíneas No Oficial, perfilando más nítidamente la cuestión, twitteó: “Encuentran en cauce de SUTIABA, LEÓN, el cadáver de MARVIN BENITO MENDOZA, alias “CHANCLAZO” (segundo desde la izquierda en la foto que ilustra esta nota, junto a sus compañeros de andanzas) La guardia investiga. Era militante sandinista histórico, administraba un pequeño museo del FSLN es esa ciudad”.

Fue el periódico La Jornada el medio que puso las cosas en su sitio ante los lugareños de aquella hermosa ciudad colonial regada de catedrales, donde en 1956 el patriota Rigoberto López Pérez abatió al tirano Somoza en la Casa del Obrero, y en 1979 estalló la insurrección rojinegra que acabaría con la dictadura de su hijo y sucesor: “Muere el famoso Chanclazo en la ciudad de León. El ex guerrillero, Marvin Benito Mendoza de 65 años, conocido como el Chanclazo, fue hallado sin vida hoy en horas de esta mañana”.

Ya no cabía duda alguna: El cuerpo inerte ante el que el médico forense Paulino Medina determinó “fallecimiento instantáneo a causa de trauma craneal severo y politraumatismo generalizado” pertenecía al entrañable compinche junto al que quien escribe estas líneas alguna vez entonó de pie y con el puño en alto el himno sandinista, en el ya inexistente bodegón leonés “Rincón Legal”.

El ex chavalito desangelado merodeador de la ciudad universitaria, que supo acumular hambrunas y hechos de avería hasta que un buen día sonó la clarinada revolucionaria y lo encontró formando parte de la tropa comandada por un semejante que por entonces supo aterrorizar a la Guardia Nacional: El legendario Luis Manuel Toruño, conocido como “Charrasca”.

Estamos hablando pues de lo que el capitalismo periférico que asuela nuestra geografía considera su “escoria social”. La resaca de lo que pudo haber sido una juventud “decente”… pero en cambio creció mendigando el pinolillo y el atol hasta que su miseria dijo basta, y cuando la Patria respondió al eco de aquel hartazgo, no dudó en canalizar todo el resentimiento acumulado contra los fabricantes de indigencia, los faenadores de héroes y poetas.

Como cantara Silvio, todo ello duró “un diminuto instante inmenso en el vivir. / Después mirar la realidad y nada más”. Trágicamente, el nuevo orden no pudo poner en caja al indomable “Charrasca” y tuvo que frenar en seco sus tropelías.

Hace poco, otro revolucionario venido del Chile insurrecto me describió cierto lumpenaje que se daba cita en la Plaza de la Dignidad de Santiago, y se iba despojando de su condición original en el combate cuerpo a cuerpo contra los carabineros. Sólo con esos no alcanza, se me dio por pensar. Pero sin ellos no hay revuelta que llegue a la victoria. Más allá de lo que opinen los promotores de Revoluciones químicamente puras.

“Chanclazo” también sintió que aquella Revolución para la que había ajusticiado y expropiado no le pertenecía, pero corrió mejor suerte que su referente. Acaso entendió la advertencia y devino mentor de un pequeño y modesto museo que homenajeó sin  apoyo oficial la memoria de su amigo.

A partir de entonces, el forastero que lo cruzara desconociendo esta historia seguramente lo confundiría con un hippie extravagante o hasta con un mendigo.

Lo que aquel veterano de guerra pensara sobre el curso actual de su historia patria quedó para siempre sellado en el fondo del cauce donde se desplomó por causas que aún se investigan, en el otrora irreductible barrio indígena de Sutiaba.

Este cronista que lo entrevistó en 2005 para su documental “Esperando a Sandino” (https://www.youtube.com/watch?v=xb8-XcRxdO4) consideró inmerecido que, habiendo salido de la basura terminara sus días en ella. Por esa razón deja constancia en esta nota de que ha muerto un insigne nostramericano.-

A mi amigo Jaime Buitrago Gil, poeta leonés.

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