Paraguay. Ex ministro Ruiz Díaz: “El país está viviendo una situación de insurrección popular”

Por Carlos Aznárez, Resumen Latinoamericano, 2 julio 2020

Hugo Ruiz Díaz es académico, abogado, ex ministro de Relaciones Internacionales del gobierno de Fernando Lugo y sobre todo, un experto en analizar la situación local y mundial en estos tiempos de crisis capitalista a escala global. Con él pudimos conversar pocas horas después de finalizar una gigantesca demostración de amplios sectores de la sociedad uruguaya contra las políticas de hambre y miseria, la corrupción, la criminalización de la protesta y muchas más reivindicaciones muy sentidas por el pueblo paraguayo.

Podría hablarnos sobre la situación actual a partir de cierto hartazgo a nivel popular y que se tradujo en la movilización que criticó duramente al gobierno de Mario Abdó Benítez.

-Podríamos empezar con ese detonante que fue la movilización convocada para el 22 de junio por las centrales sindicales que se unieron para manifestarse y dar una respuesta extremadamente dura y contundente a los ataques desatados por el Gobierno desde el Estado mismo contra los derechos de los trabajadores, contra la sindicalización y varios otros temas tales como el problema de la deuda externa, el problema del hambre, el problema de la desnutrición, etc. Fue una gran movilización que sobrepasó todas las expectativas en cuanto que no fue sólo en Asunción, sino que se dio una especie de autoconvocatoria generalizada, incluyendo el apoyo de comerciantes de varias regiones del país que están yendo a la bancarrota directa, lo cual refleja un alto grado de malestar social y sobre todo un alto grado de irritación de la población.

Esta irritación y este malestar en esta situación de pandemia refleja la profunda crisis del Estado como tal, del Estado capitalista subdesarrollado periferia de la periferia, así es el status del Estado paraguayo como Estado capitalista, en donde el 2% de la población concentra le 98% de la riqueza y el 3% concentra prácticamente el 90% de las tierras cultivables en este país. Estamos hablando de un Estado con características realmente mafiosas, de una clase dominante minoritaria mafiosa.

-¿Cuáles son las señas de identidad de los sectores que salieron a las calles?

Esta movilización se dio, primero a pesar de los ataques directos del Estado, a través del actual gobierno, contra lo que ellos denominan trabajadores privilegiados, es decir aquellos trabajadores que ganan más del salario mínimo. Ataques realizados dentro de un espectro de guerra de desgaste y de guerra hegemónica para ganar los espíritus de los desempleados y de los hambrientos, acusándolos de ser los responsables de la actual crisis económica, política, social e institucional. En otras palabras, de la crisis estructural de este capitalismo, sabiendo que como tal, a nivel mundial ya está en una crisis insuperable irreversible. Pero, ese es otro debate.

Entonces, la respuesta además fue contundente en el sentido de que rompió lo que algunos denominan el cerco mediático, que en realidad fue toda una guerra hegemónica desplegada por el monopolio privado de comunicación de masas o, si ustedes quieren, de propaganda, y que, además en todo momento invisibilizó y no salió una sola información ni antes ni después. Solamente cuando se dieron cuenta de que estábamos en una situación casi insurreccional, para no hablar directamente de insurrección, la oligarquía y el Gobierno empiezan a reaccionar. Porque esta movilización no fue sólo contra lo que se denomina la reforma del Estado, que no tiene sentido porque el ataque se está dando en forma directa contra los trabajadores y la población, y que realmente hizo temblar los cimientos del Estado mismo y que asustó a la clase dominante que hoy está acorralada y asustada. Esa perspectiva, a pesar del cerco mediático, de los ataques hablando de ruptura, se trata de una derrota hegemónico-política de la clase dominante, de los grupos de mafiosos. En realidad, el empresariado está integrado por grupos delincuenciales, contrabandistas, especuladores, son verdaderas bandas criminales, que están temblando acá en Paraguay y la reacción después se vio.

Por otro lado, no se trata sólo de una simple movilización por un simple descontento, sino que esto demuestra un alto grado de irritación y, sobre todo, que en medio de esta pandemia que quiere ser utilizada como la causante de la crisis, refleja el hastío de la población con este modelo de Estado, este modelo de paradigma societal. La movilización notablemente coincide y coincidió con el octavo aniversario del Golpe de Estado perpetuado justamente por estos grupos económicos, por obispos católicos, por pastores protestantes, por los grupos económicos completos, partidos políticos de derecha, contra el gobierno legítimo de Fernando Lugo. Fue una mera coincidencia, pero lo cierto es que esta movilización asustó y sigue asustando a todo el estamento de los poderes fácticos del Estado paraguayo.

-¿Qué pasó con los partidos de izquierda, participaron?

-Hay una cuestión que es muy importante aclarar, tenemos dos tipos de partidos de izquierda progresista, la institucionalizada y la extrainstitucional, ambas fuerzas quedaron afuera. Evidentemente acá la izquierda no tuvo absolutamente ningún rol y eso es lamentabilísimo, y está demostrando un alto grado de desconexión entre las reivindicaciones populares de la clase trabajadora, de los barrios marginales, de las madres pobres, de las mujeres empobrecidas, con un proyecto alternativo y eso refleja un grado de desorientación, porque la izquierda se pierde en minucias mientras que la población sí está reaccionando fuera de su hegemonía para enfrentarse a los poderes fácticos.

Además de eso, coincidiendo con un aniversario del Golpe de Estado, la izquierda debería haber sido quien desde hace meses tendría que haber estado conduciendo este proceso público. En esas condiciones, independientemente de una izquierda institucionalizada que se limita a presentar proyectos de leyes, tratando de salvar incluso al Estado y pactando en acuerdos nacionales, tratando de conformar supuestos frentes.

-¿O sea que esta movilización también respondió a las debilidades de la izquierda progresista?

-En realidad, esta también es una respuesta contundente del pueblo en general y de los trabajadores en particular a esa izquierda absolutamente fuera de foco y fuera de esta situación de coyuntura en donde el pueblo ya está pasando hambre. La izquierda no entiende que estamos frente a una situación insurreccional con perspectiva cuasi inmediatas de una disputa del poder del Estado.

Es un hecho generalizado que se está produciendo en nuestra región, como el caso de Brasil donde los hinchas de fútbol salieron a enfrentar al fascismo, en Chile y otros países. Es la misma situación: la izquierda y el progresismo están absolutamente desorientados en esta situación. Sobre todo, el progresismo llamado institucionalizado que sigue pregonando la reforma de las leyes y proyectos de leyes mientras la lucha de clases es profundizada, agudizada, desde el Estado por los grupos económicos y sus ceos políticos, y pasan a una especie de ofensiva generalizada para dejar tierra arrasada a toda la población.

Esta es la respuesta al hambre, también fue una respuesta de la población prácticamente autoconvocada a nivel nacional porque la movilización fue no sólo intensa, sino de masas a nivel internacional frente a estructuras políticas que hoy ya no responden a las expectativas de cambio. Eso implica que hay que reconstruir todo un proyecto de alternativa porque los actuales carecen de credibilidad y legitimidad. Aparentemente, existe un abismo entre las necesidades de la población que pasa hambre y una izquierda y un progresismo institucionalizado y otra izquierda que se aísla cada vez más de la población y se reduce a unos cuantos discursos. Esta movilización también fue una respuesta a eso porque la izquierda no tuvo una presencia ni hegemónica, ni de dirección y tampoco aportó militantes en la calle.

-Sin embargo, esta corriente que se levanta ahora, insurreccional como tú la calificas, tiene, obviamente, banderas de izquierda.

-Claro, evidentemente se están debatiendo proyectos porque la situación de hambre, y estamos hablando en Paraguay de hambre, en guaraní decimos ñembyahýi, ñembyahýipa, o sea, ya no se tiene qué comer. Ante eso y ante una izquierda institucionalizada y absolutamente paralizada, la población tiene sus propios medios, su propia dinámica, y no son esos grupos los que van a decretar cuándo se haga una Revolución o cuando no se da. Eso, por lo menos en Paraguay no se da, no sé en otros países. Por eso es que esta movilización rebasó todo y entra en una especie de confrontación directa con el poder desde las calles y no es una simple teorización. No terminó el 22, al día siguiente continuaban las movilizaciones estudiantiles, hoy continúan en las calles, en varios departamentos se hacen movilizaciones. Estamos en una situación de ebullición en Paraguay.

-¿Estados Unidos sigue teniendo un pie fuerte en el Paraguay?

-Sí, sigue teniendo una presencia militar aproximadamente de casi 700 militares de élite. Estados Unidos también está en una política de sálvese quien pueda a nivel mundial, incluso con serios problemas estructurales del sistema. Sí la presencia norteamericana acá es real, y también de otras inteligencias como el Mosad y compañía que están operando y formando a las Fuerzas Armadas para que se constituyan en fuerzas de choque contra cualquier tipo de riesgo de perder el control y el poder por parte de la clase dominante.

Este Gobierno se sostiene gracias al apoyo explícito, directo y sin ninguna intermediación del imperialismo norteamericano, pero también ese apoyo está en crisis porque, como sabemos, Estados Unidos mismo, el centro del imperialismo mundial y del capitalismo, también se encuentra en una crisis que es prácticamente irreversible.

Claro que existen fuerzas extranjeras en Paraguay ocupando nuestros territorios, pero más allá de eso ni siquiera con eso se logra detener ni el hambre, ni el malestar, ni la bronca popular. Entonces, evidentemente que las fuerzas de derecha están asustadas, alertadas, y más que nunca están apostando a la violencia y a la represión.

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