Argentina. Negocios quebrados, oficinas vacías y personas sin techo: la devastación económica provocada por la pandemia

Resumen Latinoamericano, 26 jun 2020

La tradicional calle Florida de Buenos Aires luce vacía de clientes y sobrepoblada de agentes del mercado ilegal de compra y venta de dólares.

“Cambio, cambio dólares, euros, reales…”, es el susurro, a veces grito, que más se escucha a lo largo de la decena de cuadras de Florida, la calle peatonal de Buenos Aires que, con sus miles de negocios, turistas, oficinas y bancos, formaba parte del corazón financiero del país hasta que, hace tres meses, la cuarentena obligatoria decretada por el gobierno para frenar la pandemia del coronavirus la devastó.

La oferta de transacción de monedas extranjeras la realizan hombres y mujeres apostados afuera de negocios con las persianas bajas, protegidos con candados y con las fachadas cubiertas de ofertas para vender todo tipo de productos a través de Whatsapp, Facebook, Instagram o páginas web, ya que todavía no pueden reabrir sus puertas.

En la jerga argentina, estos personajes son conocidos como ‘arbolitos’ porque ahí están todos los días, fines de semana incluidos, de pie, a la pesca de clientes que necesiten cambiar moneda en el mercado paralelo que opera desde hace décadas en el país, y que permite obtener mejores cotizaciones que en la vía legal. El precio de compra del dólar en uno y otro sistema es hoy, por ejemplo, de 70 y de 128 pesos. Con esa diferencia, es fácil entender por qué la gente que ahorra en divisa estadounidense prefiere venir a cambiar a la calle Florida.

La mayoría de los negocios de la calle Florida cerraron hace tres meses, cuando se inició la cuarentenaCecilia González / RT

Ahora la presencia de los ‘arbolitos’ es más evidente, ya que la pandemia evaporó a los turistas, vendedores ambulantes, trabajadores de los locales y oficinistas de la que hasta marzo pasado era la calle comercial más importante del país y en donde a diario circulaban alrededor de siete millones de personas.

De ese continuo ir y venir, por ahora no hay nada. Y no lo habrá por lo menos durante un mes más, ya que el gobierno mantiene una cuarentena que sólo permite la reapertura de actividades esenciales.

Avisos de prevención de la pandemia sobre la Calle FloridaCecilia González / RT

Una de ellas es la alimentación, por eso a lo largo de Florida están abiertas las tiendas conocidas como ‘dietéticas’, que venden frutos secos, harinas, yogures, tés y granolas; los kioscos de dulces, hamburgueserías, algunos restaurantes y cafeterías. La comida y las bebidas no se pueden consumir en ningún local, ya que sólo se autoriza el envío a domicilio o pedidos que deben ser recogidos por el propio cliente.

Y nada más.

Desolación comercial

En el resto de Florida, lo que abunda son los letreros de ‘se alquila’, ‘últimas ofertas’ o ‘¡nos vamos!’ que reflejan el quiebre de cientos de negocios en donde los locatarios pagan los alquileres más caros del país, un promedio de 80 dólares mensuales por metro cuadrado.

Los hoteles y hostales tienen cerradas sus puertas, sin un solo cliente desde que el 20 de marzo se cerrara la frontera y se frenara la llegada de turistas que tenían a la calle Florida como referencia obligada de paseo y compras.

Las librerías de la peatonal ofrecen envíos a domicilio.Cecilia González / RT

En varios tramos hay baldosas rotas, algunas rodeadas de desvencijadas tablas. Las obras de reparación fueron suspendidas por el gobierno capitalino, lo que incrementa la sensación desoladora.

Otro cambio es la presencia permanente de personas sin techo que colocan sus cobijas, colchones y cajas afuera de los comercios, a sabiendas de que nadie les pedirá que se retiren, como solía ocurrir.

La presencia de personas sin techo es creciente en toda la vía.Cecilia González / RT

Los bancos sólo atienden a través de turnos previos, para evitar las aglomeraciones, así que las sucursales lucen semivacías. Afuera de algunos cajeros se forman largas filas de clientes que, protegidos con cubrebocas, intentan mantener la distancia social de por lo menos un metro y medio, que en algunos casos está señalada en el asfalto.

Una ausencia notoria es la de los artistas callejeros que alegraban la zona. Bandas de jazz, de folclore argentino, y solistas que se desperdigan en diversos tramos de la calle y que alternaban espacio con muralistas que plasmaban obras en el piso y con los artesanos que colocaban ropa, llaveros, mates, aretes, en mantas extendidas.

Ahora, en cambio, apenas si se animan a venir a trabajar un par de vendedores de paltas que ofrecen su mercancía en cajas que colocan en el cruce de Florida con Diagonal Norte, la calle que unos metros más adelante desemboca en la Plaza de Mayo.

A principios de mes, el gobierno de la ciudad autorizó la reapertura de negocios de ropa y calzado, los cuales lucen sus cortinas a medio abrir o medio cerrar, según como se vea. Los letreros para restringir el ingreso a no más de dos o tres clientes, dependiendo del tamaño del local, son insistentes, tanto como las ofertas de ‘delivery’ (envío) a las que ya se han adecuado incluso las librerías.

Pero a partir de la semana próxima, debido al aumento de casos de contagio y al nuevo endurecimiento de la cuarentena, estos locales van a tener que volver a cerrar.

Uno de los atractivos de la calle Florida eran sus galerías plagadas de locales y cafés, algunas al estilo francés, como la mítica Galería Güemes, en la que Julio Cortázar se inspiró para escribir su cuento ‘El otro cielo’ y que hoy, a medio abrir, luce en penumbras, con las luces apagadas y apenas un par de locales de perfumes con atención al público.

El paso está vedado en la mítica Galería Güemes.Cecilia González / RT

Otras galerías están cerradas por completo, con cortinas de rejas que les dan un toque carcelario y en las que los comerciantes amontonan precarios anuncios de servicio de reparación de teléfonos celulares o computadoras, venta de insumos informáticos, videojuegos y artículos de belleza que los interesados deben solicitar por teléfono.

La incertidumbre del futuro

Ya el año pasado, la Asociación de Amigos de la Calle Florida revelaba que la crisis económica desatada en la recta final del gobierno de Mauricio Macri había impactado en el cierre del 21 % de los 1.286 locales que hay en la principal peatonal de Argentina.

Era un récord, tomando en cuenta lo codiciada que era esta calle debido a que el tránsito de clientes estaba garantizado, pero ahora el cierre, o directamente la quiebra, afecta a la mayoría de los negocios.

Fabián Castillo, presidente de la Federación de Comercio e Industria de la Ciudad de Buenos Aires (Fecoba), reveló que por lo menos el 18 % del total de los locales de esta capital ya cerró definitivamente sus puertas, y en caso de seguir la cuarentena, la cifra aumentará a un 25 %, tendencia que se refleja también en Florida.

Algunos negocios de la Calle Florida operan con avisos para evitar aglomeracionesCecilia González / RT

La Confederación Argentina de la Mediana Empresa, en tanto, reveló que las ventas mayoristas cayeron en promedio en un 50 % en mayo, con respecto al mismo mes del año pasado. Y sin ingresos, los comerciantes no pueden pagar servicios ni sueldos.

Todo ello, en un país que ya estaba en crisis, con altas tasas de recesión, deuda, inflación y pobreza, y que este año, según previsiones del Fondo Monetario Internacional, registrará un desplome de 9,9 % en su economía, y que a mitad de año ya tiene récord de despidos y desempleo.

El escenario es pesimista, pero comerciantes de la calle Florida se aprestan a resistir.

“Esto tiene que pasar, algún día la cuarentena va a terminar y volveremos a abrir, nos tenemos que recuperar”, confía un mozo del Florida Garden, uno de los restaurantes clásicos de la zona, tradicional punto de reunión de políticos, empresarios y jueces, y en donde hoy se ven mesas amontonadas en la entrada para impedir el paso de algún despistado que aspire a pedir un café y una medialuna, como ocurría en la antigua normalidad que, por ahora, nadie tiene certeza sobre cómo se transformará. 

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